Los países que apoyan a Israel con armas deben comprender que estas muertes de civiles serán una mancha permanente en su reputación. Deben exigir un alto el fuego inmediato en Israel y Gaza. Solo el cese de las hostilidades permitirá garantizar una ayuda eficaz a los dos millones de personas que ahora la necesitan
Por Jan Egeland* / IPS
La pulverización de Gaza se cuenta ya entre los peores ataques contra cualquier población civil en nuestro tiempo y época. Cada día vemos más niños muertos y nuevas profundidades de sufrimiento para las personas inocentes que soportan este infierno.
En toda la Franja de Gaza, casi toda la población -1.9 millones de personas- ha sido desplazada. Casi dos de cada tres hogares están dañados o destruidos. En medio de incesantes ataques aéreos, terrestres y marítimos, miles de familias se ven obligadas a trasladarse de una zona peligrosa a otra.
Actualmente, más de 750 mil personas se hacinan en 133 únicos refugios. Decenas de miles viven en las calles del sur de Gaza, donde, bajo los bombardeos, se ven obligados a improvisar refugios básicos con cualquier cosa que puedan conseguir.
Las lluvias invernales han llegado y también las enfermedades infecciosas, al igual que los servicios de salud pública, que han quedado totalmente paralizados. Muchos miembros de mi propio personal del Consejo Noruego para Refugiados (NRC) viven ahora en la calle. Una de ellas lo hace con su bebé de dos meses.
Nuestros colegas de Gaza se hacen una sencilla pregunta: ¿cómo es posible que estas atrocidades se retransmitan a todo el mundo para que todos las presencien y, sin embargo, se haga tan poco para detenerlas?
Los países que apoyan a Israel con armas deben comprender que estas muertes de civiles serán una mancha permanente en su reputación. Deben exigir un alto el fuego inmediato en Israel y Gaza. Solo el cese de las hostilidades permitirá garantizar una ayuda eficaz a los dos millones de personas que ahora la necesitan.
Las severas restricciones al acceso de la ayuda han agravado la situación, provocando hambruna entre la población de Gaza e intensificando una crisis humanitaria ya de por sí grave. Nos hemos visto obligados a detener casi todas nuestras operaciones de ayuda debido a los bombardeos, el caos y el pánico.
Deben rendir cuentas los responsables de las matanzas, las torturas y las atrocidades cometidas en Israel el 7 de octubre.
El asesinato de miles de niños y mujeres inocentes, el asedio a toda una población civil y el confinamiento de civiles bombardeados tras fronteras cerradas en Gaza son también crímenes de derecho internacional.
También deben rendir cuentas por ello los dirigentes políticos y militares, así como quienes proporcionaron armas y apoyo. Esta campaña militar no puede calificarse en modo alguno de «defensa propia».
Volvemos a exigir la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes. Ni las vidas de niños, mujeres u hombres inocentes, ni la capacidad de los trabajadores humanitarios para acceder a las personas vulnerables, deben utilizarse como moneda de cambio.
La situación en Gaza es un fracaso total de nuestra humanidad compartida. La matanza debe terminar.
*Jan Egeland es un diplomático noruego, politólogo, líder humanitario y expolítico laborista, quien desde 2013 es el secretario general del Consejo Noruego para Refugiados (NRC). Fue secretario de Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores noruego de 1990 a 1997 y subsecretario general de Asuntos Humanitarios y coordinador del Socorro de Emergencia de las Naciones Unidas de 2003 a 2006.
Este artículo fue publicado inicialmente en IPS. Aquí puedes consultar la versión original.
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