9 agosto, 2023
Durante tres días, líderes indígenas, representantes de organizaciones civiles y autoridades de ocho países amazónicos se reunieron en los Diálogos Amazónicos, un evento de discusión sobre la Amazonía realizado en Belém do Pará, en Brasil. Esta es una entrevista con Dario Mejía, presidente del Foro Permanente de las Naciones Unidas para Cuestiones Indígenas sobre los temas que deben estar en la agenda de la Cumbre Amazónica
Texto: Yvette Sierra Praeli / Mongabay Latam
Fotos: Mongabay
La ciudad de Belém do Pará, al norte de Brasil, es por estos días el centro de las conversaciones sobre el preocupante destino de la Amazonía. Durante tres días, del 4 al 6 de agosto, más de 24 mil personas de organizaciones sociales, pueblos indígenas, academia y representantes de los gobiernos participaron en los Diálogos Amazónicos, un encuentro previo a la Cumbre Amazónica de presidentes de la región que se inicia este 8 de agosto.
En ese espacio previo a la llegada de los mandatarios, Mongabay Latam conversó con Darío Mejía, presidente del Foro Permanente de las Naciones Unidas para Cuestiones Indígenas. Mejía aborda desde los problemas urgentes como la deforestación y las actividades ilegales que están destruyendo la cuenca amazónica, hasta las transición energética y las nuevas economías, temas que considera deben estar en la agenda de los presidentes y representantes de ocho de los países amazónicos —Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Bolivia, Guyana y Surinam— que integran la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) y que llegarán a Belém.
Esta entrevista, además, tienen un énfasis particular en el rol que cumplen los pueblos indígenas, que desde hace siglos se han hecho cargo de la conservación de la Amazonía.
-¿Cuáles son las expectativas para la próxima Cumbre que reunirá a los presidentes de los países amazónicos?
Espero que los pueblos indígenas sean escuchados pero, sobre todo, espero que las medidas que se tomen en adelante, implementen sus derechos, especialmente los derechos territoriales y los derechos a la libre determinación de una manera más o menos equilibrada, porque en este momento lo que encontramos es que existen diferencias entre los derechos territoriales en Colombia, en Brasil, en Ecuador, en Perú, en Bolivia. Creo que es necesario nivelar esas jurisdicciones, de manera progresiva, que permita convertirse en una verdadera salvaguarda frente a los riesgos que implica cualquier discusión sobre la Amazonía. En el pasado ha habido intentos de reforma en políticas globales con buenas intenciones, pero que a la hora de implementarse para los pueblos indígenas ha sido un paso más de exclusión y yo creo que este es una oportunidad que los presidentes tienen para revisar tanto los modelos jurídicos como los modelos institucionales en los que se pongan de acuerdo.
-¿Cuáles son los temas urgentes que se tienen que incluir en estos acuerdos?
Hay temas de seguridad territorial muy importantes, cada vez hay una mayor presión sobre los territorios indígenas, incluyendo a aquellos pueblos que aún no son contactados o que están en aislamiento voluntario, y hay una contradicción de fondo porque estos territorios hace 200 años atrás o incluso menos fueron considerados inhóspitos, habitados solo por fieras, por no gente, y hoy se están convirtiendo en un atractivo para los mercados y para los gobiernos. Esto no quiere decir que el mundo está cambiando su punto de vista, lo que quiere decir es que el mercado está buscando expandirse a aquellas zonas y aquellos lugares que antes no le había visto la utilidad. Entonces, aquí hay una contradicción porque los pueblos indígenas lo que han querido siempre es cuidar la naturaleza, es conservar el planeta, es conservar el oxígeno, no incluirse en el mercado de manera voluntaria como solución. Estos son los dos puntos en tensión.
-Considerando esta tensión, ¿cree que se logre un acuerdo que supere esta contradicción?
Ahora, veamos en qué lugar se paran los gobiernos, dónde se ubican los gobiernos. Si efectivamente van a ser mediadores de estos dos puntos de vista o si más bien se está invisibilizando la perspectiva de los pueblos indígenas y se está tratando de colocar unos nombres rimbombantes, unos nombres bonitos como bioeconomía o economía verde, que en la práctica pueden significar un cambio de nombre, un maquillaje a la profundización de un mercado que en el pasado se le pudo incluir, por ejemplo, la palabra sustentable, pero esto no ha significado en la práctica mayores derechos territoriales para los pueblos indígenas o mayores derechos a la libre determinación al punto que hemos llegado en que el tema principal de discusión es la consulta previa o el consentimiento previo libre informado.
Pero, ¿por qué hemos llegado a ese punto si esa no es la necesidad principal de los pueblos indígenas? Ellos no necesitan ser consultados, lo que necesitan es desarrollar su libre determinación, sus derechos de propiedad, sus cosmovisiones en su territorio, en sus pueblos y, por supuesto, participar en las decisiones que le competen y que le pueden afectar no solo como pueblo sino como sociedad. Quienes necesitan consultar a los pueblos indígenas son quienes tienen intereses sobre sus recursos. Aquí es el punto de vista que tenemos que tomar muy en cuenta, digamos, la filosofía que hay detrás, y yo esperaría que los gobiernos puedan mesurar y equilibrar para tomar medidas favorables para la humanidad y no solo para los intereses por muy importantes que sean, incluso no solo para los pueblos indígenas, sino para todos en general, pero poniendo sobre la mesa las discusiones reales y de fondo.
-¿Cómo deben ser estas discusiones reales?
Lo que pasa es que la sociedad occidental a ha creado un modelo de pensamiento que separa la cultura de la naturaleza. Y esta separación entre cultura y naturaleza en los pueblos indígenas no existe, porque los sistemas de valores y los sistemas de conocimiento vienen de esa relación con la naturaleza. Los orígenes de la vida, los lenguajes, los idiomas, todo proviene de esa relación estrecha y del equilibrio que hay en esa relación con la naturaleza. La discusión se sigue dando bajo un enfoque que separa, un enfoque atomizador, al final un enfoque de mercado, porque el mercado nos ha llevado a este momento histórico donde estamos como humanidad. Entonces, encontrar las soluciones donde ha sido el origen de los problemas es, como decimos coloquialmente, como darse un tiro en el pie.
Creo que tenemos que tener una actitud de entendimiento y apertura, y esperar que haya muy buenos resultados. El problema es que no tenemos mucho tiempo porque tanto los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas como la ciencia hace cinco años atrás nos decían que en una década más o menos iban a empezar los fenómenos naturales extremos y que íbamos a tener puntos de no retorno, pero la verdad es que no es en una década, eso ya lo estamos viviendo, este año ya lo vimos en las temperaturas extremas en Europa, inundaciones, sequías, derretimiento de los casquetes polares, también de los nevados y los incendios tanto en el norte como en la Amazonía, y también en Canadá. Entonces, la idea de que el tiempo era infinito, pues se nos está yendo.
La idea occidental moderna de que el tiempo es infinito es una falsedad porque el tiempo no es infinito en la medida en que la vida no siga, porque no hay forma de medir el tiempo por fuera de la vida. Entonces también se nos acaban esas tesis modernas de que lo que tiende a ser infinito tiene menos valor, que es una ideología que finalmente la han tratado de convertir en ciencia. Esto es lo que está detrás de todo lo que moviliza a la gente, a los intereses, pero ahora debemos ver cómo los gobiernos son lo suficientemente capaces para convertirlo en medidas concretas de política.
-¿Usted cree que eso suceda en esta Cumbre Amazónica?
El otro asunto es que aún cuando estuviéramos en un escenario ideal en el que todo fuera favorable y que los gobiernos de esta región del mundo lograran, por ejemplo, una moratoria absoluta en materia de hidrocarburos, que lograran detener la deforestación, el control absoluto sobre las economías ilegales y de grupos armados, digamos en un mundo perfecto, aún cuando el mundo perfecto en la Amazonía fuera posible, resulta que la Amazonía es apenas un punto de la Tierra que si no se controla el resto, también desaparece. Además de los compromisos de los estados de la región, necesita alianzas y la fuerza de otras regiones del mundo porque no se puede controlar que la Amazonía sobreviva sola sin que sobreviva el África, sin que sobreviva Europa, porque aquí en esta región no cabe todo el mundo.
–Acaba de mencionar tres temas claves, los hidrocarburos, la deforestación y el crimen organizado. Desde el mecanismo para los pueblos indígenas, ¿cómo ven esa situación en los países amazónicos?
Para nosotros como mecanismo para los pueblos indígenas en el sistema de las Naciones Unidas es un tema alarmante y cada vez más preocupante, porque no solo implica mayor presión sobre los territorios indígenas, sino que adicionalmente implica mayor expulsión, procesos migratorios acompañados al incremento de discursos de odio en los medios corporativos de comunicación. Entonces tenemos estos tres fenómenos sumamente graves en todo el mundo, no solo en la Amazonía, pero en la Amazonía en particular se vive de una manera trágica y silenciosa porque los pueblos indígenas en la práctica muchas veces son los que ejercen soberanía sobre sus territorios y son los que han tenido que controlar, por ejemplo, la expansión de la minería ilegal o la expansión de la deforestación de los madereros, pero luego los estados no reconocen esa capacidad y ese ejercicio y, por el contrario, los convierte en víctimas. Tienen una dificultad adicional de que por el hecho de estar ejerciendo la soberanía terminan siendo criminalizados y perseguidos y luego en algunos casos, expulsados y asesinados como hemos visto en Ecuador, Colombia, y en otros países. Es un tema alarmante para nosotros como mecanismo de las Naciones Unidas.
–Son temas que han estado presentes en los Diálogos Amazónicos y deben llegar a la Cumbre de presidentes.
Yo escuché que se habla mucho de los retos que implican los grupos de multicrimen, como suele decirse ahora. Pero vuelvo y planteó la reflexión, creo que los gobiernos sí deben hacer un esfuerzo coordinado para establecer controles sobre estos fenómenos, pero también deben establecer una apertura y un diálogo franco con otras regiones del mundo porque finalmente las economías legales y las economías ilegales son como riachuelos del mismo gran río, en algún momento se encuentran porque hacen parte de la misma dinámica. Si no existiera incentivo a los grupos de deforestación, si en otras sociedades del mundo no compraran la madera, y seguramente mucha de esta madera como sucede con los diamantes de África, terminan siendo parte de las transacciones del sistema financiero. Entonces, es importante que se discuta, pero también que se revisen los mecanismos financieros internacionales que están en estos momentos llevándonos a que haya un estímulo a las economías ilegales porque muchas veces se encuentra la justificación en la pobreza y se convierte en una justificación para el crimen.
–Otro de los temas en discusión es la moratoria para los combustibles fósiles ¿Cree que se logre un acuerdo?
Uno pensaría que ojalá haya una medida drástica de moratoria para los proyectos extractivistas no solo de hidrocarburos, sino para revisar también los riesgos que implica una transición energética sin la participación de los pueblos indígenas porque no sabemos si la Amazonía es, en realidad, una despensa petrolera para la humanidad, quizás sea una despensa para la vida en una economía descarbonizada, eso es muy importante. Pero una economía descarbonizada que transite hacia nuevos modelos de producción de energía también necesita recursos minerales y muchos de esos recursos que les llaman minerales de la transición para generar energías con bajas emisiones, yo a eso no le llamo economía verde porque la economía con bajas emisiones o energía con bajas emisiones también están poniendo en riesgo la supervivencia de los pueblos indígenas y sus derechos territoriales si no son consultados. Muchos de esos minerales son en realidad sitios sagrados. Entonces, cómo vamos a equilibrar la justicia epistemológica que tanto ha cuidado la diversidad del planeta, si no se toma en cuenta sus puntos de vista. Si hay riesgos enormes no solo en que se mantenga una economía basada en los hidrocarburos, sino también en una transición que desconozca estos puntos de vista de los pueblos indígenas.
-¿Hablamos de nuevas amenazas para los pueblos indígenas?
El tema no es cambiarle el nombre, cambiar el color a la economía de mercado. Se necesita una mirada distinta sobre el modelo de mantener la vida humana sobre el planeta y yo creo que en eso los pueblos indígenas pueden contribuir de manera muy decidida y muy profunda en la medida en que los gobiernos pasen de decisiones o de planteamientos declarativos y den un paso más allá en la implementación de los derechos que ya están reconocidos en algunos casos o en la liberación de derechos. Entonces, vuelvo al inicio de la conversación, el riesgo enorme que tenemos aquí en estas cumbres, es que la discusión esté dándose sobre el riel de la economía y no sobre el riel de los derechos. Un enfoque de la discusión que se base en los derechos, aún antes de pensar en las soluciones económicas creo que debería hacer un cambio necesario.
–¿Cómo llegan los presidentes a esta Cumbre y cómo lograr unidad considerando las diferencias políticas entre los países?
-En realidad no son gobiernos amazónicos, porque en realidad son gobiernos de los países que tienen una jurisdicción sobre la Amazonía. Entonces hay que preguntarse si en realidad es una cumbre amazónica o es una cumbre de presidentes que tienen una jurisdicción sobre la Amazonía que son dos cosas distintas. Creo que allí debe marcar la diferencia de qué es lo que se está discutiendo. Lo que yo creo es que la Amazonía como el resto de sistemas importantes de la tierra necesita de acuerdos decididos más allá de la política. Estos son los asuntos de la política, pero el clima y los desastres naturales no preguntan si es de extrema derecha o de extrema izquierda o del centro, no les importa, están respondiendo a la acción humana conjunta. Superar esta perspectiva debería ser, yo creo, un mensaje de madurez de los jefes de Estado. Sus respectivas sociedades, los han elegido independientemente de sus asuntos políticos, pero al sentarse acá no deberían estar sentados en la banqueta de sus respectivas situaciones internas de país, sino juntándose en una misma silla como parte de la humanidad.
Este trabajo fue publicado inicialmente en MONGABAY LATAM. Aquí puedes consultar la versión original.
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