3 noviembre, 2022
Ante la insuficiencia de espacios en albergues para migrantes en Ciudad de México, personas migrantes provenientes principalmente de Venezuela duermen en centrales de autobuses
Texto: Kau Sirenio
Fotos: Alexis Rojas
CIUDAD DE MÉXICO.- Un par de niños corren tras una pelota en el estacionamiento de la Terminal Central de Autobuses del Norte, que se convirtió en albergue provisional para los migrantes que esperan completar para un boleto de autobús hacia las fronteras: Norte o Sur. Mientras tienen que permanecer al intemperie del patio de la estación camionera.
“Hoy es día de muertos en Venezuela, pero nosotros estamos aquí. Nuestros difuntos se quedaron allá porque no los podemos llevar hacia donde vamos. Lo llevamos en el corazón y los vamos a recordar todos los días” explica Miguel, mientras estira las piernas sobre un cartón tendido en el piso del estacionamiento de la central camionera.
Los días pasan y la población migrante aumenta en la parada de autobuses, y el gobierno de la Ciudad de México apenas abrió un albergue para miles de venezolanos que llegan desde dos frentes. Los que vienen del sur y los deportados de Estados Unidos.
La religiosa María Magdalena Silva Rentería advirtió en conferencia de prensa el 21 de octubre que ante la falta de presupuesto y estrategia del gobierno de la Ciudad de México, los migrantes podrían quedarse en las calles por falta de albergues.
Ese día dijo que la Casa de Acogida, Formación y Empoderamiento para Mujeres y Familias Migrantes y Refugiadas (CAFEMIN) estaba sobre saturada a su capacidad.
“El albergue CAFEMIN es la más grande de las que hay en la Ciudad de México, pero ya rebasó su capacidad que era para cien personas, ahora estamos en más de 380 personas, esto nos preocupa porque no tenemos capacidad para acoger a todos”.
María Magdalena Silva Rentería.
Un hombre que trabaja en una de las tiendas de la terminal de autobuses confió a Pie de Página, no sin antes pedir reservar su identidad. “Durante el día los migrantes permanecen en la calle o en el estacionamiento porque son muchos. Hasta las 22 horas les permiten descansar en la sala 6, pero tienen que abandonar el lugar en la mañana”.
Antes de que el sol terminara de tostar a los migrantes venezolanos, empezaron a llegar camionetas con comida, ropas, frutas y agua. Niños, mujeres y hombres se formaron para recibir tacos de chicharrón y una botella de agua; otros escogieron una prenda de su talla y volvieron a la fila de la comida.
“Somos de la iglesia Cristiana de la Paz, venimos de Ixtapaluca, Estado de México, a traer algo de comida y ropa. En la iglesia hacemos colectas de víveres, ropa y calzado para entregarlos a las personas que lo necesitan», explica una voluntaria de la iglesia cristiana.
En la plática interviene otro voluntario: «Hacen falta calcetines, ropa caliente. Mochilas con útiles de higiene personal, pasta y cepillo dental, jabón para baño y toallas femeninas para las mujeres».
Después de la comida los niños buscaron la sombra para seguir jugando con la pelota. Mientras que los papás presentan al reportero sobre la ruta más fácil para llegar a la frontera con Estados Unidos. «Todos venimos de Venezuela y vamos a la frontera aunque sabemos que muchos paisanos fueron deportados de Estados Unidos».
Entre los reclamos de los migrantes brota otra vez la pregunta. «¿Por qué migración nos quita el permiso para romperlo?, pregunto esto porque en Chiapas nos quitaron los documentos de identidad», se queja Ángel.
Después de platicar con Pie de página, Pedro tomó su mochila y se despidió de sus compañeros. «Ya me voy, el autobús sale en unos minutos. Pero viajo en el económico hasta Ciudad Juárez, los espero en Nueva York».
«Allá nos vemos», se despidió Miguel de su compañero de viaje, él tendrá que esperar juntar dos mil pesos para comprar el boleto a Ciudad Juárez. «Ve con Dios,
nosotros esperaremos acá unos días más, pronto nos veremos en Estados Unidos», tercio otro venezolano.
A los migrantes en tránsito no les preocupa no poder celebrar el Día de muertos, sino llegar al destino, aunque la policía migratoria de Estados Unidos los detenga y los vuelva a regresar. «No entiendo por qué Estados Unidos no quiere a los venezolanos, cuando nosotros podemos trabajar juntos para tumbar a (Nicolás) Maduro», dice Angel.
—¿Por qué quieren llegar a Estados Unidos, si es el país que le impuso el embargo a Venezuela?— pregunto.
—Solo queremos llegar allá porque la inflación en Venezuela es muy alta y queremos ayudar a nuestra familia —contesta cabizbajo.
Mientras las distintas arriban al estacionamiento de la Central Norte para entregar comida, y palabras de aliento, los migrantes venezolanos comparten otra ruta en sus viajes.
«En mi familia estamos analizando la posibilidad de quedarnos en México a trabajar. Espero que el gobierno mexicano nos dé visa humanitaria», adelanta Miguel mientras toma la mano de su hijo y camina hacia los baños de la Central camionera.
Periodista ñuu savi originario de la Costa Chica de Guerrero. Fue reportero del periódico El Sur de Acapulco y La Jornada Guerrero, locutor de programa bilingüe Tatyi Savi (voz de la lluvia) en Radio y Televisión de Guerrero y Radio Universidad Autónoma de Guerrero XEUAG en lengua tu’un savi. Actualmente es reportero del semanario Trinchera.
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