El 70 por ciento de la gente que vive en Iztapalapa aprueba la gestión de Clara Brugada. Tanto la alcaldesa como sus habitantes dicen ser testigos de una transformación incomparable en la calidad de vida en la alcaldía más poblada y compleja de la ciudad; transformación que la podrían llevar a la jefatura de gobierno
Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos: Duilio Rodríguez
CIUDAD DE MÉXICO.- “Hace tres años, aquí estaba horrible. Este parque estaba feo, no había policías en las entradas, no había luz, no había nada. Hasta miedo daba”, cuenta la señora Floriana sentada al centro del parque donde está la Utopía Quetzalcóatl. Su descripción contrasta con la imagen de Floriana que teje apacible sentada al pie de una fuente rodeada de jardines. A su alrededor hay quienes juegan o hacen deporte y otras madres que esperan a que sus criaturas salgan de la alberca pública. Pareciera que ni ella misma creyera el cambio.
A Floriana le queda claro que todos estos cambios no habrían sido posibles sin el gobierno de Clara Brugada. “La gente la quiere mucho, porque ahora sí que ha ayudado bastante, les ayudó a los de los recolectores de agua, con las utopías, con ayudas sociales, a mucha gente. Había unos que querían sus huertitos urbanos con pollos y hasta a ellos les ayudó”.
A la señora Floriana le habría gustado mucho ir al quinto y último informe de Clarita, como le dice a la alcaldesa con licencia. El 7 de septiembre la alcaldesa anunció que dejaría el cargo el 16 de septiembre después de rendir su informe el domingo 10. Ese domingo por ir a misa y atender las tareas de su casa Floriana ya no pudo asistir, pero estuvo pendiente del mensaje de Clarita.
Ese domingo, Florina la escuchó desde su celular, en una transmisión en Facebook. La voz de la alcaldesa la llenó de ternura cuando inició su discurso “¡Te amo, Iztapalapa!” dijo desde el estrado, antes de proclamar su principal triunfo haber gobernado la alcaldía más poblada, más diversa y más compleja de la ciudad con lo que llamó un gobierno innovador, que se recuperó del secuestro de los intereses políticos y el desvío de recursos.
Antes de que su mamá empiece a platicar de la alcaldesa, Felipe, el hijo de Floriana, se despide porque su clase de waterpolo está por comenzar. Por ella, no paga nada. Es un servicio que se ofrece en la alberca pública de la Utopía Quetzalcóatl. Su hijo viene desde hace dos años y su mamá ha notado cómo le ha beneficiado, hasta lo nota más largo y fuerte.
Que Felipe pueda tomar una clase de waterpolo gratis, en instalaciones públicas, es parte de la apuesta comunitaria que hizo el gobierno de Clara Brugada. En estos espacios no solo hay albercas y canchas deportivas, también se dan clases de zumba, box y otros deportes, así como talleres de danza y una serie amplia de servicios sociales, son tal vez, la síntesis del trabajo de cuidado comunitario que ha sido sello de su gestión.
Al día siguiente de tomar licencia de su cargo, Clara Brugada fue a Nueva York, por invitación de las Naciones Unidas para exponer el papel de las Utopías y de otros apoyos sociales durante su gobierno, precisamente durante la semana en la que se llevará a cabo una Asamblea General en la ONU, que reúne a representantes de todo el mundo.
Hasta el momento se han construido 12 Utopías, que si se juntaran sumarían 5 millones de metros cuadrados de infraestructura pública a las que asisten con asiduidad 4.2 millones de personas a estos espacios donde, según la misma Brugada, se fabrica ciudadanía, donde la gente aprende y se forma. A esos 5 millones de metros, haber[ia que sumar otros 1.800 millones entre parques, jardineras, camellones y deportivos y otros espacios rescatados durante estos cinco años.
Lejos de la Utopía Quetzalcóatl, en el kiosko que está junto al edificio de la Alcaldía en el centro de Iztapalapa, Edith, espera junto con su hija a su esposo. Mientras, se toma un momento para dar su opinión sobre el trabajo de la alcaldesa.
“Ha mejorado mucho, nosotras vivimos por donde está el parque lineal (Edith habla del parque que se construyó en estos años sobre el camellón de Periférico Oriente). Mejoró mucho, se ve mucho la diferencia de antes a ahora. La iluminación quedó muy bien, la pavimentación igual, así dan ganas de ir a pasear, las áreas verdes son algo que jamás pensé ver por este lado de la ciudad”, reconoce sobre el espacio cercano a su casa.
La alcaldía no solo recuperó una cantidad impresionante de espacios públicos, también los sacó de las oscuridades a las que el abandono del gobierno los había sumido. Hoy, según presumió su alcaldesa en su informe, Iztapalapa es la alcaldía más iluminada de la ciudad, en la que se instalaron 173 mil luminarias públicas, el doble de las que ya existían.
Toda esta inversión pública, son una muestra de cómo atender las causas, ayuda a reducir el delito, muy en sincronía con el discurso del presidente López Obrador. Según las cifras de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, la alcaldía pasó de tener 1,085 delitos de alto impacto en 2018, a solo 356, la segunda cifra más baja desde 2015. Se han reducido homicidios, delitos con arma de fuego, robo a transportistas y la violencia en general. Tanto, que Iztapalapa ya no está dentro de los 10 municipios más peligrosos del país, al pasar del 8 al 36.
Sin duda, una de las mejoras que han visto los habitantes de Iztapalapa en los últimos años ha sido gracias a la inversión en el transporte que se le ha hecho a la demarcación desde el gobierno de la Ciudad. Si bien esto no se puede contar entre los logros de la administración de Clara Brugada, sí dan cuenta de su cercanía con la entonces jefa de Gobierno y ahora contendiente por la presidencia de Morena, Claudia Sheinbaum.
En estos años se construyó una línea nueva de teleférico, llamada Cablebús y un Trolebús elevado, que hace las veces de Autobús de Tránsito Rápido (Como el Metrobús) en un viaducto elevado exclusivo. La gente reconoce las obras como una mejora increíble que ha ayudado a reducir hasta en dos horas los traslados de los habitantes de Iztapalapa, que a pesar de ser la alcaldía con mayor población es de las que menos oferta de transporte público tenía.
El Cablebús recorta los traslados de microbuses y combis por las estrechas calles de las laberínticas colonias centrales de Iztapalapa que se desarrollaron a las faldas de la sierra de Santa Catarina, cruzando por el volcán Xaltépetl (a punto de desaparecer por la explotación de tezontle y gravas) y por el Volcán Guadalupe.
El trayecto a través de las góndolas del Cablebús, lo transporta a uno, apaciblemente por el cielo de Iztapalapa, en un viaje silenciosos por arriba de los tejados desde los que se miran los parques y espacios rescatados y los más de 10 mil murales de arte urbano pintados en los tejados de escuelas y casas.
“Imagínense sin una pandemia, cómo habríamos logrado reformar Iztapalapa”, comentó Clara Brugada durante su informe a las decenas de miles de vecinos que la escuchaban. Sin embargo, la pandemia no detuvo la creatividad en la gestión en favor de las personas de Iztapalapa.
Ante el congelamiento de la economía informal, muy común entre los habitantes de esta zona de la ciudad, al administración de Brugada ideó una salida: Subsidiar el consumo de bienes de primera necesidad con vales que se fijó en los comerciantes locales primero que en las grandes cadenas comerciales de supermercados.
Mercomuna ha entregado apoyos en vales de la alcaldía a más 200 mil familias que pueden asistir a más de 20 mil comercios en la demarcación, principalmente puestos de mercado o tiendas de abarrote suscritas al programa para cambiar sus vales por productos de consumo diario a un precio preferente.
“A mí me ha servido mucho muy bien”, dice una señora que compra chiles poblanos para prepararlos en nogada con su familia. “Para mí es muy funcional, es un gran apoyo, porque te ayuda a llevar más cosas a la mesa, sobre todo ahora que todo subió tanto de precio”. Y como lo dice, lo demuestra. La señora voltea a ver su bolsa de mercado y le pide a Luis, su marchante del mercado, que le añada otro kilo de limón, para su comadre.
“Ellos mismos desde la alcaldía llevan su control”, dice Luis, el comerciante que acaba de despachar los chiles y limones.
“Van pasando casa por casa y te piden tu papeleo, ya cuando les toca, les dan sus vales y los canjena en las tiendas que lo aceptamos. Este año les dieron mil 500 pesos por cada seis meses. Para nosotros pues es más bien ir a cobrarlos a la alcaldía en una de las dos fechas al mes que nos dan”, comenta.
A pesar de que no en todos los puestos de todos los mercados de Iztapalapa aceptan los vales de la Mercomuna, sí los aceptan en una gran cantidad de lugares. Quienes no se sumaron al programa, es por falta de una buena administración, según comenta Luis.
“Es que muchos compañeros van al día y luego luego quieren que les des el dinero, porque solo los puedes ir a cobrar en martes y jueves, y por eso no les gusta, porque si no tienen un dinero guardado, sí te come lo que debes”, comenta.
El informe de Clara se dio desde una de sus Utopías, ahí, arropada por representantes del gobierno de López Obrador como el vocero de la presidencia, Jesús Ramírez Cuevas; la comisionada Nacional de Protección y Prevención Civil, Miriam Urzúa; la secretaria de Cultura Federal, Alejandra Frausto, el director del Sistema Público de Radiodifusión, Jenaro Villamil o la directora del centro de estancias de la Fiscalía de la Ciudad, Bertha Luján (mamá de la secretaria de Gobernación Luisa María Alcalde Luján).
También la acompañaron alcaldes del surponiente de la ciudad, de Tláhuac y Xochimilco, así como el presidente de Morena en la Ciudad de México, Sebastián Ramírez y la lideresa de Morena en la cámara legislativa de la CIudad, la diputada Martha Ávila.
Desde el templete, con una sonrisa característica, Clara Brugada dio cuenta de cómo logró transformar Iztapalapa para apuntar a su siguiente meta. “Salgo de Iztapalapa para ir a la defensa de la transformación, para hacer una transformación más profunda”, dijo.
Y agregó:
“Con el corazón de Iztapalapa, me voy a toda la ciudad”.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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