De la isla más grande del lago Titicaca partieron los hombres que fundaron el imperio mas grande de América. En el lugar aún se conservan algunas ruinas, paisajes deslumbrantes y pueblos “hijos del sol”
@ignaciodealba
Para saber sobre la fundación del imperio incaico es obligado acudir a los Comentario Reales de Inca Garcilaso de la Vega. En este personaje del siglo XVI se mezclan dos estirpes graves: por el lado español es descendiente de poetas y militares de alto grado; por otra parte, su madre era la princesa Chipu Ocllo, ligada en línea directa a varios emperadores incas.
Inca Garcilaso de la Vega fue un mestizo en un sentido amplio. Un cusqueño que vivió entre dos mundos que se fundían con la intensidad del fuego. Después de una cortísima carrera militar, el joven declinó por las letras y el estudio de la historia. Entonces se dedicó a recopilar información sobre las costumbres de los incas. Comentarios Reales (1609), sigue siendo hoy en día una de las referencias medulares de la historia del que fue el imperio más grande de la América precolombina.
La información que recopiló Inca Garcilaso de la Vega proviene de fuentes diversas. Muchos son recuerdos de platicas que oyó en la casa familiar. El escritor relata que a su casa -aún conservada en Cusco- acudían parientes para compartir recuerdos e historias. Garcilaso era entonces un niño fascinado por los relatos de sus parientes.
En Comentarios Reales cuenta que un día le preguntó a su tío más viejo cuál era la historia de los primeros incas, a lo que el anciano se alegró y le dijo que le contaría el relato y que lo “guardara en el corazón”. El tío explicó que el Padre Sol se apenó de ver que los hombres vivían en estado de salvajismo, casi desnudos, habitaban en cuevas, comían raíces y apenas cazaban. Así que el Sol mandó a sus hijos-esposos Manco Capac y Mama Ocllo para que iniciaran un periplo desde el lago Titicaca y fundaran una ciudad para instruir a los humanos en preceptos, para que les enseñaran a construir casas, labrar tierras y cuidar ganado.
El lugar donde nace el imperio Inca es la Isla del Sol. Se llega a tierra después de navegar un par de horas sobre aguas heladas y azules. El paisaje es tremendo: hacia el sur se levanta la Cordillera Real de los andes, con sus picos blancos. La isla está habitada por quechas y aimaras que se dedican principalmente al pastoreo, la pesca y el turismo.
Recorrer el islote toma algunas horas, pero todo aquí adquiere misticismo. Para subir a la punta de la isla se asciende por una escalinata de 700 años de antigüedad hasta llegar a una zona de terrazas para el cultivo, aún utilizadas, también construidas por los incas.
La Roca Sagrada es el lugar más significativo. Se sabe que por aquí llegaron los hermanos Manco Capac y Mama Ocllo para empezar su periplo hacia la tierra prometida.
Garcilaso relata que cuando los hermanos llegaron al lago Titicaca, el Padre Sol les dio una varilla de oro y les explicó que anduviesen por esas tierras y que encontrarían el lugar donde debían fundar el imperio donde el bastón pudiera ser clavado con facilidad.
Los hermanos vagaron hacia el norte hasta que en el cerro Huanacuari, cercano a Cusco, la varilla se hundió sin esfuerzo. Fue en ese sitio donde se fundó el imperio inca, su primer gobernante fue Manco Cápac.
Garcilaso relata que su anciano tío remató el final de la historia diciendo: “y por no hacerte llorar no te he contado esta historia con lágrimas de sangre, derramadas por los ojos, como las derramo en el corazón, del dolor que siento de ver nuestros Incas acabados y nuestro imperio perdido”.
Los incas construyeron en el lomerío de la isla, diversos sitios sagrados, como un templo dedicado al Sol, el sitio aun conserva la característica arquitectura incaica. En otro lugar se construyó un sitio conocido como Chinkana, donde los sacerdotes dedicaban tiempo a la meditación.
Pero más allá de la historia de los incas, el Titicaca ha sido sagrado por las comunidades que lo habitan desde hace miles de años. Incluso, se cree que Viracocha, el hacedor del mundo para muchas culturas preincas surgió de las aguas de este lago.
Arqueólogos submarinos han encontrado asentamientos humanos inundados por el lago, también se han hallado miles de objetos de oro y cerámica que pertenecieron a la cultura Tiwanaku.
Me quedo a dormir en la posada de Miguel, que tiene una vista privilegiada de la isla. Platico con él y le pregunto sobre la historia del lugar, a lo que muy orgulloso me dice: “sí, efectivamente todos nosotros somos hijos del sol”.
Después le cuestiono sobre el conflicto que mantienen las comunidades en la Isla. Le pregunto si los vecinos del poblado rival también son hijos del sol. El hombre me dice alebrestado: “no, ellos son hijos de perra”.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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