Después de tres días de trabajo en la Ciudad de México, la Internacional Feminista se decantó popular, antirracista, transincluyente, ecologista y anticapitalista; frente al avance de propuestas neofacistas, planteó la urgencia de la formación política y la creación de redes de comunicadores. Desde ese espacio, las feministas mexicanas llamaron a legalizar el aborto en todo el país
Texto: Daniela Pastrana
Fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXIC0.- La alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada cierra el tercer y último día de trabajo del cónclave feminista con una definición que asustaría a más de un empresario: “Esta Internacional Feminista es un grito contra todas las desigualdades —dice—. Apostamos por recrear sororidades que nos permitan construir y tejer este feminismo, y ponerle bien claros los adjetivos: feminismo popular, comunitario, de izquierda y anticapitalista, que se dirija en el sentido contrario del proyecto histórico del capital y se dirija al proyecto histórico de un mundo libre”.
Brugada habla de lo significativo que resulta que esta última jornada de trabajo se realice en la Utopía Libertad, uno de los espacios urbanos recuperados por su administración como centros sociales, culturales y deportivos. Son 30 mil metros cuadrados de la zona de amortiguamiento del Reclusorio Oriente, convertidos ahora en un centro acuático con planetario, invernaderos y huertas ecológicas, donde la alcaldesa habla del patriarcado y el capitalismo como “máquinas atroces que alimentan de la desigualdad, de racismos de clasismos de violencias y de crisis”.
El auditorio de la Utopía (Unidad de Transformación y Organización para la Inclusión y la Armonía Social) se llena de euforia. Brugada sigue con su mensaje:
Una de las características que nos definen como feministas son nuestras propuestas y nuestras ganas de cambiarlo todo, porque estamos conscientes de que es momento de iniciar la revolución de las mujeres y pensar todos los espacios y todos los temas en clave feminista; de pensar otra manera de hacer las cosas, pues ya lo anticipaba la feminista afroamericana Joselyn morales: Ya no estamos aceptamos las cosas que no podemos cambiar, estamos cambiando las cosas que no podemos aceptar”.
Luego, la funcionaria invita a las mujeres a conocer el mural realizado con motivo del encuentro feminista y que se extiende por toda la barda del reclusorio. Desde ahí, la imagen de Rosa Luxemburgo reivindica el feminismo anticapitalista.
El jueves 30 de marzo, en una conferencia realizada en el Complejo Cultural Los Pinos, líderesas de 30 países anunciaron la fundación de la primera Internacional Feminista, cuyo manifiesto fundacional plantea una transformación desde el feminismo popular.
Nos convocamos y nos unimos para construir alternativas de desarrollo y democratización a partir de nuestras militancias en el feminismo popular, interseccional, de clase, anticapitalista, disidente, decolonial, antirracista, ecologista, antipunitivista, con un profundo sentido democratizador y por la construcción de la paz», dice la declaratoria.
En la conferencia, Maria Nela Prada, ministra de la Presidencia de Bolivia, alertó sobre el despliegue de grupos conservadores y neofascistas en muchos países.
La discusión se llevó a un hotel del centro de la ciudad, donde se instalaron 10 mesas temáticas de trabajo para el Capítulo México. Ahí fue invitada la jefa de Gobierno de la capital, Claudia Sheimbaun y precandidata a la presidencia del país, quien durante su administración ha tenido una tensa relación con colectivas feministas. Fue arropada por legisladoras y funcionarias de su partido, que encabezaron los trabajos del Capítulo México.
Este sábado, las feministas se trasladaron a la Utopía-Libertad. Entre las mesas hubo temas coincidentes: la economía de los cuidados, la necesidad de la formación política, a partir de una pedagogía feminista, y la creación de redes de comunicadores populares.
“Nada tendría sentido lo que hablemos aquí si no lo llevamos de vuelta a nuestras comunidades”, dijo la michoacana Carolina Rangel, al presentar las conclusiones de su mesa.
En este tercer día, también hay exigencias puntuales, como la que llevó a la plenaria Liz Mejorada, de Puebla: “Hacemos ese llamado a la congruencia política a las legisladoras y legisladores d ellos partidos de izquierda, a las legislaturas con mayoría de Morena para promover la despenalización del aborto como una decisión de Estado, sin mas dilaciones y sin más excusas”.
En su mensaje final, la diputada del partido comunista chileno, Karol Cariola, defiende el feminismo como un proyecto político que busca la transformación de la humanidad desde el impulso de las mujeres organizadas, pero entendiendo que la humanidad se constituye desde la diversidad.
Lo hemos dicho con mucha fuerza: queremos eliminar todas las formas de dominación que nos oprimen como seres humanos, como personas. Por eso cuando nos intentan decir que el machismo y el feminismo son una contradicción entre sí y una cosa es lo mismo que la otra, nosotras decimos: No se equivoquen, señores, el feminismo jamás haría con los hombres lo que el machismo ha hecho con nosotras”, dice.
También insiste en la participación de las mujeres en los espacios de poder político.
“El feminismo se construye a partir de un proyecto de transformación y para transformar la realidad de las mujeres, necesitamos espacios de poder político. El que nosotras no ocupemos espacios de poder político se lo estamos dejando a otros. Y cuando decimos que nunca más se tomen decisiones sin nosotras, lo decimos porque hay muchos espacios que por años han estado negados para que los ocupemos y hoy decimos también: los vamos a ocupar todos. Porque no estamos dispuestas a que usurpen nuestras vidas, a que nos sigan matando, a que ocupen nuestros cuerpos, a que nos violen, a que nos maten y tomen decisiones por nosotras. Porque nosotras también podemos hacerlo y hemos mostrado con creces que, no solo lo hacemos bien, sino que somos capaces de construir desde el feminismo, relaciones sociales, políticas y alianzas para construir sociedades distintas”.
En esa misma línea, la Ministra de Igualdad de España, Irene Montero, asegura que la fundación de la Internacional feminista es un ejercicio de conciencia política, responsabilidad y compromiso, así como una voluntad compartida de meterle urgencia a las transformaciones que necesitan nuestras sociedades y pueblos.
“Las feministas tenemos que estar en todos los espacios donde se toman decisiones: los movimientos populares, los parlamentos, y las asambleas, a las alcaldías, las municipalidades, los gobiernos locales, el poder mediático, el poder judicial, la cultura. Debemos estar allá donde se toman decisiones, donde se organizan nuestras sociedades”, dice Montero.
Ningún sistema económico, ninguna organización social, ningún país sobreviviría más allá de unos pocos días sin los trabajos de cuidado que hacemos mayoritariamente las mujeres y particularmente las más precarias, las racializadas, las que no tienen una situación administrativa legalizada. Somos muy conscientes de que sostenemos el mundo y sostenemos la vida. Pero además, hemos tomado conciencia de que somos el principal impulsor democratizador y sostenemos, por tanto, los procesos de transformación de nuestros países que están permitiendo avanzar en derechos en un momento muy complicado para la humanidad y los pueblos del mundo. Un momento en que la crisis del neoliberalismo como sistema depredador de los territorios está en una quiebra tan profunda que necesita respuestas y las feministas quizá tengamos las mejores respuestas”.
Sin embargo, alerta, los conservadores y quienes buscan seguir construyendo privilegios tienen muchos resortes de poder, no solo en la política, sino también en el poder judicial, en sectores del poder mediático, de la cultura y de los espacios digitales.
“No somos ingenuas. Estamos en un momento de afirmación de la capacidad que las feministas y los feminismos tenemos, no solo para sostener la vida y el mundo, sino también para sostener los procesos democráticos que son, en este momento, la única garantía de sociedades que puedan eliminar las desigualdades. Organizarnos es una necesidad legitima y, además, importante para poder ganar esta batalla a los reaccionarios que avanzan con fuerza en todo el mundo”.
La tercera invitada para cerrar el primer cónclave feminista de este siglo es la activista argentina Ofelia Fernández. Ella pone sobre la mesa un semáforo de alerta: están faltando respuestas estructurales para la vida de las generaciones jóvenes.
“¿Cómo van a vivir? ¿Dónde van a vivir, con esta forma del mercado de alquiler? ¿Cómo van a trabajar sin precarización? ¿Qué hacemos con la ansiedad, la depresión, los trastornos alimenticios, los problemas de consumo? Faltan respuestas para esa generación Y me parece que la antipolítica es una respuesta razonable si no intervenimos a tiempo. Quienes creemos en la política como herramienta de transformación de la vida tenemos que preocuparnos más por defender la transformación de la vida que la política como concepto, entonces las feministas tenemos ahí una función importante, que es empezar a plantear algunas respuestas” dice.
Luego enlista una agenda de luchas que fueron recurrentes en las mesas: el reconocimiento de los cuidados, una transformación feminista de la justicia, la deuda con la población trans.
El feminismo tiene que ser popular.—dice sin matices—. Porque ser mujer es difícil, pero más difícil es ser mujer y pobre; más difícil ser mujer, pobre y trans; y más difícil ser mujer, pobre, trans y migrante. Que no nos quieran convencer de que solo hay que ser feminista”.
Después, deja un mensaje en el auditorio: tenemos que construir nuestros imposibles y conectarlos con nuestra historia.
“Nuestro derecho al voto no lleva tanto tiempo como parece. Fue el imposible de otras compañeras y hoy es posible y hoy es derecho y hoy es normal (…) Tenemos que creer que podemos construir un mundo sin feminicidios sin explotación, sin hambre, sin excluidos. ¿Suena fantasioso? No, ese mundo está ahí esperando por quienes se organizan”.
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