De acuerdo con un informe de la ONU, erradicar la pandemia del VIH-Sida se ha convertido en un problema político y financiero
Por: IPS
Erradicar la epidemia de sida en el mundo en el año 2030 es posible porque se reduce a una opción política y financiera, expuso en un reporte este jueves 13 el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (Onusida).
Winnie Byanyima, directora de esa agencia de la ONU, dijo al presentar el informe que “los líderes de hoy tienen la oportunidad de salvar millones de vidas y ser recordados por las generaciones futuras como quienes pusieron fin a la pandemia más mortífera del mundo”.
“Podrían salvar millones de vidas y proteger la salud de todos. Podrían mostrar lo que puede hacer el liderazgo”, insistió Byanyima, activista y política ugandesa que dirige Onusida desde 2019.
En los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados por las Naciones Unidas para 2030, el ODS 3 plantea “Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades”, e incluye en su meta 3.3 acabar con la epidemia de sida.
Para ello, asienta el nuevo informe, se requiere un fuerte liderazgo político, seguir a la ciencia, abordar las desigualdades y asegurar una financiación sostenible.
A lo largo de 2022, indicó Onusida, 1.3 millones de personas contrajeron el virus de inmunodeficiencia humana, con lo que en total 39 millones vivían con VIH y 630 mil personas murieron por enfermedades relacionadas con el sida.
África al sur del Sahara es la región más castigada por la epidemia, con 25.6 millones de personas que viven con el VIH, seguida por Asia y el Pacífico con 6.5 millones. En América Latina portan el virus 2.2 millones de personas, y en el Caribe 330 mil.
Pero hay ralentización de la enfermedad y el progreso ha sido fuerte en los países y regiones que han gastado más en la lucha, como África oriental y meridional, donde las nuevas infecciones por el VIH se han reducido en 57 % desde 2010.
En esa zona del mundo, Botsuana, Esuatini, Ruanda, Tanzania y Zimbabue ya han logrado lo que se conoce como los objetivos “95-95-95”: 95 % de quienes viven con el VIH conocen su estado, 95 % de ellos están en tratamiento antirretroviral que les salva la vida, y 95 % por ciento de las personas tratadas tienen supresión viral.
Tras el apoyo y la inversión para acabar con el sida entre los niños, 82 % de las mujeres embarazadas y lactantes que viven con el VIH en todo el mundo pudieron acceder al tratamiento antirretroviral el año pasado, frente a 46 % en 2010.
Las nuevas infecciones entre los niños se redujeron en 58 % durante el mismo período, el número más bajo desde la década de 1980.
El progreso también se ha visto impulsado al garantizar que los marcos legales y de políticas no socaven los derechos humanos, sino que los habiliten y protejan.
Los países han seguido revirtiendo las leyes perjudiciales, y en los últimos dos años Antigua y Barbuda, las Islas Cook, Barbados, San Cristóbal y Nieves, y Singapur, han despenalizado las relaciones entre personas del mismo sexo.
El número de personas en tratamiento antirretroviral en todo el mundo casi se cuadruplicó, de 7.7 millones en 2010 a 29.8 millones en 2022.
Pero “todavía queda un largo camino por recorrer para cumplir con la aspiración de acabar con el sida para 2030”, advirtió Onusida, porque ese síndrome se cobró una vida cada minuto el año pasado, y unos 9.2 millones de personas aún no reciben tratamiento, incluidos 660 mil niños que viven con el VIH.
Las mujeres y las niñas continúan sufriendo de manera desproporcionada, especialmente en el África subsahariana. Alrededor de 4 mil mujeres jóvenes y niñas se infectaron con el VIH cada semana en 2022.
Obtener fondos suficientes para enfrentar el desafío también está resultando difícil, con una disminución el año pasado de fuentes nacionales e internacionales, apuntó la agencia, y la financiación ascendió a 20 mil 800 millones de dólares, muy por debajo de los 29 mil 300 millones que se considera necesarios para 2025.
“Tenemos esperanza, pero no es el optimismo relajado que podría surgir si todo marchara como debería. Es, en cambio, una esperanza arraigada en ver la oportunidad de éxito, una oportunidad que depende de la acción”, dijo Byanyima.
Este artículo fue publicado inicialmente en IPS. Aquí puedes consultar su versión original.
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