11 abril, 2023
Por: María González de Castilla Gómez* / MuxED
En México, los agentes que acompañan a las infancias y juventudes en las aulas de educación básica egresan de las Escuelas Normales (EN) y quienes acompañan y propician la formación de maestros son formadores de formadores.
La formación docente es una tarea tremendamente poderosa por el impacto indirecto que tiene en la vida de millones de niñas, niños y jóvenes, en miles de escuelas en nuestro país. Pero ¿qué tanto sabemos sobre las y los formadores de formadores? ¿Qué perfiles tienen y cuáles son sus trayectorias profesionales? ¿Existe una política pública que arrope su labor para potenciar el impacto de su actividad?
Estas son algunas de las preguntas que nos planteamos en el trabajo Trayectorias, ¿quién forma a los que forman[1], en el que intentamos identificar si existe algún perfil que oriente el desarrollo de las trayectorias profesionales. Aquí presento los principales hallazgos.
Aunque fue difícil identificar en documentos normativos u oficiales una definición que pudiera orientar el perfil de un formador de formadores, se encontraron algunos enfoques de perfil docente de educación normalista, en los que se habla más bien de la función que estos agentes deben desempeñar. Ubicamos algunas características que resumen los elementos que se consideran necesarios para el desempeño de la función: Una visión ética y humanística; apertura al diálogo; respeto y empatía con las y los estudiantes; congruencia entre lo que se enseña y las acciones en su vida; actitud proactiva y colaborativa; aprendizaje continuo; reflexión sobre el propio quehacer; y compromiso hacia la profesión y la institución en la que laboran.
En el campo disciplinario parece haber consenso sobre que los formadores de formadores deben dominar el contenido que enseñan, el conocimiento de la didáctica (cómo enseñar), y tener conocimiento de los contextos y las personas con quienes trabajan. En lo que respecta a la caracterización del perfil real que tienen los formadores de formadores en Jalisco, pudimos ubicar sólo algunos datos clave, como la experiencia con la que cuentan, su escolaridad o el tiempo que dedican a la labor docente.
En 2019, había en Jalisco 476 formadores de formadores: 17.2% tenían entre 0 y 4 años de experiencia en el subsistema de normales, 7.6% entre 5 y 9 años, un 13.9% entre 10 y 14, 19.1% de 15 a 19 años, y 18.3% con 25 años o más. El mayor porcentaje de formadores está cerca de la edad de jubilación. En cuanto a la escolaridad, el mayor porcentaje del grupo (47%) tiene nivel de maestría, 20% licenciatura y 15% doctorado.
Entendemos las trayectorias profesionales como el camino que sigue una persona durante su vida laboral, desde que elige estudiar una carrera hasta el retiro o jubilación. Dichas trayectorias muestran de qué manera se van desarrollando los formadores de formadores y cómo se consolida su labor a través del tiempo.
Encontramos, mediante entrevistas, que las razones por las que eligen acceder a una EN, se identifican con la vocación, una tradición familiar, la posibilidad de contar con un empleo estable, y la disponibilidad de la oferta de formación.
En el plano de las orientaciones normativas se mencionan los mecanismos a través de los cuales es posible ingresar a las EN, a través de convocatorias públicas y oficiales, seguidas por un proceso de selección. Esto en principio es bueno, sin embargo, no encontramos evidencia de que se haya publicado una convocatoria para ello, con excepción de una difundida en 2018. Existen también los mecanismos no oficiales de ingreso y que se dan por la relación que tienen las personas con las EN. Como el caso de un grupo de docentes fundadores de una EN, quienes formaron la primera plantilla docente de esta institución; o el caso de personas que fueron invitadas a ingresar directamente desde la dirección de las escuelas o por algunas personas de influencia.
Una vez habiendo ingresado a las EN, identificamos los procesos de formación que acompañan el desarrollo de las trayectorias profesionales de los formadores de formadores, dada la necesidad de actualización constante propia de la función.
En este sentido, lo que observamos es que no existe como tal una política de formación continua que arrope a los formadores de formadores, pero que sí existen esfuerzos específicos de organización y gestión para la formación continua, en el marco de cada EN, a través de cursos y ejercicios de evaluación que se realizan de manera constante.
Otro esfuerzo importante de actualización, lo realizan de manera individual los docentes, a través de programas institucionales de posgrado, ante la necesidad de mejorar su propia práctica, o como una herramienta para acceder a mejores ingresos, a través de los sistemas de promoción.
Sobre la permanencia y promoción encontramos que existen diversos sistemas de categorías que van desde un “asociado A” hasta un “titular C” como máxima categoría a la que se puede aspirar. En principio, un docente puede aspirar a cambiar su categoría si cumple con los requisitos explicitados en las convocatorias internas de promoción, a lo que le sucede un proceso de selección. Por otro lado, el crecimiento laboral ocurre en función del número de horas a las cuales un aspirante puede concursar; pero, los aspirantes únicamente pueden concursar por un incremento de horas, o por un cambio de categoría, que varían de acuerdo con el tipo de sostenimiento de las escuelas[2]. Estos mecanismos pueden ser más o menos complejos y se estratifican según la plaza o número de horas que se tenga. Mientras más complejo es el sistema de promoción y permanencia mayor es la posibilidad de discrecionalidad y falta de transparencia.
Una de las sorpresas fue el vacío en la normativa, específicamente en torno a los formadores de formadores quienes no son arropados por andamiajes institucionales o de política pública para su fortalecimiento y consolidación. Sin un perfil claro y definido de la figura de los formadores de formadores es difícil construir mecanismos que permitan el desarrollo y fortalecimiento de las trayectorias profesionales, necesarios para la consolidación de los cuerpos académicos de las EN.
Asimismo, las trayectorias profesionales parecen depender de manera importante de esfuerzos individuales, especialmente para los temas de la formación continua y actualización. En los procesos de ingreso son escasos los casos en los que se registran convocatorias seguidas de procesos de selección oficiales, transparentes y satisfactorios para los participantes. Ello parece indicar que las personas que ocupan plazas en las EN han ingresado por medio de mecanismos relacionales que no necesariamente garantizan la idoneidad de los perfiles. Los procesos de permanencia y promoción son complejos e intrincados, por lo que a menudo resulta difícil que las y los docentes normalistas desarrollen y fortalezcan sus trayectorias profesionales a través del tiempo.
Los formadores de formadores tienen un lugar clave en el sistema educativo público en México. En su quehacer anida una semilla poderosa que hace una diferencia en el tiempo y en el espacio, sin embargo, existe un vacío en la política pública, y ellos permanecen en la sombra.
*María González de Castilla Gómez Integrante de MUxED y de Jalisco Educado. Es Psicóloga Social por la UAM-Iztapalapa y Etnomusicóloga por la UDG. Hace más de 15 años trabaja en educación desde la sociedad civil y el ámbito público, en diferentes estados de la República Mexicana (Puebla, Oaxaca, Veracruz, Jalisco y CDMX). Se ha enfocado al trabajo con jóvenes en diferentes espacios como la escuela, la cultura y la música. Actualmente colabora con el Seminario de Investigación en Juventud de la UNAM como co-coordinadora del grupo de investigación Música, Cultura y Juventud(es).
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Referencias
Mexicanos Primero Jalisco. (2020). Trayectorias ¿Quién forma a los que forman? Mexicanos Primero Jalisco, A.C. https://mexicanosprimerojalisco.org/pdf/Investigacion_Normales_2020.pdf
[1] Ver Mexicanos Primero Jalisco (2020). En el marco de esta investigación se trabajó con 30 informantes de los cuales 16 son formadores de formadores, con directoras y directores de Escuelas Normales Públicas, académicos expertos en educación normalista, y algunos ex funcionarios de la Secretaría de Educación Jalisco. Además se realizó una exploración extensa en documentos académicos, normativos y oficiales.
[2] Hay Escuelas Normales de sostenimiento estatal y federal, y cada uno de estos subsistemas tiene características distintas, especialmente en lo que respecta a la administración de los planteles.
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