En entrevista, Diego Osorno, director del documental La Montaña, habla de cómo fue documentar el viaje histórico de la delegación marítima zapatista Escuadrón 421 en el barco La Montaña, con el cual llegaron a despertar y renombrar a Europa. Estrena la película en el FICUNAM
Texto: Daliri Oropeza Alvarez
Fotos: Daliri Oropeza y Cortesía Detective Mx
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS.- Esta entrevista sucede acompañada de libros. Fluye después de evocar a periodistas que han sido inspiración para nuestro andar y para atrevernos a narrar lo que narramos.
Como buen periodista, Diego Osorno voltea la entrevista. Cuando iba a comenzar las preguntas sobre el documental La Montaña, él me dice: “Para mí es más interesante leerte a ti, lo qué tú piensas, lo que tú recibiste de la película”. Se lo expreso.
Un día antes, en el marco del encuentro El Sur Resiste, el equipo de producción del documental presentó La Montaña en el auditorio del Caracol Jacinto Canek, antes y ahora Cideci. Tuvo su estreno estelar en territorio Zapatista de raíz maya.
Es un documental único, que da cuenta del viaje en barco de la delegación marítima zapatista Escuadrón 421, que navegó a contrapelo de la historia en el barco renombrado La Montaña, con el cual llegaron hasta el Puerto de Vigo en España en 52 días de mareas y mareos. Y convivencia con el mar.
“Me emocionaba mucho (el viaje en barco) por esta capacidad siempre que han tenido el zapatismo de tener una imaginación política muy asertiva”, asegura Diego Osorno.
Tuvieron la oportunidad de verlo quienes asistieron a la Caravana por 10 estados del sureste mexicano. Coincidimos en este encuentro. En algún receso del evento vi a Diego comprando libros y le tomé una foto espontánea.
Me acerqué y me habló de la inspiración que es para su pluma el periodismo de Alma Guillermoprieto. Me recomendó leer Al pie de un volcán te escribo. Recalca su paso por la danza y los caminos que abrió en el periodismo. Así abre paso a la conversación sobre La Montaña. y su experiencia documentando a los zapatistas realizando un viaje histórico.
Me habló de la inspiración que ha encontrado en el Zapatismo de Chiapas con dos libros en la mano: La teoría de la bolsa de la ficción de Ursula K. Le Guin y Entre el deber y el motín. Lucha de clases en mar abierto de Marcus Rediker.
“No era el aventurerismo lo que movía a este barco sino una búsqueda de un horizonte”, me dice Diego.
El día de la entrevista, nos encontramos en la Librería la Cosecha y ahí comenzamos la charla aunque no toda esté grabada. Nos acompañan dos libros en la mesa, Docentes de a Pie. Enseñar en la pandemia y Veredas de Ramón Vera Herrera.
Diego habla de cómo lo invitaron los zapatistas a hacer la documentación, de lo que significó para sus dinámicas y sus ideas. Habla de la sensación que quiso expresar a través de la narrativa del documental, que además es una navegación a múltiples voces.
Retoma la contemplación de los pasajeros como un motivo de apreciación desde un barco que también es una montaña en altamar.
Cuenta cómo fue el reto para que la cámara no se sintiera intrusiva, y también del modo en el que la mirada está secuestrada por los formatos verticales de redes sociales, cuestión que también critica en el documental.
Habla del reto que fue confrontar las imágenes de archivo históricas del movimiento con el movimiento de La Montaña en el mar. Es un tejido de voces de los pasajeros con conversaciones genuinas de personas que jamás habían salido de su comunidad zapatista de Chiapas. Y cuando salen, les toca un viaje en el mar Atlántico.
Le expreso que es muy importante su vivencia como periodista y documentalista en ese barco. Diego se arranca a responder:
–Yo te puedo compartir lo que siento. La película se enfocó 100% en la Travesía y cuenta al Escuadrón 421. Como realizador es complicado acompañar. Uno como realizador de un documental o un autor, cuando hace un libro o película.
Estas iniciativas, en sus esencias, son ejercicios maravillosos de colectividad sobre todo y bien ejecutados. Bien imaginados. Es un poco rara la figura de uno ser el narrador o el testigo, que tiene la responsabilidad de narrar ese proceso colectivo. Lo que uno pueda decir no honra necesariamente lo que ocurrió. La película refleja esencialmente lo que compartieron ellos y yo pude recibir.
Eso es lo único, lo que me preocupa de una entrevista así, pero hagámosla si quieres… Hagamos la lucha…
El documental La Montaña se estrena en el Festival Internacional de Cine de la UNAM este junio con tres funciones.
—¿De dónde nació la inquietud por documentar el viaje en barco?
—Cuando los zapatistas lanzan la Declaración por la Vida, yo la suscribo. Justo estaba en esa sensación de estar vivo. Me vino la pandemia. Desconcertado, sin entender bien qué podía hacer en mi trabajo como periodista, como documentalista que se ha interesado por temas sociales. Sentía que los movimientos sociales estaban dispersos o plegados. Siempre me ha interesado tratar de entenderlos y me inquietaban las circunstancias.
«La suscribo, por supuesto, como suscribí la Sexta Declaración y muchas iniciativas zapatistas. Estoy intrigado por lo que significa esa Declaración por la Vida.
«Después, van dando a conocer los zapatistas que van a salir a los cinco continentes. Juegan ahí con la idea de que van a ir por mar, por aire. No estaba tan claro todo. Y por supuesto que yo estaba interesado en acompañar de alguna forma ese viaje.
«Ni siquiera sabía yo exactamente qué acciones iban a tomar, pero sí decir: ‘Yo estoy allí compañeros, compañeras, yo puedo apoyar en lo que haga falta’. Y de repente pues recibo la invitación de los pueblos.
«Me dicen: ‘Vamos hacer un viaje en barco’. Todavía no era público. ‘Vamos hacer un viaje en barco, vamos a cruzar Atlántico, va un escuadrón que va en representación pues de diversos pueblos y va ser la vanguardia. Es una travesía que va a tener ciertas claves y queremos que haya un registro de eso que va a pasar. Que hay testigos, que haya testigos. Entonces queremos invitarte’.
«Me acuerdo que me impacté mucho: primero el hecho de que hicieran esta travesía. Me iban contando… El solo hecho de saber que iban hacer esa travesía en barco, que muchos imaginábamos pero no lo sabíamos a ciencia cierta. Me emocionaba mucho por esta capacidad siempre que han tenido el zapatismo de tener una imaginación política muy asertiva.
«Yo estaba en ese entusiasmo, cuando me dicen: ‘Y queremos que vayas tú de testigo’.
«Pues sentí dos cosas: sentí mucha emoción también, pero sentí un chingo de miedo y de responsabilidad porque no era poca cosa tener esa responsabilidad de dejar registro. De una cosa donde, por las condiciones de la travesía, iba a estar muy acotada. Primero pensé en esa responsabilidad.
«Y en un segundo plano, pues pensé ya más en lo personal: no tener las aptitudes ni físicas, ni psíquicas para navegar. Yo soy de monte, yo vivo en Sonora, en el desierto. Nací en Monterrey, soy de monte. Ya lo he dicho todo el tiempo: no sé nadar, de verdad, no sé nadar.
«Acababa de tener un accidente unos meses antes. Y había tenido 30 puntadas en la cabeza. O sea, tenía mareos muy recurrentes como por efecto del accidente. Tenía que pensar en esa parte, en sí yo iba estar suficientemente solvente para otra cosa que era el factor más importante: cumplir la responsabilidad.
«Yo estaba interesado en acompañar la Declaración por la Vida y apoyar. Me hicieron la propuesta y así fue. Porque en realidad… No lo dude ni un segundo, después pensé en todas estas complicaciones físicas y tal, pero en ese momento, el referente que para mí ha sido el Zapatismo, me hace confiar a ciegas en ellos, como creo que pasa con mucha gente.
«Mi compañera me dijo: ‘¿Cómo vas hacer eso? No es posible’. Y mis hijos sí me apoyaron. Mis amigos de mucha confianza, de la poca gente que sabían, me decían, que estaban muy preocupados. Me lo expresó una amiga cuando ya partimos, cuando salimos en el barco y se hizo público.
«Y ya hasta que llegamos a Vigo después de 52 días hablo con esta amiga que tiene experiencia marina y me dice: ‘¿Cómo es posible que te subas en esa chatarra? Se va a caer. Tuve todo el tiempo la angustia’. Ella está involucrada también en el Zapatismo, le dije: Ese barco que tú viste, es un barco zapatista y al ser un barco zapatista para mí representaba indudablemente seguro que íbamos a cruzar el Atlántico y ya. Y dijo, ‘bueno, no sé cómo lo hiciste’».
—Muchos vimos el barco en Isla Mujeres y se nos subió el nervio a la cabeza.
—Yo te juro que ni yo lo vi. Yo dije ‘¡Qué bonito barco, qué hermoso!’ Yo estaba enamorado del barco. Yo no nunca sentí el riesgo ni nada.
«Pero era sobre todo, en lo que lo convirtieron los compas del Escuadrón 421. El barco si se volvió en un pequeño ejercicio de colectividad, de comunidad, que ellos irradiaban en su nivel de organización, en su nivel de memoria como lo dices tú. Me parece muy acertado porque el barco era una montaña, por eso la película se llama La Montaña.
«No nada más porque así renombraron el barco, sino porque mi sensación a lo largo de esa experiencia era estar como en una montaña. Yo de vez en cuando voy a una montaña en las afueras de Monterrey, lo que es la sierra Madre Occidental.
«Se llama la Sierra de Santiago… Y esa es la misma sensación. Como que a mitad de la travesía, dije: estoy sintiendo muchas cosas pero hay una que no había sentido antes y que trataba encontrar la conexión.
«Y… de repente fue: ¡claro, es que me siento como en la montaña, o sea, en ese espacio de contemplación, de meditación, donde estás revisando tu pasado. Dónde estás sintiéndote en el presente, donde ves tantito del horizonte y donde ya vas a bajar distinto,con algo que te sacudió.
«Eso se sentía en el barco, y por eso si se volvió una montaña, se volvió un caracol también un poquito la convivencia ahí por de nivel la decisión que teníamos con los compañeros».
–¿Por qué elegir un ritmo pausado en la película?
–Para mí era deliberado. Yo necesitaba transmitir esa sensación de contemplación porque así era la experiencia. Hay gente que se puede imaginar cruzando el Atlántico y tener un viaje trepidante. Si hubo esos momentos, si hubo tormentas y hubo cosas así. Pero no era el aventurerismo lo que movía a este barco sino una búsqueda de un horizonte.
«Y ese horizonte, en esa contemplación estábamos buscando todo el tiempo. ellos en su lucha, es admirable. En mi caso, pues en el registro el barco… En ese barco y de ese viaje que era un viaje contemplativo. Por eso la película necesariamente tiene ese ritmo. Hacerlo de otra forma hubiera sido traicionar la sensación que yo sentí ahí, era eso.
«Por eso también está su flash back. Porque era como estar todo el tiempo en la memoria, regresando.
«Un amigo me decía ayer que la vio, ‘es una Bob Movie ¿no? en lugar de Rock movie’. Una Bob movie es como el presente, es el viaje. Pero estamos yendo al pasado para conocer la historia ¿Quiénes son los antepasados de estos viajeros que van ahí? Pero esos viajeros todo el tiempo están hablando del futuro, están hablando de lo que viene.
«Este enamble no es un ensamble artificioso, sino que es un ensamble resultado de lo que pasó en el viaje, de la sensación.
«Yo soy periodista y como periodista también buscamos informar puntualmente, pero a mí me interesa también como documentalista como transmitir las sensaciones, la experiencia, no nada más informar. Porque informar es algo que se puede hacer puntualmente, pero transmitir esa experiencia era más complejo.
«La película no está pensada más que en un primer sentido: hacer el registro de la travesía. Además aun parándose aquí porque yo me he topado con gente caraduras en la Ciudad de México que dicen que los zapatistas no cruzaron el Atlántico, que no, que eso es mentira, que se fueron en avión realmente, que lo del barco fue mentira, que nada más llegaron a Cuba y que luego se fueron en avión.
«He discutido con un par de cretinos que dicen eso. Pues para mí también presentar la película es como dejar un registro de que eso ocurrió, de que el viaje existió, primero que nada, y esa es la parte, digamos, táctica, informativa o histórica.
«Pero yo no podía quedarme solo ahí, sino que tenía que tratar de transmitir la experiencia, más de los otros sentidos, de los sentidos que se vivieron ahí en el barco. Por eso es una película que tiene esta estructura».
—¿Qué dificultades tuvieron al documentar? Estás en un barco ¿Cómo grabaron? ¿Cuántas veces vomitaron? ¿Cómo discernir lo que es importante grabar?, luego tú y sin saber nadar….
–Fue un proceso. Subir al barco, primero, lo primero. Era como adaptar tu cuerpo y si tu cabeza también a una cosa con la que no estás familiarizada, con el movimiento, está continuamente ocurriendo, con los entresijos del barco, como familiarizarte con todos los espacios, con cumplir también las tareas.
«Sí íbamos con la responsabilidad de hacer la documentación pero también teníamos que trabajar en el barco, teníamos que hacer guardia, teníamos que trabajar en la cocina, limpiar baños, o sea, trabajar en el barco.
«Lo primero era que te adaptaras tú, ya después pues conocer a los compañeros, porque pues salvo a Majo que lo había visto en el Festival compArte, no conocía yo a las compañeras, de los compañeros del Escuadrón 421.
«Era pues conocernos, conocernos, conocer a los marineros, conocer las dinámicas de todos y ya hasta después de eso que fueron varios días de navegación sacar la cámara porque primero pues era adaptarte físicamente a una experiencia con la que no estás familiarizado.
«Después conocer a las demás personas, conocer los procesos que se establecen en el barco, la colectividad, porque aunque cada uno tenía una responsabilidad entre los 15 teníamos que sacar adelante la navegación para poder cruzar el pinche charco.
«La película la empezamos hacer después de estas primeras etapas. A partir de conocer, de entender, de tener esta conversación pues ir tratando de documentar, de ver qué querían y que podían compartir cada uno de los tripulantes y demás, e ir descubriendo también las sensaciones.
«Te digo que más o menos a la mitad del viaje, fue cuando yo como que sentí como esta experiencia del viaje y sentí la dimensión histórica, sentí la dimensión histórica de lo que te decía.
«Más allá de todos estos elementos que son obviamente muy importantes que tienen que ver con el ir a contracorriente después de 500 años de la invasión, de hacerlo en medio de la pandemia.
«Todos estos elementos que eran muy evidentes del manifiesto del Zapatismo a la hora de hacer la travesía porque entender lo que estaba significando esa experiencia para mí y para María: la compañera fotógrafa con la que hice toda la travesía. Darles el significado pues estético como decías.
«Era básicamente, la conversación humana, muy humana. Creo que eso está en la película. Lo otro era la contemplación del mundo y mirarlo en 360, o sea, mirar el mundo como en una pantalla.
«El inicio de la peli es como este planteamiento de la mirada vertical que es… que para mí es la secuencia más importante de toda la película, como que empieza como un teatro europeo. Vamos llegando ahí, vamos viendo las calles y espacios europeos de lo que es como el referente del mundo y todos lo estábamos viéndolo en vertical como se ve hoy en día.
«La mirada está secuestrada por la pantalla pequeña vertical.
«Y el momento en que eso irrumpe el mar con un plano horizontal y con la mirada cinematográfica. Ese momento para mí es el momento más importante desde una dramática visual de toda la película porque es… Yo venía del encierro también y muchos veníamos de estar encerrado en pantalla viendo el mundo ahí.
«De repente es como salir. Sal de la pantalla y ve el mundo, velo, es ese poco el sentido que tiene decir este de… el prólogo europeo de la película».
—Creo que se está modificando todo el modo en el que vemos, incluso en la fotografía.
—Y algunos lo sienten, otros no. En Rotterdam, en una 2ª. Función, eso como que lo conectaron varias personas que la vieron ahí, y estaban como que ¡Bravo! Y es una película que critica a la pantalla, los celulares, y no es eso, pero es un elemento.
Y en realidad es como que la peli la recoge también cada quien desde donde esté parado, desde dónde lo esté buscando ¿no?
—¿Cómo fue grabar en la marea de un barco?
–Llevábamos un equipo para filmar en condiciones complicadas con el movimiento. María es una de las mejores fotógrafas y personas que existen, yo creo, en México y en Latinoamérica. Era como tener todo el tiempo una etapa de adaptar tu cuerpo al espacio, de recorrerlo.
«Pero no era lo más difícil eso, lo más difícil era que la cámara no se sintiera intrusiva, o sea, que no se sintiera una cámara. Creo que era lo más desafiante.
«Eso pasó con cualquier documental Veripet, o sea, era: ¿Cómo logramos estar ahí sin que se sienta la presencia de este aparato, de este dispositivo que te va a someter o que te va a predisponer?
«Eso implicaba pues que filmáramos mucho. De repente no filmáramos, que conviviéramos bastante, que interactuáramos, que entendiéramos, y que luego la cámara se fuera metiendo ahí de una forma en la que no, que fuera como esta imposición de que “ahí te va”.
«Y obviamente poder tener las otras condiciones técnicas, pues si. Poder estar, y cuando había tormenta pues era muy, muy complicado. Hacer toda la data, por ejemplo, llevamos más de 100 horas, eso eran en tarjetas y era como estar cuidando el render y la computadora para que no se perdiera la tarjeta. No se perdió ni una tarjeta, también eso fue un buen datamanager, y yo era el data.
«El sonido era complicado también, como hacer el sonido, pero sí, creo que más difícil era, en esta casa donde vivimos durante 52 días como poner la cámara sin que fuera un dispositivo frío que inhibiera la interacción más genuina.
«Y creo que ahí en la película si se siente una naturalidad. Eso pues sobre todo es el ojo de María. De ser un ojo que está ahí presente, sensible, respetuoso, entendiendo».
—¿Qué diálogos lamentas omitir de entre todos los diálogos?
—No, pues un chingo, no, jajaja, no es mucho, no me hagas sufrir, ya.
—Jajaja.
—Ya estoy recuperándome de esa frustración que uno siente. Para que des una idea, el primer armado que hice de la película era de 21 horas. Era una secuencia así cronológica de 21 horas… el primer armado….
–No te voy a torturar, pero algún diálogo que nos quieras compartir o algún momento que tú digas: “éste fue clave pero preferí omitir”
— Claro, yo acompañé la salida del Escuadrón, de donde es el Caracol de Morelia, estuvimos en las paradas, filmamos varias cosas. Si, estuvimos en toda esa parte, estuvimos un poquito en el recibimiento en vivo, bajamos con ellos también en vivo.
«Como que estuvimos en Azores también, pero conceptualmente pues la película está planteada para que se cumpla, primero que nada, la responsabilidad que teníamos que era la travesía marítima.
«Había muchos compañeros de medios libres y medios oficiales o comerciales cubriendo la partida y la llegada. Pero, esa parte era la parte que nos había tocado a nosotros filmar. Y me parecía que ahí es donde tenía esa responsabilidad pero además también esta sensación de montaña y no quise yo romperla.
«Como sí hubiera tenido planos de la partida o planos de la llegada pues se rompe la sensación de la montaña, esa sensación que te haces y que el mar genera y te envuelve ahí, que estás ahí.
«Es spoiler, pero a mí me gusta mucho el final, es muy simbólico de la travesía zapatista. Dde lo que está buscando esta travesía, y cualquier cosa era cerrar una cosa que además está abierta. La travesía sigue. Ellos han anunciado que van a ir a más continentes y que van a volver a Europa, que van a ir Sudamérica, que van a ir a más.
«La película muestra que está abierta, o sea, está travesía va a seguir, no se acabó con la llegada a Vigo.
«El destino es el mundo. El destino también es una mirada de quien lo reciba, de quien reciba la película en este caso, y quien quiera quedarse con algo de lo que registra la película».
—¿En dónde queda la lucha por la tierra y el agua?
—Creo que ahí está, ahí está como muy presente. La travesía que se hace es un sentido de cuidar la Madre Tierra en un momento del que ya el sistema está completamente desbordado, ya no se trata solamente de someter las mentes, sino de someter las mentes, los cuerpos, el territorio, los espacios.
«En primera instancia, de manera muy evidente, muy obvia, la película va contando la Historia del Movimiento Zapatista.
«Yo creo que pues es una historia esencialmente de defensa de la tierra, de lucha por la tierra. Creo que es muy, muy… como muy evidente.
«Algo que a mí me pareció notable al momento de estar en la experiencia, al estar recordando, precisamente hablar con los delegados del Escuadrón y todo el tiempo las convenciones eran sobre la Tierra, Bernal contaba de su milpa, bueno, lo cuenta en la película, el lugar donde siembra, de su relación con la tierra.
«Era una plática de todos los días con los compas y las compas, pero estábamos rodeados del mar. Es como ese contraste entre la tierra y el agua pero que se conectaban al fin de cuentas, porque, te digo, el barco se sentía realmente como una montaña.No fue como un título gratuito.
«Esta contraposición, además en términos de la película está como un planteamiento informal. Me interesaba confrontar el mar y la montaña, en el archivo. En la montaña: la selva la montaña y la tierra; estamos en el archivo y en el presente, digamos, y en cine estamos en el mar y en el agua.
«Tener todo el tiempo estos elementos, según yo también es la tierra y el fuego la que está en el archivo y es el agua y el viento lo que está en la navegación».
–Me gusta cuando las entrevistas me van llevando hacia las preguntas. Es bonito. Justo me hablas la siguiente pregunta es: ¿Las imágenes de archivo representan una idea? Me la acabas de decir.
—Si.
—Lo había notado pero no sabía si había sido intencional porque de repente puede un poco romper; es el mar llegas a un archivo histórico impresionante. Tú dices: “esto no es gratuito” pero tampoco sé si termina de tener claro para un espectador. ¿De dónde viene esta documentación?
—Creo que puede ser un problema a la hora de abordar ciertos relatos y sobre todo que tienen que ver con el cine es sobreintectualizar. Querer darle demasiadas etapas y estructuras.
«La edición con Miguel trabajamos mucho esa estructura y analizamos y demás pero para mí como documentalista lo más importante no es eso, eso son herramientas que uno tiene que tener.
«Lo más importante es la sensación que yo tuve con la experiencia que estoy documentando porque si no hago un reportaje o hago periodismo; eso también me gusta.
«Pero todo el tiempo estábamos también haciendo memoria y hablando. Es una sensación. Entonces cuando llegamos a la edición yo necesitaba esa memoria, necesitaba ese registro. El archivo viene en función de eso, una estructura, decía: ‘Ah, voy a poner aquí eso, y acá lo otro, sino yo siento eso y tiene que ver con imágenes ¿Cómo lo represento? ¿Cómo lo transmito?’
«Porque ese es mi mayor reto, creo, o sea, cuando hago un documental como tal o una crónica de largo aliento. No solo informar sino transmitir esa sensación, esa experiencia.
«Y el viaje fue un viaje muy esperanzador, en medio de lo que parecía el fin del mundo, en medio de mucha incertidumbre en los movimientos sociales. Yo necesitaba transmitir eso. El archivo como que ayudaba precisamente a reflejar esa parte».
–¿Por qué elegir al Sup como narrador en un momento en el que las mujeres zapatistas han impulsado la voz de las mujeres y los encuentros?
–Claro. Hay otra voz también que está ahí, es que para mí representa la voz de la ciudad digamos internacional que es Manu Chao. Esas voces son la voz de Rafael Medina que también una voz oceánica no es una voz que tiene unos timbres maravillosos. Esa es la voz protagonica.
«Ya teniendo claro que el Escuadrón es quien protagoniza la historia. Hay una voz, que representa a la sociedad civil que ha acompañado el movimiento zapatista y que la representa alguien como Ofelia Medina que es una activista y una actriz también muy comprometida.
«Está Manu Chao que es como la del colectivismo internacional, que son dos voces de generaciones ya pasadas son las generaciones con las que empezó el zapatismo tanto Manu Chao como Ofelia Medina entonces con ese balance.
«Ignorar la voz histórica que representa Marcos me parecía tan o más grave igual de grave que darle protagonismo a él. Entonces él está ahí apareciendo como una voz histórica acompañando los momentos del archivo del relato como lo hacen también los menos del Escuadrón.
«Creo que eso fue y además esa fue la sección porque ahí en el en el barco había esa vocación eventualmente de esa voz. Ignorarla, borrarla me hubiera parecido tan cuestionable o injusto como proponerlo protagonista en un barco donde él no estuvo.
«Para mí es el ese es el balance y no es fácil. Porque evidentemente, yo te decía hace rato, yo me politicé con sus comunicados, mi hijo se llama Marcos. Yo tengo sentido por los comunicados él firmaba, él era la figura con la que los urbanos queríamos como ese acercamiento de los pueblos.
«Entonces obviamente para mí esa tentación estaba ahí todo el tiempo de pues pongámoslo en primer plano pero no está es es una voz histórica es una voz importante. Lo más importante de todo: había que ver y oír era la travesía del escuadrón.
«La travesía de estos siete delegados de generaciones muy distintas Lupita 19 años Bernal de casi 60 años de ojo, la banda y sutil. Dentro de lo que es el zapatismo, experiencias muy diversas y eso colectividad. Creo que es la que predomina en la película».
«Pero sí tengo una inmersión, si tengo una implicación desde el punto de vista del cine documental pues entonces lo del archivo si hablábamos cuando estábamos en el barco. Estábamos viendo el horizonte todo el tiempo para ver si veíamos una isla, si veíamos algún animal, si veíamos algo o disfrutamos el atardecer y demás.
-¿La veremos en Netflix?
–Vamos caminando un puerto a la vez. Por ahora en festivales, ¿no? Y vamos a ir viendo el siguiente paso.
Botas llenas de Tierra. Tejedora de relatos. Narro sublevaciones, grietas, sanaciones, Pueblos. #CaminamosPreguntando De oficio, periodista. Maestra en Comunicación y cambio social. #Edición #Crónica #Foto #Investigación
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