Esta es una crónica de la marcha de miles de mujeres indígenas de Brasil contra la violencia que han padecido -desde la doméstica hasta la política- y para proteger la diversidad
Texto: Adazahira Chávez
Fotos: Natalia Ramírez
BRASILIA, BRASIL.-, Las vibraciones de los cantos ancestrales de las mujeres indígenas son el tono que domina la tercera marcha nacional. Es 13 de septiembre de 2023. Las pinturas corporales, la música y el movimiento sincronizado de más de 6 mil cuerpos- biomas se imponen en las amplias calles de Brasilia, la capital artificial y donde “se hacen las leyes que nos violentan”, recuerda una voz desde la camioneta de sonido.
“Fuera el garimpo (minería ilegal) de nuestros biomas-territorios”; “Demarcación ya”; “No al Marco Temporal”, son las consignas que se repiten a lo largo de los cinco kilómetros de recorrido de la marcha. Las oradoras recuerdan constantemente a las mujeres que han sido criminalizadas, violentadas y asesinadas al defender los territorios.
Las miles de mujeres de los seis bioma (Amazonas, Cerrado, Mata Atlántica, Caatinga, Pampa y Pantanal) de lo que hoy se llama Brasil llevan tres días acampadas en el Complejo Cultural Brasilia Funarte. Ahí desplegaron sus tiendas de campaña, asan los pescados que trajeron desde la Amazonía o comparten el acaí que se da bien en el norte del país. En esta ocasión se han sumado mujeres de comunidades más remotas o en las que la participación de las mujeres no era tan fuerte antes. Por la zona se pasean niños y niñas, influencers indígenas que han sumado el teléfono como arma para la defensa del territorio, y las mujeres con cargos políticos que hoy hacen la línea de frente contra los bolsonaristas y fazenderos.
Las actividades para la marcha comenzaron temprano. Los días previos estuvieron llenos de movimiento. Se discutieron los “qué hacer” en mesas redondas temáticas y hasta un desfile de moda decolonial tuvo lugar. Una delegación internacional -que incluyó a cinco mujeres indígenas mexicanas- se hace presente para hablar de la Recomendación General 39 de la CEDAW para fortalecer la lucha de mujeres y niñas indígenas, para
manifestar solidaridad y para reconocerse como iguales en la lucha.
La marcha comenzó en punto de las 9:30 de la mañana bajo 36 grados centígrados y una humedad de apenas 15 por ciento. Pero los miles de cuerpos no dejan de moverse y de vibrar a ritmos que han sonado por centenares y miles de años en los territorios que hoy defienden.
“Esta es una marcha de las voces ancestrales. Estamos luchando porque el futuro es ancestral, y porque todo Brasil es territorio indígena”, se oye desde la camioneta del sonido.
En la parte trasera de la marcha va el contingente internacional integrado por lideresas indígenas de 5 regiones del mundo: Asia, África, América Latina, Ártico, Norte América y Pacífico. Los pasos de Teresa -ralámuli que vino desde Chihuahua- de la abogada Yaqui,
Anabela Carlón, de Yunuen Torres desde Cherán, Marbella de Santiago -chichimeca de Jalisco- y de las defensoras nahuas Daniela Juárez y Neil Arias de Cuetzalan y Guerrero respectivamente, acompañan a esta lucha que abarca desde los territorios más apartados de Brasil hasta las bancas del Ejecutivo y el Legislativo. Su llamado es fuerte: Somos resistencia ancestral, defender nuestros territorios no debería costarnos la vida. Las oradoras agradecen que estas mujeres hayan salido de sus territorios para abrazarlas y acompañarlas. Dicen que eso da cuenta de la fuerza de su lucha.
Al llegar frente a la plaza que contiene los edificios de los tres poderes, las lideresas indígenas toman la palabra. Señalan que la lucha de todas las mujeres indígenas es contra la violencia que han padecido -desde la doméstica hasta la política- y para proteger la diversidad.
La diputada Celia Xakribá, que presentó dos días antes una iniciativa de ley para proteger a las mujeres indígenas de la violencia, señala que sus vidas son la verdadera urgencia. La Ministra de los Pueblos Indígenas, Sonia Guajajara, grita: “Nunca más un Brasil sin nosotras”, y llama a organizarse para tener a más parlamentarias indígenas y poder hacer frente al bolsonarismo en el Congreso, porque “la lucha es nuestra”.
Al mediodía la marcha termina. Las mujeres volverán a recorrer hasta tres días para volver a sus selvas, bosques, sábanas y costas, y para seguir fortaleciendo la organización. Hace un tiempo, los pueblos decidieron poner a las mujeres en el centro de la organización y la política; hoy, esos frutos asoman.
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