12 septiembre, 2023
En la ceremonia de los 50 años del Golpe de Estado en Chile, la hija de Salvador Allende advirtió que se promueve un revisionismo histórico que busca invertir las responsabilidades de los hechos. En una jornada cargada de emociones, mujeres y niños instalaron un tendedero de bordados en memoria de menores asesinados y torturados por la dictadura
Texto y fotos: Daniela Pastrana
SANTIAGO DE CHILE.- El niño, de unos 8 años, mira la camiseta blanca bordada con hilo rojo: “Alejandra del Carmen Berrios Valencia. 1 mes. 09.08.1989”.
— ¿Quien puede matar a un bebé de un año, mamá?
Me pregunto lo mismo. La madre intenta una explicación sobre los gobernantes poderosos y la importancia de no olvidar lo que han hecho. Yo sigo pensando en esa pregunta que no tiene respuesta razonable. Quién puede matar a un bebé de un mes. Quién. Por qué.
En los alrededores del Estadio Nacional, que fue el centro de prisión, tortura y exterminio más grande del país —funcionó dos meses y se estima que por ahí pasaron entre 20 y 40 mil prisioneros—. hay una romería: un concierto por la memoria, al que llegan la diputada comunista Karol Cariola y Elisa Loncon, representante del pueblo mapuche en la Convención Constitucional de 2021. Afiches. Libros. Un tendero de camisas blancas bordadas de rojo con los nombres de personas asesinadas o desaparecidas en la dictadura. Casi todos con algo en común: no habían cumplido la mayoría de edad.
Los menores pusieron casi un 10 por ciento de los al menos 3 mil 200 muertos reconocidos en informes de la verdad, dice un artículo de Los Ángeles Tmes que explica que no hay un registro claro de cuantos fueron.
Un informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura da algunas pistas: el régimen de Augusto Pinochet detuvo a mil 132 personas menores de 18 años; 102 de ellas fueron arrestados junto a sus padres o nacieron en prisión y 88 tenían menos de 13 años. Otros 307 niños y adolescentes fueron asesinados, de acuerdo con la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación de 1991.
Niñas y niños encienden las velas por otros niños que ya no están.
Por la mañana, en la ceremonia oficial de los 50 años del Golpe de Estado, la senadora Isabel Allende, hija de Salvador Allende, hizo un reconocimiento a quienes estuvieron junto a su padre durante el bombardeo. Sobre todo, habló de su madre, Hortensia Bussi, quien tuvo “una convicción que solo podría superar con creces sus propias limitaciones físicas, sacando esa voluntad extraordinaria para denunciar los atropellos a los derechos humanos en Chile y convocar a los países para apoyar a Chile, para recuperar la democracia, para mantener vivo el legado de mi padre, pero también unir al fragmentado exilio chileno”.
Visiblemente conmovida, describió a su padre como un “luchador social” y un “interprete de los anhelos de justicia social” y repasó sus políticas de gobierno, entre ellas la lucha contra la desnutrición infantil y la profundización de la reforma agraria.
“Me tocó ser la última persona del entorno de mi padre en entrar al palacio ese día. Teníamos un mandato que contar, lo que pasó entonces. Lo que significaba la Unidad Popular y también la barbarie que comenzaba a imponerse”, contó Allende
Luego habló de los intentos y presiones de grupos de poder en Chile para cambiar la historia, negar el Golpe de Estado e incluso, de responsabilizar de él al propio Allende.
Hemos visto con dolor, con preocupación que se promueva un revisionismo histórico, se ha intentado invertir las responsabilidades de la tragedia que vivimos en los últimos 17 años más oscuros en nuestra historia (…) Los verdaderos responsables son quienes quebraron la institucionalidad, bombardearon este palacio, persiguieron, torturaron, asesinaron y desaparecieron a miles de chilenos (…) El Golpe de Estado fue un crimen y no hay contexto, ideología política, contingencia o razones que legitimen el despojo de la voluntad popular y de la dignidad humana”.
La memoria, dijo, es el primer paso para llegar a la verdad. “Pero necesitamos mucho más para alcanzar la justicia”.
Chile llegó a este festejo con una gran polarización política y sin consenso sobre el 11 de septiembre de 1973. La derecha más dura reivindica la figura de Pinochet y asegura que el Golpe era inevitable porque la democracia ya estaba rota con Allende.
Desde La Moneda, el presidente Gabriel Boric respondió a esas versiones:
“No es separable el golpe de Estado de lo que vino después. Desde el mismo momento del golpe de Estado se violaron los derechos humanos. Nos rebelamos cuando nos dicen que no había otra alternativa. ¡Por supuesto que había otra alternativa! Y el día de mañana cuando vivamos otra crisis, siempre va a haber otra alternativa que implique más democracia y no menos”.
El presidente chileno fue el principal orador del evento conmemorativo.en el que pidió que “nunca más la violencia sustituya el debate democrático”. Una y otra vez, Boric defendió la democracia, que definió como “una construcción continua” y “el único camino para avanzar a una sociedad más justa y humana”.
“Es en la diversidad y entre quienes piensan distinto con quienes podemos construir una sociedad mejor (…) La democracia es el único camino para avanzar hacia una sociedad más justa y humana y es, por lo tanto, un fin en sí mismo no meramente instrumental y la violencia política no cabe dentro de ella”, dijo
“Hoy decimos ante Chile y el mundo: democracia hoy y siempre”, insistió Boric, el presidente más izquierdista que llega al poder desde el derrocamiento de Salvador Allende (1973). Además, es el único nacido después del golpe.
El mandatario también respondió a las críticas por caminar unas cuadras con las víctimas en la marcha del domingo (lo que provocó una refriega de los carabineros a otros manifestantes, con chorros de agua y gas pimienta).
“No me arrepiento un segundo de estar junto con mi gobierno del lado de quienes sufrieron”, dijo.
La unidad y la reconciliación no se consigue con neutralidad y distancia, sino que poniéndose indiscutiblemente del lado de quienes fueron víctimas del horror. La reconciliación no pasa por pretender empatar la responsabilidad entre víctimas y victimarios, sino haciendo todo lo que esté a nuestro alcance para encontrar la verdad, la justicia, y comprometernos como cantaron con fuerza las mujeres chilenas ayer afuera de La Moneda: Nunca más”, insistió.
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Entre los asistentes a la ceremonia, llamó la atención la presencia del expresidente Ricardo Lagos, quien originalmente no participaría en el acto institucional, y la expresidenta Michelle Bachelet, quien fue recibida con aplausos. Boric reconoció a los expresidentes que el jueves pasado firmaron el Compromiso por la Democracia (Lagos, Bachelet, Eduardo Frei y Sebastián Piñera), en medio de un clima político muy polarizado e insistió en que los derechos humanos deben ser condenados siempre, sin importar el color partidista o la ideología política.
Sin embargo, la mención de Piñera, el presidente que en 2019 ordenó la represión de la revolución popular y que, entre otras cosas, dejó sin ojos a más de 400 personas, provocó un rechazó absoluto de la gente congregada detrás de las vallas. Desde ahí se escuchó en coro el grito de «asesino».
La ceremonia, como todo en estos días, estuvo cargada de simbolismos y momentos emotivos. Uno de ellos fue cuando las mujeres que forman parte de la Agrupación de Familiares Detenidos y Desaparecidos interpretaron una pieza de la Cueca sola, el baile tradicional chileno. O cuando tomó el micrófono la Estela Barnes de Carlotto, presidenta de las abuelas de la Plaza de Mayo. O cuando la poeta chilena Elvira Hernández recitó: “Los arrojaron al mar y no cayeron al mar. Cayeron sobre nosotros”.
Quería ser exploradora y conocer el mundo, pero conoció el periodismo y prefirió tratar de entender a las sociedades humanas. Dirigió seis años la Red de Periodistas de a Pie, y fundó Pie de Página, un medio digital que busca cambiar la narrativa del terror instalada en la prensa mexicana. Siempre tiene más dudas que respuestas.
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