Mientras nos preparábamos a recibir a los reyes magos, la Red por los Derechos de la Infancia hizo público su informe anual, y las cifras –como siempre, lamentablemente– son terribles
Tw: @lydicar
Apenas este viernes pensamos en niñas y niños recibiendo regalos de los Reyes Magos. Pensamos en la magia de madres, padres y tutores escabulléndose para ir a comprar regalos; en cartas navideñas y la increíble postal que vimos en redes: Correos de México atestado con personitas escribiendo su carta.
Mientras todo esto ocurría y nos hacía sentir lo mejor del espíritu del ser humano –porque, qué puede ser más hermoso que hacer feliz y dar ilusión a un niño– la Red por los Derechos de la Infancia hizo público su informe anual, y las cifras –como siempre, lamentablemente– son terribles.
Nuestro país es un lugar peligroso y violento para las infancias. Lo ha sido ya desde hace muchos años; y se suma la pobreza y los riesgos específicos de las infancias migrantes –cada vez más numerosas–.
Hablar de las violencias que el Estado y particulares ejercen contra las infancias no suele ser popular en los medios de comunicación. Esto se debe, intuyo, a que no sabemos, la prensa, cómo tratarlo, y las audiencias, cómo tolerarlo.
Pienso que un punto importante al hablar de esto es ofrecer soluciones, porque el narrar sólo lo que se encuentra mal muy probablemente hará que la mayoría de las personas volteen a otro lado, así que va, primero, mi carta del 6 de enero para la niñez en México:
Queridas reinas magas, Befana incógnita y uno que otro rey que camina siguiendo estrellas, esperando conocer y honrar a un niño dios:
Les pido encarecidamente que las niñas, niños e infancias que nazcan en nuestro país estén genuinamente protegidas y cuidadas, y eso empieza por sus madres. Les pido que en primer lugar toda madre tenga derecho a una licencia por maternidad muy muy larga, que le permita conocer, cuidar y aprender a amar a su bebé.
También que el servicio médico en México sea mejor, y de calidad, que el personal sanitario gane y trabaje de forma digna, que sea capacitado en género. Que haya políticas públicas muy muy fuertes para que las madres que puedan y quieran dar el pecho a sus bebés tengan las condiciones: de nuevo, licencia por maternidad adecuada de al menos seis meses (y no los 45 días de la ley), personal capacitado para ayudar a las madres a aprender a dar el pecho (no, no es una actividad innata).
Te pido también que haya muchas guarderías y escuelas públicas de calidad. Que las madres, padres y tutores puedan dejar en sus escuelas a sus pequeños y estar tranquilos, y sabiendo que recibirán sólo buenos tratos y una buena educación que les permita ser autónomos y libres cuando sean adultos.
Pero estos años en México el problema se agravó. Se echaron para atrás avances en materia de escuelas, ya que el proyecto de escuelas de tiempo completo se vio afectado debido a la pandemia. Justo cuando más necesitaba la niñez estos espacios… Y hasta la fecha el Estado mexicano no ha resuelto este problema.
Que las personas de este país reconstruyan una sociedad en la que las infancias puedan salir a jugar sin riesgo; como era antes, un poco, cuando en las colonias y barrios entre todos cuidaban a los niños.
Pido también que acabemos con la trata, la pornografía y el abuso sexual infantil. En México tenemos uno de los índices de violencia sexual infantil más graves del mundo. Si solo puedo pedir algo, que sea esto: acabar con la esclavitud y la violencia de este tipo. Deja marcas para siempre. Nadie merece sufrir estos abusos y mucho menos los niños. Por favor, reinas, reyes. No más impunidad ni ligereza con estos crímenes.
Y esta violencia, la sexual, la familiar, aumentó incluso más que en 2020, el año cero de la pandemia. Fueron las niñas y las mujeres las principales víctimas.
Una luz por Lulú, adolescente de 13 años, agredida y asesinada en Zumpango, Estado de México; otra, por Kimberly, de 14, en La Muga en Cuautla, Morelos. Sólo una muestra de los feminicidios infantiles de este año.
Pero también la simple y llana violencia. Este año, reinas, reyes y betana, aumentaron las infancias asesinadas.
En los primeros 11 meses de 2022 hubo 1 mil 116 asesinatos de niñas, niños y adolescentes en México (257 feminicidios y homicidios dolosos de niñas y mujeres adolescentes, 859 homicidios dolosos de niños y adolescentes varones). Esto es un incremento del 3 por ciento respecto de 2021.
El informe advierte, a la letra: “En los primeros nueve meses de 2022 se registraron más homicidios por arma de fuego en contra de niñas, niños y adolescentes (754), que la cantidad total de homicidios intencionales registrados en todo un año en un país como Siria”.
En este país a veces, querid@s rey@s, me siento como en un brote psicótico: veo la emoción de tanta gente comprando regalitos y llevando a los niños a tomarse foto con los reyes, todo es elefantes, camellos y caballos mágicos de oriente, muchas luces y adiversión; y por el otro estas cifras. ¿Somo acaso los mismos? ¿Podemos acaso ir a reír y jugar y sentirnos benefactores de la infancia, mientras en este mismo país ocurren simultáneamente todos estos crímenes y omisiones?
Que las niñas, niños y adolescentes migrantes, que deben cruzar este país huyendo de la violencia de sus propios países, no encuentren más abusos aquí. Que Sofía, una niña nicaragüense de 3 años de edad (al momento de su desaparición, en mayo de 2022), sea localizada. Ella perdió a su madre tratando de cruzar el Río Bravo y ahora se encuentra desaparecida. Alguien se la llevó.
El 82.7 por ciento de la población de 0 a 17 años de edad en Chiapas vivió en pobreza en 2020. Más aún, el 34.2 por ciento de la población de 0 a 17 años de edad sufrió de pobreza extrema en 2020.
¿Cómo puede ser que la infancia de un estado viva así y no hagamos nada? Reinas magas, reyes magos, Betana, quien sea, la infancia requiere inversión: alimentación saludable, servicios médicos, vestido, calzado, vivienda digna… ¿Cómo ayudamos? ¿qué podemos hacer?
Entre esta infancia que sobrevive en pobreza la más afectada es la indígena. De nuevo, uno de cada cuatro niñas, niños y adolescentes indígenas no asistía a la escuela. ¿Por qué a nadie parece importarle? Por qué en pleno siglo XXI puede haber infancias sexualmente agredidas, o trabajando, o siendo reclutadas para matar, o que mueren de hambre? ¿De qué forma hay que mover al sistema para que genuinamente prevalezca el interés superior de la infancia? ¿A dónde hay que plantarse a protestar?, porque, rey@s, brujas mágicas, no creo que donando en cierta Institución de Asistencia Privada se resuelva, el problema. Llevamos muchos años en los que hemos dejado estas cosas a la buena voluntad de personas privadas, y la situación de la niñez no mejora. Digamos que en esos reyes magos ya no creo.
Así que, Reinas, reyes, befana y similares, dejemos de entregar carbón a las infancias. Y busquemos un regalo de verdad.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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