17 febrero, 2023
Esta es una historia cada vez más común. Un día, la administración avisa a sus inquilinos que tienen que dejar el edificio, sin motivo, sin lugar a mediación. En la ciudad cada vez más gente tiene que dejar sus hogares ante el alza de rentas. Detrás de estos desalojos sin violencia se asoman la gentrificación, Arbnb y los llamados nómadas digitales
Texto y fotos: Arturo Contreras Camero
CIUDAD DE MÉXICO.- A todos los vecinos de Berlín 7, en la céntrica colonia Juárez, les pidieron dejar su edificio casi al mismo tiempo. Entre noviembre y diciembre de 2022 les avisaron que para enero tenían que salir de sus departamentos. A algunos les dijeron que era por el mal estado del edificio, a otros, que las condiciones del arrendamiento no eran suficientes para continuar con su contrato.
“Ellos dicen que el edificio está mal desde el último temblor, el de hace unos meses, del 19 septiembre pero de este año, no el del 17. Según me dijeron, que el edificio está mal y hay que arreglarlo, pero desde luego esto tiene que ser sin nosotros”, cuenta desde la puerta de su casa José Manuel, que desde hace poco más de 20 años ha vivido aquí.
“Mi contrato se vence a finales de abril, pero ilegalmente me están pidiendo que me vaya a finales de este mes. Yo creo que es por el tema de los nómadas digitales, no lo tengo por seguro, pero es algo que está pasando mucho en toda la colonia”.
Desde hace unos años, las colonias de la Ciudad de México, y otras en Guadalajara o Oaxaca, han empezado a recibir personas originarias de países de altos ingresos. Nómadas digitales que, por la naturaleza de sus empleos, pueden trabajar en cualquier lugar del mundo y se establecen en países con menores costos de vida al de su origen. El fenómeno se ha intensificado gracias a las plataformas de renta de inmuebles por estancias medias, como Airbnb (er-bi-an-bi).
“Lo que pedimos es que respeten los contratos y nuestros derechos. Nosotros no teníamos planes de dejar nuestros hogares en el corto plazo y estamos siendo forzados a desalojar. En la colonia se ha repetido mucho este caso, y sabemos que hay gente que ha sido indemnizada por casos como este”, agrega José Manuel.
Hace poco más de un año la administración del edificio cambió, y desde entonces Alma de la Cruz Ramírez empezó a llevar el trato con los vecinos. Un par de meses después de llegar a la administración, Alma empezó a llamar a los vecinos por teléfono para pedirles que en enero dejaran sus hogares. Alma es la única cara visible Inmuebles Sanper S.A. de C.V., la empresa que controla el edificio. Esa es la única información que tienen los vecinos sobre la propiedad del edificio, que no queda clara, y sobre la que rondan rumores como que el inmueble está intestado o que fue heredado a alguien de alcurnia que lo abandonó.
A Maly Clavería, como a otros vecinos, le sorprendió una llamada de la administradora durante los últimos días de noviembre.
“Me llamó por teléfono y me dijo que la salida era el último de febrero ¡Eso es incumplimiento de contrato! Nos dieron una fecha de salida y no nos dejaron otra opción”
Maly Clavería está enferma de la columna, en espera de una operación y sin posibilidad de dejar el departamento en el futuro cercano. Esto, dice, “lo he hablado con ellos, pero no les importa, no tienen ningún visto a favor de nosotros”.
Después de hablar por teléfono, el tono de la Administradora con Maly cambió. “En un tono muy cortante nos dijo, pues desocupen o si no, voy a tener que tomar otras medidas. Eso fue en diciembre. Hace unas semanas, cuando mi hijo estaba viendo la tele con sus amigos, alguien, desde la calle, aventó una piedra y nos rompió una ventana de la sala, yo creo que es un tipo de amenaza”.
Hasta el momento, Maly sigue pagando sus rentas, pues según la asesoría que dio un abogado a los vecinos de Berlín 7, mientras ellos no incumplan el contrato que tienen, sus arrendatarios no pueden desalojarlos.
“Bajo estas condiciones yo no pretendo estar otro año aquí, la verdad es que me quiero recuperar y buscar algo más, solo necesito tiempo”, añade.
Sin embargo, encontrar un departamento nuevo, en esta colonia, o en otras cercanas es una pesadilla. “Es algo que me está pasando muy cabronamente”, dice Ulises, un joven que lleva viviendo poco en el edificio.
“Rentar en otro lado está muy cabrón. Ya me ha tocado ver edificios en donde las rentas están en dólares. No hay regulación y no hay políticas en este tema y creo que sí necesitamos una política que regule el acceso y el impuesto, porque muchos de estos nómadas digitales llegan, nos desplazan y ni siquiera pagan impuestos”.
De los 15 departamentos que hay en Berlín 7, dos ya están desocupados y otros dos tienen la promesa de dejar el inmueble en este mes. Algunos vecinos, en cambio, parecen dispuestos a defender su derecho a la vivienda y su arraigo vecinal.
Periodista en constante búsqueda de la mejor manera de contar cada historia y así dar un servicio a la ciudadanía. Analizo bases de datos y hago gráficas; narro vivencias que dan sentido a nuestra realidad.
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