24 abril, 2023
Una negligencia de la Fiscalía del Estado de México podría hacer que el presunto feminicida de una adolescente otomí salga libre
Texto: Lydiette Carrión
Foto: Especial
CIUDAD DE MÉXICO.- El 9 de mayo de 2020, Eleocadia encontró a Mäìchä Pamela, su hija de 16 años, asesinada en casa. Así, tuvo que vivir un duelo enmedio de una pandemia, y hacerse cargo sola del hijo menor. Pero persiguió y presionó a judiciales y ministerios públicos para que hicieran su trabajo. Eleocadia se acabó sus ahorros viajando a Toluca a presionar autoridades a que hicieran su trabajo. Fue ella quien empujó a que citaran a los habitantes de su pueblo a declarar, y a que peritos tomaran pruebas de ADN. A Elocadia eso le costó el resentimiento de amigos y vecinos, por lo que le empezaron a llegar amenazas de muerte, así que la familia tuvo que salir huyendo.
Pero el esfuerzo de Eleocadia ahora está por perderse. El ministerio público integró la prueba de ADN con datos incorrectos y equivocados, por lo que Luis “N” podría salir libre… aunque de hecho, Elocadia no sabe si está libre ya.
Eleocadia vivía con sus dos hijos en San Diego Alcalá, colonia de Temoaya, Estado de México. Ahí tenía su casa a pie de carretera, lo que le permitió poner un negocio ahí mismo.
Aquel día, Eleo salió a su trabajo y dejó a su hija en su hogar, en Temoaya, Estado de México. Esta es una comunidad en la parte alta y boscosa del Estado, cerca de las zonas conurbadas, tanto de Toluca, como de la Ciudad de México. Queda muy cerca del centro Ceremonial Otomí. Eleocadia es hablante de otomí, así como lo era su hija. De hecho Máìchä, en otomí, significa «rocío de la mañana».
A las pocas horas de estar en el trabajo, una sobrina llamó a Eleocadia al teléfono. Alguien había entrado a la casa, maniató a Pamela y la metió viva en un tambo con agua que tapó. Máìchä no fue agredida sexualmente, por lo que nadie entendía el móvil. Sólo se supo que un vecino vio que un auto entró, por lo que probablemente fueron dos personas quienes asesinaron a Mäìchä.
Al inicio Eleo no sospechó de Luis. Este hombre de entonces 23 años, vecino, casado y con una niña pequeña, fue personalmente a darle el pésame; incluso, durante el sepelio, cargó el ataúd de la muchacha.
Anteriormente, sin embargo, hubo un antecedente. Días antes del feminicidio, Luis, que se encontraba tomado, buscó a Leocadia y le “pidió permiso” para empezar a salir con su hija. Eleo le dijo que no, le cuestionó ya que él estaba casado, a lo que el hombre dijo que estaba separado. Eleo lo rechazó, por supuesto, pero pensó que fue producto del alcohol, y que no pasaría de ahí.
Así pasaron las semanas, los meses, sin que la familia pudiera comprender qué pasó; sin un sospechoso.
El día del feminicidio, el o los agresores dejaron dos cervezas abiertas, pero los ministeriales se negaron a hacer pruebas de ADN o sacar huellas digitales. También dejaron una gorra y un llavero, y de nuevo se negaron.
Así que Eleo exigió investigar a medio pueblo.
“Nosotros teníamos un negocio de comida corrida. Chicharrones preparados, sopas maruchanes, hamburguesas, hotdogs. Yo mandé investigar a todos mis clientes. Mandé a declarar a todos mis vecinos”, explica Eleo en llamada telefónica. Fue así que, durante 2020 varios vecinos y conocidos fueron llamados a declarar y también a entregar una prueba de ADN (en la autopsia se logró rescatar dos muestras, una perteneciente a la adolescente y otra más, desconocida).
Esto ocasionó muchos problemas. Molestos por ser llamados a declarar, varios vecinos comenzaran a hostigar a Eleo, a grado tal de que ella recibió amenazas de muerte. Entonces, en agosto de 2021, ella y su hijo menor tuvieron que dejar el pueblo. Esta familia ha sufrido no solo el feminicidio de su pequeña, sino el desplazamiento forzado, al igual que la familia de Fátima Varinia, no muy lejos de ahí.
Pero las pruebas de ADN se quedaron ahí, sin confrontarse con las halladas sobre el cuerpo de Mäìchä. Aunque habían mandado declarar a medio pueblo, no se daba seguimiento a la carpeta. “Fui con Dylcia [fiscal de feminicidios en el Estado de México], y le dije: ‘quiero una copia de mi carpeta. [Con la copia] me fui con mi abogada, empezamos a hojear todo, desde cuando matan a Pame”.
Y ahí estaba una genética que jamás fue confrontada. “Ni siquiera habían leído la carpeta de mi niña”. Eleocadia se percató de esta omisión, exigió la confronta y arrojó un resultado: Luis, el vecino. Ya era agosto de 2021.
La policía detuvo a Luis N en noviembre de aquel mismo año.
De nueva cuenta, Eleo no sabe el estado de su caso. “No sé absolutamente nada desde el 9 de mayo pasado que lo vi [a Luis] en la cárcel. Nadie me contesta el teléfono”, ni la fiscal, ni los jueces. Sólo sabe que existe un riesgo de que el juez deseche la prueba de genética porque, al integrar la información, los ministeriales cometieron errores en el nombre y otros datos.
Entrevistada aparte, Ximena Ugarte, la abogada que acompaña a Eleocadia en el poceso, narra lo que ha pasado con la prueba genética:
«Lo que hizo la Jueza de Control fue excluirla, señalando que el MP no señaló de manera correcta el nombre de la perito y de la prueba en la acusación escrita, por lo que argumentó que por haber tenido esa «falla» (que en realidad yo digo que es mero error tipográfico) en la fase escrita de la etapa intermedia, no podía subsanarse en la fase Oral de la misma intermedia, ni siquiera como vicio formal. Ese es digamos el conflicto principal. Entonces, contra esa determinación presentamos recurso de apelación, que confirmó lo que indicó la jueza; contra eso presentamos amparo, el cual desechó de plano el Juzgado de Distrito señalando que debíamos esperar a que esa determinación nos causara agravio y contra esta resolución de amparo, presentamos Recurso de Revisión, que es justo el que llevamos ya casi un año esperando que resuelva».
Sin embargo, Ugarte es más optimista, ya que existe otra prueba de genética, así como elementos probatorios de que Luis «N» asediaba a la adolescente.
El 3 de abril pasado, la Comisión de Víctimas le entregó a Eleo un tanque de gas para la cocina totalmente corroído por debajo, por lo que casi inmediatamente comenzó una fuga. Tanto la madre como el hijo menor se intoxicaron gravemente, y aunque llamaron a la comisión, nadie les hizo caso. Salieron con vida gracias a los nuevos vecinos del lugar donde se encuentran, quienes llamaron a los bomberos.
Tampoco han recibido ayuda para que el hermano menor de Mäìchä pueda regresar a la escuela.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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