14 marzo, 2023
En 2021, BP y la estadounidense Sempra trasladaron un cargamento de gas a la planta de licuefacción Energía Costa Azul, en México, y compensaron la polución mediante créditos de carbono provenientes de la conservación forestal. Pero la operación encierra incógnitas, extensibles a toda la industria de gas licuado
Texto: Emilio Godoy / Climate Tracker
En la actualidad, las empresas e individuos pueden comprar bonos de carbono de emisiones, en lo que se conoce como el mercado voluntario, para compensar (offset, en inglés) sus gases de efecto invernadero. De hecho, cada bono representa la eliminación de una tonelada métrica de dióxido de carbono de la atmósfera, en un intento por mitigar los efectos de la crisis climática.
En esa línea, las empresas estadounidenses de hidrocarburos quieren usar compensaciones u offsets para simular la eliminación de emisiones contaminantes en sus exportaciones de gas a México. Esto, sin contar con una metodología clara ni considerar las emisiones generadas por el consumo de este combustible fósil en territorio mexicano.
Por lo mismo, expertos consultados por Climate Tracker cuestionan la metodología utilizada, así como el alcance real de la disminución de emisiones, la transparencia del mercado de bonos de carbono y el anclaje a un combustible fósil que puede retrasar la transición energética.
Jonathan Crook, oficial de Política de Carbon Market Watch (CMW), califica de “ecoblanqueo” (greenwashing) la estrategia que la industria aplica desde al menos 2020.
“Es para hacer ver al gas licuado que no tiene el impacto que en realidad tiene, para dar la impresión de que los impactos climáticos pueden ser abordados fácilmente mediante la compra de offsets. Solo buscan mejorar la imagen de la empresa o de la industria de fósiles”, señala Crook.
En 2021, CMW publicó el reporte Sueños imposibles de cero neto: Por qué los combustibles fósiles no pueden ser considerados carbono neutrales, en el que estipuló que la empresa debe demostrar claramente por qué y cómo sus productos y servicios son inevitables, irremplazables y alineados con rutas para limitar el calentamiento global por debajo de 1.5°C, el techo adoptado por los países en el Acuerdo de París en 2015 para evitar catástrofes irreversibles.
Además, la compañía debe reducir las emisiones de toda su cadena de valor y explicar por qué la contaminación marginal es irreductible, así como enfrentar esa polución residual vía el financiamiento de actividades de reducción o remoción de emisiones, mientras sean medibles, verificables, permanentes y adicionales –qué habría ocurrido sin este financiamiento–.
El “gas licuado” se refiere a la mezcla de gases que es transformada a estado líquido mediante su enfriamiento, con el fin de comprimir su volumen para el traslado en barco. Al llegar a su planta de destino, el proceso se revierte de nuevo a estado gaseoso.
En ese proceso, la extracción del gas y su regasificación generan metano, mientras que el traslado, la licuefacción y la quema en planta emiten dióxido de carbono (CO2).
En julio de 2021, BP y la estadounidense Sempra enviaron un cargamento de gas a la planta de licuefacción Energía Costa Azul –situada en el noroeste de México y propiedad de Infraestructura Energética Nova (Ienova), filial mexicana de Sempra LNG–, compensado mediante créditos de carbono provenientes de la conservación forestal del proyecto CO2Comunitario, ejecutado por el Instituto Mundial de Recursos (WRI) y cuyo comprador es BP.
Esa operación es hasta ahora la única conocida relacionada con México. Sempra LNG ha adoptado la meta de reducción de 20% en sus gases de efecto invernadero respecto al nivel de 2020 y planea asumir objetivos adicionales en 2025, sin especificar las vías para esos recortes.
Pero la operación incumplió con los estándares de carbono neutralidad, ya que no consideró las emisiones de alcance 3 ni el uso apropiado de los bonos, y se acusó la falta de transparencia en el proyecto específico que generó los offsets y su precio, aunque BP calculó las emisiones compensadas sin revelar la metodología, según el análisis de CMW.
El estándar del Protocolo de Gases Efecto Invernadero, el más usado en el mundo, calcula los niveles de emanaciones. Las emisiones de alcance 1 provienen directamente de fuentes bajo control de la empresa, las de alcance 2 son las emisiones de la energía que la compañía compra y las de alcance 3, las originadas por los clientes o proveedores de la corporación, no cubiertas en las 1 y 2.
El metano es un gas 84 veces más poderoso de atrapar calor que el CO2 en un lapso de 20 años, aunque permanezca menos tiempo en la atmósfera. Por eso, su control es fundamental para contener el aumento de la temperatura del planeta en 1.5 grados centígrados.
México redujo sus emisiones de metano de 6,3 millones de toneladas en 2021 a 6,05 millones en 2022, según el Monitor de Metano de la Agencia Internacional de Energía, con sede en París.
La agricultura contribuye con un 40% de las emisiones de metano, seguida por los residuos con un 33%, y el ramo energético con un 26%. En este último rubro, 45% proviene de la extracción petrolera costa afuera y 11%, de fugas de gasoductos.
Luego de un impulso febril de las exportaciones de gas licuado “carbono neutral” en 2021, cuando totalizó 30 cargamentos, ese ritmo parece disiparse, con unos 10 en 2022, y al menos uno en 2023, según la consultora Wood Mackenzie.
Lukas Ross, gerente de Programas de Amigos de la Tierra –con sede en Virginia (Estados Unidos)-, cataloga de “falsa” la aserción del denominado gas licuado “carbono neutral”.
“Es solo una estrategia de relaciones públicas, una gran estrategia de supervivencia fósil y así no reducir emisiones. Van a seguir repitiéndola, sin importar cuántas veces sea desmentida. Quieren usar a México de parada para vender gas más caro en otros países. Solo buscan ganancias más convenientes para la industria”, critica.
El Grupo Internacional de Importadores de Gas Natural Licuado, con sede en Neuilly-sur-Seine (Francia), ya adoptó el Marco de Monitoreo, Reporte y Verificación y GLN Neutral que busca la promoción de una definición específica de “gas licuado neutral” y la divulgación de emisiones verificadas basadas en criterios contables apropiados, para cualquier ente que reporte la huella carbónica de un cargamento de gas licuado o afirme una reducción de emisiones, compensación o carbono neutralidad.
El factor de emisión globalmente aceptado estima 2,5 kilogramos de CO2 por kilo de GL.
En el proceso, la quema representa la mayor huella ecológica. A lo largo del ciclo de vida promedio de un cargamento, se lanzan unas 270 mil toneladas de CO2 y cuya compensación requeriría unos 240 mil árboles.
La mayoría del gas que se exporta a México procede de la Cuenca Pérmica, el mayor campo gasífero de Estados Unidos y que se extiende sobre 220 mil kilómetros en Texas y Nuevo México.
Por los efectos de la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022 que ha alterado el plano gasífero mundial, las empresas y el gobierno mexicano buscan que este país latinoamericano se convierta en un centro de reexportación de gas licuado, extraído mediante la fractura hidráulica (fracking), –una técnica que demanda grandes volúmenes de agua y químicos que contaminan los acuíferos– para cubrir los mercados de Asia, hambrientos de este elemento.
El estudio “Efectivo natural licuado: cómo las exportaciones de metano revierten el progreso climático, perjudican a los consumidores y amenazan a las comunidades”, divulgado en febrero por Public Citizen, Amigos de la Tierra y Bailout Watch, indica que la firma de contratos de exportación de gas licuado a México viene en alza desde el segundo trimestre de 2021, año en el que totalizó 17 mil millones de toneladas.
Al año siguiente ese volumen sumó 41mil millones y 5 mil millones hasta febrero pasado. Siete empresas estadounidenses participan en esos contratos.
En el caso de México, existen cuatro contratos por 20 años para trasladar 10,1 millones de toneladas anuales a la zona de Asia-Pacífico.
En la semana del 6 de marzo, casi 16 millones de toneladas métricas de gas se movieron a bordo de 118 cargamentos en el mundo, según estimaciones de LNG Market Tracker.
México ocupa el puesto 20 en reservas probadas de crudo en el mundo y el 41 de gas, pero su industria de hidrocarburos decae por la falta de depósitos de fácil extracción.
En enero, la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) produjo 4.881 millones de pies cúbicos (p3) de gas diarios, con una leve subida en comparación con el mismo mes de 2022 – 4.639 millones–. El año pasado la obtención de este combustible mostró un promedio de 4.693 millones.
Ante la insuficiencia de la producción nacional, Pemex importó 284 millones de p3 de gas diarios, principalmente de Estados Unidos, y casi un tercio menos que el nivel de enero de 2022 –673 millones–. En 2022, la extracción promedio diaria se ubicó en 532 millones.
Alan Zibel, director de Investigación de la no gubernamental Public Citizen –radicada en Washington, D.C.–, asegura que el gas no va a beneficiar a los consumidores mexicanos o estadounidenses.
El carburante “trasladado” vía México va a ser usado en otro sitio, que paga precios más altos. Sorprende cómo las empresas usan México para saltar la falta de interés en California y crear otro mercado para el gas (de la Cuenca Pérmica) y así crear más presión para perforar en Texas, Utah, y que es lo opuesto a lo que deberíamos hacer. Es otra forma de atraer inversionistas de Wall Street, de fondos de inversión”, analiza.
Cuatro plantas privadas proveen del combustible al noreste y noroeste de México, destinado principalmente a plantas termoeléctricas y uso industrial.
Además, el Departamento estadounidense de Energía ha concedido al menos cinco permisos para exportar gas licuado y reexportarlo vía México desde 2016. Asimismo, un proyecto está en construcción y otros cuatro están planeados en la costa del Pacífico mexicano.
Si bien la industria fósil tiene interés en los offsets forestales, el futuro del denominado gas licuado carbono neutral es incierto.
“Es difícil de decir si la industria mantendrá la idea del gas licuado carbono neutral. Es posible que haya más argumentos (falaces) a su favor. La crisis ha empujado a las empresas a aumentar la exploración y extracción”, prevé Crook.
Para Ross, el envío de gas licuado a México y su reexportación representan un enorme riesgo climático. “Son bombas climáticas. Impedir su construcción es uno de los pasos más importantes para mantener el calentamiento global en 1,5 grados”, plantea.
Mientras, Zibel critica el impulso estadounidense al consumo de combustibles contaminantes y dañinos para la salud.
“Las comunidades mexicanas están en riesgo de convertirse en zonas de sacrificio, como ha ocurrido con las localidades en el Golfo de México” que albergan instalaciones de hidrocarburos, alerta.
Este texto fue producido con el apoyo de Climate Tracker América Latina. Aquí puedes consultar la versión original.
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