Unidas ante la amenaza de megaproyectos que amenazan sus territorios bajo una idea de desarrollo, que en realidad afecta a sus comunidades, mujeres de pueblos indígenas del Istmo de Tehuantepec y del Cauca de Colombia comparten su sabiduría en una alianza que apuesta por sembrar una semilla de conocimiento contra el despojo
Texto: Pedro Matías / Página3*
Fotos: Pedro Matías
Intervención ilustrada de las fotos: Jengibre Audiovisual
ISTMO DE TEHUANTEPEC, OAXACA.- En tiempos de muerte, la rebeldía tiene rostro de mujer.
Frente al Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), megaproyecto del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, las mujeres han apostado por la sabiduría comunal:
Espiritualidad, lengua, cultura, gastronomía, compartencia de saberes y, sobre todo, fortalecimiento de la educación como defensa contra el despojo de su tierra y territorio.
Las mujeres: Ikoots (Huaves); Ayuujk (Mixes); Binniza (Zapotecos); Slijuala Xanuc (Chontales) y Angpen y Odepüt (Zoques).
Desde sus trincheras resisten.
Beatriz Gutiérrez Luis, fundadora de la Organización Comunitaria Monapaküy, sostiene que las mujeres Ikoots “cargamos el mar en nuestro vientre y desde ahí estamos pariendo la resistencia”.
Estela Robles Yturbe, defensora Ayuujk, afirma que “hay compañeros de organizaciones que nos invitan a bloquear carreteras, decimos:
“No vamos a ir, porque apenas estamos comenzando a sembrar y nos falta mucho por cultivar, y esas semillas que estamos poniendo son las que vamos a fortalecer en estos espacios que llamamos centros universitarios”.
Guadalupe Ramírez, mujer Binniza, pilar del movimiento en Unión Hidalgo, narró su lucha contra la Empresa Eólica de Francia (EDF), la cual intentaba construir el parque eólico Gunna Sicarú en sus tierras; sin embargo, el año pasado lograron cancelar el proyecto.
La defensora Ayuujk, Juana Ramírez Villegas, pese a ser amenazada y hostigada por el gobierno federal, acompaña los procesos de lucha en defensa de la tierra y el territorio frente al CIIT, un megaproyecto que, denuncia, ha militarizado la región, atraído al crimen organizado que está detrás de las empresas, condiciona la compra de materiales, y amenaza de muerte a las personas que se oponen al megaproyecto.
Aquí, en el Istmo de Tehuantepec, el viento azota con furia, la tierra se mueve como si fuera un danzante y el sol quema hasta la piel. Pese a todas esas inclemencias, aquí perviven culturas ancestrales que han resistido a adversidades y hasta desastres naturales.
En febrero pasado, autoridades -la mayoría mujeres- de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), del Plan de Vida Sat FxiNxi Kiwe y del Plan de Vida Proyecto Nasa, del Norte del Cauca, Colombia, visitaron centros ceremoniales, proyectos educativos y productivos de esta región de Oaxaca.
A Oaxaca y Colombia no solo les une la música y los intercambios culturales entre el maestro Francisco Toledo y el premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, también las resistencias, el derramamiento de sangre por la defensa de la tierra y el territorio, así como el tejido comunitario.
Durante su recorrido, la delegación indígena colombiana supo de la amenaza que significa el megraproyecto federal para los pueblos del Istmo de Tehuantepec, pero también conoció las resistencias que persisten en San Mateo del Mar, San Pedro Comitancillo, Ciudad Ixtepec, Matías Romero, Santo Domingo Petapa y Unión Hidalgo.
La visita fue un espacio para que las culturas de Oaxaca y del Norte del Cauca reflexionaran sobre la realidad que atraviesan los territorios que habitan y que afectan el buen vivir de sus pueblos.
Con este hermanamiento, ahora procuran el intercambio de experiencias exitosas para construir una forma de vida distinta a la actual, más humana, donde puedan vivir dignamente.
Las autoridades indígenas colombianas recorrieron las zonas donde pasará el Tren del Istmo, en un contexto en el que elementos de la Secretaría de la Marina han amenazado a ejidatarios y comuneros indígenas, desalojado sus bloqueos carreteros y ferroviarios y liberado órdenes de aprehensión contra quienes se oponen al megaproyecto, principalmente mujeres.
Fueron 285 kilómetros los recorridos de la capital de Oaxaca a San Mateo del Mar. Ahí, las ancestras Juana Baloes y Alicia Tamariz realizaron un ritual a orillas de la Laguna del Mar Muerto.
Frente a una cruz de madera y al ritmo de música tradicional que brotaba de caparazones de tortuga, conchas y caracoles, inició la ceremonia.
Ni el sol ni el viento impidieron el ritual. Las mujeres ataviadas con su ropa tradicional y en su lengua madre comenzaron a ramear y ahumar a sus visitantes.
El olor a albahaca, romero y flores, el incienso y la música tradicional interpretada por alumnas y alumnos del Bachillerato Integral Comunitario Ikoots de San Mateo del Mar, invadieron este centro ceremonial desde donde se observan los pueblos Ikoots (San Dionisio del Mar, San Francisco del Mar, San Mateo del Mar y Santa María del Mar), los cuales comparten el viento, la laguna, el mar, los manglares y su forma de vida.
Las mujeres autoridades de Colombia Ana Deiba Gurrute Gembuel, Nini Johanna Daza Daza, Deyanira Soscué Zambrano, Nancy Ruth Bravo Chantre con su hijo Een Dxi`j Emiliano López Soscue en brazos y Angy Paola Soscué Zambrano, fueron las primeras en participar en los rituales a la madre tierra, el agua, el fuego y el aire.
Sin soltar su bastón de mando (una bastón con cintas de colores rojas, verdes, amarillas y azules como símbolo de autoridad, de espiritualidad y de poder) que les confió su comunidad después de servir varios cargos, sellaron un pacto.
Tomadas de las manos, autoridades de siete pueblos indígenas de Colombia y México acordaron tejer una hermandad para seguir con la lucha y el cuidado de los territorios, para dejar un legado ante las amenazas que comparten ambos países.
La espiritualidad, la compartencia de saberes, el agradecimiento a los mayores y a la madre tierra, la fiesta, la comunidad, la comunalidad y las coincidencias entre las luchas fueron la esencia para tejer la alianza entre los pueblos Nasa de Colombia y de México Ikoots (huaves), Binni Záa (zapotecos), Ayuukjä’äy (mixes), Ñuu Savi (mixtecos), chontales, p’urhepechas y mayas que participaron en el encuentro binacional.
Un hermanamiento que nació ante la ofensiva que sufren los pueblos originarios por la imposición de proyectos de muerte como la minería, los gasoductos, las plantaciones comerciales, la infraestructura de comunicaciones y la instalación de parques eólicos.
San Mateo del Mar, ubicado a solo 30 kilómetros del puerto de Salina Cruz, de donde parte el Tren Transístmico y en donde se pretende instalar uno de los 10 Polos de Desarrollo para el Bienestar, es un territorio amenazado por la llegada de empresas extranjeras al amparo del actual gobierno que ambiciona el poderoso viento que corre por su territorio sagrado.
Este pueblo Ikoot, que se niega a “ser el patio trasero del Tren Transístmico”, ya en 2007 enfrentó una lucha contra una empresa extranjera y logró impedir que se instalara un parque eólico, pero continúa la amenaza y la resistencia.
Al respecto, Beatriz Gutiérrez Luis, Bety como le dicen, recuerda que “se luchó por defender el territorio, las mujeres nos organizamos para la alimentación de la comunidad y otras apoyamos con ir a poner el cuerpo en la barricada, con mucho temor, pero ahí estuvimos personas desde 18 a 70 años, no éramos muchas, los hombres nos rebasaban en cantidad, pero ahí estábamos, defendiendo lo nuestro”.
Bety se sinceró pues “a pesar de nuestro rechazo, este megaproyecto nos afectará porque compartimos con San Dionisio del Mar y Santa María del Mar el territorio, las lagunas, la ruta migratoria más importante de aves, los manglares, la riqueza acuática, la forma de vida”.
“¿De qué vamos a vivir? -se pregunta-. El lugar donde pretenden instalar los aerogeneradores es sagrado para nosotros porque de ahí obtenemos lo que nos da vida”.
Desde 2004 ya comenzaba a escucharse de los contratos que estaban haciendo las empresas eólicas a espalda de los pueblos, en complicidad con algunas autoridades, como las de Juchitán de Zaragoza, que sin consultar a la comunidad de Santa María del Mar, pueblo Ikoots, firmaron el contrato para la instalación de 85 aerogeneradores con la empresa Mareña Renovables en tierras comunales que están en conflicto entre San Mateo del Mar y Santa María del Mar.
Se trata de Wüx Leam, ubicado aproximadamente a 30 minutos de la cabecera yendo en carro; un lugar sagrado para los Ikoots de San Mateo del Mar, donde se realizan rituales tres veces al año.
Luego de que llegó la información de que Wüx Leam ya había sido cedido a las empresas, en 2009 más de 2 mil personas acordaron en asamblea que ninguna empresa eólica entraría, tomaron posesión de manera pacífica de las tierras en conflicto, y a raíz de ese día se agudizó el conflicto con Santa María del Mar, una pugna todavía presente.
En el año 2018 se llevó a cabo una consulta simulada para la implementación del Tren Transístmico, a la que asistieron autoridades y cooperativas pesqueras, donde se rechazó el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.
Y es que no hay un estudio de impacto ambiental, mucho menos social, “estamos tan cerca de Salina Cruz, que somos los Ikoots quienes recibimos el fuerte impacto ambiental, cultural y económico de la refinería, desde la construcción del primer rompeolas en 1970 que afectó al municipio”, explica Bety.
Esto aún no acaba porque “actualmente se han dado dos concesiones mineras con los siguientes datos:Título: 239562, de exploración minera expedida el 16 de diciembre de 2011 al 15 de diciembre de 2061. Y el Título 246315, de exploración minera, vigencia del 4 de mayo de 2018 al 3 de mayo de 2068”.
“Las mujeres hemos estado presentes desde nuestra silenciosa participación en la educación de los hijos e hijas, somos las encargadas de transmitirles la lengua y la cultura, por eso se le llama lengua materna”, dice Bety Gutiérrez Luis, de la Organización Comunitaria Monapaküy.
“Desde jóvenes a las mujeres se nos entrega un bastón sagrado para encabezar el ritual de regar con cántaros de agua el camino de la procesión de los Viernes de Cuaresma, a nosotras se nos entrega ese bastón sagrado, es la única vez”.
“Y se participa en los rituales de pedimento de lluvia cargando los faroles que alumbran el camino de la procesión durante tres sábados consecutivos, acompañando a las autoridades, y a la Virgen de la Candelaria, somos las mujeres las encargadas de cuidar la Virgen”.
“¿Esto qué tiene que ver con la defensa del territorio?”, se pregunta y de inmediato responde:
“Pues mucho, porque eso es lo que marca esa relación espiritual profunda por parte de nosotras las mujeres, que somos también las que conservamos y vivimos con ese conocimiento y esa práctica ritual de las ancestras”.
“Por eso también es una forma de defender el territorio desde nuestra lengua y cultura, de ir mencionando y conociendo las diferentes paradas de la procesión. Nosotras defendemos el territorio desde diferentes ámbitos, el mar, las aguas dulces y saladas, somos las que cargamos el mar en nuestro vientre y desde ahí estamos pariendo la resistencia, desde el corazón del vientre”, puntualiza Bety.
Al ritual realizado a orillas de la Laguna del Mar Muerto, también asistieron María Luisa Chávez Leyva y Yuliza Janeth Velázquez Macías, del gobierno comunal y colectivo de mujeres por la memoria de Cherán, Michoacán, y David Leonardo Chan, de la Asamblea de Defensores Mayas Múuch’ Xíinbal.
En este encuentro “Intercambio de experiencias, saberes y perspectivas sobre los impactos de los Proyectos Desarrollistas en los territorios y bienes comunes de los pueblos originarios de México y Colombia”, coordinado por César Morales, Eduardo Torres y Filoteo Revilla, de la Asociación Civil Centro de Apoyo al Movimiento Popular (Campo), y Wolfgang Seiss, coincidieron que mas allá del cierre de carreteras, de foros, de presión política, la educación y la parte productiva, serán las innovaciones tecnológicas las que permitirán contrarrestar o tener una alternativa a la discusión o polémica a los grandes megaproyectos.
Ya en el refugio Monapaküy compartieron pescado envuelto en tortilla al horno, salpicón de mantarraya, camarón y queso. También visitaron a las tejedoras de la comunidad.
Estela Robles Yturbe, directora del Centro Universitario Comunal de Matías Romero, recibió a la delegación colombiana a la entrada de Santo Domingo Petapa. Bajo la sombra de un huanacaxtle les colocaron collares de flores, entregaron ramilletes con hierbas curativas y al ritmo de piezas que tocaba la banda de música juvenil “Lo Ngubidsa” caminaron unos 20 minutos hasta llegar a su centro ceremonial, el ojo de agua.
Ahí, la mayora Ayuujk Widaj Irene Yturbe formó un círculo alrededor de un altar con frutos y semillas de la madre tierra, tortillas, flores, mezcal e incienso para iniciar el ritual de sanación.
Luego procedió a limpiar a cada una o uno de los visitantes a orillas del ojo de agua, como un baño de salud integral, para tener una mente lúcida en este encuentro binacional.
Estela sostiene que para “defender nuestro territorio primero tenemos que conocer nuestros derechos como personas y como pueblos, es saber cómo están nuestros territorios, es identificarnos, practicar y accionar dentro de nuestras comunidades”.
Ella forma parte de la Universidad Comunal de Oaxaca, que cuenta con 16 centros universitarios en la entidad, a los que asisten 2 mil estudiantes y desde donde siembran la semilla que algún día dará cosecha de resistencia.
Lamentó que sea en el Istmo de Tehuantepec donde florece el desarrollo nacional que imponen los grandes capitalistas, pero consideró que lo más importante es la funcionalidad y la acción que desde los tejidos comunitarios se está armando.
“Yo sigo sosteniendo que las que somos defensoras de la vida y de la tierra y defensoras de nuestras propias familias, tenemos que empezar haciendo acciones concretas, discretas claro, también porque entre ellas llevan una consigna del Estado: la muerte de muchas defensoras; entonces, tenemos que reflexionar y que dejemos de estar haciendo el teatrito al capitalismo y al gobierno, tenemos que ir repensando cómo tenemos que empezar a tejer la vida con nuestras jóvenes, con nuestras propias autoridades conscientes, las que de verdad sirven a su pueblo”.
Estela considera que los bloqueos, tomas de oficinas, plantones y demás protestas no les lleva a nada o tal vez sólo al enfrentamiento, al desalojo o a ser encarceladas o asesinadas, por eso ella prefiere sembrar en las aulas.
“Claro que lleva mucha responsabilidad y mucha consciencia, es un camino bueno compartir la palabra, pero también es bueno sembrar. Estamos hablando de reivindicar nuestra vida. No estamos hablando de hacer un subdesarrollo de profesionistas que vengan y construyan edificios y mejoren ese veneno que le meten a la tierra”.
“Más bien queremos hacer que estos jóvenes sean personas que escuchan en este espacio y forman parte de la vida cotidiana. Ya es tiempo de que los académicos nos quitemos ese yugo que nos ha impuesto el sistema, y volteemos a ver a nuestras comunidades, respetar la tierra y a nosotros mismos”.
“Muchos políticos piensan que es el desarrollo el que nos traen, pero no voltean a ver a sus hijos o sus nietos cuando les entreguen un espacio sin árboles ni ríos”, abundó.
Por consiguiente, dijo, “es tiempo de voltear a los procesos educativos. Oaxaca es un referente. Aun cuando la nación no nos toma en cuenta, pero la Universidad Autónoma Comunal de Oaxaca (UACO) es un espacio importante para la comunalidad”.
El 20 de abril de 2020 fue publicada oficialmente la creación legislativa de la UACO, que pretende construir conocimiento, fundándose en la experiencia y razón de ser de los pueblos y comunidades que conforman Oaxaca.
Los pilares de esta universidad son el territorio, la asamblea comunitaria, la realización de proyectos o programas de trabajo que surjan del diálogo interno y con la comunidad, y la fiesta que requiere de artistas o de creadores del goce.
En Santa María Petapa, precisamente en el Centro Agroecológico “Yajxonaax Tierra Bonita”, doña Fidelfa realizó un ritual Ayuujk.
Ahí, Juana Ramírez Villegas, integrante de la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (UCIZONI), denunció que con el decreto que lanzó el presidente Andrés Manuel López Obrador en el 2022 para blindar su megaproyecto, la seguridad quedó en manos de las fuerzas armadas.
Desde entonces, “el corredor es resguardado por la Marina y eso complica más el diálogo con las comunidades y complica más el tema de violencia en la comunidad”.
Recordó que el 28 de abril 2023 la Secretaría de Marina, la Guardia Nacional y la Policía Estatal desalojaron violentamente el bloqueo pacífico que mantenía el campamento Tierra y Libertad.
En ese operativo se llevaron detenidas a cuatro mujeres y dos hombres, quienes fueron puestas a disposición de la Fiscalía General de Oaxaca por ataque a las vías generales de comunicación.
Además, existen otras 11 carpetas de investigación por el mismo delito, y exigen 28 millones de pesos como reparación del daño, alegando que durante los 62 días que duró el bloqueo ferroviario en Mogoñé Viejo, tuvieron que pagar a los trabajadores, la renta de maquinaria y otro concepto.
La defensora Ayuujk resalta que como parte del Corredor Interoceánico se pretende construir un gasoducto de 36 pulgadas, que va desde el sur de Veracruz hasta el puerto de Salina Cruz, para exportar gas a los países asiáticos, afectando principalmente a localidades de San Juan Guichicovi, Matías Romero, Santa María Petapa y El Barrio de la Soledad.
Este proyecto tendría varios impactos negativos en el medio ambiente, en el agua y en las parcelas.
Sumado a esto, la defensora acusa que con el corredor llegó el crimen organizado que amenaza a opositores al megaproyecto, brindan protección a las empresas y protege a sindicatos o cobran derecho de piso.
Un informe del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) reveló que con la imposición del CIIIT se incrementaron las agresiones colectivas e individuales en contra de comunidades y personas defensoras del territorio y los derechos humanos, al ser documentados 31 casos entre octubre del 2021 y julio del 2023.
De acuerdo con el mismo informe, en un recuento del 2012 al 2018, Oaxaca es la entidad con mayores registros de ataques o eventos de agresión documentados, principalmente contra personas indígenas mixes y zapotecos, de los cuales:
Durante el encuentro entre las representantes de pueblos indígenas colombianos y del Istmo de Tehuantepec, la líder Sath’nehjwesx, Ana Deiba Gurrute Gembuel, con licenciatura en Pedagogía Comunitaria, sintetizó que “tejiendo comunidad bordaremos vida, unidad, tierra, cultura y autonomía y este encuentro sirve para sembrar semillas de resistencia”.
“La resistencias son similares y a pesar de estar distantes, tenemos la misma problemática”, dijo Deyanira Soscue Zambrano, autoridad indígena del pueblo Nasa del Cauca en Colombia.
Por su parte, Nini Johanna Daza Daza, líder indígena del norte del Cauca y autoridad Neehjwesx del territorio la Concepción, se pronunció por fortalecer la familia y el territorio, así como trabajar hacia adentro, fortalecer la educación y recuperar la terminología, porque es una forma de recuperar la identidad perdida.
“Estamos conociendo y compartiendo. Ahora miraríamos desde un país muy lejano y compartir un poco sobre quiénes somos y cómo hemos venido resistiendo esas luchas, que hemos venido escuchando en esos espacios donde hemos estado y que todos concluimos en la misma palabra: defender nuestra Madre Tierra”.
Recomendó que “así como los países industrializados hoy arman alianzas y estrategias para mirar cómo nos quitan lo poco o nada que nos queda a nosotros, pues nosotros como pueblos originarios también debemos hacer una estrategia para resistir”.
* Esta publicación forma parte del proyecto #NoSomosVíctimas, de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie, financiado por la Embajada Suiza en México.
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