La protesta para supuestamente defender al INE fue útil para la oposición a la 4T. Pero el oxígeno de la movilización se agota con rapidez.
Por: Alberto Nájar
Hay varios mensajes tras el movimiento político del domingo 26 de febrero, que algunos definen como marcha y otros llaman sólo una concentración.
A muchos de quienes salieron a las calles les motivó el odio, violencia, clasismo y la nostalgia por la impunidad que gozaron por décadas.
Pero también participaron ciudadanos realmente molestos con lo que sucede en el país, especialmente en materia de seguridad.
Para estas personas la convocatoria a supuestamente defender al Instituto Nacional Electoral (INE) les cayó como anillo al dedo:
Fue la oportunidad de expresar su molestia más allá de sus casas, restaurantes o clubes deportivos.
De hecho, pocos sabían de lo que se trata. Las versiones sobre la propuesta iban desde el intento de reelección de López Obrador, hasta el secuestro de todas las credenciales de elector en el país.
Esto confirma que hay una cantidad importante de personas dispuestas a movilizarse -y eventualmente a votar- sin otro motivo más que expresar su enojo.
Muchos de quienes participaron en la protesta son vecinos de Ciudad de México, tanto de colonias de clase media y alta como de barrios populares.
Es una inconformidad que se expresó crudamente en las elecciones intermedias de 2021, cuando el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) perdió el control de la mitad de las alcaldías de la capital.
No está claro si aumentó el descontento desde entonces, pero algunas encuestas muestran una ligera caída en el respaldo electoral de Sheinbaum.
En ese contexto, la protesta del domingo debería ser una llamada de atención para corregir el camino, y evitar que la ciudad más progresista del país caiga en manos de grupos anti derechos.
Varios personajes del pasado se subieron al tren de la convocatoria para la protesta, pero su papel el domingo pasado fue marginal.
Lo mismo ocurrió con otros que al inicio del sexenio pretendieron apoderarse de la bandera ciudadana para crear una especie de movimiento opositor.
Un ejemplo es Claudio X. González y sus secuaces, que hace un par de años contrataron los servicios del PRI, PAN y PRD pero que al paso del tiempo les resultó un mal negocio:
No lograron ni una sola de las metas que se habían planteado y por el contrario, perdieron los espacios políticos que les quedaban.
La protesta del 26 de febrero fue una muestra clara de su proceso de disolución política.
Quedó claro con la selección de dos impresentables personajes como oradores:
El exministro José Ramón Cossío, uno de los responsables de exonerar a la familia de Margarita Zavala y Felipe Calderón en el caso de la Guardería ABC.
Y la comunicadora Beatriz Pagés, militante del PRI, directora de la revista Siempre y promotora de un golpe de Estado contra el presidente López Obrador.
Con esta decisión los organizadores de la marcha (o lo que haya sido) evidenciaron que no entienden la inconformidad de algunos sectores hacia el actual gobierno.
Muestra, además, una absoluta incapacidad para acercarse a la mayoría de los mexicanos.
¿O en verdad esperan ganar el voto de quienes viven en la pobreza gracias al sistema que representan personajes como los oradores en la protesta?
Tal vez el discurso barroco, retórico, con voz engolada y argumentos falsos de Beatriz Pagés haya convencido a quienes marcharon el domingo
Pero las 90 mil personas que se reunieron en el Zócalo de la capital no son todo México. De hecho, representan apenas el 0.09 por ciento de la Lista Nominal de Electores, integrada por 93 millones 528 mil 473 ciudadanos.
Eso sí, los inconformes del domingo pasado hicieron mucho ruido en internet, e inclusive la etiqueta sobre la movilización fue una de las más vistas en redes sociodigitales.
En la República del Twitter la marcha en defensa del INE obtuvo una contundente victoria.
No está claro, ni siquiera para los organizadores. Varios días después de la movilización no existe una sola propuesta de ruta política para seguir a largo plazo.
Tampoco existe alguna idea sobre qué hacer con la inconformidad real de miles de personas.
La propuesta central fue respaldar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), a donde se presentaron decenas de amparos contra el Plan B de la Reforma Electoral.
Si ésa es la única alternativa entonces el movimiento expresado el domingo será efímero:
En caso de que la Corte declare inconstitucional el Plan B el INE estaría salvado. Ya no habría necesidad de defenderlo.
Y, por el contrario, si los ministros reconocen la validez jurídica de esta Reforma Electoral, el asunto igualmente habrá concluido.
La SCJN es la última instancia legal del país. Sus resoluciones son definitivas e inatacables.
Tal vez por eso la desesperación de intelectuales, académicos, activistas y opinadores para sacar provecho de la reciente protesta.
Desde hace unos días existe un nado sincronizado de varios medios en reclamo de alguien, algo que mantenga unidos a los inconformes del 26 de febrero.
Un ejemplo es la reciente encuesta de la empresa Buendía & Márquez en El Universal, que muestra un presunto aumento en la popularidad de Luis Donaldo Colosio Riojas, alcalde de Monterrey, Nuevo León.
Es el mismo personaje a quien el periódico Reforma presentó hace varios meses como un supuesto candidato presidencial, sin ningún otro argumento más que un sondeo del polémico medio.
Curiosamente, la medición de Buendía & Márquez revela una supuesta caída en la popularidad de los precandidatos de Morena a la elección de 2024.
Más allá del sospechosismo, es cierto que el nombre de Luis Donaldo Colosio es familiar para los mexicanos.
Pero se conoce al padre. No necesariamente a su hijo.
Queda claro, pues, que la oposición a la 4T sigue huérfana de proyecto político. Hasta ahora, lo único que ofrecen y les ha permitido unirse es odio, violencia, clasismo y racismo.
La protesta en defensa del INE les ofreció una bocanada de oxígeno que se agota rápidamente.
Construir una candidatura presidencial sólida y capaz de disputar seriamente a Morena el gobierno del país lleva tiempo, que los opositores malgastan con retórica y ofensas en redes sociodigitales.
Tic, tac, tic, tac…
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona