21 noviembre, 2022
Sinaloa disminuyó el número de embarazos infantiles y adolescentes. Pero autoridades detectaron que en algunos grupos sociales, como las migrantes en los campos agrícolas, siguen siendo vulnerables
Texto: Karen Bravo / Noroeste
Fotos: Roberto Armenta / Noroeste
SINALOA.- De caminar pausado y mirada serena, Karla atraviesa el patio de la casa donde vive desde hace poco. A su lado viene su tía, la que hace dos o tres meses atravesó mil 517 kilómetros desde Villa Juárez, Navolato, hasta Amate Amarillo, Guerrero, para trasladarla aquí a Sinaloa.
Karla tiene ocho meses de embarazo, espera un niño. La joven tiene 16 años de edad, es la mediana de cinco hermanos y perdió a su madre hace algunos meses, murió en Guerrero, cuando Karla ya tenía avanzado su embarazo. Su tía le ofreció que se fuera a vivir con ella, porque es la hija de su hermana. La señora y su esposo se hacen cargo de ella; ambos son trabajadores del campo en Villa Juárez, y desde hace años radican ahí.
Karla se realizó un ultrasonido por primera vez cuando llegó a Villa Juárez; es así que sabe que espera un niño. Pero fuera de eso nunca ha acudido a control prenatal porque no tiene servicios de salud, ni en Guerrero, ni en Sinaloa. Y es que no tiene acta de nacimiento, ni ningún documento que acredite su identidad. Esta adolescente legalmente no existe para ningún gobierno.
Ella nació en la casa que habitaban sus padres. Su madre dio a luz auxiliada por una partera. Como no nació en un hospital, no fue registrada, al igual que cuatro de sus hermanos y hermanas. Orlando, su hermanito de cinco años, fue el único que nació en una clínica y por ello sí fue dado de alta en el registro civil. La falta del documento provocó que Karla no pudiera estudiar, y tampoco acceder a seguridad social.
“Siento que yo sola con mi tía, siento que no vamos a poder y más si me faltan mis papeles, todo lo que me hace falta. Antes mi mamá no podía porque ella andaba enferma, mi mamá ya andaba enferma y mi papá pues era alcohólico y no hacía caso”.
Después del fallecimiento de su mamá, Karla decidió aceptar la ayuda de su tía e irse a vivir con ella y su familia, por su seguridad; porque se quedó sola en su casa en Guerrero y temió por su salud. Le preocupaba que en cualquier momento pudiera ponerse mal.
“Algo malo con la mamá o el bebé, que a veces hasta se llegan a morir por eso”.
Desde que estaba en Guerrero intentó registrarse para obtener su acta de nacimiento, el trámite lo realizaron en el municipio de Chilapa, pero no pudieron. A su llegada a Sinaloa, también lo intentaron, pero solo obtuvieron una constancia otorgada por el DIF para que la pudieran atender en el Hospital de la Mujer en Culiacán, en caso que presentara algún problema.
“Es como si nunca existiera”.
“Porque si no me puedo registrar no sé qué voy a hacer y por eso por lo mismo que no me he atendido, no he tomado pastillas, ni nada pues no sé, siento que sí pueda pasar algo con mi bebé”.
En Sinaloa el porcentaje de nacimientos registrados de madres menores de 20 años, disminuyó entre 2017 y 2019, pasando de 17.9 a 16.6, respectivamente. Manteniendo a Sinaloa por debajo de la media nacional que se colocó en 17, según el informe del Grupo Estatal para la Prevención del Embarazo en Adolescentes del Estado de Sinaloa, GEPEA, emitido en febrero del 2021.
Pero aunque disminuyeron los embarazos infantiles y adolescentes a nivel estatal, las autoridades detectaron sectores sociales como los campos agrícolas, como zonas que siguen en vulnerabilidad.
Entre 2019 y 2021, la cifra de niñas y adolescentes embarazadas entre los 10 y 19 años en Sinaloa pasó de 10 mil 359 a 8 mil 144. Hasta julio del 2022, las autoridades registraron 3 mil 803, de acuerdo a datos obtenidos de los Servicios de Salud de Sinaloa por acceso a la información.
Los municipios con mayor cantidad de embarazos infantiles y adolescentes son Ahome, El Fuerte, Salvador Alvarado, Culiacán, Cosalá, Escuinapa, Elota y San Ignacio, tomando en cuenta la tasa por cada 10 mil habitantes.
La información del GEPEA destaca los municipios con poblaciones con comunidades indígenas, jornaleras y migrantes de los municipios de Ahome, El Fuerte, Choix, Rosario y Navolato, como los más vulnerables a presentar abuso sexual y explotación laboral contra niñas, niños y adolescentes.
Entre 2015 y 2020 llegaron a vivir a Sinaloa 87 mil 011 personas, 13 de cada 100 migrantes son originarios de Guerrero, según datos del INEGI.
El Hospital de la Mujer es uno de los centros clínicos de especialidades que tiene la Secretaría de Salud de Sinaloa. Está ubicado en el sector Tres Ríos, uno de los de mayor crecimiento en el municipio de Culiacán que, a su vez, está ubicado en una zona de fácil acceso para las pacientes que acudan de otros municipios porque está cerca de la central de autobuses y con acceso a carreteras.
En ese hospital son atendidas niñas, mujeres y adolescentes embarazadas, principalmente de los municipios de Navolato y Badiraguato, que colindan con Culiacán; pero por ser un centro especializado, recibe a pacientes de todo el estado.
El doctor Juan Carlos Favela Palazuelos, especializado en ginecología, es el encargado de la Clínica de Salud de la Adolescente en el Hospital de la Mujer. Platicó efectivamente que han visto una disminución en los embarazos infantiles y adolescentes atendidos en el hospital. Anteriormente representaban el 33 por ciento de los partos atendidos, para el 2021 la cifra se redujo a 22 por ciento. Ese año atendieron 4 mil 204 partos, de los cuales mil 133 eran jóvenes menores de 19 años.
“Eso es bueno porque quiere decir que la adolescente ya está empoderándose un poquito más y está buscando otros mejores destinos, entre ellos, el estudio”.
La atención de niñas y adolescentes embarazadas en el Hospital de la Mujer es mayoritariamente a jóvenes que viven en campos agrícolas; que no tienen seguridad social, o son de nivel socioeconómico bajo. Las jóvenes que acuden a pedir atención, son también hijas de madres jóvenes.
“Estamos viendo pacientes de 33-34 años con hijas ya de 16-17, y son abuelas, entonces quiere decir que siguen el mismo patrón. Básicamente es cultural, casi este asunto”.
Cuando llega una adolescente a solicitar atención médica por embarazo, es canalizada al área de psicología, odontología y nutrición para que reciban atención integral. En la terapia de grupo, la psicóloga es quien pone atención a los casos de cada una y, si sospecha algún tipo de violencia, las adolescentes son canalizadas a servicio social para que continúen con la investigación; será en esta área la responsable de llamar al Ministerio Público en caso de ser necesario.
“Pero normalmente no seguimos un protocolo en ese sentido. Las menores de edad que vienen, la mayoría tienen pareja mayores de edad pero no decimos: ‘bueno, paciente menor de edad es víctima de violencia’. Eso no lo podemos asegurar, ni decir, solo que la paciente veamos cualquier signo de nerviosismo y ese tipo de cosas, entonces sí le damos parte a trabajo social y a psicología”.
“Nosotros como médicos no estamos (…) obligados a hablarle al Ministerio Público a menos que veamos algún signo de violación, en ese sentido. Si vemos a la paciente muy, muy, muy nerviosa o algo que nos esté diciendo, yo le hablo primero a trabajo social y ellos le hablan a medicina legal”.
El doctor Favela Palazuelos explicó que el cuerpo de las mujeres está preparado para tener un embarazo, hasta los 18 o 19 años de edad. Por ello, las niñas y adolescentes corren riesgos de tener complicaciones de salud como hemorragia uterina, sepsis, hipertensión o preeclampsia.
“Todas las mujeres tienen los mismos riesgos, pero las adolescentes probablemente porque no se cuidan lo suficiente, tengan mayor riesgo de presentarlo”.
Además se detiene su crecimiento porque se cierra la epífisis, que es la parte del hueso que está en los extremos.
“Entonces esta epífisis cuando una paciente está embarazada, se cierra, porque el cuerpo o sigue creciendo porque está manteniendo a otro ser humano en su interior, entonces, o gasta energía en crecer el paciente o gasta energía en tener un bebé, y normalmente siempre se decanta por el bebé”.
Las hemorragias uterinas pueden provocar que la niña o adolescente pierda la matriz si no son controladas. Estos sangrados son generados porque las fibras musculares del útero no se contraen en el post parto.
“Este mayor índice de hemorragia si no se puede parar porque el útero terminó sin tono, le decimos nosotros útero atónico, entonces puede terminar en una histerectomía”.
Después del parto, todas las jóvenes reciben información sobre métodos anticonceptivos que les pueden otorgar gratuitamente en el Hospital de la Mujer. Los que les ofrecen son el dispositivo intrauterino de cobre, dispositivo medicado, inyecciones o el dispositivo que es colocado en el brazo. Así como pastillas anticonceptivas de desogestrel que pueden utilizar durante la lactancia. El más elegido es el dispositivo que es colocado en el brazo.
Dependiendo de la edad de la adolescente, puede consentir o no que le coloquen un dispositivo o le otorguen un método anticonceptivo. Si es mayor de 16 años, puede firmar la autorización ella misma, si es menor de 14, tiene que hacerlo un familiar directo o, en caso de que esté legalmente casada, puede hacerlo ella.
Pero ninguna persona puede consentir por ella, si la paciente se niega a recibir un método de planificación familiar.
“Si la paciente no lo quiere, no se lo ponemos. No importa que me diga el papá que quiere ponérselo, o el esposo, la mamá. Si la paciente no, porque eso se considera violencia”.
Las pacientes que son enviadas a terapia, son atendidas por la psicóloga Teresa de Jesús Medina Patricio. En la experiencia de atención a niñas y adolescentes embarazadas, señala que el 40 por ciento de ellas ha sido abusada sexualmente, pero esto no significa que el producto que esperan sea derivado del abuso.
Es la violencia que viven las jóvenes en sus hogares, la que las empuja a dejarlo y buscar una pareja como vía de escape. A veces viven con un padrastro acosador, padre o hermano.
“No porque son verdaderamente felices, se casaron, es muy raro el caso que digas tú ‘ay, es que se casó enamorada, ya realizó todos sus sueños’, no, es una adolescente que de alguna manera trae una frustración en sí”.
“Y si se fue de su casa es por algo, es porque estaba teniendo problemas en su casa”.
Pero aunque hayan huido de sus casas maternas, las exenta de seguir siendo víctimas de la violencia porque una vez que están con su pareja, algunas viven en condiciones de hacinamiento en la casa de los suegros, quienes a veces las maltratan. O sufren violencia económica por parte de sus parejas, al no darles dinero, dejarle el manejo de las finanzas a la madre del joven, o impedir que la adolescente pueda visitar a su familia.
“La violencia verbal y psicológica también es muy abundante”.
Contrario a los datos estadísticos, Medina Patricio tiene la percepción que los embarazos adolescentes van en aumento, pero lo que sí va en disminución es la edad que tienen las madres jóvenes, aunque el grueso de casos sigue siendo mayoritario en las jóvenes de 15 y 16 años. Y en estratos de poder adquisitivo más bajo.
“De las personas que vienen y trabajan en los campos agrícolas, abundan, son todavía con edades todavía mucho más bajas. Son niñas de 12 años, son niñas de 14 años y a veces se sienten grandes, entonces, no quiero pecar de decir que es el nivel socioeconómico el que marca”.
Señaló que en otros estratos sociales, las jóvenes tienen acceso a otra información, como la interrupción legal del embarazo. Por ellos los métodos de planificación familiar y la educación tienen que ser llevados hasta los campos agrícolas e insistirle a los padres y madres de familia sobre el tema, ya que falta información sobre los embarazos adolescentes.
“En realidad a los que tienes que informar es a los padres. Nosotros decimos ‘si lo desconoce, no lo va a hacer’ y es todo lo contrario, lo desconocen, los niños buscan porque son al fin niños y están buscando investigar, y a veces en la investigación se queda preñada la niña”.
Los embarazos en niñas y adolescentes son más vistos que ocurren entre parejas adolescentes, aunque también existen casos que ocurren que la pareja de la joven es un adulto. En consecuencia, hay abandono escolar y las muchachas se alejan de sus amistades.
La psicóloga Medina Patricio coincidió con el médico, que las jóvenes embarazadas son hijas de mujeres que fueron madres a corta edad.
“Casi siempre cuando las detectamos y hacemos una entrevista psicológica y ¿a qué edad parió tu madre el primer hijo? Y es como un concurso, luego dicen ‘ay, no, mi mamá a los 17, me ganó’ cuando ellas tienen 18, por ejemplo, o la madre parió a los 14, a los 13, es como que no me voy a dejar ganar por mi mamá”.
La Secretaria de las Mujeres, Teresa Guerra Ochoa, explicó que son diversos los factores que intervienen para que ocurra un embarazo adolescente. Uno puede ser la sexualidad temprana por voluntad propia y con falta de información u orientación para prevenir un embarazo; otro, la sexualidad forzada como violaciones, abuso sexual, o estupro.
Además de la insuficiente información que las y los jóvenes reciben en las escuelas, que algunos temas referentes a la sexualidad siguen siendo tabú. El poco acercamiento de las madres y los padres de familia para hablar de sexo con sus hijas e hijos.
“Este es un tema también de nuevas masculinidades donde los adolescentes tienen que entender que es igual su responsabilidad. Tenemos que cambiar también la mentalidad de las madres y de los padres”.
La sexualidad, dijo, es un tema que debe ser abordado con naturalidad porque las y los adolescentes van a presentar deseo sexual por la etapa de cambio hormonal por la que pasan. En ejercicios que han realizado en las escuelas, han detectado que las y los jóvenes no hablan del tema con sus padres, y algunos cuantos lo abordan con sus amigos, pero la mayoría no están informados.
También existe la violencia en la relación con los embarazos adolescentes. La sexualidad forzada está muy presente en la sociedad, y muchas veces las jóvenes la sufren en el entorno cercano: tíos, primos, padrastros, hasta padres biológicos, y cuando ocurre, las muchachas no lo denuncian creyendo que tendrán consecuencias en su contra.
“Y además, si hay seducción porque empieza a despertar su gusto por el sexo contrario, o por el propio puede ser, pero ahí si somos dos mujeres no vas a hablar de embarazo, pero empieza a despertar eso y a veces me ha tocado conocer historias de mujeres que en la adultez decían ‘es que me sentía culpable’ porque podía haberle atraído aunque fuera adulto, pero no quería un embarazo y menos quería un abuso sexual”.
Según datos de la Fiscalía General del Estado de Sinaloa, entre 2017 y 2021 aumentó el número de averiguaciones previas o carpetas de investigación por el delito de violación a niñas, adolescentes y mujeres, pasando de 128 a 217, respectivamente.
El delito de abuso sexual o atentados al pudor, presentó aumento entre 2017 y 2020, con 179 y 314 carpetas, pero en 2021 tuvo una ligera disminución a 294. Lo mismo ocurrió con las averiguaciones previas y carpetas de investigación por acoso sexual, entre 2017 y 2020 pasaron de cinco a 74, y en 2021 bajó a 68.
La secretaria de las Mujeres, Teresa Guerra Ochoa, señaló que sí hay una correlación entre violencia contra las niñas y adolescentes, y los embarazos en ese sector de la población.
“Porque si tú encuentras un embarazo de 16 años, estamos hablando generalmente de una pareja que no es joven, sino es un adulto, sea de 20 (años), ya es violencia. Hay más madurez en el adulto, y por lo tanto, habría más medios para prevenirlo, ya es violencia porque la prevención no le corresponde solo a la mujer, y además porque está tipificado como violencia”.
“Hay una alta estadística de todavía considerar, digamos, cuando encuentras una violación o un abuso sexual, es un tema de dominar el cuerpo de las mujeres, y más un sector altamente vulnerable van a ser las adolescentes”.
El 8 de marzo de 2022, las mujeres de Culiacán se unieron a las marchas del Día Internacional de la Mujer, la cual concluyó a unos metros del Congreso del Estado, que ese mismo día discutió y aprobó la despenalización del aborto en Sinaloa.
Desde entonces la Secretaría de Salud estatal registró 120 interrupciones del embarazo. El titular de la dependencia, Cuitláhuac González Galindo, explicó que la cifra incrementa mes con mes. Por eso para el Presupuesto del 2023 solicitarán recurso para atender a las mujeres que lo soliciten porque solo lo hacen en el hospital materno como un centro de concentración, y en otras unidades lo hacen en muy baja cantidad. La Secretaría de Salud estatal atiende también a la población derechohabiente del IMSS y del ISSSTE.
El rango de edad de las mujeres que han solicitado interrumpir su embarazo, son jóvenes de 18 a 30 años.
En el Hospital de la Mujer otorgan el procedimiento, pero no les informan a las pacientes adolescentes embarazadas que pueden acceder a él si lo solicitan. La Secretaría de Salud tampoco ha hecho campañas para informar a la sociedad sobre que las mujeres pueden interrumpir su embarazo, y los requisitos o procedimientos que realizan para ello.
La Secretaria de las Mujeres, Teresa Guerra Ochoa, explicó que no es que los embarazos adolescentes sean más frecuentes en la población de poder adquisitivo más bajo, sino que los estratos socioeconómicos más elevados, tienen redes de apoyo para las jóvenes. “Yo lo que creo es que la clase media y la clase alta tiene más redes de apoyo la adolescente, y por lo tanto, tiene incluso más medios para que si se embaraza, realmente recurren a una interrupción de embarazo, tienen más información”.
La psicóloga Medina Patricio coincidió que las jóvenes de otros niveles socioeconómicos pueden acceder a la información y a la interrupción legal del embarazo.
“Esas personas que vienen y que tienen un poder económico muy bajo, vienen y desarrollan su embarazo como tal, eso es lo curioso”.
Diciembre es el mes que cierra el año y muchas personas utilizan las festividades y el cambio para cerrar ciclos en su vida, hacer reflexiones de lo vivido y plantear nuevas metas para el siguiente periodo. En el caso de Karla, diciembre será un mes del inicio, pues para esa fecha espera dar a luz.
Pero la espera ha sido con temor e incertidumbre por su situación legal ante la falta de documentación. Quiere solucionarla para que su hijo no tenga la misma problemática que ella, además para tener certeza sobre la custodia del menor.
“Por eso mi tía anda preocupada y andaba pidiendo ayuda, pues que me ayudaran porque yo sola y luego si ya estoy grande pues es más difícil para conseguir un papel, tu acta y pues a lo mejor sí me sentí mal porque dije a lo mejor nunca se va a conseguir mi acta y no quiero que mi bebé pase lo mismo que yo pasé, que no tenga papeles ni nada y que en la vida no sea nada”.
“Por eso quiero tener algo, para que cuando él llegue a estudiar tenga yo algo siquiera para comprobar que es mi bebé porque, nadie lo quiera, me lo vayan a querer quitar”.
Antes de la publicación de este reportaje, este medio canalizó a dependencias del Gobierno del Estado el tema del acta de nacimiento de la joven Karla, de 16 años, con un embarazo de 8 meses, la cual ya le fue entregada.
*Este reportaje fue realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF).
*Esta nota fue realizada por NOROESTE, parte de la alianza de medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes leerla.
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