26 enero, 2023
En memoria de lo que se nos olvidó reúne reflexiones escritas sobre los muebles y objetos dentro de una casa que nos recuerdan los sentimientos que podemos albergar en lo material, en cada cuadro, silla, cajón. Habla de resignificar los duelos, aprender de aquellos dolores y seguir adelante
Texto y fotos: Andrea Sarmiento Pastrana
CIUDAD DE MÉXICO.- La reciente exposición de Román de Castro, en la galería Anomalía, es una constante reflexión acerca de la relación entre memoria y olvido. En una recopilación de frases y cuestionamientos autorreflexivos nos muestra una serie de pensamientos con base en la nostalgia que cualquier persona puede llegar a tener en algún punto de su vida, ya sea por un luto, una separación o cualquier suceso que nos lleve a alejarnos de algo o alguien querido.
La exhibición es de montaje simple; una casa con distintas reflexiones pintadas sobre sus adornos y muebles, reluciendo un aura de melancolía. La casa nos enseña todo los sentimientos que podemos albergar en lo material. Cada cuadro, cada silla, cada cajón, viene con una historia detrás; hechos que nos llevan a ser lo que somos ahora. Nuestro hogar funciona como un punto de respaldo, es un apoyo donde reflexionamos y nos construimos día con día.
Después del cuerpo, la casa es nuestra principal propiedad. En ella construimos recuerdos, que van desde nuestras rutinas, hasta la gente que entra y sale, las conversaciones cotidianas así como las charlas más impactantes. Además, donde nos podemos dar el tiempo para nuestro cuidado personal, donde nos encargamos de nuestra higiene, alimentación y nuestro estado de sueño. Como estemos mentalmente estará nuestro espacio.
La casa es como la vida, no está hecha para quedarte. En algún punto hay que marcharse.
Con esta metáfora la presentación nos exhibe ciertas inseguridades que todos tenemos, pero que a veces olvidamos que debemos atender y expresar. Son incertidumbres que pueden llegar a ser minimizadas, ya que para un sistema que nos plantea que lo más importante es acumular material, temas como el miedo a la muerte, a separarse de amistades, o a no hallar un papel en el mundo, son vistos como irrelevantes.
En memoria de lo que se nos olvidó habla de resignificar los duelos, aprender de aquellos dolores y seguir adelante.
Román junta todas estas preocupaciones para hacer arte. Con ellas, crea piezas que visualmente son sencillas pero que reivindican nuestro derecho a expresar nuestras vulnerabilidades. Al estar conformadas por frases cortas hace que su mensaje sea de fácil entendimiento para todo público, pero el hecho de que no sean textos largos no quiere decir que no puedan tener un significado profundo; al contrario, cada obra nos hace pensar en un aspecto distinto de nuestra vida; cómo sean interpretadas las pinturas dependerá de cada quién, pues la exhibición se presta para transmitir algo distinto en las personas dependiendo del contexto y del momento en la vida en que se encuentre cada una.
También, es una presentación que sale del canon típico de lo que debe ser arte. Su foco principal es lo que está escrito y con ello desprende diversas emociones; las ilustraciones y los objetos tridimensionales sirven más bien como apoyo para dar mayor fuerza al mensaje.
Exposiciones como esta son importantes para poner sobre la mesa los temas de salud mental. Tenemos que dejar de fingir que estas angustias no existen, ya que al ignorarlas solo lograremos que aumenten. Así como es importante dejarnos sentir el amor, también las tristezas que este nos puede dejar. Si nos privamos de nuestras propias emociones jamás lograremos conocerlas y por lo tanto, en lugar de aprender a convivir con ellas, nos harán cada vez más daño.
Desde pequeños nos venden la idea de que hay que ser fuertes y que esto significa evadir todo pensamiento que no sea positivo, sonreír siempre y aguantarlo todo. Poco se nos habla a lo largo de la vida habrán situaciones que nos sobrepasen, que hay días buenos y días malos y que a veces, por más que uno lo intente, es muy complicado no sentirse pequeño ante el mundo y tener pensamientos alegres. Y no hay ningún problema con eso porque es normal, y son incluso, situaciones necesarias para desarrollarnos, pues hay cosas que solo se entienden mirando atrás.
En memoria de lo que se nos olvidó puede ser visitada en la galería Anomalía, en la calle de Puebla 72, colonia Roma Norte, de la Ciudad de México. Estará disponible hasta el 10 de febrero con entrada gratuita de 12:00 a 20:00 horas.
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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