17 septiembre, 2023
El estado de Amapá, en Brasil, planea la construcción de un complejo de hidrógeno verde, pero el destino de la producción será abastecer, principalmente, al mercado europeo.
Texto: Alice Martins Morais / Climate Tracker
Fotos: Amazônia Real
BRASIL.-Imagina, en pleno auge de la pandemia de covid-19, un apagón de energía en tu casa. Miras por la ventana y ves que en la vecindad hay, hasta donde alcanza la visión, una oscuridad total. Sin teléfono, sin Internet, sin saber qué está pasando. Fue así que comenzó una jornada de casi un mes sin suministro adecuado de energía en el estado de Amapá, Amazonia brasileña, en noviembre de 2020, lo que afectó a cerca de 765 mil personas.
El apagón ocurrió debido a una explosión, seguida de un incendio, que comprometió la distribución de energía que viene del Sistema Interconectado Nacional (SIN).
La situación causó numerosos daños a la población, golpeó hospitales que atendían a pacientes con Covid-19, impactó las elecciones (la votación en la capital tuvo que realizarse tres semanas después del resto del país) y fue el más dramático de una serie de apagones puntuales, que sucedieron en los años siguientes – éstos con duración de horas.
El caso llama la atención por una paradoja: los estados brasileños en la Amazonia Legal son responsables del 27% de la generación de energía eléctrica nacional, con cuatro de las principales centrales hidroeléctricas del país, pero allí viven un millón de personas sin acceso continuo a la energía eléctrica.
Ahora, una vez más, los recursos naturales de la Amazonia están en la mira para un proyecto de energía, pero sin garantías de que eso significará una mejora en el suministro para las poblaciones locales. Se trata de la construcción de un complejo de hidrógeno verde en Amapá.
El hidrógeno verde es un vector energético producido por la electrólisis del agua (H2O) usando electricidad de fuentes renovables, resultando en energía sin emisiones de CO2. Por lo mismo, ha estado en el foco cuando se habla de transición energética.
En la Amazonia brasileña ya se han anunciado proyectos de hidrógeno verde. El mayor hasta ahora se emplazaría en Amapá. El estado anunció en marzo de este año que está articulando con la empresa británica Nextgen Hydrogen la creación de un complejo productivo de hidrógeno verde y amoniaco verde.
En esa ocasión, el gobernador, Clécio Luís dijo que la previsión es que hasta el primer trimestre de 2024 esté lista la primera fase – construcción e inicio de operación de una unidad de producción de 5GW. «Haremos lo que sea necesario para implementar y hacer que este proyecto funcione en nuestro estado», declaró.
El Gobierno de Amapá, respondiendo a la solicitud de Climate Tracker hecha vía Ley de Acceso a la Información (LAI), informó que se firmó un Protocolo de Intenciones y resaltó que «siendo este de carácter (…) no vinculante, (…) no comprende obligaciones inmediatas». La nota es firmada por Renata Abdon, gerente de proyectos especiales de la Secretaría de Estado de Relaciones Internacionales y Comercio Exterior.
El acuerdo tiene una validez de hasta cinco años y prevé que el gobierno debe apoyar a la empresa en la implementación del negocio, incluyendo beneficios fiscales y licencias ambientales.
En una entrevista con Climate Tracker, el cofundador de Nextgen Hydrogen, Wesley Paul, explica que la articulación con el estado comenzó hace dos años, cuando fue buscado por el entonces gobernador, el senador Randolfe Rodrigues y el secretario de Relaciones Internacionales y Comercio Exterior de Amapá, Lucas Abrahao.
«Después de estudiar mejor el escenario del estado, decidimos comenzar con un proyecto piloto de 1 GW», revela. El objetivo es producir hidrógeno verde para transformarlo en amoniaco (NH3), lo que hace viable el almacenamiento y exportación a otros países, en especial al continente europeo. «Con una fábrica de hidrógeno verde, Brasil podría hacer su propio fertilizante», señala Paul. No está definido cuánto de la producción irá al exterior o permanecerá en Brasil, pero el foco es la exportación. Los ingresos esperados, de acuerdo con el proyecto presentado por el empresario, es de 20 a 30 mil millones anuales.
Según Paul, uno de los obstáculos es la disposición de tierras para construir la planta. Amapá es el estado de menor tamaño en la Amazonia (aproximadamente 142 millones de km²) y tiene el mayor porcentaje de áreas protegidas del país (73% del territorio). «Tenemos que averiguar dónde instalar la planta dentro de ese 30% de tierra que no está protegida. Pero es un desafío que nos gusta, porque servirá de ejemplo para mostrar que es posible hacer hidrógeno verde y desarrollarse sustentablemente al mismo tiempo que se mantienen áreas conservadas», asegura.
El valor total de la financiación se estima entre 1 y 2 mil millones de dólares estadounidenses, incluyendo inversiones para construir un lugar de almacenamiento apropiado para el amoniaco y mejorar el Puerto de Santana (Amapá). El gobierno estatal también asumió el trabajo de «realizar todos los esfuerzos para el desarrollo de infraestructura crítica» (carreteras, ferrocarriles, instalaciones portuarias, entre otras).
Quien asumiría la obra del complejo, al mando de Nextgen, sería el Grupo Odebrech brasileño, ahora bajo los nombres de Novonor y Tenenge. «Nos unimos con empresas brasileñas con amplia experiencia para construir este proyecto y traeremos tecnología china, creando una estrategia para ser la unidad de menor costo en el mercado, para producir y vender más barato que los europeos, por ejemplo», señala Paul.
Nextgen Hydrogen es una empresa con dos años de creación que actúa en consorcio con otras compañías del ramo para crear proyectos a nivel mundial. En la actualidad, está con proyectos de hidrógeno verde en negociación en Asia y también en los estados brasileños de Maranhão y Bahia.
Dónde se instalará el complejo y qué comunidades se verán afectadas son preguntas sin respuesta por ahora. También existe incertidumbre sobre la concesión de licencias. En Brasil, aún no hay regulación específica para el hidrógeno verde.
De acuerdo con Abdon, de la Secretaría de Estado de Relaciones Internacionales y Comercio Exterior, Amapá ya cumplió su parte inicial, «proporcionando informaciones primarias para la elaboración de estudios de viabilidad» y ahora «espera el retorno de la compañía con los resultados de las primeras investigaciones». Después de elegir el lugar, el siguiente paso será conseguir las aprobaciones ambientales. En tanto, la expectativa de Paul es finalizar la planta dentro de dos años aproximadamente .
Rubem Souza, director del Centro de Desarrollo Energético Amazónico (CDEAM) y presidente de la Sociedad Brasileña de Planificación Energética (SBPE), afirma que es necesario analizar el proyecto con más profundidad. «En la mayoría de los casos vemos proyectos ‘de momento’. Si la moda es hablar de hidrógeno verde, todos quieren seguir ese camino. Pero, antes, hay que pensar: ¿Qué queremos de hecho desarrollar? ¿Cuál es la transformación que queremos producir?», indaga.
«Estamos hablando de proyectos con grandes impactos. Las políticas públicas son las que deben dar el tono al sector privado. En el caso de la Amazonia, ¿no tenemos otras opciones? No solo podemos exportar soluciones al mundo, sino importar también modelos de soluciones aquí», opina.
En Brasil, es la región noreste la que está más avanzada en los proyectos de hidrógeno verde. Laiz Hérida, directora de Medio Ambiente del Sindicato de las Industrias de Energía y de Servicios del Sector Eléctrico del Estado de Ceará (Sindienergia-CE), trabaja en el lugar. Hérida cree que es fundamental que se tenga al menos una regulación a nivel estatal antes de que se inicien los proyectos de hidrógeno verde. «En Ceará, tenemos una resolución especifica. Me parece importante que cada estado tenga una legislación o un decreto que trate el hidrógeno verde de acuerdo con las necesidades y potenciales locales», evalúa.
No hay, en este momento, un plan de construir parques de energía solar y eólica en Amapá para abastecer el complejo de hidrógeno.
Paul se dice confiado de que lo que se tiene disponible de energía solar en el estado sea suficiente para el proyecto piloto, aunque solo represente el 0,41% de la matriz energética de Amapá, según datos de ANEEL. «Estamos aún decidiendo de dónde vendrá esa energía solar. Tenemos tres o cuatro lugares mapeados, algunos privados y otros públicos», informó. En una segunda etapa, de expansión de la producción, la empresa considera usar energía proveniente de las hidroeléctricas.
Ya que no hay ninguna previsión de que ese proyecto genere electricidad para el propio Amapá, ¿qué energía limpia, entonces, queda para el estado? Para hablar sobre este tema, se solicitó una entrevista a la Agencia de Desarrollo Económico de Amapá, que es responsable de proyectos de desarrollo sostenible, al igual que al gobierno del estado, pero no se obtuvo respuesta al cierre de esta edición.
La memoria del apagón aún resuena entre la población de Amapá. Hannah Balieiro, bióloga y directora ejecutiva del Instituto Mapinguari, y residente de Macapá, fue una de las afectadas. Se pregunta por qué apostar en un proyecto de hidrógeno verde orientado a la exportación. «Me pregunto por qué el estado de Amapá tiene esa mirada volcada hacia la producción de energía para el exterior sin conseguir hacer lo mínimo para su propia población», critica.
«Mi madre tenía Covid-19 en el momento del apagón. Nos preocupamos porque no teníamos noticias. No tenía telediario, ni redes sociales para saber algo. La gente tenía que ir a la casa de otras personas, romper la cuarentena para tener alguna noticia», recuerda Balieiro.
Ella cuenta que fueron cinco días en la completa oscuridad, y que después comenzó un abastecimiento irregular, con la energía yendo y volviendo. «Todo era muy precario. En el apagón completo, faltó agua y comida, todo se estropeó, los comerciantes sufrieron pérdidas y la población se quedó sin víveres. Con la rotación, comenzamos a turnarnos para pasar la noche en la casa de los demás, entre otras cosas porque dormir sin energía en Macapá es muy malo, es caliente y, si se abren las ventanas, entran mosquitos», describe.
De acuerdo con la bióloga, la situación de inestabilidad energética está presente en el cotidiano amapaense. «En el interior del estado es aún más grave que para la región metropolitana de Macapá. Muchas personas necesitan usar generador de energía manual, diésel, que es caro y contaminante, solo para tener acceso a la energía en pocas horas del día. En otros municipios, aunque tengan energía eléctrica, cuando ocurre algún problema técnico, hay que esperar días o incluso meses para corregir el error», señala.
El Sistema Interconectado Nacional coordina y controla la generación y distribución de la energía eléctrica en todo Brasil. Amapá, ubicado en el extremo norte del país, está al final de la línea de distribución.
Para que la energía llegue hasta el estado, existe solo una vía de transmisión, la subestación de Laranjal del Jari, que cuenta con tres transformadores. Lo que sucedió en la época del apagón fue que uno de los transformadores ya estaba en mantenimiento hace meses, el segundo se incendió y el tercero no pudo cubrir la demanda.
«Nos quedamos prácticamente aislados, porque el punto de conexión con el resto de Brasil estaba dañado. Fue muy caótico», recuerda Alaan Ubaiara, profesor de Ingeniería Eléctrica de la UNIFAP.
«Es decir, existía un único punto que llevaba la energía del SIN para abastecer el estado, no existía un punto de backup, una segunda opción. Y esto permanece de la misma manera, persistiendo una vulnerabilidad. Lo más seguro sería tener otra línea de transmisión, con otra subestación, que quedaría de reserva», complementa.
El Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS) confirmó que la situación permanece de esta forma. En un comunicado, el órgano informó que la Empresa de Investigación Energética (EPE), ente responsable por la planificación a largo plazo del sector eléctrico brasileño, indicó la realización de algunos proyectos, como: la construcción de la nueva Subestación (SE) Macapá II y de dos nuevas Líneas de Transmisión (Macapá – Macapá III y Macapá III – Laranjal). La SE es una de las líneas ofertadas en subasta de ANEEL y las obras deben comenzar en septiembre de 2025. La línea Macapá III – Laranjal, por su parte, también fue licitada, pero no hay previsión de inicio.
Para este reportaje, Climate Tracker intentó conversar con el Ministerio de Minas y Energía y con el Gobierno de Amapá, para preguntar sobre las mejoras que fueron hechas para evitar que apagones vuelvan a ocurrir en el estado. Hasta el cierre de esta publicación, no recibimos respuesta.
Para el profesor Ubaiara, existen soluciones viables para resolver la cuestión eléctrica en Amapá, que deberían ser prioridades, en lugar de la construcción de un gran proyecto como el del hidrógeno verde. «No faltan opciones, desde el aprovechamiento de los rellenos sanitarios para la generación de energía y construir un parque eólico en la Costa de Amapá, entre otras iniciativas que ya estudiamos en la Universidad. Nosotros, incluso, ya montamos diversos prototipos de soluciones limpias para la cuestión de la energía, pero que no conseguimos hacer ganar escala», destaca.
La falta de diálogo entre la academia y los tomadores de decisiones es algo que le molesta. «Para nosotros, que estamos dentro de la universidad, muchas veces solo observamos suceder acciones, proyectos en marcha, pero no somos invitados a dialogar con las empresas de generación de energía y las concesionarias. No estamos en contra de los emprendimientos, pero nos gustaría participar del diálogo», declara.
Este texto fue producido con el apoyo de Climate Tracker América Latina y FES Transformación
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