Cuando un militar en activo agrede a su familia y amenaza con que será impune por ser «amigo de generales», ¿qué pasa? Al parecer no hay un mecanismo para que la Sedena ponga freno a las violencias que sus miembros pueden cometer al interior de sus familias; y tampoco hay asesoría o apoyo para éstas
Tw: @lydicar
Este caso no puede narrarse con nombres y apellidos, ya que las víctimas son dos adolescentes que eran menores de edad al momento de los hechos, cuando su padre las agredió sexualmente. La madre, Erika, madre también es una víctima; antes de saber esto, el mismo hombre la violentó física y emocionalmente. En enero pasado, Erika supo por medio de la más joven de sus hijas (de 14) que su padre abusó de ella y su hermana desde que tenía 12 años.
Pero en este caso hay algo que sí se debe denunciar expresamente: el agresor de sus hijas es médico militar que hasta su detención, apenas hace unos días, era teniente coronel en activo. Y a pesar de que Erika denunció desde un año atrás violencia doméstica en la Sedena, esta institución alegó que no podía hacer nada. Esto a pesar de que ella misma formaba parte de su comunidad.
La historia ocurrió así:
El 16 de diciembre de 2020, la familia que hasta entonces vivía en Jalisco, se separó. De la nada, el hombre decidió regresar a la ciudad de México y se llevó a las niñas consigo ( de entonces 12 y 17 años). El hombre llegó a vivir con su madre (la abuela paterna de las niñas). La esposa por su parte, quedó atrás, sin entender qué había pasado. Ella tuvo que cerrar y vender cosas de un negocio que mantenía. Por fin los alcanzó en el centro del país seis meses después. Para entonces a ella la bloquearon de redes sociales y el hombre rompió toda comunicación con ella, sólo la amenazaba advirtiéndole que él, Jesús, era amigo de generales.
Erika tuvo que buscar un lugar donde vivir con su familia de origen, en el Estado de México. Durante ese proceso el hombre fue muy violento con ella, por lo que ésta lo denunció en la Secretaría de Defensa Nacional. Pero en ninguna oficina le hicieron caso. Alegaron que el caso era del fuero común y no podían hacer nada. Mientras tanto, Erika permaneció incomunicada de sus hijas. No le permitían ni siquiera hablar con ellas. Así que Erika Inició un juicio de guardia y custodia, mientras el hombre entonces dejó a las niñas con la abuela paterna y él se mudó a Hermosillo en abril de 2022.
En junio de 2022, ya con la guardia y custodia ganadas, Erika se trasladó a la casa de la abuela, pero no pudo recuperarlas. A pesar de ir con policías, nadie hizo nada, además la más grande ya había cumplido la mayoría de edad.
Pero pasó el tiempo y finalmente la hija menor se puso en contacto con ella el 2 de noviembre de 2022. Fue así que el día 7 Erika logró recuperar a su hija: fue por ella a la escuela y se la llevó. Inmediatamente llevó a la niña ante la fiscalía de Cuautitlán, en el Estado de México, para que certificaran su estado de salud; pero ella no quiso ser revisada. Los meses siguientes fueron muy complicados, ya que la abuela, junto a personas desconocidas, trató de llevarse de nueva cuenta a la niña de forma violenta.
Por ello, madre e hija tuvieron que ocultarse; la fiscalía le consiguió un hotel. Ahí pasaron varios días, semanas, hasta que terminó el año.
Fue hasta el 1 de enero de 2023, que la niña le contó todo lo que vivieron, los abusos constates y continuados, y el hecho de que la abuela paterna lo supo.
El 7 de enero de 2023, madre e hija denunciaron en el ministerio público de Ecatepec. Apenas lo detuvieron hace 3 días.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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