Alejandra Ibarra, la periodista mexicana que cubrió el juicio del siglo, cuenta a Pie de Página que el encarcelamiento de Joaquín Guzmán Loera representa la victoria de una narrativa contra las drogas que no funciona. El trabajo de Ibarra en la corte de Brooklyn (Nueva York) fue uno de los capítulos más memorables de la historia reciente del narcotráfico
Texto: José Ignacio De Alba
Fotos: Duilio Rodríguez
En el juicio contra Joaquín Guzmán Loera sólo había tres mexicanas de 29 años. Una era Emma Coronel, esposa del capo; la otra, Lucero Sánchez, examante y testigo contra el narcotraficante; la tercera, la periodista Alejandra Ibarra Chaoul. El dato parece inútil, pero para Ibarra fue un golpe de realidad:
“Reconozco mis privilegios, porque estamos en circunstancias muy diferentes, cómo fueron nuestras vidas y cómo acabamos las tres en ese juicio_ yo cubriéndolo, Emma en su papel de esposa fiel y Lucero como prisionera”, dice.
Después de cubrir durante tres meses de cubrir la corte de Brooklyn, Nueva York, donde se llevó a cabo el juicio del famoso narcotraficante, Alejandra escribió el libro El Chapo Guzmán. El Juicio del Siglo. El trabajo, publicado por la editorial Aguilar, reúne los testimonios de personajes cercanos al capo que desfilaron por el estrado para traicionarlo.
A partir de los testimonios, la periodista reconstruyó las actividades del Cártel de Sinaloa, su historia y la corrupción en la que fueron mencionados los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Ahora reflexiona sobre el valor que puede darse al testimonio de un criminal: “no lo puedes tomar como cierto, pero sí por lo menos para indagar”, dice. Sobre todo, dice, porque el sistema de justicia estadounidense «sí amarra más las verdades”.
Las versiones sobre sobornos a altos funcionarios, explica a modo de ejemplo, se repitieron entre varios testigos, sin comunicación entre ellos. Y cada testimonio pasa por varias entrevistas con el fiscal antes del llegar ante el juez. También destaca que Estados Unidos sanciona como delito mentir en el juicio.
Uno de los sobornos que más llamó la atención en la corte fue el supuesto pago de 100 millones de dólares a la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto. Otro de los funcionarios nombrados en la nómina de la organización fue Genaro García Luna, titular de la Secretaría de Seguridad Pública en el gobierno de Felipe Calderón, cuando se inició la llamada “guerra contra el narcotráfico”. García Luna estuvo en dos administraciones y en el calderonísmo triplicó los elementos de la Policía Federal.
— ¿Crees que el juicio demuestra que la guerra contra las drogas es fallida?
— Creo que sí, porque estás viendo que las drogas existen en todos lados — dice y relata que, mientras se llevaba a cabo el juicio contra El Chapo. en las calle de Nueva York se podía conseguir droga con la misma facilidad de siempre: en los bares había gente consumiendo cocaína o un taxista de la ciudad podía ofrecer marihuana mientras el capo más famoso del mundo estaba encarcelado.
Ibarra sostiene que el problema de las drogas no se reduce a narcotraficantes latinoamericanos: “tienes el consumo de drogas legales, de opioides hechos por las farmacéuticas. Que son legales y están matando a un montón de gente”.
— ¿Y crees que el gobierno actual debería ser más firme con estas denuncias contra expresidentes?
— Por supuesto, sobre todo por la campaña que se echó (Andrés Manuel López Obrador). Los que votaron por él, supongo, que esperan ese combate a la corrupción. Sí creo que debería de ser más firme y cada vez que dice que no va a investigar a Peña Nieto yo sí me retuerzo de coraje.
La relevancia del caso y la cobertura que hizo Ibarra para el semanario sinaloense Río Doce, derivaron en el libro que salió a la venta el mes pasado. Para la periodista, el caso es histórico, porque nunca se había llevado ante la justicia a un personaje como Joaquín Guzmán.
Sin embargo, también está convencida de que el gobierno de Estados Unidos juzgó a El Chapo mucho antes de que empezara el juicio. Los despliegues de seguridad para trasladar al narcotraficante, los excesos en los medios de información y hasta las series televisivas provocaron que el público y el jurado estuvieran prejuiciados.
A ella le impresionó ver a Guzmán Loera en el juicio, no como el poderosísimo protagonista de cientos de historias del hampa, sino como un hombre que necesitaba traductores para poder comunicarse, un sesentón con infección en los oídos y problemas para asimilar la luz debido a su prolongado encierro.
“A veces me causaba lástima e intelectualmente yo sé lo contradictorio que puede sonar eso”, cuenta. Sólo al escuchar los testimonios de cómo mataba él mismo, «te regresas a la realidad».
Guzmán Loera, conocido como El Chapo, encabezó un imperio criminal que asesinó y desapareció a miles de personas, pero en Estados Unidos el hombre sólo fue enjuiciado por algunos delitos.
Más que castigar al capo, concluye la periodista, el gobierno estadounidense enjuició a México.
— ¿Qué representa el juicio?
— Depende para quién, para los Estados Unidos yo creo que representa una victoria: poder seguir con esta narrativa de la lucha contra las drogas. La DEA podrá justificar sus recursos […] que están defendiendo a su población de los ‘malditos’ narcotraficantes que la están envenenado.
Pero la contradicción más grande está en México, dice. La detención del capo es agridulce. Algo que, afirma, no aporta nada en término de justicia para las víctimas o la verdad sobre diversos asesinatos o desapariciones.
“Es súper insatisfactorio decir que los extraditen y los manden allá. Los meten al ‘bote’ por traficar drogas y México sigue igual”, concluye.
Uno de los aprendizajes que le dejó este trabajo es que Guzmán Loera es “un tipo más, que las jugó mejor que otros tipos, en términos de ascender dentro de su organización criminal, pero El Chapo es pieza de un sistema que no sirve”.
La historia, sin embargo, aún no acaba. La sentencia del juicio se iba a realizar este 25 de junio, pero la defensa del capo pidió que se anulara debido a que el jurado incumplió los ordenamientos al consultar redes sociales y periódicos durante el juicio.
Ibarra no duda de la culpabilidad de El Chapo, pero también piensa que el juicio en contra del narcotraficante no fue justo, considerando las propias reglas de la justicia estadounidense.
“Personalmente creo que sí se merece otro juicio, porque efectivamente la gente que tenía que decidirlo (su sentencia) rompió todas las reglas. Pero no creo que haya otro juicio; si hay algo político, es este caso”.
Consulta también:
El Chapo Guzmán. El juicio del siglo
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