Escapar de la lógica capitalista y generar relaciones de trabajo más justas y democráticas son algunos de los objetivos que persigue el cooperativismo, que se mantiene vivo gracias a proyectos que lo vislumbran como alternativa para hacer negocios. Empresas como Telpin en Argentina y Mondragón en España han funcionado gracias al espíritu de trabajar en comunidad y la existencia de regulaciones que, aunque no son perfectas, han permitido su desarrollo
Por Claudia Ocaranza / Empower
CIUDAD DE MÉXICO.- El cooperativismo se inscribe como parte de la corriente de economía solidaria, un modelo en el que se busca operar de forma democrática las relaciones de trabajo y económicas para tener un impacto social inmediato y relevante. De acuerdo con Claudia Caballero, economista por el Instituto Politécnico Nacional y socióloga por la Universidad Nacional Autónoma de México, con 15 años de experiencia en modelos económicos alternativos, “cada vez existe más conciencia de que el modelo económico capitalista o tecnofinanciero nos está llevando a la destrucción de lo que llamamos ‘humano’. El capitalismo no tiene ni pies ni cabeza. Estos modelos (solidarios) buscan una sociedad más justa”.
Así como hay diferentes modelos dentro de la economía solidaria, dentro del cooperativismo también hay diferencias. Existen las cooperativas de consumo, de crédito, de servicios, integrales y aquellas que no se institucionalizan como tal pero funcionan con la idea de mantener una producción y línea de trabajo democrática.
Las cooperativas son de propiedad conjunta y tienen una estructura organizacional y de toma de decisiones democrática y horizontal. “Todos los miembros tienen los mismos derechos de voto, independientemente del capital que aporten a la empresa”, de acuerdo con la Alianza Cooperativa Internacional.
Desde Argentina, un país con una larga trayectoria en cooperativismo, al igual que ciertas regiones de España, Agustina Silombras, parte de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento (FACTTIC), explicó a Empower que formar parte de una cooperativa “es una decisión política, no es que siempre nos conviene ser cooperativas. Muchas veces no nos conviene porque también lo democrático tiene lo suyo pero es intentar escapar de una lógica capitalista. Aunque estamos inmersos en ella y es imposible no estarlo, lo que proponemos es una alternativa a ese tipo de relaciones y está basada en que no queremos quedarnos con las ganancias de nada. Se trata de poder vivir”.
Para Martín Pagano, gerente de la cooperativa Telpin, ubicada en Pinamar en la costa argentina y dedicada al sector de las telecomunicaciones, el cooperativismo “es un modelo de negocios donde la responsabilidad social es fundamental, donde no caer en corrupción es fundamental y donde la plata no se va del país, se sigue reinvirtiendo. Tiene los valores que teníamos de jóvenes cuando luchábamos por ideales”, dijo en entrevista con Empower.
Este proyecto inició en 1962, en una Argentina poco conectada, en la que empresas del Estado eran las que proveían diversos servicios, ante lo cual, la llegada de una línea telefónica a las zonas más alejadas de los centros urbanos principales podía tardar hasta dos años. Por esa razón, Enrique Susini y cuatro personas más se organizaron para instalar líneas telefónicas en las casas. Para el 1 de enero de 1963, tenían ya 92 líneas instaladas.
Han pasado 60 años y la cooperativa ha crecido en sus operaciones, al mismo tiempo que ha defendido su modelo de negocio: uno que consiste en hacer socios a sus clientes y a sus empleados, con un proceso de toma de decisiones que aglomera a todos y todas, con un consejo de administración de “personas de larga trayectoria en sus industrias” y que se rota cada tres años.
En 1973, se promulgó la Ley de Cooperativas en Argentina, que establece los lineamientos bajo los que deben operar esos modelos de negocios. Entonces, Telpin se adecuó a la reglamentación que, a decir de Pagano, no evita que se mezcle el concepto cooperativista con el objetivo cooperativista, permitiendo la presencia de empresas que se llaman cooperativas pero no lo son. Como ejemplo, en septiembre de 2022, las autoridades descubrieron un establecimiento que se hacía pasar por cooperativa de resina de pino pero en realidad explotaba a 29 personas que trabajaban sin recibir retornos de la producción ni votaban en las asambleas de la empresa.
Actualmente la telefónica opera 31 mil cuentas de internet, 10,000 servicios de televisión y 40,000 servicios de telefonía, además de emplear a 140 personas que también son socios. Por tener esa doble cualidad obtienen beneficios que se suman a su salario. Los clientes de Telpin también son socios a los que se les permite participar en la presentación de candidatos para el consejo de administración.
La Corporación Mondragón es un caso de cooperativismo que ha logrado rebasar fronteras. La cooperativa fue creada en 1956 por José María Arizmendiarrieta, en el País Vasco, en medio del control de la Segunda República bajo el que se encontraba toda España. Actualmente, aglomera 240 entidades, de las cuales 83 son cooperativas en las que trabajan 68 mil 743 personas de cuatro ramos: industrial, distribución, financiera y de conocimiento.
Al igual que Telpin, sus principios son marcados por la generación de trabajo “más equitativo, más justo y solidario, en busca de sociedades con un nivel de bienestar alto. Sociedades ricas, más cohesionadas y equitativas, que no personas ricas”, respondió a Empower Javier Marcos, director de comunicación de Mondragón.
La corporación ha alcanzado otras regiones de España y del mundo. De acuerdo con cifras publicadas por la cooperativa, el 44.1 por ciento de sus trabajadores están en el País Vasco, el 40.9 por ciento en el resto de España y el 15 por ciento en el mercado internacional. En México, cuenta con 18 filiales en las que trabajan 2 mil 775 personas ubicadas en San Luis Potosí, Guanajuato, Coahuila, Querétaro y Ciudad de México, según lo compartido por la empresa a Empower.
“Las cooperativas tienen que competir con un modelo de empresa muy arraigado en nuestra sociedad, el capitalista, y lo tienen que hacer desde un paradigma totalmente diferente: protagonismo de las personas (toman parte en la propiedad, la gestión y los resultados), democracia en las organizaciones (una persona-un voto) y compromiso con el entorno (mediante la generación de empleo)”, agregó Marcos. Por eso, después de un periodo de prueba de entre seis meses y un año generalmente, las personas trabajadoras también tienen la posibilidad de hacerse socios.
Además, contemplando el principio de educación equitativa como una de las columnas vertebrales del cooperativismo, Mondragón tiene una universidad donde las personas se pueden formar en las áreas que opera la empresa y en cómo funciona en la cooperativa.
Precisamente el tema de la educación es uno de los puntos de rezago para el cooperativismo en un mundo capitalista, pues “nos forman para ser trabajadores en relación de dependencia y muchas veces nos tiramos a la pileta del cooperativismo sin saber bien los roles y tareas que debemos conocer al momento de hacer una empresa social. No nos forman para ser trabajadores autónomos”, explicó Silombras, de FACTTIC en Argentina.
Uno de los principios del cooperativismo es la intercooperación, no sólo entre cooperativas sino con otro tipo de empresas e instituciones, pues “hay que sumar fuerzas para enfrentar los ambiciosos retos, empresariales y sociales, de estos tiempos”, dijo Marcos.
Mondragón tiene como política socioempresarial para el periodo 2021-24 la necesidad de “colaborar con agentes del exterior para lograr una posición relevante en los mercados, diluyendo riesgos y maximizando las oportunidades”.
Por su parte, Telpin también cree en la intercooperación con empresas que no sean cooperativas, siempre y cuando existan leyes que hagan que las multinacionales compitan de igual a igual. En 1999, Telpin se asoció con la empresa Telecom en una subsidiaria de ambas para poder tener más cobertura. Después de 20 años, en 2020, ambas se separaron de forma amigable, de acuerdo con Pagano. Telpin se quedó con la localidad de General Madariaga, cercana a Pinamar, para seguir operando ahí.
La intercooperación entre cooperativas es también una forma de supervivencia. Tanto en Argentina como en España existen las federaciones de cooperativas o cooperativas de cooperativas, que permiten que las empresas bajen sus precios y hagan alianzas para poder competir con las empresas tradicionales.
“Una cooperativa compra fibra por 100 dólares contra una multinacional que la compra a 20. Hace mucho que vemos esto como un gran reto, nos unimos como cooperativa bajo federaciones y cámaras para hacer proyectos juntos entre varios proveedores chicos. Hoy la tecnología lo permite, antes no se podía”, dijo Pagano.
La unión y la ayuda mutua son quizá los principios más importantes para las cooperativas frente a sistemas individualistas, como el capitalista, especialmente en momentos de crisis.
Tal fue el caso de la pandemia por Covid-19, que reveló de forma más clara las injusticias del sistema laboral capitalista, en el que muchas empresas despidieron a personas y redujeron sueldos ilegalmente al mismo tiempo que los ricos se volvieron más ricos. Destapó también la necesidad de modelos alternativos de negocios que pongan primero a las personas y no las ganancias para el beneficio de unos cuantos.
“En la pandemia, hubo muchas acciones estatales orientadas a pequeñas y medianas empresas que no eran alcanzadas por el cooperativismo, algunas sí pero otras no, y las cooperativas se salvaron por los lazos cooperativos. No sé si es más fácil ser una cooperativa que una empresa capitalista en situación de crisis, pero lo cierto es que la forma cooperativa tiene una base que es la solidaridad, nunca vas a estar solo. Cuando existen crisis, muchos salen a bancar (apoyar)”, dijo Silombras, parte de la cooperativa El Maizal.
Aunque Pinamar no fue un punto rojo durante la emergencia sanitaria, Telpin regaló internet a los estudiantes y docentes que no tenían para que pudieran seguir las clases en línea. La empresa también habilitó redes de wifi gratuitas en toda la ciudad para que la gente pudiera conectarse desde el parque.
Lejos del idealismo que presentan los modelos dentro de la economía social, como el cooperativismo, también es necesaria la medición del impacto de las mismas para que existan cooperativas que persistan a través de los años. También se necesitan políticas estatales que las impulsen como proyectos clave para la economía y no sólo como programas populistas, de acuerdo con Silombras.
“Debe de haber tendencia positiva, si no es así, no está funcionando. El factor de consecuencia con los resultados económicos planteados es algo importante. Luego, hay que medir qué tanto se están atendiendo y satisfaciendo las necesidades de la gente que son parte de las empresas. Para eso es necesario un balance social cooperativo, como un estado financiero pero con las metas sociales que se están poniendo los proyectos”, dijo a Empower Miguel Torres Cruzaley, especialista en Economía Solidaria por la Escuela Andaluza de Economía Solidaria.
Ante la tendencia capitalista que ha llevado a los países a crisis climáticas, económicas y sociales, el cooperativismo se presenta como una alternativa que cada vez tiene más adeptos. Para Pagano, gerente de Telpin, las empresas capitalistas multinacionales “podrían coexistir con las cooperativas si buscaran también un ambiente más sano, como lo hace el cooperativismo. Todo lo que tiene que ver con responsabilidad social empresarial y principios de equidad y justicia que empujan las cooperativas es sano tanto para una multinacional como para el país”.
Mientras que Marcos, de Corporación Mondragón, afirma que “pensamos que nuestro modelo es el futuro, efectivamente, porque está en sintonía con conceptos de rabiosa actualidad, como la sostenibilidad, la cooperación y el humanismo en la empresa”.
Los expertos y expertas entrevistadas para este reportaje coinciden en que el cooperativismo, así como el movimiento de la economía solidaria, son una alternativa para crear cambios estructurales que lleven a una economía justa y democrática. La vigencia de esas formas de organización está más presente ahora que nunca, ante modelos económicos dominantes de grandes capitales pero fallidos.
*Este reportaje forma parte de la nueva área Economías Democráticas de Empower, en la que buscamos dar visibilidad e impulsar la conversación sobre actores y fenómenos económicos que giran en torno valores económicos y financieros más democráticos, justos y solidarios para las sociedades. Fue realizado por EMPOWER. Aquí puedes leerla.
Portal periodístico independiente, conformado por una red de periodistas nacionales e internacionales expertos en temas sociales y de derechos humanos.
Ayúdanos a sostener un periodismo ético y responsable, que sirva para construir mejores sociedades. Patrocina una historia y forma parte de nuestra comunidad.
Dona