A una semana de la segunda vuelta electoral en Argentina, todo es incertidumbre. Más allá del resultado de las urnas, hay algo que Javier Milei ya ganó: empoderó la intolerancia
Texto: Cecilia González
Foto: redes sociales Milei
BUENOS AIRES.- «¡Viva la libertad carajo!», gritan con furia pasajeros de un tren de la zona norte de Buenos Aires, mientras obligan a bajarse del vagón a militantes peronistas que reparten propaganda del ministro de Economía y candidato oficialista Sergio Massa.
La escena, una de las tantas que se viralizan en esta convulsionada elección presidencial en Argentina, resume el impacto social alcanzado por Javier Milei, la nueva estrella de la ultraderecha global. El candidato que habilita la violencia política y normaliza los discursos de odio en los espacios públicos.
Los agresores ni siquiera se dan cuenta de su contradicción. Gritan por la libertad impidiendo que otros la ejerzan. «La libertad soy yo», pareciera ser su lema. Imitan el autoritarismo de Milei, el economista que en tiempo récord devino en protagonista de la política local y que, en un escenario inimaginable hace apenas unos meses, puede ser elegido presidente de Argentina el próximo 19 de noviembre.
Más allá del resultado de las urnas, hay algo que Milei ya ganó. Empoderó la intolerancia. Los ataques físicos parecen estar a un paso. Sus seguidores, envalentonados, gritan agravios en las calles y en las redes a cualquiera que consideren «enemigo». Una actriz que pide no votarlo, por ejemplo, recibe a cambio amenazas de violaciones y desapariciones contra ella y contra sus hijos. El militar retirado Iván Volante publica un video de un Falcon, el auto en el que los represores de los años 70 secuestraban a sus víctimas. «Siete, aunque un poco incómodos, entran en este baúl», presume con añoranza del terrorismo de Estado que reivindican Milei y su candidata a la vicepresidencia, Victoria Villarruel.
A imagen y semejanza de Donald Trump y Jair Bolsonaro, el economista ya anticipa denuncias de fraude ante un eventual triunfo de su rival. Las encuestas, a una semana de las elecciones, anticipan empate técnico. Por las dudas, el gobierno tendría que comenzar a blindar el Congreso. La ultraderecha no suele aceptar derrotas.
El impacto social del mileísmo se evidencia también en el renacer del profundo odio antiperonista arraigado en un amplio sector de la sociedad argentina que por ninguna razón votaría a Massa; y en la reapertura de debates que ya se creían saldados, que ya se daban por hecho, como la importancia de que la educación y la salud sean públicas o la condena a la dictadura. Los discursos negacionistas que minimizan la magnitud de los crímenes de los represores se diseminan todos los días y obligan a un renovado y ejemplar activismo en derechos humanos.
Los debates impuestos por el economista rozan lo inverosímil. En estos meses se ha discutido seriamente la posibilidad de que exista la compra y venta de órganos y de bebés. «El cuento de la criada», aquí, muta en novela futurista de no ficción.
La estupefacción y la incredulidad son estados de ánimo permanentes en esta campaña. La genera el personaje, lo que dice, lo que hace y las justificaciones para votarlo. A una semana de la segunda vuelta, todo es incertidumbre.
Surgió en los medios. Fue financiado por empresarios, promovido por la prensa antiperonista y cooptado por el expresidente Mauricio Macri. Prometió que venía a terminar con la casta política corrupta, y terminó convirtiéndose en parte de ese selecto grupo. Sufrió maltrato infantil, fue golpeado, no querido. Llamaba despectivamente «progenitores» a su padre y a su madre, a quienes no les habló durante años. La reconciliación vino de la mano de su estrellato político. Ganó fama por sus gritos, insultos y violencia frente a la cámara, principalmente contra mujeres. Cree que es un salvador y que gobernar es una misión divina que le encomendó Dios a través de Conan, el perro al que amaba tanto que, cuando murió, lo mandó clonar, lo que le permitió tener cinco perros que considera como sus nietos y a quienes les dedica sus discursos. Contrató brujos, parasicólogos y telépatas para hablar con su perro muerto, que es su principal asesor de campaña. Se maquilla burdamente para tratar de ocultar la papada. No soporta que nadie lo contradiga o le pregunte algo que no le gusta. Se exalta de inmediato. Es adicto a las metáforas de violencia sexual. Se queda callado cuando le preguntan si cree en la democracia. Sólo habla con periodistas amigos. Es el nuevo emblema de la ultraderecha internacional. Puede ser el próximo presidente de Argentina.
«El Estado es el pedófilo en el jardín de infantes, con los nenes encadenados y bañados en vaselina. Llamar contribuyente al pagador de impuestos es como que el violador llame a su víctima novia. Digamos, o sea, que usted tiene una hija y de repente hay alguien que tiene una adicción a tener violación a mujeres y su hija es víctima, entonces, ¿qué va a decir? no, hay que terminar con el sistema de coparticipación (impuestos). Mientras (los usuarios de redes sociales) miran a la señorita por internet, yo la tengo entre las sábanas. ¿Qué me importa a mi cuál es tu elección sexual? si vos querés estar con un elefante, bueno, si tenés el consentimiento de un elefante, es un problema tuyo y del elefante. Estamos frente al fin del modelo de la casta basado en esa atrocidad de que donde hay una necesidad nace un derecho, pero se olvida de que ese derecho alguien lo tiene que pagar y cuya máxima expresión es esa aberración llamada justicia social. En mi gobierno no va a haber marxismo cultural y no voy a estar pidiendo perdón por tener pene. El Papa es el representante del maligno en la Tierra, tiene fuerte injerencia política y afinidad por los comunistas asesinos. Los zurdos de mierda están perdiendo la batalla cultural. Somos superiores moral y estéticamente. Entre el Estado y la mafia prefiero a la mafia. Uno de mis grandes héroes es Al Capone. El peso es la moneda que emite el político argentino y por ende no puede valer ni excremento, esa basura no sirve ni para abono. El calentamiento global es otra de las mentiras del socialismo. Si de mí dependiera, cerraría el Ministerio de la Mujer, no ha logrado ningún resultado, las mujeres no son más felices. ¿Por qué no hay un Ministerio de Hombres? Sería bueno que lo estudies si querés hacer preguntas sobre keynesianismo, estás diciendo una burrada y yo estoy tratando de desasnarte, tenés problemas de comprensión, tu problema es de soberbia porque no sabés un carajo y opinás de lo que no sabés. Mi misión es cagar a patadas en el culo a keynesianos y colectivistas hijos de puta».
Un país en el que se puedan comprar y vender órganos. Que tenga un «libre mercado de adopción» que permita que las mujeres que quedan embarazadas, pero que no quieren ser madres, vendan a sus recién nacidos al mejor postor. Que elimine el derecho al aborto que ya rige en Argentina desde 2020. Sin salud ni educación pública. Con la edad penal rebajada a los 14 años. Con libre portación de armas, la economía dolarizada y los criminales de la dictadura, libres. Sin Banco Central, ni subsidios, ni programas sociales, ni Instituto del Cine ni ministerios de la Mujer, Educación, Cultura, Transporte, Turismo y Ciencia y Tecnología. Con un Estado reducido al máximo. Sin negocios con China ni Brasil, y con Estados Unidos e Israel como sus mejores amigos. Con trenes, calles, petróleo y mar privatizados. Sin restricciones para que las personas manejen alcoholizadas, siempre y cuando se hagan cargo de los gastos de las posibles víctimas. Con adolescentes que miren videos de pornografía en sus casas en lugar de que tengan Educación Sexual Integral en las escuelas. Con una ley para que los varones puedan renunciar a la paternidad y no tengan que pagar la cuota alimentaria. Sin parques nacionales. Con el regreso del servicio militar obligatorio. Con el peronismo exterminado por completo.
«Este gobierno dejó más pobres, la economía es un desastre, hay inflación, devaluación y deuda récord. Odio al peronismo, es el culpable de la decadencia argentina. Somos el cambio o no somos nada. Y Milei es el cambio. Milei no ha hecho nada, no ha robado, hay que darle una oportunidad. Lo voy a votar porque no va a poder hacer lo que dice. No hay posibilidad de que controle el gobierno, el Congreso y la Justicia. Lo vamos a poder manejar. En cambio, a Massa no; si él gana vamos a tener peronismo por otros 30 años. No vinimos a estar cómodos y hoy la incomodidad es votar a Milei. Milei es más débil, tiene menos capacidad de imponer su agenda. Gracias a la alianza con Macri se esboza un mileísmo delimitado por el republicanismo. Quizá sea un salto al vacío, pero es un voto menos al modelo viejo, anacrónico y corrupto de Massa. La alianza con Macri brinda la certeza de que la institucionalidad se va a preservar. Prefiero darle la oportunidad a un tipo que no conozco. Votar a Milei es como ir en un auto a 100 kilómetros, te vas a chocar con el paredón y sabés que te matás, entonces te tirás del auto. ¿Vas a sobrevivir? Qué se yo, pero tenés una chance».
Periodista mexicana que desde hace 15 años cubre el cono sur. Autora de los libros Narco Sur y Narco Fugas.
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