Con la Constitución como pretexto, los titulares de los tres Poderes de la Unión coincidieron en un encuentro, pero sólo para fijar posiciones y marcar distancia. El equilibrio entre las instituciones que representan estará a prueba en las próximas semanas y meses.
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Apresurado, seco y distante; así fue el saludo del presidente Andrés Manuel López Obrador a los titulares de los otros dos Poderes de la Unión, en la entrada del Teatro de la República, en el centro de Querétaro.
Como dicta el protocolo, Norma Piña, presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y Santiago Creel, presidente de la Cámara de Diputados, recibieron al titular del Poder Ejecutivo en la entrada del histórico recinto en el que los constituyentes de 1917 promulgaron la Constitución.
Ése era el pretexto del encuentro: celebrar 106 años de una Constitución que, con más de 700 reformas en su haber, regula la convivencia democrática y la relación entre Poderes.
Como si el presidente supiera lo que Piña y Creel iban a decir en sus discursos, los saludó fríamente con un rápido apretón de manos, y caminó hacia el interior del recinto, donde ya lo aguardaban gobernadores, secretarios de Estado y miembros del gabinete ampliado.
Como en política la forma es fondo, este año los encargados del protocolo en la Presidencia de la República quisieron dejar en claro que las cosas han cambiado de unos meses para acá.
El presidente ocupó su lugar al centro del presídium, con Santiago Creel y Norma Piña lejos de él.
El año pasado, en la misma ceremonia, López Obrador tuvo a su derecha al entonces presidente de la Cámara, Sergio Gutiérrez Luna y al ministro Arturo Zaldívar, entonces presidente de la Corte.
Este año, entre el presidente y los titulares del Poder Judicial y el Poder Legislativo, fueron colocadas las sillas del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, y el de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval.
En 2022, al inicio del evento, el maestro de ceremonias presentó -en ese orden- al presidente de la República; al diputado Gutiérrez Luna, a la senadora Olga Sánchez Cordero (entonces presidenta de la Cámara alta), al ministro Zaldívar; al gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, y después a los secretarios de Gobernación, Relaciones Exteriores, Defensa Nacional, Marina, y a las secretarias de Seguridad y Protección Ciudadana, y del Bienestar.
En este 2023 hubo un cambio en el orden, y el maestro de ceremonias presentó primero al presidente de la República; después, al secretario de Gobernación, Adán Augusto López; al gobernador Mauricio Kuri, y sólo entonces a la ministra Norma Piña; al presidente del Senado, Alejandro Armenta; al diputado Santiago Creel y, después, uno a uno, a cinco integrantes del gabinete legal, incluidos los de Defensa Nacional y Marina.
En sus discursos, Piña y Creel dejaron sentir al presidente que también de su lado las cosas han cambiado y, cada quien a su manera, demandaron respeto a la división de Poderes.
“Una judicatura independiente es pilar de nuestra democracia… La independencia judicial no es un privilegio de los jueces, es el principio que garantiza una adecuada impartición de justicia para hacer efectivas las libertades y la igualdad de las y los mexicanos”, sentenció la ministra, quien fue la única que se quedó sentada en su silla cuando se anunció la presencia del presidente de la República.
Además, la ministra no hizo mención especial de López Obrador cuando saludó de manera general a “los distinguidos miembros del presídium”.
Detalles que no pasaron desapercibidos para el vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez, quien unas horas después subió en un tuit la foto de la ministra sentada en medio de los que estaban de pie, con el siguiente mensaje: “en el acto del 106 aniversario de la Constitución mexicana fuimos testigos de la vitalidad de nuestras instituciones con un debate de ideas entre los representantes de los tres poderes de la Unión. Resulta desafortunado que no todos respetaron el protocolo de la ceremonia”.
Para esas horas, decenas de cuentas de apoyo a la 4T ya habían convertido en tendencia a la ministra, no por su comportamiento durante la ceremonia, sino por tener como secretario particular en la Corte a un cuñado de Isabel Miranda de Wallace.
Santiago Creel no fue tan directo y, en su estilo de abogado, reprochó que la actual mayoría legislativa haya impuesto reformas electorales sin diálogo ni consenso y que ahora le toque al tribunal constitucional resolver esos diferendos, en una referencia al llamado plan B y las controversias que se han interpuesto e interpondrán en su contra.
“Rectifiquemos, aún estamos a tiempo, no tenemos por qué repetir los errores del pasado. La política es también conciliación de intereses encontrados. Todos tenemos el derecho de defender nuestras creencias, ideologías y posiciones políticas. El límite es la Constitución, los tratados internacionales de los cuales México es parte y el respeto a la vida institucional”, dijo el diputado que, apenas hace unos días, se vio envuelto en una polémica por la entrada de una escolta armada al recinto legislativo de San Lázaro.
“No hay más moral política que la Constitución, ésa debe ser la moral de los servidores públicos”, remató el también aspirante a la candidatura presidencial del PAN en 2024.
Fiel a su estilo, el presidente se mantuvo en su narrativa de la cuarta transformación. Ignoró los comentarios de Piña y Creel, y se concentró en el guion que llevaba preparado.
Último orador de la ceremonia, López Obrador denostó las reformas que se hicieron a la Constitución durante el periodo neoliberal (1983-2018); defendió las reformas que se han hecho durante su administración y dijo que aún se deben abolir varios cambios que se hicieron en el pasado para favorecer a unos cuantos y no en beneficio del pueblo.
“La política es hacer historia; es transformar y ello implica pugnar siempre por lo que es justo y parece imposible de alcanzar”, añadió.
El presidente terminó de leer, caminó con prisa detrás de los miembros del presídium (esta vez Piña sí se puso de pie para aplaudir) y regresó a su lugar en medio de la mesa.
Una ceremonia más para celebrar la Constitución había terminado; la penúltima en el sexenio de López Obrador.
La próxima vez que la clase política se congregue en ese teatro de Querétaro, ya habrá candidatas y candidatos en busca de sucederlo. Pero desde ahora, en el ambiente ya se respiraba la tensión previa a la batalla.
Más allá del protocolo, y con la Constitución como pretexto, los titulares de los tres Poderes fijaron posiciones y marcaron su distancia.
En las próximas semanas y meses, el equilibrio entre las instituciones que cada uno representa estará a prueba, nada más y nada menos, que en la definición de las reglas de la competencia política de 2024.
Periodista desde 1993. Estudió Comunicación en la UNAM y Periodismo en el Máster de El País. Trabajó en Reforma 25 años como reportero y editor de Enfoque y Revista R. Es maestro en la UNAM y la Ibero. Iba a fundar una banda de rock progresivo, pero el periodismo y la política se interpusieron en el camino. Analista político. Subdirector de información en el medio Animal Político.
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