En Veracruz, los totonacas hacían de la fertilización de la vainilla todo un ritual. Era una fiesta en donde las protagonistas eran muchachas jóvenes, todavía sin casar. Esta flor ha sido puesta en jaque por saborizantes sintéticos y la extinción de la abeja que la poliniza
La flor de la vainilla es de un color cremoso y aperlado, pequeña y exuberante, como suelen ser, en general las flores de orquídeas (grupo al que la vainilla pertenece). Es una flor efímera: nace por las mañana y muere al caer la tarde.
La vainilla es oriunda del Totonacapan, el país de los Totonacas, que antes de la invasión de los españoles comprendía buena parte del actual Veracruz (Papantla), Puebla y una pequeña región de Hidalgo. En el totonacapan, a la vainilla la llamaban xanath.
La polinización de xanath es un desafío. Las orquídeas son así; se trata de plantas, caprichosas y geniales, que desafían todas las reglas posibles: viven sobre los árboles y presentan infinidad de formas y fragancias: formas de zapatos de mujer, manos de personas, olor a chicle, almizcle, a veneno…
Las orquídeas en general presentan formas muy elaboradas, con el fin de que la polinización no sea fácil. La mayoría ha elegido a un solo insecto polinizador, y su forma y olor está diseñado para atraer únicamente a aquel. Su rara belleza es su método para impedir se fertilizada por cualquiera. Las orquídeas son enemigas de la autopolinización. Así garantizan que cada concepción incluya la diversidad genética más aventajada. De ahí que estas plantas, en la naturaleza, se reproduzcan ocasionalmente. Tampoco tienen prisa: con las condiciones adecuadas, cada orquídea puede ser inmortal, así que sólo lo hará cuando el insecto adecuado lleve el polen correcto.
Con Xanath, el polinizador elegido es la abeja melipona o taxcat (en totonaco). También algunos colibríes que dispersan las semillas.
En Veracruz, los totonacas hacían de la fertilización de la vainilla todo un ritual. Era una fiesta en donde las protagonistas eran muchachas jóvenes, todavía sin casar. Ellas, vestidas blanco se dedicaban a rasgar el saquito de polen con alguna astilla de madera, y juntar manualmente pistilos y estigmas.
Una fiesta de aroma y de belleza. Las leyendas totonacas narran la historia de Xanath, una princesa muy bella (como suelen ser las princesas de las leyendas) que estaba enamorada de un joven del pueblo. Ahí las versiones se bifurcan: unos dicen que un “dios gordo” acordó con el padre de Xanath que se casaría con ella. Otras versiones narran que un hombre muy rico la pretendía. Cuando ella huye a la selva con su amado, los matan. Donde cae la sangre, surge la flor.
Además de su fragancia, la vainilla tiene algunas propiedades curativas: tos, dolor de estómago, antiinflamatorio. Pero actualmente, la producción de vainilla en el totonacapan declina.
A pesar de que la variedad mexicana es la más fragante y más delicada, su producción ha sido puesta en jaque por los saborizantes sintéticos y otra variedad más barata (pero menos rica) producida en Madagascar. Por otra parte, la melipona taxcat está casi extinta. Y los estudios dicen que la selva muere junto a xanath y taxcat. Con cada muerte, el Totonacapan es menos bello.
“La orquídea amenazada del Totonacapan”, en La Jornada.
El ladrón de Orquídeas. Paredes López Octavio, Susan Orlean.
Los alimentos mágicos de las culturas indígenas mesoamericanas. SEP, FCE, 2006.
Columnas anteriores:
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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