Con escuelas, radios comunitarias y organización, las compañeras de Berta Cáceres continúan su lucha adelante. Mientras, la búsqueda de justicia, y el castigo a los autores intelectuales de la muerte de la defensora del territorio siguen pendientes.
Texto y fotos: Gianpaolo Contestabile
HONDURAS. – En el noroeste de Honduras, entre los ríos abundantes que cruzan los valles y las sierras montañosas, se encuentran dos pueblos cuyos confines se superponen y confunden entre sí. Los edificios coloniales de La Esperanza se entremezclan con los mercados de Intibucá. Juntos, conforman la ciudad más alta del país. Aquí, en 1993, a mil 700 metros de altura, Berta Cáceres participó en la fundación del Consejo Cívico de Organizaciones Indígenas y Populares de Honduras (COPINH). El Copinh es una organización que se assume anticapitalista, antipatriarcal y antirracista. Hoy, está integrada por más de 200 comunidades y 50 grupos comunitarios presentes en cinco departamentos del país.
En ese mismo municipio, la noche entre el 2 y el 3 de marzo de 2016, un comando de sicarios entró a la casa de Berta para asesinarla. Quien la conocía, se refiere al atentado que le quitó la vida como a la “siembra de Berta”. Quienes ordenaron su muerte querían acabar con su lucha, pero solo lograron sembrar miles de semillas de su alegra resistencia. Cuando la “sembraron”, su ejemplo se volvió un símbolo global de la defensa territorial.
En estos siete años, el lento proceso judicial ha llevado a la aprehensión de siete personas, identificadas como ejecutores materiales del asesinato. Junto a los sicarios, se ha condenado a David Castillo, oficial de la inteligencia militar y ejecutivo de la empresa DESA, promotora del proyecto hidroeléctrico Agua Zurca en el río Gualcarque. Según la reconstrucción de la investigación judicial, Castillo utilizó sus recursos y contactos para vigilar a Cáceres. Ella lideraba el movimiento de resistencia contra la construcción de la represa de DESA.
De acuerdo con Berta Zuñiga Cáceres, hija de Berta Cáceres y ahora coordinadora general del Copinh, no hay que confiar ciegamente en el proceso jurídico: “Ya hemos visto en Honduras lo que ha pasado con otros procesos donde se condenan a las personas, se va a casación y después se les libera”, dice.
Algunos de los autores intelectuales más poderosos todavía quedan impunes. Entre ellos, los miembros de la familia Atala Zablah, quienes poseen acciones en instituciones financieras, equipos de fútbol e inmobiliarias. Además, esta familia participó en la junta directiva de DESA. Los Atala Zablah han sido señalados como los verdaderos mandantes del homicidio de Berta; y, según su hija, son ellos quienes “financiaron [la represión]; quienes tomaban todas las decisiones respeto a qué hacer para detener o intentar detener la lucha de la comunidad de Río Blanco y la lucha del Copinh; y son, pues, los que justamente están impunes”.
Junto a ellos, se señala que el Banco de Desarrollo Holandés FMO (cofinanciador del proyecto Agua Zurca), depositó más de un milión de dólares a DESA algunos días antes del asesinato de Berta. Entre los financiadores de la represa Agua Zurca, el proyecto de DESA y de la empresa china Sinohydro, aparecen también el Banco finlandés FinnFund y el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).
“Esta no es una excepción, es lo que hacen muchas empresas, bancos de financiamiento, incluso bancos de desarrollo de Europa o de algún lugar del norte global, es un patrón que se vive en muchas comunidades indígenas que reciben amenazas por proyectos extractivistas o proyectos saqueadores – denuncia Berta Zuñiga Cáceres – y ese es un eje del trabajo que tiene el Copinh, denunciar a estos actores internacionales”.
La comunidad de Río Blanco resiste desde hace años a la construcción de Agua Zurca, lo que al mismo tiempo es resistir a DESA y a la empresa china Sinohydro. Desde el inicio de su lucha, Río Blanco ya estaba sufriendo ataques, provocaciones, persecución jurídica, vigilancia e infiltraciones. En el 2013, el líder comunitario e integrante del Copinh, Thomas García, fue asesinato por las balas del ejército que quería romper el paro de las comunidades que impedía la entrada de las empresas a la zona del Río Gualcarque. Hoy, la concesión para la construcción de la obra está suspendida. “Después del asesinato de Berta Cáceres lo que hizo la empresa fue sacar a todas las maquinarias de la zona” dice Dunia Sanchéz, integrante del Copinh. Ella también es lideresa comunitaria de Rio Blanco, e insiste en no bajar la guardia porque “el proyecto sigue activo y vigente. No se ha cancelado todavía de forma definitiva”.
Según la activista, la empresa busca comprar predios de forma ilegal, sin consultar la asamblea comunitaria y creando conflictos internos: “Éstas tierras no se pueden vender porque nosotros, como comunidad de Río Blanco, contamos con un título ancestral donde la misma comunidad es parte de este título”, explica. Y añade que las personas que se convencen en vender sus terrenos de forma ilegal terminan “siendo un riesgo dentro de nuestras comunidades porque son quienes ejecutan todas las amenazas”.
Según Berta Zuñiga Cáceres: “La lucha del Copinh nació a partir de la cuestión territorial, o sea de la necesidad de que se reconociera la propiedad colectiva de los territorios de las comunidades indígenas y campesinas. En estos 30 años el Copinh ha logrado la emisión de más de 200 títulos para las comunidades”.
Más allá de la resistencia, los consejos y organizaciones del Copinh han trabajado para construir un poder autónomo y popular a partir de la cultura del pueblo Lenca.
“Para nosotras – explica la coordinadora del Copinh – luchar de la mano con las comunidades defendiendo los ríos, defendiendo el territorio, pero también reivindicando nuestras formas ancestrales de organización, nuestras propias autoridades, significa materializar nuestras formas de vida como un modelo alternativo donde es muy importante la cultura del pueblo Lenca”.
Según Berta Zuñiga, hay que rescatar la memoria de los ancianos y ancianas, pues “si el pueblo Lenca pierde su identidad y pierde su relación con la tierra, pues perdimos la batalla contra estas grandes empresas. Nosotras luchamos porque creemos y estamos convencidas de esas otras maneras de vivir”.
En el proceso de organización comunitaria del Copinh el desarrollo de proyectos de producción cooperativa, arte popular y comunicación autónoma ha sido fundamental. Agustín Lopez, locutor de radio Guarajambala en La Esperanza, explica que existen cinco radios comunitarias del Copinh. Todas, dice, permiten “informar a las comunidades si hay algunas amenazas, y se avisa, por ejemplo, si en tal lugar está pasando algún tipo de conflicto”. Además, “se informa a las organizaciones sobre lo que está sucediendo en el país” fungiendo como una herramienta de educación popular.
La lucha de Berta Cáceres recogió el legado de su madre, Austra Bertha Flores. Ella era militante política y partera de las comunidades indígenas. La formación de Berta estuvo también vinculada a su participación en los movimientos estudiantiles hondureños. También en la lucha del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en El Salvador. Su liderazgo como mujer del pueblo Lenca, y su atención a los derechos de las infancias, dejó un legado importante que el Copinh intenta rescatar. Para eso, promueven la participación política de las mujeres y la niñez en las comunidades.
Sus semillas han florecido hasta en las zonas marginales de las urbes. En la periferia de la cabecera industrial de San Pedro Sula, donde las maquilas ceden el espacio a los callejones sin pavimentación, hay una escuelita comunitaria llamada Paso a Paso.
En las paredes de la cancha de basquetbol, junto al dibujo del teólogo de la liberación monseñor Romero, está pintado el rostro de Berta Cáceres. En los salones están escritas sus palabras: “No hay mayor acto de rebeldía que defender la alegría”.
El programa socioeducativo Paso a Paso trata de ofrecer un espacio de formación y autonomía a la juventud del sector Rivera Hernández. En esa zona, el control de las pandillas, la falta de infraestructuras y los presidios militares generan violencia y marginalización.
Según Silvia Martínez, integrante del equipo de Paso a Paso, el vínculo con el pueblo Lenca deriva de las problemáticas comunes:
“La gente del Copinh está en el campo, nosotros estamos en la ciudad, pero sufrimos el mismo problema. o sea que estamos militarizados”.
La militarización se ha vuelto un problema todavía más grave cuando el pasado diciembre la nueva presidenta Xiomara Castro estableció el estado de excepción en todo el país. Esta política desplegó al ejército en las calles para seguir el ejemplo del presidente salvadoreño Nayib Bukele.
Desde la experiencia de Paso a Paso, estas medidas no representan una solución, sino que son parte del problema, pues “siempre es lo mismo, se trata de criminalizar a la pobreza . Son leyes machistas y patriarcales que al final nos están diciendo que es nuestra responsabilidad ser pobres y no es así”, explica Silvia.
La lucha de Berta Cacéres traspasó las fronteras nacionales, tejiendo vínculos con muchos otros pueblos.
“Hay que reconocer que los pueblos entrelazados tenemos fuerza, tenemos movimientos, tenemos caminos como el Utz K’aslemal, que es el buen vivir y reconocer que otros mundos están siendo posibles en nuestros territories, y que no nos estamos dejando vencer. Este es el legado que necesitamos continuar, y Bertita representa este ejemplo de lucha”, evidencia la defensora Lolita Chávez. Ella es vocera del Consejo de los Pueblos Ki’che’ (CPK), y está de visita en las comunidades del Copinh.
Lolita también ha sido blanco de la ola de violencia contra las defensoras territoriales de Abya Yala. Ha sobrevivido varios ataques armados y la persecución judicial que le impide regresar a su casa desde hace más de seis años. Igual que Berta Cáceres, la vocera Maya Ki’che’ está pagando su compromiso en defensa del agua y la tierra.
En el 2012, Lolita Chávez ayudó a organizar las consultas de “buena fe”, en las que participaron 27 mil personas en el noroeste de Guatemala rechazando la invasión de proyectos extractivos, mineros e hidroeléctricos. Desde su largo exilio, Lolita sigue vinculándose con la lucha del pueblo Lenca. Lo dice claro:
“Me gusta mucho llegar a Copinh y reconocer su fuerza espiritual, su fuerza organizativa, la educación popular y el entrelace con la naturaleza para ir generando la autonomía y la libre determinación”.
La coyuntura actual pone a las organizaciones populares frente a una compleja relación con las instituciones.
El 27 de enero de 2022, empezó el mandato de Xiomara Castro, la primera mujer en ocupar el cargo de presidenta de Honduras. Su campaña electoral estuvo marcada por la promoción de valores progresistas y la atención a los derechos de los pueblos originarios. No obstante, su liderazgo no se ha desligado de las oligarquías hondureñas entre las cuales figuran miembros de la familia Atala Zablah, involucrada en el asesinato de Berta Cáceres.
La actual coordinadora del Copinh explica las contradicciones del nuevo grupo dirigente:
“Algo distinto en positivo de este gobierno es la disminución de la persecución directa hacía las organizaciones como el Copinh: antes la represión, la persecución y la vigilancia eran espantosas”.
Al mismo tiempo, Berta denuncia los desalojos, la represión y los conflictos territoriales que siguen produciéndose frente a la pasividad de las organizaciones de los derechos humanos, “eso lamentablemente no ha cambiado” añade. El motivo, explica, es “porque el modelo económico no ha cambiado, porque siguen sin ser desmantelados estos grupos criminales como los que asesinaron a mi mami, pero también como los que asesinan a las compañeras y compañeros Garifunas”.
En estos días, se conmemora el séptimo aniversario de la siembra de Berta Cáceres. Sus semillas están floreciendo en muchos territorios y geografías del mundo. En Intibucá, así como en las muchas comunidades y barrios de Honduras, su vida, sus palabras y su compromiso militante siguen siendo un modelo para las nuevas generaciones.
Desde el primero hasta el tres de marzo, el Copinh organizará actividades presenciales y en línea para seguir multiplicando el legado de Berta. A pesar de los intentos de institucionalizar su figura, la lucha de Berta sigue incomodando a las élites económicas y cuestionando su violencia. Berta Zuñiga Cáceres, quien recoge el legado intergeneracional de la defensa de su tierra, lidera un nuevo ciclo de Resistencia. Concluye:
“Nos sentimos más desafiadas de profundizar nuestra organización y nuestra lucha para realmente enfrentar a los poderes fácticos que son los que siguen despojando a las comunidades”.
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