En entrevista, la lingüista mixe Yásnaya Elena Gil habla de cómo el lenguaje es algo moldeable, cómo las élites se apoderan de la norma gramatical, de la misma manera que del capital, y provocan marcas de clase y discriminación.
Por Daliri Oropeza Alvarez
Foto: Archivo Pie de Página
CIUDAD DE MÉXICO.- “Si le hacemos caso a los Lorets del mundo seguiríamos hablando latín”. La lingüista ayuuk (mixe) Yásnaya Elena Gil analiza los dichos de Carlos Loret en su programa de youtube y explica la apropiación de la norma por parte de las élites históricamente y las implicaciones a nivel gramatical y social.
En su programa, Loret presentó un reportaje sobre los nuevos libros de texto gratuitos para primero de primaria y cuestionó que enseñan a los estudiantes a hacer asambleas, denunciar a las autoridades y a decir “dijistes”. Lo hizo en el tono alarmista y con hastío que caracteriza a Loret.
“¿Sabe qué le quieren enseñar a los niños?! Cómo organizar asambleas, qué es una plenaria, cómo protestar contra las autoridades. Les enseñan que dijistes, buscastes, estuvistes, está bien dicho. Les hacen aprender que la pobreza es una virtud. Quieren hacer de las escuelas unas fábricas de militantes de Morena”, dijo Loret espantado.
Fundadora del Colegio de la Lengua Mixe, Yásnaya habla con Pie de Página sobre el tema. Para ella, el uso trasciende el bien o el mal, depende de la adecuación que hay de la lengua y de un razonamiento lógico natural que el cerebro realiza, el cual se traduce en un fenómeno lingüístico.
No podemos disfrazar nuestro clasismo de juicios”, asegura.
Yásnaya Elena describe que la lengua es algo moldeable, que cambia con el tiempo, el espacio y el uso que se le da dependiendo del lugar y del contexto y cambia con el tiempo. Además, de acuerdo con su análisis en perspectiva, siempre surgen policías de la lengua a quienes llama ‘Los Lorets’. “El juicio no es sobre el habla, sobre la gramática; el juicio es porque eso te da adscripción de clase. Quién dicta eso. Es un factor social no gramatical.
Reflexiona que en la lengua como en el capital, son las élites quienes quieren controlar los procesos. Y en ese afán, hay marcas de clase al hablar . “Lo que evidencia Loret es una gran ignorancia”.
– Una crítica de Loret es que los libros de texto dan cuenta del uso de la ‘s’ al final de las palabras como dijistes, hablastes y él dice que ahora lo van a enseñar en las primarias. ¿Hay algún problema que se aumente una ‘s’ a las palabras en la castilla que usamos en México?
—No entiendo por qué tanto escándalo. Lo que dice ahí el texto no es cómo deben hablar, lo que dice es que en ciertas condiciones, eso sucede.
La lingüística como ciencia lo que hace es describir los fenómenos lingüísticos. Cuando están enseñando gramática, una cosa es la ortografía y otra cosa es describir fenómenos lingüísticos. Y lo que hace este libro es decir que en la realidad, sucede, que hay personas en ciertos contextos que dicen ‘dijistes’.
Yo creo que le faltó comprensión lectora a Loret. Lo que dice en el libro de texto, lo vi ahí, es que en algunos casos, eso sucede. Entonces, ¿ desde cuándo describir la realidad es un problema? No dice: ‘se debería decir así’ o ‘la RAE dice’ o es mejor?
–Está intentando ubicar a los estudiantes de que hay contextos en los que las personas dicen la ‘s’ y que esto puede suceder…
–Claro. Creo que es falta de comprensión lectora…
–En el caso de este «reportaje» en particular, Loret dice en su crítica que, según él, está mal el “dijistes”. ¿Está mal hablar así? ¿Es algo mal dicho?
–Bueno primero quería decir que en Lingüística no se puede hablar bien o mal porque no hablamos de un asunto moral. Si habláramos del contenido semántico, dirías : ‘está mal si insultas a alguien’. Una ‘s’ no es un insulto, es un fonema.
Yo hablaría de términos de adecuación. Por ejemplo, si tu vas con tus amigos del barrio, te preguntan: ‘Oye, ¿quieres una chela?’ y tú respondes: ‘Después de haber analizado todas las alternativas que tu cuestionamiento me plantea, pero me decanto por el lado positivo’… Te van a abrir, te van a golpear, no es adecuado. No está bien hablar así en ese contexto. Pero si tú vas a la academia y le dices: ‘sí carnal, pus así’, tampoco te van a dar tu título.
Todas las personas aprendemos a cambiar el lenguaje, dependiendo, lo adecuamos. Porque si tú quieres tener una beca y te dicen en la nueva entrevista: ‘¿por qué quieres que esté en la beca? y tu dices así ‘dijistes’, hay un tema que sanciona eso y quizás no sea adecuado aquí el uso. Pero si dices ‘no obstante las ideas’, ahí es adecuado. Pero a ver… inténtalo a decir en tu barrio, con tus amigos, vas a perder amigos.
No es el mismo mixe que usas en un ritual, que para pedir una muchacha, que el que uso con mis cuates. El léxico, la sintaxis, la fonología, también se van adecuando. También dependen del tiempo. Por eso lo que es bien y mal, es depende.
O sea, si Loret está en una cantina y empieza a hablar como presenta su noticiero, lo van a ver raro. No es adecuado. Pero además, la lengua cambia con el tiempo. Lo que antes se consideraba adecuado, después ya no.
Por ejemplo, hay un señor afuera de una ciudad cuando el Latín ya se estaba corrompiendo –para ciertas visiones– y se estaba volviendo castellano. Entonces escribe un libro que decía: ‘no se dice lechuga, se dice letzuccia; no se dice leche se dice lácte’.
Siempre han existido los policías de la lengua y siempre han fracasado. En el instante. Porque a pesar de que los Lorets del pasado se impactaron por quienes decían leche, pues hoy en día decimos leche y ahora ahí es correcto. Eso pasa con con muchas marcas. Porque además hay marcas de clase. También hay, por ejemplo, identidades lingüísticas.
Por ejemplo, la comunidad LGBT. Empieza a usar cierto léxico, a hacer ciertas tipo de pronunciaciones porque da pertenencia al grupo.
En el caso de España, muy extraño, porque la mayoría de las lenguas no tienen un organismo regulador como la Real Academia Española. Lo que va haciendo no es normar la lengua porque eso no se puede. Nada más diga como debes hablar cuando estás con tu perrito o tu gatito.
Lo que hace es normar la variante de lengua que se usa para escribir.
En el caso del ‘dijistes’ lo que hay es una nivelación de un paradigma. Paradigmas gramaticales. Por ejemplo: en español, cuando se conjuga la segunda persona termina siempre en ‘s’, menos en el pasado. Entonces tú dices: tú comes, tú comerás, tú comerías. ¿Qué tienen en común? que todas terminan con ‘s’. Entonces se abstrae y se dice: ‘Ah, pues el pasado debe ser tu comistes, porque tú comes, tú comerás, tú comías. Esa excepción se quiere nivelar el paradigma formalmente y eso significa que tu cerebrito hace muy bien las analogías. Y así aprendemos las lenguas, en realidad.
Por eso los niños dicen: ‘no cabo’. Están nivelando el paradigma, porque es una excepción, porque es: ‘no amo, no como, no, no duermo… no cabo’. Claro, porque su cerebro está nivelando el paradigma. Caber es una excepción en cómo se conjuga. Entonces le tenemos que avisar a los niños y se dice quepo, dando cuenta de la excepción.
En ciertos momentos, las clases altas creen que controlar la excepción les da prestigio. No es que sean más inteligentes, es que tienen la información que han pasado, entonces no hay que nivelar el paradigma. Pero el cerebro tiende a hacerlo, porque así funcionan los paradigmas lingüísticos. Van a decir si ‘segunda persona’ es a ‘terminacion en s’ Entonces ‘dormir’ es a ‘dormistes’.
Controlar la norma y la excepción de la norma, te da prestigio social. Entonces es: ‘yo no digo dijistes’. Porque sé que hay norma social. Eso no es hablar bien, ni mal. Así es el cambio lingüístico, porque si no, si le hacemos caso a los Lorets del mundo seguiríamos hablando latín. Del Latín a ahora, antes era abodega y ahora es bodega. ¿Diremos que está mal decir bodega? Si esas marcas las tienen las clases bajas, se hace un marcador de clases sociolingüístico. Se mezcla lo gramatical con lo social.
Para empezar, uno: yo creo que Loret de Mola no tiene comprensión lectora, porque el libro no dice que así se debe o se enseña a escribir, o a hablar. Además en términos positivistas, es acientífico. El libro está describiendo fenómenos lingüísticos. ¿Está mal enseñarles fenómenos del mundo a los niños y a las niñas? Pues no.
Y la dos: se diferencia la norma. Si quieres meter algo al Fonca, pues vas a tener que poner dijiste, sin ‘s’. Y va a haber dos fuerzas. Generalmente en las lenguas hay dos fuerzas, una que es conservadora y otra que es innovadora. A la larga, vamos a ver quién gana.
Hay una negociación constante y a la larga la lengua va cambiando y con esa fuerza. Por ejemplo, directo y derecho. Son dos versiones de la misma palabra en latín, pero cada una evolucionó diferente.
Entonces lo culto o lo no culto, lo que está bien o no está bien dicho, como decía un profesor: ‘está bien dicho, porque lo digo y me entiendes’. Si yo te digo ‘dijistes’, me entiendes. Podemos evaluar en medida que eso se entienda. Si yo te digo ‘palitroche’ en lugar de ‘dijiste’, cambia toda la palabra y se interrumpe la comunicación. Por eso, más que hablar bien o mal, insisto en la adecuación. Hay que entender para qué usamos la lengua.
–Por ejemplo pienso en mi abuela que hablaba así, o en varios pueblos donde se habla así, de modo normal. He pensado que hay cierta rebeldía en el modo de enunciar en el lenguaje, dependiendo de las diferentes cosmoexistencias que hay. Que al final, cuando impones una lengua, también a la hora de enunciarla se rebela la lengua originaria, que de alguna manera se está rebelando ante la imposición…
–Ah, sí. Eso se llama sustrato. Son lenguas de sustrato. Por ejemplo: el uso del diminutivo en el español mexicano, que es muy poco referencial. O sea, cuando dices ‘mi casita’, no es como en otras variantes de español, que hablas de una casa chiquita. No es referencia. O cuando dices la Virgencita, no es que sea una virgencita, chiquita.
A eso se llama marcas de sustrato. Hay un sustrato de una lengua que se asoma en la otra. Pero en el caso de Loret ni siquiera es eso. Es la nivelación del paradigma de la segunda persona. Pero la interpretación que se hace, es una interpretación social porque la gente fresa tiene ciertos hábitos lingüísticos y se da identidad y se difunden los cambios con la gente que estás hablando. Y pues ya que existe el clasismo, usas muchas marcas para ser clasista. Marcas de cómo haces tu fiesta y también de cómo hablas.
Como la gente que controla la excepción son personas altamente expuestas a la norma, se las tatuaron o tienen más exposición a los Lorets, a la norma, pues obviamente no quieres que en cierto círculo se burlen de ti, por eso aprendes a consolar y dices ‘dijiste’. Por eso te da clase, te da adscripción de clase. Pero eso es un fenómeno extralingüístico. Es la valoración, es una apreciación sociolingüística, no es la gramática. Para la gramática estaría mejor que el paradigma esté bonito, es decir, ‘dijistes’, porque así ya todas tus segundas personas, parejito, terminan en ‘s’. La identidad de la segunda persona en su conjugación es la s.
–¿Cómo se puede combatir el clasismo y la discriminación desde la lengua?
–Una cosa importante es saber más de gramática. Es lo que yo creo que a la Universidad le hace falta.
Hay dos tipos: una gramática prescriptiva y otra gramática descriptiva. Supongamos que me quiero dedicar a la física y digo: ‘el átomo debe comportarse así’. Nadie me tomaría en serio. ¿Cómo voy a normar mi objeto de estudio?
En la gramática descriptiva lo que hace es describir los fenómenos que existen, como el ‘dijistes’, y explicar por qué. Explicar por qué el átomo se comporta así, no voy a decir ‘debería comportarse así’. Yo tengo que explicar por qué la gente dice ‘dijistes’. Lo que está en el libro es lo que no entiende Loret. Es esa diferencia.
Obviamente una tarea del sistema educativo es enseñar esto. Enseñar que para que te den el Fonca no pones ‘dijistes’. Hay diferentes registros, se llaman registros de lengua. Hay un registro que uso en la universidad haciendo mi tesis y otro registro en el barrio y ambos son importantes. Un registro hace que consiga una cosa, el otro registro hace que consiga otra.
Estamos cambiando, no es lo mismo como hablas con tu mamá o tu abuelita, que con tus amigas. Vamos cambiando el registro. Lo que está en el libro, por un lado, es que los alumnos solo deberían aprender las gramática prescriptiva, no la descriptiva. Pero si fuera así, no podrías enseñar poesía porque la poesía rompe con la prescripción, para poder tener efectos estéticos.
–En realidad, ¿son las élites las que se deberían dar cuenta de esto y normalizar el uso de las palabras como ‘dijistes’?
–Porque además yo te aseguro que Loret no habla todo el tiempo como dice la RAE.
Seguramente dice ‘pus sí’ o dice ‘ca’on’ en lugar de ‘cabrón’ discutiendo en una cantina con sus cuates. Lo único que está diciendo el libro es: ‘hay casos en los que esto sucede’. Los maestros van a seguir, cuando los alumnos aprendan escritura formal, que está bien a ver la realidad.
Hay marcas de clase en la lengua que se usan como marcación de clase. Así como la ropa. Dentro de muchas variantes, la lengua es muy rica. Una misma persona nunca habla igual, hay cambio entre generaciones, pero hay cambio entre tú misma hablando en ciertos contextos y en otros, hay cambio geográfico, no es el mismo el español en Tabasco que el de la Ciudad de México. Hay variación, se llama diastrática: cuando es por estrato social, cuando una persona fresa no habla igual que una persona de Tepito, eso se llama variación diastrática, de estratos.
Luego está la variación diacrónica, que es en el tiempo. Está la variación diatópica, que es en el espacio. Alguien habla español en Santiago de Cuba y alguien que está en Madrid. Eso es una variación diatópica. El hecho que tu abuelita habla distinto a ti o la gente de 1930 habla distinto a nosotros, es una variación diacrónica.
Y el hecho de que una persona de cierta clase hable distinto y tenga marco de clase a otra clase social, se llama variación diastrática. Además, una misma persona que habla distinto en ciertos contextos, se llama variación de registro.
–Entonces el lenguaje es algo totalmente moldeable…
–Todo el tiempo, quieras que no. Tengo un texto: Cómo ser policía de la lengua y fracasar en el intento. Lo que evidencia Loret es una gran ignorancia. Yo pensé que el libro decía algo como: ‘puedes escribir dijistes’. Que yo estaría de acuerdo. ¡Pero no! Lo que dice es que en ciertas circunstancias pasa. Es como decir que en ciertos lugares, la gente prefiere comer tortillas de maíz.
No podemos disfrazar nuestro clasismo de juicios.
La gramática no es un asunto de moral, no es buena o mala. Es adecuada a la situación. ¿Eso está bien dicho?, depende de qué. La lengua es maleable, es cambiante.
Hay muchas variantes del español. En toda esa variedad, diatópica, diacrónica, una entre muchas es la lengua que se expresa en los medios de comunicación y para la escritura.
Cuando yo transcribo algo de la oralidad, eso no es escritura. La escritura necesita de una variante específica. No hay manera que hablando yo diga ‘no obstante’. Tal ves lo diga en una conferencia o lo voy a usar en un escrito. Hay una variante específica que tiene demasiado prestigio. Y la gente confunde todo el español como si fuera solo esa variante.
Y el español es rico, complejo, cambiante. Las lenguas vivas son así. Una lengua que está muriendo, lo primero que pierde es variación. ¿Qué variación puede tener una lengua que hablan cinco personas? Ya no hay diacrónica, ya no hay diatópica.
Una lengua fuerte, una lengua grande, está cambiando todo el tiempo. es un organismo vivo. Las personas confunden una variante concreta y le dan mucho prestigio. Y luego creen que eso es la lengua.
–Porque al final, quienes le dan prestigio terminan siendo las mismas élites económicas o políticas…
–Exactamente. En realidad, el juicio no es sobre el habla, sobre la gramática: el juicio es porque eso te da adscripción de clase. Quién dicta eso. Es un factor social no gramatical. Entonces, así como controlan el capital, quieren controlar la excepción.
No lo dicen así, pero es: ‘Yo sí puedo saber que dijiste es la excepción de la segunda persona del pasado’. Ese mecanismo es un fenómeno social, no de la gramática. Controlo la excepción, me da clase. Me da caché tener la bolsa de Luis Vuitton que cuesta muchísimo y que no todo mundo puede comprar. Si todo mundo lo pudiera comprar, no me daría marca de clase.
Si todo mundo puede controlar la excepción de la norma, si todo mundo podría decir dijiste, ya no me da marca de clase. Necesito la exclusividad del privilegio, de que no más sea para unos cuantos.
Entonces lo que está tratando de hacer es decir que eso está mal y es porque está mal en mis términos.
Yo no digo que está mal enseñar esa variante de la lengua, porque pues yo la uso, pero estar conscientes que es una variante entre varias y que todas son muy ricas y tienen valor.
Lo que me permite la norma de la escritura es poder comunicarme. Porque si Niurka empieza a escribir: ‘mi veldá’, como suena ‘mi verdad’, me va a costar leerla.
En realidad hay una motivación política que es atacar los libros de texto. Y se agarra de la norma para hacerlo.
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