Las académicas Lizbeth García y Tania Lizbeth Ríos estudian las resignificación de la feminidad sinaloense dentro del contexto de la narcocultura.
Texto: César Hernández / Revista Espejo
Imagen: Hanna Corvera
CULIACÁN, SINALOA. – Cosificación extrema, prostitución naturalizada y un sinfín de dificultades en el ámbito familiar son algunas de las muchas violencias invisibilizadas que sufren las mujeres inmersas en el mundo del narcotráfico.
Las académicas de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Lizbeth García Montoya y Tania Lizbeth Ríos buscan visibilizar lo que para ellas consiste en una nueva forma contemporánea de violencia de género: aquella que atraviesa a las mujeres que asumen el estilo de vida de la narcocultura.
Durante la conferencia La fatalidad de la resignificación de la feminidad sinaloense dentro del contexto de la narcocultura, dictada en el marco del Diplomado en Construcción de Paz, Culiacán 2023, García Montoya, doctora en Criminología especializada en violencia de género, expuso los resultados preliminares de un estudio cualitativo que, a través de amplias entrevistas, busca comprender y visibilizar las formas en que el patriarcado y el capitalismo oprimen al género femenino en el contexto de la cultura narca.
Para esto, se entrevistó a seis mujeres que se reconocieron “sumergidas en el estilo de vida de la narcocultura” con el objetivo de encontrar respuestas a cuestiones como los factores que potenciaron su entrada, los aspectos que deben seguir para seguir formando parte de este, las consecuencias positivas y negativas y sus reflexiones al respecto.
Según el estudio “Investigación documental sobre la narcocultura como objeto de estudio en México”, la narcocultura es “un fenómeno social que se vive en diferentes países de América Latina, sobre todo Colombia y México, aunque su desarrollo ha sido distinto al interior de cada nación por los rasgos socioculturales propios y la forma en que ha intervenido el narcotráfico en ellos”. En México, explica la introducción de dicho estudio, “tiene una fuerte presencia a partir de la década de los setenta, con el incremento y diversificación de la producción de películas, música, series televisivas y documentales relacionados con el consumo y tráfico de drogas, pero también, por la difusión mediática que ha tenido el estilo de vida de los narcotraficantes, su lenguaje, consumos, vestuario, accesorios, entre otros aspectos”.
Entre los factores que potencializaron la entrada de estas mujeres al estilo de vida de la narcocultura las entrevistadas citaron la vanidad, la baja autoestima y el gusto por sentirse deseadas como factores individuales; así como la presión de amigas y de parejas en este medio como factores sociales. Cabe destacar que la mayoría de estas mujeres dijo venir de familias con padres separados, ser abandonadas por sus madres y/o criadas por sus abuelos.
En cuanto a los aspectos que deben cumplir para permanecer en este estilo de vida, las mujeres citaron el no usar la misma ropa dos veces, aceptar pasar droga en su cuerpo, invertir mucho dinero en su belleza y solo tener parejas “del mundo del narcotráfico”.
Entre los aspectos positivos señalaron el que el estilo de vida brinda sensación de poder, comodidad y condiciones económicas para abortar; sin embargo, entre los aspectos negativos también se destacó la falta de estabilidad económica y la imposibilidad de salirse de este estilo de vida.
Otro aspecto destacado por la académica es que este grupo de mujeres llega a naturalizar la prostitución como parte de su estilo de vida. Otras consecuencias mencionadas fueron las enfermedades venéreas y el tener hijas e hijos manipuladores y con problemas de conducta.
Entre las conductas que usualmente adopta este grupo social las entrevistadas mencionaron la participación común en orgías, el sexo sin protección, la realización de aborto, el ejercicio de poder sobre otras mujeres, el consumo de drogas y tener varias parejas a la vez.
A este respecto, Lizbeth García resaltó como las experiencias compartidas implican una cosificación extrema de las mujeres entrevistadas. “Las mujeres no son concebidas cómo sujetos en la narcocultura, sino como un artículo de consumo”, explicó.
“Se les concibe como algo de lo que se puede disponer y que, si deja de ser útil, puede ser desechado, lo que se refleja en la gran crueldad que se vive en la narcocultura”, lamentó.
Una vez finalizado el estudio, añadió García Montoya, se buscará reformar la Ley de acceso a las mujeres a una vida libre de violencia para el Estado de Sinaloa para que contemple esta nueva forma de violencia que, indica, hoy en día es un problema invisibilizado.
Este trabajo se publicó originalmente por Revista Espejo. Pie de Página lo reproduce gracias a la Alianza de Medios, de la cual forma parte. Aquí puedes consultar la publicación original.
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