De Acámbaro, Guanajuato, la joven se define como “artivista” y ha fundado un colectivo de artistas mexicanos por el pueblo palestino, con el que se ha solidarizado y está presente en esa región de la Media Luna
Texto: Verónica Espinoza / Pop Lab
Ilustración: Pop Lab
GUANAJUATO. – La acambarense Estefanía Vega pasó de ser artista a definirse como una “artivista” en Palestina, donde tiene un mes viviendo el conflicto armado al que llama “colonización” del Estado israelí hacia Palestina, población a la que defiende y con la que se solidariza…y a donde viajó con el propósito de hacer teatro y performance.
Llegó al aeropuerto de Tel Aviv el 2 de octubre, cinco días antes de que escalaran las acciones armadas en la Franja de Gaza.
Desde ese momento se dio cuenta de que la situación había cambiado con respecto al 2018, cuando estuvo también en Palestina para hacer una primera residencia artística con una beca del gobierno mexicano.
“Me retuvieron como 3 horas en el aeropuerto sin decirme por qué, sin mi pasaporte” y le repitieron una y otra vez las mismas preguntas, hasta que finalmente la dejaron pasar y se trasladó a Yenin, a la sede del Teatro de la Libertad, para comenzar con su residencia, hasta que el 7 de octubre se desató abiertamente el conflicto armado.
La artista escénica cursó estudios de Teatro de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Michoacana, que no terminó cuando la realidad en México la impactó, pues uno de sus familiares fue víctima de desaparición. Después se graduó por medio de un examen.
Eso cambió su forma de ver la vida, pero también la forma de hacer teatro. “Me di cuenta de que yo no podía seguir haciendo el mismo tipo de teatro que se hacía en la escuela porque ya no estaban dentro de mi contexto, de lo que yo estaba viviendo”.
Después, estuvo durante casi ocho años colaborando con el “Teatro del fin del mundo” de Tampico; “es un programa de intervención de espacios en ruina marcados por la violencia. También tenían un festival multidisciplinario para el migrante”, y así, dice, todo su trabajo se fue yendo hacia lo político y de la mano a lo social.
“Me alejo del teatro convencional, empiezo a hacer más contemporáneo, escena expandida o lo que llaman teatro posmoderno y se empieza a decantar todo mi trabajo hacia ese lugar”, explicó.
Ha trabajado con niños de padres migrantes en Guanajuato; la violencia en el territorio; ecocidios, “todo desde el teatro, pero ya va más hacia la performance y hacia lo que llaman artes vivas, no un texto y una obra ensayada, sino más documental”.
En una ocasión se puso a investigar para preparar el montaje de una obra que tocaba el conflicto de Israel con Palestina, que ella define como “proceso de colonización”, y profundizar en la historia la impactó.
Tanto, que hizo una primera residencia artística en Palestina en 2018 por tres meses, y volvió apenas el 2 de octubre pasado para una segunda residencia, ambas con becas del gobierno mexicano, otorgadas a través del Programa de estímulo a la creación y desarrollo artístico, PECDA.
A la par, se unió a organizaciones internacionales solidarias con Palestina, como el Movimiento Solidario Internacional, que hace presencia e incidencia en pueblos y comunidades atacadas por Israel, para inhibir en lo posible la violencia y atrocidades de la guerra.
Con ya un mes viviendo esta situación en Palestina, Estefanía mantiene comunicación con su familia, a la que prefiere no detallarle los pormenores de las vivencias diarias en medio de la guerra. “No necesitan saber más, saben que estoy acá”.
Con este movimiento, Estefanía ha pasado ya un mes en la zona de Cisjordania, entre Ramala y los poblados de los alrededores, en aldeas amenazadas, junto con activistas originarios de diversos países, acompañando a familias cuyas viviendas son allanadas por fuerzas israelíes.
En 2018, su residencia llevó un proyecto de la mano con el de otro compañero, inspirado en el Nakba (éxodo palestino en 1948, cuando fue creado el Estado israelí).
“Muchos de los palestinos en el Nakba (que significa catástrofe) cerraron sus casas y se llevaron la llave. Esa llave representaba para ellos que iban a volver, se suponía…afuera de cada campo de refugiados hay una llave enorme; es como la llave del retorno, simboliza el regreso de los palestinos a su tierra”.
Entonces se dedicó a entrevistar a personas en Jerusalén, Belén, Hebrón, Ramala, el campo de refugiados de Yenin sobre el significado de esa llave como objeto de la memoria.
Durante esa primera estancia, tuvo acercamiento con el Teatro de la Libertad, que tiene su sede y opera en el campo de refugiados de Yenin, y del que ya sabía por su relación con artistas de varios países.
Logró que le permitieran cumplir un segundo proyecto de residencia artística de libre gestión con esta organización, por lo que volvió el 2 de octubre pasado.
El Teatro de la Libertad (The Freedom Theatre) es un centro cultural establecido en el campo de refugiados de Yenin, Cisjordania, reconocido a nivel internacional y que es además un referente de la resistencia desde la cultura y el arte, que forma a los jóvenes en las disciplinas. Su importante presencia lo pone todo el tiempo en la mira del Estado israelí.
Estefanía es lo que ella llama “una artista desde el cuerpo” y en Palestina comenzó a hacer acciones e intervenciones con su cuerpo cerca del muro levantado ante Cisjordania.
Le parece absurdo que un muro divida “una ciudad de Palestina de otra ciudad de Palestina” y que los palestinos “tienen que cruzar por puestos de control y pueden durar horas ahí parados y ver la violencia sistémica que generan en los palestinos”, algo que ella trato de traducir con el performance.
Comenzó a hacer una danza a la que llamó “del retorno”, frente a los puestos de control israelíes. “Mi compañero hizo intervenciones al muro con historias gráficas (storyboard) que se quedaba pegado en el muro, y una obra de teatro, (Nakba).
“Proyecto cómo se modifican los cuerpos femeninos en los procesos de represión y violencia sistémica, ante el mundo, ante pasar todos los días los puestos de control. Hay métodos de represión y violencia que aplican sólo con las mujeres palestinas, de eso no se habla y tampoco lo hablan tanto los palestinos, es una cuestión de violencia muy fuerte, también es una cuestión de vergüenza.
Además de los proyectos artísticos, “la mayoría de mi trabajo ha ido mucho desde el activismo pro-palestino y otras vertientes desde los derechos humanos”, dice.
Fue así como se integró a ser representante cultural del BDS (Boicot, desinversión y sanción contra Israel, creado originalmente en Sudáfrica como una lucha contra el apartheid).
Estefanía también fundó el colectivo “Artistas mexicanos por Palestina” y se unió al Movimiento Internacional de Solidaridad con el pueblo palestino, con el que ahora ha realizado presencia como comunidad internacional para buscar inhibir y evidenciar los ataques israelíes a la población palestina.
Desde Ramala, se ha desplazado con activistas de distintos países que forman parte del Movimiento de solidaridad internacional a poblaciones a donde llegan las fuerzas israelíes a acosar.
Porque algo que subraya la artista es que “en este momento el teatro no me alcanza para hacer, no es suficiente. Es más importante también la presencia, estar de todas las formas posibles, ir a las aldeas a hacer presencia para inhibir ataques, que vean que hay comunidad internacional y no se acerquen. Franja de Gaza está viendo un genocidio, pero también Cisjordania; están asesinando palestinos todos los días”.
Esta nota fue publicada originalmente en POP LAB, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes ver la publicación original.
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