Adiós, Marek Keller. El gran amor polaco de Juan Soriano

12 noviembre, 2023

Me comuniqué con Marek Keller en 2022, eterno amor, guardián y albacea de Juan Soriano. No obtuve respuesta en un inicio, por lo que decidí insistir a inicios del 2023. Al medio año, obtuve su respuesta: “En mes de noviembre voy a Mexico y estaré varios meses. Si todavía estas interesada te puedo avisar ya estando en Mexico pera vernos y hablar de Soriano… hasta pronto, espero”

Por: Évolet Aceves / @EvoletAceves

A Elena Poniatowska y Guadalupe Loaeza.

Marek Keller y Juan Soriano se conocieron en 1975, en París. Keller era bailarín, y tras la muerte de Soriano, su pareja, en 2006 fundó el Jardín Escultórico Juan Soriano, en Owczarnia, ubicado en Varsovia, Polonia, y en donde hay sembradas veinte preciosas esculturas en bronce de Soriano.

Marek Keller y Juan Soriano, junto a Elena Poniatowska —recientemente laureada con el Premio Internacional Carlos Fuentes 2023, ¡enhorabuena!—, Sergio Pitol, Mathias Goeritz o Fanny Rabel, son algunas de las figuras que han contribuido desde el siglo XX, directa o indirectamente, a la relación cultural entre Polonia y México, desde sus distintas disciplinas artísticas.

Me comuniqué con Marek Keller en 2022, gracias a la gentileza de Guadalupe Loaeza, gran amiga de Soriano y Keller, y quien me proporcionó los datos de Marek, eterno amor, guardián y albacea de Soriano. Tan pronto como los tuve, le mandé correo y whatsapp a Marek. No obtuve respuesta en un inicio, por lo que decidí insistir a inicios del 2023. Al medio año, obtuve su respuesta:

“Hola Evolet.
Un comentario a tu email de enero 2023.
En mes de noviembre voy a Mexico y estaré varios meses.
Si todavía estas interesada te puedo avisar ya estando en Mexico
pera vernos y hablar de Soriano.
Te mando saludos, y hasta pronto, espero.”

Su boleto estaba planeado para llegar a Ciudad de México el 15 de noviembre. Desafortunadamente, la vida nos arrebató a Marek antes de su llegada a México. Nos planeábamos reunir en diciembre. Tengo una lista de preguntas que ya no le podré hacer. Leo ese “hasta pronto, espero”, y lo interpreto como un augurio que Marek tenía con respecto al fin de su vida.

Llamo por teléfono a Guadalupe Loaeza, hablamos brevemente sobre la partida de Marek. Loaeza, hace ya varios meses, publicó en Reforma una gran columna sobre Keller, y otra más esta semana, en donde bien tuvo a llamarlo “el polaco más mexicano”. Las causas de su muerte, hasta hoy, continúan sin ser claras. No hay una causa de muerte que se haya dado a conocer.

Llegué a saber sobre Marek Keller gracias a la espléndida biografía Juan Soriano, niño de mil años (Plaza y Janés, 1998; Seix Barral, 2018), escrita por Elena Poniatowska. En esta novela, Elena aborda la vida del artista desde su infancia y revela asuntos jamás antes dichos, fue ahí donde habló por vez primera de su homosexualidad, como revela Elena en entrevista con Javier Aranda en La Jornada, en enero de 1999:

“Sobre su homosexualismo no había hablado antes. Eso lo habló ahora. […] Cuando le planteé a Juan hablar sobre su homosexualismo, Marek Keller, su gran amigo, se opuso en un principio. Yo le dije que sería muy bueno que Juan hablara de su vida abiertamente pues si él mismo no lo hacía, a sus 78 años, nadie lo haría. Además, Juan habla de esto con gran naturalidad y tratar de ocultarlo sería no sólo un terrible acto de autocensura sino un grave error. Sería hacerse eco de cánones sociales estúpidos.

“Juan es muy libre en su plática pero Marek creyó, por un momento, que lo perjudicaría hablar de su homosexualismo. Yo creo que no, porque uno de los grandes logros de Juan es haber hecho que lo aceptaran donde fuera.

A propósito de la biografía sobre Soriano, me comentó Elena Poniatowska en entrevista para Pie de Página en octubre de 2021: “yo quise muchísimo a Juan Soriano, ¡desde muy joven! Porque lo conocí incluso cuando a mí no se me había ocurrido dedicarme al periodismo, porque él era muy amigo de una tía mía: Inés Amor, la directora de la Galería de Arte Mexicano. Así que yo lo conocí, lo vi varias veces con Diego de Mesa, que era su pareja en ese entonces.”

En esta maravillosa biografía, Soriano habla de asuntos familiares, artísticos y sentimentales con relación a sus amoríos con Diego de Mesa y luego con Marek Keller, su salida del clóset en la década de los cincuenta, sus viajes por Europa, sus opiniones sobre la vejez y su mirada estética con múltiples opiniones sobre las artes plásticas y visuales, sus amistades, su erotismo, su gran, gran pasión por la lectura; dice Elena Poniatowska en esa misma entrevista con Javier Aranda:

“[Juan Soriano] Es un hombre culto que siempre está leyendo. Una de las imágenes que tengo de él es cuando me decía: voy a combatir tu comunismo y ahorita mismo te vas a comprar a Hansen, o mejor espérate, te lo regalo, pero debes leerlo. También me decía que nunca renegara de mis orígenes. Juan en este sentido hacía conmigo lo mismo que Octavio Paz: me mandaban a leer a condesas polacas, rusas, aunque yo les dijera que no quería leer a ninguna vieja condesa o marquesa, porque no me importaban, que me importaba otro mundo. Octavio fue para Juan un guía enorme, un guía que siempre lo apoyó. También fue para él un gran crítico. El propio Juan asegura que nunca tuvo mejor crítico que Octavio, pues cuando empezó a escribir sobre su pintura le hizo ver cosas en su trabajo que quizá no había analizado con el debido detenimiento.”

Soriano rechazó las correcciones plásticas que Manuel Rodríguez Lozano le hizo cuando fue su maestro en la Academia de San Carlos; por otro lado, admiró la obra de Rufino Tamayo y de Olga Costa; y nunca fue muy cercano a Rivera, Orozco o Siqueiros, incluso llegó a tener confrontaciones de orden plástico. Soriano, pintor, dibujante y escultor, fue amigo de Lola Álvarez Bravo y Lupe Marín, sobre todo en su juventud, pues se distanció en los últimos años de vida de ambas.

Decido agregar “dibujante”, porque recuerdo en el Museo de El Estanquillo, hace unos cinco años, haber visto uno de los retratos al desnudo más hermosos que he visto del cuerpo masculino, en hoja de papel amarillo mostaza, se observa la figura de un hombre joven, apuesto, de cuerpo muy bien proporcionado, al natural, un cuerpo arqueado, y de su cuello parecen brotar gotas de sangre. Todo hecho con lápiz, o tinta. Me pregunto si habrá sido un autorretrato, o quizá Diego de Mesa o Marek Keller en su juventud.

Sin duda, algunos de mis retratos predilectos de Soriano, son los que pintó de Lupe Marín, Guadalupe Amor, Elena Garro y Xavier Villaurrutia. Sus esculturas son igualmente excepcionales, siempre basado en elementos naturales, animales de dimensiones copiosas. Quizá la más conocida sea aquella que reposa sobre la explanada a las afueras del Auditorio Nacional, La Luna (bronce fundido a la cera perdida, 1993, 8 metros de altura, 10 toneladas).Fue gracias a Soriano que Leonora Carrington incursionó en sus últimos años en la escultura en bronce, monumental y en formato pequeño. Él fue el medio de contacto de Carrington con los fundidores.

Recupero algunos fragmentos, en una especie de carta en segunda persona, dichos de viva voz por Marek Keller en una charla que sostuvo con Elena Poniatowska hace ya varios años, para hablar en torno al jalisciense:

“Supe que no te gusta viajar por viajar, sino para ver las cosas en su lugar, detenerte ante el cuadro o la escultura que ibas buscando, admirarla de cerca, transmitirme los hondos sentimientos que te acercan al arte. Fuiste un guía excepcional para mí […] Entre tanto, se te fue pasando el enojo hacia México, con el que yo te conocí […] Te gustaba regresar a tu casa de La Condesa, tu colonia preferida, mucho más que la de París […] Últimamente, Juan, cierras de vez en cuando los ojos —Marek hace una pausa que sólo puede ser entendida por el dolor— y me hablas de tu Guadalajara natal, de la casa paterna que abandonaste a los quince años, son frases sueltas, salpicadas de travesuras infantiles y tragicomedias domésticas; no hay argumento claro. Son eso: retazos conmovedores, una forma sutil de darme lo esencial de tu pasado […] Tienes que vivir, aunque mucho más, a sabiendas de que siempre estaré a tu lado. Marek.”

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Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.