19 marzo, 2023
La reciente muerte de siete niños y niñas por desnutrición severa en Choréachi, comunidad del municipio de Guadalupe y Calvo, ha puesto los ojos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos sobre las estrategias de salud del gobierno de Maru Campos en Chihuahua.
Texto: Patricia Mayorga / Raíchali
Fotos: Raúl Fernando
CHIHUAHUA. – La noche del martes pasado, la gobernadora María Eugenia Campos Galván sorprendió con la noticia de la destitución del secretario de Salud, Felipe Fernando Sandoval Magallanes, “por omisiones graves e indolencia”, principalmente la Sierra Tarahumara, pero la decisión cobró mayor importancia porque se trata de la falta de apoyo a la clínica Santa Teresita que está a cargo de los jesuitas en Creel, municipio de Bocoyna.
La clínica Santa Teresita se ha dedicado por más de 50 años el grave problema de desnutrición en la niñez indígena en siete municipios de la región, con altos índices de mortalidad por desnutrición. Es parte del Complejo Asistencial Clínica Santa Teresita fundado por el jesuita Luis Verplancken, con el fin de mejorar las condiciones de vida de los pueblos indígenas y está orientado a la atención de salud, educación y cultura.
La clínica Santa Teresita dejó de percibir subsidio del gobierno estatal a partir de la pandemia por Covid-19 y las donaciones que recibe se vieron afectadas por la misma causa. Uno de las principales peticiones al actual gobierno, es el apoyo para el funcionamiento de la clínica y para los internados de la región, que atienden a niñas y niños indígenas. Habían sido ignorados hasta que asesinaron a los jesuitas Javier Campos Morales (padre Gallo) y Joaquín Mora Salazar, cuando la exigencia por abatir las causas de la violencia, se intensificó.
En las mesas de trabajo con representantes de la Sierra Tarahumara, uno de las exigencias más fuertes ha sido la atención a la desnutrición y el apoyo a la clínica Santa Teresita, un ícono en la atención a niños y niñas desnutridos. A lo largo de los años contrataron a personal de salud, rarámuri y mestizo. Pero la respuesta se dilató y las autoridades de la clínica tuvieron que liquidar a gran parte de la plantilla laboral porque no hay solvencia económica para mantenerla. Tuvieron que cerrar todos los servicios y sólo lograron sostener la atención pediátrica.
De acuerdo con ex empleados de la misma clínica, el reclamo hacia la Secretaría de Salud aumentó en las mesas de diálogo, hasta que la gobernadora se enteró de la falta de apoyo y tomó la decisión de despedir al médico Fernando Sandoval.
El octubre pasado, hicieron público que 15 niños y niñas fueron hospitalizados durante las semanas recientes en la Clínica Santa Teresita, por desnutrición y cuatro fallecieron. Ese mismo mes, informaron que el hospital comunitario (antes era general pero por la violencia huyeron médicos especialistas) fallecieron otros cuatro niños por la misma causa. Los decesos no han parado.
En la clínica dan seguimiento actualmente a mil 553 niños en riesgo por desnutrición, sin contar los que se atienden en otras regiones de la misma Sierra Tarahumara.
El anuncio de la destitución ocurrió a sólo dos días de que representantes de la Compañía de Jesús, principalmente los jesuitas de la sierra, acudan a palacio de gobierno para la implementación de las medidas cautelares de los sacerdotes de Cerocachui, donde asesinaron a los padres el 20 de junio de 2022.
Hoy jueves 16 de marzo, estarán los jesuitas en la ciudad de Chihuahua para la implementación de las medidas cautelares ordenadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ante la falta de protección a quienes sobrevivieron a la masacre del 20 de junio, cuando también fueron asesinados el guía de turismo, Pedro Eliodoro Palma Gutiérrez y Paúl Osvaldo Berrelleza Rábado, un joven que fue secuestrado junto con su hermano, pero sólo él apareció sin vida días después.
Los testigos de la masacre reconocieron y señalaron como responsable a José Noriel Portillo Gil, líder del grupo delictivo que controla la región para el cartel de Sinaloa, y que hasta ahora no ha sido capturado.
El comunicado del gobierno estatal informó:
El gobierno del estado informa que este día, tras una reunión de gabinete social para dar seguimiento al trabajo, objetivos y metas de la actual administración, se detectó que en la Secretaría de Salud se incurrieron en omisiones graves e indolencia en servicios directos, entre ellas una muy sentida e importante para este gobierno, como es la sierra Tarahumara.
El Gobierno del Estado informa que este día, tras una reunión de gabinete social para dar seguimiento al trabajo, objetivos y metas de la actual Administración, se detectó que en la Secretaría de Salud se incurrieron en omisiones graves e indolencia en servicios diversos, entre ellas una muy sentida e importante para este Gobierno como es la sierra Tarahumara.
La gobernadora Maru Campos, pidió a su titular su renuncia inmediata anteponiendo siempre el bienestar de las y los chihuahuenses y el compromiso hacia ellos.
Por el momento, se nombró a Gilberto Baeza Mendoza como encargado de despacho en tanto se designa al nuevo titular.
El Gobierno del Estado reitera su compromiso con los chihuahuenses de escuchar siempre a la ciudadanía y atender cualquier inquietud respecto a la actividad gubernamental.
El 31 de enero, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitió la recomendación 12/2023 a la gobernadora y al presidente de Guadalupe y Calvo, Julio César Chávez Ponce, para que atiendan de manera colectiva la desnutrición en la niñez rarámuri de la comunidad de Choréachi, en el municipio de Guadalupe y Calvo.
La recomendación se originó por la muerte de siete niños y niñas por desnutrición severa, padecimiento que es prevenible.
El organismo pide a Campos Galván que colaboren en el trámite ante la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas del Estado de Chihuahua, para la inscripción de las víctimas indirectas de los niños y niñas fallecidos por desnutrición, para que para que reparen el daño.
La reparación del daño incluye la atención de las víctimas indirectas, dotarles de medicamentos convenientes.
Además les piden un censo actualizado para conocer cuántas niñas y niños viven en la comunidad, así como un diagnóstico sobre el estado de salud nutricional en el que se encuentran, un diagnóstico sobre las necesidades en materia de acceso colectivo a la salud, a la seguridad alimentaria, a la educación, el fortalecimiento de la identidad cultural de la comunidad Choréachi y su desarrollo.
Las autoridades estatales deberían realizar un Plan multidisciplinario integral y de reparaciones colectivas, para realizar las gestiones administrativas correspondientes para que dotar al Centro de Salud de la Comunidad de Choréachi.
Junto con el ayuntamiento de Guadalupe y Calvo, garanticen a la comunidad de Choréachi el acceso a la salud, a la vida, a un nivel de vida adecuado, a la educación, a la alimentación adecuada, y el interés superior de la niñez, entre otras.
La gobernadora informó que desde que inició su gobierno han atendido a 26 mil personas que viven en zonas marginadas en la Sierra Tarahumara a través de los Centros de Recuperación Nuticional y Albergue Materno (Cerenam), que aloja a menores de 5 años con desnutrición leve o moderada, así como a mujeres embarazadas.
El nutriólogo asesor de la organización Alianza Sierra Madre, que trabaja en la comunidad de Choréachi o Pino Gordo, detalló que la desnutrición en las regiones de la sierra se debe atender con enfoques transculturales, no sólo inteculturales para entender el problema en su dimensión.
“Se necesita conocer primero el proceso de nutrición de las personas de la sierra y a partir de esto, generar alguna propuesta. Creo que más bien el problema se relaciona con toda la situación de la sierra, con la tala ilegal y legal, que por lo tanto afecta los suelos de cultivo porque los procesos ecológicos que tiene el bosque normales, ya no se realizan y se ve reflejado en los suelos de cultivo, que ese es para mí, el principal problema. La cantidad de maíz que se tiene actualmente es de rendimiento muy bajo”, acotó el nutriólogo.
Y es que el maíz es el alimento básico para las comunidades de la Sierra Tarahumara, por lo que para el especialista ese sería un enfoque integral y transcultural para atender y abatir el problema de desnutrición en la niñez indígena.
“En el caso de los niños que están recién desnutridos y que lo puedo recuperar con comida. Pero aún así, si a ese niño se le recupera pero lo llevan a la misma condición de su casa que no tiene comida, va a empeorar. Se le está poniendo un curita mal pegado, porque se le da orientación a la mamá, orientación del plato del bien comer. Y no se le da ninguna otra herramienta”, advierte.
“Me tocó un caso en Baborigame (municipio de Guadalupe y Calvo). Llegó una niña con bastante edema. Ahí teníamos solamente, el principal insumo era leche, leche en polvo. Entonces, pues llegó ahí con las monjas, las monjas me dijeron, ‘¿qué hacemos? ¿La podemos atender, cómo ves? Y le hice un tratamiento gradual. Y en el tiempo que yo estuve ahí, que fueron como dos semanas, la niña se recuperó. Yo me voy de Baborigame, cuando vuelvo como dos meses después, más o menos, las monjas me dicen que la niña falleció. Porque volvió exactamente a lo mismo. O sea, nosotros hicimos el esfuerzo por recuperarla y la niña se fue completamente sin edema. Entonces, su carita bien diferente, pero eso es lo que hace el Cerenam”.
El nutriólogo recuerda que en un diagnóstico que trabajó el año pasado con 900 niños y niñas de las comunidades de Norogachi, municipio de Guachochi, Bagorigame y Turuachi de Guadalupe y Calvo, así como en Urique, la prevalencia de la desnutrición fue preocupante. “Teníamos prevalencias que si estaban muy alejados de la carretera, las comunidades o las regiones. Teníamos prevalencias hasta del 60 por ciento con algún grado de desnutrición.
“Las que estaban más cercanas a un pueblo más grande, como Baborigame, por ejemplo, como Norogachi, teníamos prevalencias del 40 por ciento con algún grado de desnutrición. Vi también alguna evaluación que hizo Salud Pública, el Instituto de Naciones de Salud Pública, y ahí estábamos en las mismas cifras.
“En Choreachi, como dice el informe de Derechos Humanos, y también una primera medición que realizamos, la prevalencia es del 80 por ciento. Es muy alta. Un dato que daban los de la clínica Santa Teresita (de Creel), hablaban de más de mil niños con desnutrición. Yo ahorita pudiera decir que casi donde me parara de la Sierra Tarahumara, al menos voy a encontrar el 40 por ciento de niños con desnutrición”.
Respecto de la recomendación de la CNDH, el organismo pide a María Eugenia Campos Galván que colaboren en el trámite ante la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas del Estado de Chihuahua, para la inscripción de las víctimas indirectas de los niños y niñas fallecidos por desnutrición, para que para que reparen el daño.
La reparación del daño incluye la atención de las víctimas indirectas, dotarles de medicamentos convenientes.
Además les piden un censo actualizado para conocer cuántas niñas y niños viven en la comunidad, así como un diagnóstico sobre el estado de salud nutricional en el que se encuentran, un diagnóstico sobre las necesidades en materia de acceso colectivo a la salud, a la seguridad alimentaria, a la educación, el fortalecimiento de la identidad cultural de la comunidad Choréachi y su desarrollo.
Las autoridades estatales deberían realizar un Plan multidisciplinario integral y de reparaciones colectivas, para realizar las gestiones administrativas correspondientes para que dotar al Centro de Salud de la Comunidad de Choréachi.
Junto con el ayuntamiento de Guadalupe y Calvo, garanticen a la comunidad de Choréachi el acceso a la salud, a la vida, a un nivel de vida adecuado, a la educación, a la alimentación adecuada, y el interés superior de la niñez, entre otras.
Respecto del Cerenam, dijo que atienden a los usuarios con ese enfoque, ya que se basan en la visión del plato del buen comer. “Revisando los los materiales que hay en el Cerenam que conozco, de Choréachi, la alimentación alimentaria se quiere hacer con el plato del buen comer sin ninguna adaptación y sin planear cómo hablar de él con las comunidades, y parece que no hay ningún interés por hacerlo”, señaló Granados.
Detalló que la desnutrición cónica, que se conoce como retardo del crecimiento, indica que el problema tiene mucho tiempo. Ese indicador revela que hay bebés que nacen con desnutrición y por lo tanto, la mamá también vive con desnutrición.
Y los Cerenam que atienden mujeres y niñez indígena no atienden casos de desnutrición severa porque requieren atención clínica, pero tampoco se atiende el problema de raíz en los casos leves y moderados.
Una vez que las niños y niños se recuperan en los Cerenam, es fácil que recaigan porque el problema no está atendido de raíz. Regresan a sus hogares en las mismas condiciones de precariedad.
Este trabajo fue publicado originalmente por RAICHALI, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.
Corresponsal de la revista semanal Proceso.
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