El peso del Estado de México

14 mayo, 2023

Una derrota de la alianza PRI-PAN-PRD en las elecciones del 4 de junio sería devastador para una maltrecha coalición, cuyos dirigentes navegan entre el desprestigio y el desánimo

Tw: @chamanesco

Por su tamaño, por ocurrir un año antes de las elecciones presidenciales y porque ahí se experimentan muchas de las tácticas de las fuerzas políticas, siempre se ha dicho que el Estado de México es un laboratorio electoral del país.

Este año no es la excepción, aunque hay un factor adicional que vuelve crucial esta elección de cara a las presidenciales de 2024.

El domingo 4 de junio, la ciudadanía mexiquense encontrará en la boleta electoral las dos coaliciones que, por el momento, se han prefigurado como las que disputarán la Presidencia y el Congreso en los comicios del domingo 2 de junio de 2024.

PRI, PAN y PRD postulan a la ex alcaldesa de Cuautitlán Izcalli, Alejandra del Moral; mientras que Morena, PVEM y PT abanderan a la ex alcaldesa de Texcoco, la maestra Delfina Gómez.

Movimiento Ciudadano decidió auto anularse en este proceso, pues calculó que no valía la pena el gasto millonario que implicaba financiar la campaña del senador Juan Zepeda, quien quedó en un sorpresivo tercer lugar en las elecciones de 2017. Grasso error del partido de Dante Delgado, que prefirió desperdiciar la oportunidad de probar si su partido realmente es competitivo presentándose en solitario a los comicios.

Así el escenario, el 4 de junio estará a prueba la efectividad de las dos grandes alianzas que podrían disputarse la Presidencia el próximo año.

Un triunfo de Alejandra del Moral sería oxígeno puro para una maltrecha coalición, cuyos dirigentes navegan entre el desprestigio y el desánimo.

Son muchas las versiones que apuntan a una fractura en la alianza aun antes de que ocurran las elecciones. El líder priista Alejandro Moreno no alcanza a salir de la crisis de desprestigio provocada desde Campeche el año pasado; es pública su enemistad con el gobernador Alfredo del Mazo y con una buena parte de los ex gobernadores priistas. Y no es la figura que lidereé la alianza mexiquense.

El panista Marko Cortés se desfigura, entre una campaña de posicionamiento que apenas atina a decir “¡Azúlate!” y los escándalos del Cártel inmobiliario.

Y del PRD de Jesús Zambrano, poco puede esperarse, pues todos los cuadros y estructuras que llegaron a tener militan actualmente en Morena. 

Aun así, si Alejandra del Moral llegara a ganar, los partidos de oposición podrán sacudirse todo lo anterior y apuntalar la narrativa de que es posible convocar a la ciudadanía alrededor de tres logotipos de partidos que nada tienen en común, más que una larga historia de enemistad y batallas electorales, y -claro- su actual repudio a la continuidad del proyecto de Andrés Manuel López Obrador.

Claudio X González, Guadalupe Acosta Naranjo, Fernando Belaunzarán, Amado Avendaño, y otros promotores de la alianza anti-AMLO, podrán decir que tenían razón al afirmar que sólo unida toda la oposición -y agrupaciones ciudadanas- pueden derrotar a Morena. Y presionarán a MC para unirse a esa gran coalición.

Detrás de la candidatura de Del Moral, está el resultado electoral en las elecciones federales de 2021, en las que PRI-PAN-PRD se llevaron juntos 2 millones 922 mil 698 votos, que representan el 43.4 por ciento de los votos emitidos en el Estado de México. Además, la alianza ganó en esos comicios 17 de 41 distritos y 77 de 125 municipios.

La alianza ganó en 2021, y por ello sus dirigentes y su candidata aseguran que el triunfo es posible.

Si Del Moral lo logra, habrá salvado al PRI de una derrota que lo volvería un partido de la chiquillada, y la eventual gobernadora se convertirá en una figura importante para dar oxígeno y base electoral a la alianza opositora en 2024.

En sentido contrario, un triunfo de Delfina Gómez demostraría que, ni siquiera unidos, PRI, PAN y PRD pueden frenar al lopezobradorismo, y que la ciudadanía -por más enojada que pueda estar con las políticas de la llamada 4T- sigue repudiando a los partidos que ya los decepcionaron muchas veces.

Si Morena gana el Estado de México sumará una entidad más a las 22 que actualmente gobiernan los autodenominados “gobernadoras y gobernadores de la cuarta transformación”.

Habrá ganado, además, una figura predilecta del presidente, una “mujer emanada del pueblo”, maestra rural de Texcoco… el símbolo perfecto de la narrativa lopezobadorista, que ha logrado sobreponer esa imagen sobre la cara de la ya nada inocente política que ha sido alcaldesa, senadora y secretaria de Estado, con cuestionables resultados.

Un triunfo de Delfina fortalece a Morena, a su dirigente Mario Delgado y a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, quien parece más cercana a la maestra de entre todos los aspirantes a la candidatura presidencial del oficialismo.

Partido, dirigente y aspirante podrán decir que es posible revertir el tropiezo de 2021, cuando Morena perdió un importante caudal de votos en esta entidad respecto a lo que había ganado en 2018.

En las federales de 2021, Morena, PT y PVEM ganaron 36 de 125 municipios, 24 de 41 distritos, y cosecharon 2 millones 869 mil 458 votos; apenas 50 mil menos que la coalición PRI-PAN-PRD.

Las encuestas

Hoy, las encuestas prefiguran una victoria de Delfina Gómez, quien tiene una ventaja de 14 puntos porcentuales en la más reciente encuesta de Reforma (Gómez 57 por ciento, Del Moral 43 por ciento, 29 de abril), y de 16 puntos en la de El Financiero (Gómez 58%, Del Moral 42%, 25 de abril).

Ambas encuestas se levantaron después del primer debate entre ambas candidatas, del pasado 20 de abril, y no muestran una variación importante respecto a las tendencias previas.

La ventaja de más de diez puntos de la maestra Delfina se ha mantenido constante desde el inicio de las campañas, e incluso desde la etapa de precampaña, por lo que el segundo debate, del próximo jueves 18 de mayo, será la última oportunidad de Del Moral para provocar un quiebre en una elección que parece cantada.

Historia previa

Un último apunte: aunque el Estado de México es un laboratorio, no siempre la fuerza política que gana la gubernatura triunfa en las presidenciales del año siguiente.

De hecho, en las últimas dos décadas, en sólo una de cuatro elecciones estatales el partido ganador ha llevado a su candidato a la Presidencia en el siguiente ciclo electoral.

En 1999, el priista Arturo Montiel derrotó en las elecciones del Estado de México al panista José Luis Durán y el entonces perredista Higinio Martínez. Pero en el 2000, el PRI perdió la Presidencia frente a Vicente Fox, que cosechó 2.2 millones de votos en la entidad.

En 2005, el priista Enrique Peña Nieto ganó al panista Rubén Mendoza Ayala y a la entonces perredista Yeidckol Polevnsky. Pero en 2006, Felipe Calderón ganó la Presidencia cosechando 1.7 millones de votos en el Estado de México. Aunque el candidato presidencial más votado en la entidad fue López Obrador, con 2.4 millones de votos.

En 2011, el priista Eruviel Ávila arrolló al panista Luis Felipe Bravo Mena y al perredista Alejandro Encinas. Y, ahí sí, su triunfo sirvió de plataforma para la victoria de Enrique Peña Nieto en las presidenciales de 2012, cuando recogió en su estado 2.2 millones de votos.

En 2017, el PRI ganó el estado, con Alfredo del Mazo como candidato, en una apretada elección en la que Delfina Gómez se quedó a sólo 170 mil votos de él. El entonces perredista Juan Zepeda sorprendió al colocarse en tercer lugar, y la panista Josefina Vázquez Mota hundió a su partido al cuarto lugar.

Pero en 2018, el priista José Antonio Meade quedó en tercer lugar en la entidad, con 1.5 millones de votos y el panista Ricardo Anaya en segundo, con 1.5 millones de votos; mientras que López Obrador cosechó 4.3 millones, la cantidad más grande de votos que algún candidato presidencial haya obtenido en el Estado de México.

Es decir, un triunfo en el Estado de México, el más poblado y con más electores de todo el país (actualmente, la Lista Nominal de Electores asciende a 12 millones 676 mil personas) sirve para fortalecer las aspiraciones del ganador, pero no siempre los partidos han sabido capitalizarlo en la presidencial del siguiente año.

Periodista desde 1993. Estudió Comunicación en la UNAM y Periodismo en el Máster de El País. Trabajó en Reforma 25 años como reportero y editor de Enfoque y Revista R. Es maestro en la UNAM y la Ibero. Iba a fundar una banda de rock progresivo, pero el periodismo y la política se interpusieron en el camino. Analista político. Subdirector de información en el medio Animal Político.