Desde que tuvo una cámara en las manos, Sofía Yala se ha interesado por contar la historia de su familia. La fotógrafa portuguesa de raíces angoleñas ha revisitado, alterado y reconstruido su archivo más íntimo para hablar de algo más grande: de los migrantes africanos en Europa, sus descendientes, la compleja realidad de los cuerpos racializados y las posibilidades de crear a partir de formas cambiantes de la libertad
Por: Marcela Vallejo / Vist Projects
Suena un radio que no está sintonizado, se escucha el ruido constante de la estática. No hay señal. A veces la búsqueda no se termina.
Para la fotógrafa portuguesa Sofía Yala esa imagen remite a la búsqueda constante de justificación y aprobación que viven las personas racializadas. El radio con ese sonido áspero hacía parte de No hay señal (There is NO SIGNAL), una instalación que incluía también una serie de fotografías y un espejo. “Sucede mucho en personas racializadas que creen que deben categorizarse. O la persona es una persona negra o sabe bailar, tiene que estar siempre dentro de una categoría y además necesita siempre justificarse. Yo misma pasé una gran parte de mi vida intentando justificarme. Este cuerpo de trabajo habla de la búsqueda constante de las personas e inicia en el archivo familiar.”
Sofía lleva varios años hurgando e interviniendo en sus álbumes familiares. Ese ejercicio le ha permitido conocer historias de su familia y de sus orígenes. La búsqueda la llevó a un archivo público de Portugal donde reposan muchos documentos e imágenes de la extinta Polícia Internacional e de Defesa do Estado (PIDE). Entre las imágenes encontró un perfil de su abuelo, tratado como un criminal. Para ella fue impactante: para su familia, el abuelo era un héroe que había luchado, junto a su sindicato en un país que aún no era independiente, por los derechos de los trabajadores de las marinas mercantes de Portugal y Angola.
“La fotografía es un medio peligroso”, asegura Sofía. Pero su sentido puede ser rebatido, disputado, cuestionado. “Estas historias me hacen pensar en la fotografía, aunque ahora todo está mudando gracias a la inteligencia artificial y eso nos está llevando a repensar los límites de la realidad. La imagen nos desafía y desafía las formas prejuiciosas de presentar las personas. Mi interés es excavar un poco y sabotear las nociones de la realidad; entender que el archivo no es algo que quedó en el pasado y que no debemos alterar, por el contrario es algo que siempre puede ser manipulado y que todos tenemos derecho a hacerlo.”
No hay señal empieza con la foto de prontuario del abuelo y continúa con fotos de ella misma, acompañada del radio sin señal y de un espejo. “Este trabajo se enfoca en la búsqueda de una persona racializada, empieza con esa imagen de mi abuelo como criminal y continua con esa búsqueda de intentar vivir fuera de una categorización. Entonces, la persona se queda constantemente en ese vacío o la persona desiste, parte las barreras y decide construir su propia identidad. Lo cual siempre es difícil.”
El archivo es un punto de partida. Sofía busca cosas que no encuentra en el, aparentemente universal, buscador de google. Le interesan las historias de su familia que pueden ser extrapoladas a las de otros migrantes y personas pertenecientes a la diáspora africana. Con esa base creó Type here to search, una serie de collages. En algunas imágenes aparece una barra de búsqueda como la de microsoft, que invita a poner ahí la pregunta que se quiere resolver.
“Los cuerpos que migran o aquellos que están bajo algún régimen, intentan siempre presentarse de una manera ‘civilizada’, intentan mostrar aquello que los estados, que los regímenes quieren ver. Entonces, muchas veces en los retratos vemos una performance, pero no la realidad.”
La fotógrafa quería entender las trayectorias de su familia, compuesta por migrantes angoleños que salieron del país antes y después de la independencia, algunos se quedaron, otros nunca volvieron. Sofía nació en Portugal rodeada de historias y con acceso a un archivo que sabe que no todos los migrantes tienen. Sus búsquedas en los archivos le han llevado a entender que, cuando se trata de instituciones, en la mayoría de los casos están diseñadas con bases elitistas: hechas para que algunos pocos investigadores tengan acceso, con historias que representan a pocos sectores de la población.
¿Dónde está la historia de una familia como la de Sofía? ¿Quién cuenta esas historias? En este caso, ella ha decidido apropiar imágenes, recuperar la autoridad sobre sus relatos familiares y construir historias especulativas del pasado, el presente y el futuro.
Su trabajo también cuestiona las propias imágenes. Para Sofía, “los cuerpos que migran o aquellos que están bajo algún régimen, intentan siempre presentarse de una manera ‘civilizada’, intentan mostrar aquello que los estados, que los regímenes quieren ver. Entonces, muchas veces en los retratos vemos una performance, pero no la realidad. Mucha gente intentó liberarse a través de la música o de la comida, pero las imágenes son generalmente una fachada que protege.”
Al mismo tiempo esas fachadas no garantizan respeto o reconocimiento total. Sofía, tiene un proyecto cuyo nombre es muy instigador: El cuerpo como un archivo. En él usa el collage digital para mezclar el archivo, la memoria y sus propios imaginarios. Usa imágenes de los documentos de migración e identificación sobre autorretratos. Generalmente, se trata de imágenes de ella en lugares límites de espacios domésticos: las puertas de entrada y salida, las cercas de los jardines, los muros de una casa. Su cuerpo transita o se ve detenido.
“Me gusta jugar con paralelos. El archivo me permite traer al presente temas que eran y son relevantes.” El cuerpo es un archivo es también el reconocimiento de que hubo generaciones atrás que tuvieron una serie de restricciones que ahora Sofía no tiene. Los cuerpos de sus padres y abuelos vivieron momentos históricos que les obligaron a moldearse de maneras muy rápidas y violentas. Y al mismo tiempo ella ahora experimenta otras que sus antepasados no vivieron.
“El mío es un cuerpo en el mundo. No me interesa romantizar la diáspora, la migración o ‘el regreso’”, dice Sofía. “Somos todos resultado de alteraciones en el recorrido de la Historia.”
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