Esta sentencia da un cierre a una búsqueda de justicia larga y compleja por parte de Eleocadia, madre de Mäìchä Pamela. El exigir justicia para su hija, enfrentarse a la familia del feminicida, le valieron a Eleocadia y a su hijo el sufrir desplazamiento forzado de su pueblo
Por Lydiette Carrión / @lydicar
Este jueves, Luis N. recibió una sentencia de 64 años de cárcel por el feminicidio de Mäìchä Pamela, una adolescente otomí de 16 años que fue asesinada en su casa el 9 de mayo de 2020.
Esta sentencia da un cierre a una búsqueda de justicia larga y compleja por parte de Eleocadia, madre de Mäìchä Pamela. El exigir justicia para su hija, enfrentarse a la familia del feminicida, le valieron a Eleocadia y a su hijo el sufrir desplazamiento forzado de su pueblo.
El 9 de mayo de 2020, Eleocadia encontró a Mäìchä Pamela, su hija de 16 años, asesinada en su casa, en San Diego Alcalá, colonia de Temoaya, Estado de México. Se trata de una comunidad muy cerca del centro Ceremonial Otomí. Eleocadia es hablante de otomí, así como lo era su hija. De hecho Máìchä, en otomí, significa «rocío de la mañana». Ahí, la pequeña familia, compuesta por Leocadia, Pamela y su hermano menor, tenía su casa a pie de carretera, lo que le permitió poner un negocio ahí mismo.
Aquel día, Eleo salió a su trabajo y dejó a su hija en su hogar, en Temoaya, Estado de México. Era plena pandemia.
A las pocas horas de estar en el trabajo, una sobrina llamó a Eleocadia al teléfono. Alguien había entrado a la casa, maniató a Pamela y la metió viva en un tambo con agua que luego tapó. Máìchä murió ahogada. Nadie entendía el móvil, ya que aparentemente la adolescente no fue agredida sexualmente.
Al inicio Eleo no sospechó de Luis, de entonces 23 años. Era su vecino, estaba casado y tenía una niña pequeña. Incluso, durante el sepelio, cargó el ataúd de la muchacha.
Anteriormente, sin embargo, hubo un antecedente. Días antes del feminicidio, Luis, que se encontraba tomado, buscó a Eleocadia y le “pidió permiso” para empezar a salir con su hija. Eleo le dijo que no, le cuestionó ya que él estaba casado, a lo que el hombre dijo que estaba separado. Eleo lo rechazó, pero pensó que fue producto del alcohol, y que no pasaría de ahí.
Después del asesinato de Pamela pasaron los meses, sin que la familia pudiera comprender qué pasó; sin un sospechoso.
Sin embargo, el día del feminicidio, el o los agresores dejaron dos cervezas abiertas, pero los ministeriales se negaron a hacer pruebas de ADN o sacar huellas digitales. También dejaron una gorra y un llavero, sin procesar.
Así que Eleo exigió investigar a medio pueblo.
“Nosotros teníamos un negocio de comida corrida. Chicharrones preparados, sopas maruchanes, hamburguesas, hotdogs. Yo mandé investigar a todos mis clientes. Mandé a declarar a todos mis vecinos”, explica Eleo en llamada telefónica. Fue así que, durante 2020 varios vecinos y conocidos fueron llamados a declarar y también a entregar una prueba de ADN (en la autopsia se logró rescatar dos muestras, una perteneciente a la adolescente y otra más, desconocida).
Esto ocasionó muchos problemas. Molestos por ser llamados a declarar, varios vecinos reclamaron a Eleo, y la cosa se agravó al grado de que ella recibió amenazas de muerte. Entonces, en agosto de 2021, ella y su hijo menor tuvieron que dejar el pueblo. Hasta la fecha no han podido regresar.
Pero las pruebas de ADN se quedaron ahí, sin confrontarse con las halladas sobre el cuerpo de Mäìchä. No se daba seguimiento a la carpeta. “Fui con Dylcia [fiscal de feminicidios en el Estado de México], y le dije: ‘quiero una copia de mi carpeta. [Con la copia] me fui con mi abogada, empezamos a hojear todo, desde cuando matan a Pame”.
Y ahí estaba una genética que jamás fue confrontada. “Ni siquiera habían leído la carpeta de mi niña”, explicó la madre en una entrevista anterior. Eleocadia se percató de esta omisión, con ayuda de su abogada, la licenciada Ximena Ugarte, exigió la confronta y arrojó un resultado: Luis, el vecino. Ya era agosto de 2021.
La policía detuvo a Luis N hasta noviembre de aquel mismo año.
Después hubo una serie de errores y fallas que pusieron en riesgo la prueba de genética, hasta que finalmente logró ser completamente validado. Finalmente, hace una semana Luis fue declarado culpable, y el jueves pasado fue condenado a 64 años de prisión. Él siempre se declaró inocente, y Leocadia considera que probablemente impugnará por una reducción de condena. Debemos seguir con atención este proceso.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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