Paradójicamente, en un intento por disfrazar su postura radical, dice que está velando por las infancias. Mentira. Si realmente velara por la niñez, se aseguraría de su bienestar, no de generarles suplicios innecesarios y separarles de sus familias, a quienes busca encarcelar. ¿Qué legislación tan inhumana aboga por separar a les niñes de sus padres, de sus familias?
Por: Évolet Aceves
Las infancias trans son presa de un cuestionamiento social constante que les demanda explicaciones de sus identidades de género, algo que en las infancias cishetero no ocurre. A ningún niño cishet se le piden justificaciones de por qué le gusta vestirse con camisa y pantalones, por decir, ni de por qué le gustan las niñas.
La semana pasada, la diputada panista América Rangel dio a conocer en el Congreso su iniciativa para contrarrestar los avances legales y esfuerzos sociales, obtenidos hasta el momento, en apoyo a las infancias trans. En dicha iniciativa se menciona, como planteamiento del problema: “establecer mecanismos que fortalezcan el sistema de protección legal a las niñas, niños y adolescentes a fin de que las 2 recientes reformas que posibilitan la conversión sexual, no los coloque en situación de franca vulnerabilidad y se genere en ellos una irreversible afectación, ante la intromisión de quienes deseen incidir en su orientación sexual”.
Para empezar, ¿a qué se refiere la diputada con “conversión sexual”? Escuchando sus declaraciones, ella habla de la mutilación de los genitales, lo repite y lo reafirma en entrevistas y debates. Rangel enfatizó en que cuenta con pruebas testimoniales de la mutilación de genitales, lo mencionó en el Congreso y durante el programa televisivo de Genaro Lozano en Nmás, en una breve mesa de diálogo entre la diputada y la activista transfeminista Tania Morales —fundadora de la ONG Infancias Trans y también madre de una persona trans—, quien con argumentos supo voltearle la moneda, y en el mismo canal, con los periodistas Alejandra Gallardo y Guillermo Blanco Echegaray, quienes enfrentaron sólidamente a la diputada.
Pero la mutilación es falsa, no existe tal procedimiento para las infancias, ni siquiera están aprobados los tratamientos hormonales en infancias —no para reasignación de género, sí para otros motivos—, no es sino hasta los 18 años que pueden comenzar tratamientos hormonales, o bien, a los 16 años con el consentimiento de sus padres. Esto no sucede de forma arbitraria; la persona interesada, previo al tratamiento, atraviesa una serie de evaluaciones médicas.
Al leer la iniciativa, se observa un evidente desconocimiento en la materia por parte de la diputada, y en el resto del documento se mencionan una serie de términos difusos, poco claros e incorrectos —sobra mencionar la pobre redacción y faltas ortográficas en dicho documento—, empezando por las dos veces en que se menciona la palabra “aberración”, cito: “Quien pretende orientar e inducir a un menor hacia una preferencia sexual en particular, solo porque ha manifestado el gusto por un elemento que la sociedad ha vinculado a un género o a otro no solo es una aberración que debe ser castigada con todo el peso del Estado”, a la diputada, ya de inicio, habla sobre supuestos individuos que incitan e inducen maquiavélicamente a las infancias para que adopten “preferencias sexuales” —un término de por sí incorrecto, pues evidentemente, no es lo mismo que la orientación sexual ni que la identidad de género— y eso, el apoyar a les hijes en su transición, le parece aberrante. Asimismo, parte de un género binario: hombre cis y mujer cis, no hay más, para ella las personas no binarias y trans, son personas enfermas, disfóricas. De ahí surgen sus motivaciones para atacar.
Rangel muestra una tremenda confusión entre género y sexo; parte de una supuesta “disforia de género”, un término patologizante en el que a las personas con identidades de género no cisheteronormativas se les considera enfermas; niega a las personas intersex; radicaliza la siguiente información —evidentemente falsa y distorsionada—: “la teoría de la identidad de género alienta la interiorización de estereotipos de género y aporta como solución la dependencia de fármacos de por vida y la mutilación”, algo completamente incierto. Cada persona vive su género de acuerdo a sus propias decisiones, cada quién es libre de vivirse con o sin estereotipos —nadie le cuestiona a ella sus propios estereotipos de género, como el usar saco, pantalón o falda, tacones y labial rosa, ¿por qué habría de cuestionarle a alguien más lo que decida usar?—, y nadie, en absoluto, obliga a nadie a comenzar un tratamiento hormonal, ni a realizarse procedimientos de reasignación de sexo.
Eso es una vil mentira. El texto, al igual que el discurso de Rangel, es alarmista, amarillista, falso y discriminatorio. Al igual que la definición que da sobre la “expresión de género”, argumentando “que puede ser más o menos acorde a la que se espera de su sexo”, pues desde aquí le digo que más o menos no,por no decir un rotundo no va por ahí, pues la expresión de género es un asunto no dependiente, que no se correlaciona con el sexo; el que ella, desde su ignorancia, más o menos lo espere así, es un asunto distinto.
Rangel acude al lugar común de la ultraderecha transexcluyente: la existencia de una supuesta indecisión infantil, una etapa que se le pasará al menor y, mágicamente, a raíz de los 18 años, despertará el lado correcto de su sexualidad: ser una persona heterosexual y cisgénero. ¿Realmente es tan ingenua como para pensar que en este mundo sólo hay dos polos en la compleja sexualidad humana?
Y, por si fuera poco, en la iniciativa propone un agravante más: que a quienes “busquen realizar una conversión de su identidad sexual” de les menores, “se le sancionará con dos a siete años de prisión”, acusando a les responsables, a les incitadores de la imposición del género opuesto, de “abuso infantil”. (¿No sería, en dado caso, América Rangel, quien está ya incidiendo en el abuso infantil con esta iniciativa?) Es decir, Rangel busca encarcelar tanto a familiares, personas en ONGs, activistas, profesionales de la salud y a todo aquel que apoye a la transición de las infancias trans. Primero, quiero especificar que no existe tal “identidad sexual”, está confundida, no hay claridad en muchos de sus términos. Segundo, se está refiriendo al cambio de sexo, procedimiento que, repito, nadie busca convencer o influenciar a nadie para hacer dicho cambio.
Los siete años de cárcel a los que hace referencia es algo que no puede pasar desapercibido, puesto que los padres y madres son primordialmente quienes apoyan a sus hijes para encaminarles hacia el género deseado, claro, hablando de aquellas familias que brindan amor, respaldo y apoyo a sus hijes. ¿Qué legislación tan inhumana aboga por separar a les niñes de sus padres, de sus familias? Si la familia es ese nicho donde las infancias pueden encontrar amor y cariño, protección y defensa, ¿a manos de quién irían a parar nuestras infancias trans y no binarias?
Lo que América Rangel realmente busca es generar miedo a partir de sus deseos por ser la representante de una causa de ultraderecha, busca representatividad en la sociedad que comulga con el conservadurismo más rancio, y la causa que ha elegido es la discriminación a las personas trans, enfáticamente a las infancias.
Paradójicamente, en un intento por disfrazar su postura radical, dice que está velando por las infancias. Mentira. Si realmente velara por la niñez, se aseguraría de su bienestar, no de generarles suplicios innecesarios y separarles de sus familias, a quienes busca encarcelar.
Al promover esta iniciativa, claramente se notan sus inclinaciones religiosas, las que quiere verter en el Congreso. México es un estado laico, su religión que la deje para su vida personal y espiritual, no para el Congreso.
No hay nada que corregir en cuanto a identidad de género u orientación sexual. Cualquier identidad de género y orientación sexual son válidas y merecen vivir su realización personal y su legitimidad ante el Estado. Los esfuerzos por “corregir” la identidad de género y la orientación sexual, son esfuerzos violentos a toda costa: las terapias de conversión, las cuales son sancionadas penalmente en varios estados del país. Y lo mismo debería ocurrir a quienes difundan discursos de odio, como la diputada América Rangel, ella sí debería ser sancionada en materia jurídica por promover discursos de odio que atentan contra la dignidad y la vida de las personas trans.
Al PAN le corresponde ejercer mano dura con su diputada, no sólo con ella sino con todos sus miembros, porque no es ella el único personaje transfóbico al interior del partido. Recordemos a Gabriel Quadri, también Ana Villagrán, y a Lilly Téllez si queremos hablar de megalomanías.
Ni siquiera es actuar con mano dura lo que necesita este partido, simplemente le corresponde proceder con sensatez y cordura ante este tipo de declaraciones transodiantes. No basta con que el mismo partido pronuncie que el PAN no comulga con sus ideas transfóbicas; el partido, si quiere demostrar su seriedad y compromiso con la sociedad civil, necesita proceder jurídicamente contra estos discursos de odio radicalmente discriminatorios. El PAN está actuando con bastante tibieza y desinterés ante la población trans y les menores. Si es que aún le queda legitimidad alguna a este partido, tras las manchas sombrías y vergonzosas de García Luna y Calderón, puede comenzar por alinear a sus peones.
Como si fuera poco, Rangel se victimiza, se retrata en sus redes sociales como una mujer que está siendo vulnerada y en peligro, cosa que, naturalmente, no sucede. ¿Cómo puede Rangel, desde su cargo público, respaldada no sólo por su partido sino además por el aparato sistemático del Estado, decirse vulnerable? Es un insulto.
En cuanto al cambio de identidad en documentos oficiales: el reconocimiento por vía legal a la identidad de género deseada por las infancias trans, nada tiene que ver con obligar a les niñes a someterse a procedimientos hormonales y mucho menos quirúrgicos. La jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, ha aseverado estar en contra del feminismo transexcluyente —recordemos que en su actual función abrió la primera clínica para atención profesional a las personas trans—, y desde 2021 hizo posible que las personas, a partir de los 12 años, pudieran cambiar su documentación oficial con el género con el que se sienten identificades. Ojo, Morena tiene una postura incluyente con la población LGBTQ+, aunque en ocasiones les falta rigor y seriedad, pero las protestas e inconformidades de activistas y la sociedad civil ante el actuar de Rangel, son apartidistas.
Mi solidaridad con les activistas que mostraron su inconformidad en el Congreso, así como con les demás activistas del resto de la República, con los padres y madres, a quienes les digo: no teman, ni ustedes ni sus hijes están soles. Esta iniciativa de América Rangel es un intento por desestructurar las libertades que a pulso nos hemos ganado, esta diputada, que pretende amedrentar desde su privilegio institucional ultraderechista, no hace más que fortalecer las redes de apoyo al interior de la comunidad trans y aliades.
Twitter: @EvoletAceves
Instagram: @evolet.aceves
Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona