Este domingo en Santiago fue una jornada de marchas y recuerdos, en la que los presidentes de México y Chile aprovecharon para reforzar lazos históricos para enfrentar los retos del presente y futuro. En la víspera del 50 aniversario del Golpe de Estado en Chile, miles de mujeres ocuparon La Moneda para gritar ¡Nunca más!
Texto y fotos: Daniela Pastrana
SANTIAGO DE CHILE.- Fue una jornada de tres tiempos. El presente, con una marcha fragmentada que mostró las debilidades de un gobierno bisoño y una sociedad altamente dividida. El pasado, con el reencuentro de dos naciones que se han ayudado de todas las formas posibles. Y el futuro, con miles de mujeres y velas encendidas para lanzar un mensaje largo y fuerte: Nunca más una dictadura.
Por segundo día, el nombre prohibido: Salvador Allende. Recordado una y otra vez por los presidentes de México y de Chile. Coreado por las mujeres de negro que tomaron La Moneda.
Leer más
“Se ve. Se siente. Allende está presente”, gritaron las mujeres hacia la casa presidencial que hace 50 años fue bombardeada por los militares que ejecutaron el Golpe de Estado.
Allende, quien asumió el poder por la vía electoral en 1970, fue derrocado el 11 de septiembre de 1973 en un alzamiento militar encabezado por el entonces jefe del Ejército, Augusto Pinochet, quien mantuvo una dictadura militar durante los siguientes 17 años. De esta dictadura, el Estado chileno reconoce 40 mil 175 víctimas, entre ellas mil 700 personas ejecutadas y mil 469 desaparecidas.
El Golpe de 1973 “fue un quiebre institucional que rompió los lazos de convivencia y marcó a generaciones de chilenos y chilenas”, declaró el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, con motivo del aniversario.
Estas son tres estampas de una historia que este lunes se sigue escribiendo:
Los policías chilenos instalaron vallas metálicas, lo que restringe el acceso al Palacio de La Moneda y el centro de la capital chilena. El choque era anunciado. Minutos después de las 10 de la mañana, los carabineros dispersaron a 200 personas que intentaban llegar a la marcha, en su mayoría jóvenes, con tanquetas de agua y bombas de gas pimienta. La escena se repitió una hora después,
Unas cuadras más adelante, se repitió la refriega de gas, pero sobre manifestantes que no eran jóvenes encapuchados. El gas pimienta cayó sobre activistas de derechos humanos. Después supieron que el excesivo despliegue policiaco se debía a que el presidente Gabriel Boric había decidido sumarse a la marcha.
Solo unas cuadras. Lo suficiente para provocar la gaseada de los activistas que venían detrás.
La otra causa del caos la provocaron grupos de jóvenes que reivindican acciones violentas y que, sobre la Avenida Recoleta, rompieron infraestructura vial y en varias ocasiones se enfrentaron y agredieron a otros manifestantes.
“Queremos reivindicar nuestro derecho a marchar. Entendemos la situación del país, pero que no nos rompan la marcha antes de llegar. Esta es una marcha familiar, no pueden ser tan crueles”, me dijo una mujer que marchaba por María Paz Martin Martínez, militante del FPMR ejecutada el 1 de julio de 1986, tenia 33 años y 3 hijos.
La policía llegó al Cementerio General, donde se encuentra el memorial de víctimas de la dictadura. Ahí se dieron las mayores refriegas, pero no hubo lesionados.
“Es una marcha muy fragmentada, cada quien llegó como pudo y no hay alguien que los cohesione o que encabece. Es también reflejo del país”, reflexionó una periodista.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, fue el primer mandatario en tocar suelo chileno, de todos los invitados a la ceremonia oficial de este 11 de septiembre. Llegó el sábado, y este domingo, luego de una reunión privada con Gabriel Boric, los mandatarios dieron un mensaje conjunto que tuvo dos ejes: la recuperación de la historia que une a los dos países y abrazar la decisión de Salvador Allende de optar por la transformación democrática.
“El presidente chileno Salvador Allende que todavía gobierna con su ejemplo es el dirigente extranjero que más admiro. Quien más sentimientos me genera, fue un humanista, un hombre bueno, víctima de canallas (…) ser revolucionario no necesariamente implica tomar las armas. Allende eligió un camino diferente. El que opta por la violencia armada sabe que se trata de vivir o morir”
Lo calificó como el “apóstol de la democracia de la república de Chile y ejemplo de dignidad en el mundo” y condenó duramente a Augusto Pinochet.
“La traición de Augusto Pinochet fue abominable. Es una mancha que no se borra ni con toda el agua de los océanos”, dijo.
Boric, por su parte, agradeció el viaje de López Obrador para estar presente en los actos por el 50 aniversario del Golpe, a pesar de que el mexicano “no acostumbra hacer estos viajes”. Y destacó que hoy es necesario también hablar del presente.
“Las historias de nuestros países están entrelazadas, cruzadas, por gestos de generosidad, pero también tienen que ver con el presente y el futuro, en materia económica, científica, tecnológicas, educaciones y culturales”, dijo.
El tono emotivo y cariñoso entre los dos países de mantuvo por la tarde, cuando se reunieron con la comunidad de exiliados en México durante la dictadura.
“Hoy día hay revisionistas de la historia que pretenden cuestionar la calidad de demócrata del presidente Salvador Allende. Como presidente de Chile quiero decir con mucha fuerza que un demócrata como el presidente Allende no es el responsable del quiebre de la democracia. Esa responsabilidad recae en quienes azuzaron y en quienes materialmente ejecutaron el bombardeo al Palacio de La Moneda, a nuestras instituciones y desde ese mismo día asesinaron mataron y torturaron. Por decir esto nos acusan de instigar la polarización (…) Podrá haber mucha discusión respecto de los procesos políticos, errores, las cosas que se pudieron haber hecho diferencia, pero en democracia siempre hay alternativa a la violencia. Y ese día hubo quienes optaron por romper con la democracia y no fue Salvador Allende“, dijo el presidente chileno.
Lo que ocurrió en la noche es difícil de describir. No sólo por la cantidad de mujeres que se reunieron en La Moneda, sino por la potencia de sus mensajes. Durante más de dos oras, la plaza se llenó de velas, de silencios y de gritos de guerra. Entonces, el Nunca+ se volvió un cónclave de una larga lista de agravios.
Un presidente muerto. Nunca más.
En llamas La Moneda. Nunca más.
La violencia desatada. Nunca más
Un país en el espanto. Nunca más.
La palabra silenciada. Nunca más.
Los libros en la hoguera. Nunca más.
Los huesos en el desierto. Nunca más.
Las lógicas de guerra. Nunca más.
Exiliados de nuestra tierra. Nunca más.
Política de la masacre. Nunca más.
Masacre de la política. Nunca más.
Cuerpos torturados, violados. Nunca más.
Violencia sexual política. Nunca más.
Cuerpos quemados, degollados. Nunca más.
Desaparecidos ni ejecutados. Nunca más.
Relegados ni erradicados. Nunca más.
Niños robados. Nunca más.
Búsquedas sin respuesta. Nunca más.
Los dañados sin justicia. Nunca más.
Poblaciones entre rejas. Nunca más.
Un canto silenciado. Nunca más.
Odiarnos entre hermanos. Nunca más.
Ideas censuradas. Nunca más.
Personas prohibidas. Nunca más.
El fin de la memoria. Nunca más.
Hermanos delatados. Nunca más.
Corazones traicionados. Nunca más.
Una dictadura. Nunca más.
Una dictadura. Nunca más.
Una dictadura. Nunca más.
Quería ser exploradora y conocer el mundo, pero conoció el periodismo y prefirió tratar de entender a las sociedades humanas. Dirigió seis años la Red de Periodistas de a Pie, y fundó Pie de Página, un medio digital que busca cambiar la narrativa del terror instalada en la prensa mexicana. Siempre tiene más dudas que respuestas.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona