Parte de la colección del Museo Dolores Olmedo será trasladada al Parque Urbano Aztlán, cosa que de inicio salta a la vista, puesto que los propósitos de la visita a un parque de diversiones son muy distintos a los de un museo
Dolores Olmedo (1908-2002), coleccionista, promotora cultural, mecenas. Proveniente de Juchitán, Oaxaca, nuestra Peggy Guggenheim mexicana, admiradora y poseedora no sólo de una inigualable colección de obras de arte, prehispánicas y del México posrevolucionario y moderno, sino también de joyas de valor incalculable; una gran esteta, admiradora y amiga de los mayores exponentes del arte nacional del siglo pasado.
Dolores Olmedo hizo su riqueza luego de haber trabajado inicialmente en una tabiquería, y de ahí, poco a poco, creó su propia compañía constructora.
En el siglo XX, la coleccionista adquirió la Hacienda La Noria, donde vivió el último rey xochimilca, Apotzihuatzin —comentó en entrevista a Elena Poniatowska—, durante el siglo XVI. El Museo Dolores Olmedo fue fundado hace casi treinta años, en septiembre de 1994, y hoy, ese ilusorio jardín poblado de pavorreales y alegres xoloitzcuintles, ese Museo idílico habitado por la creatividad de los artistas más prominentes de entonces, parece ser que está incompleto.
A raíz de la fundación del Parque Urbano Aztlán, mismo que remplazó el antiguo parque de diversiones La Feria en Chapultepec, el gobierno de la Ciudad de México anunció que parte de la colección del Museo Dolores Olmedo sería trasladada al parque de diversiones, cosa que de inicio salta a la vista, puesto que los propósitos de la visita a un parque de diversiones son muy distintos a los de un museo.
La periodista Darinka Rodríguez de El País, contactó a las nietas de la coleccionista, quienes le hicieron saber que los rumores de que el Museo Dolores Olmedo se cerraría, eran falsos, y que el espacio se reabrirá en 2024 para continuar con exhibiciones y eventos culturales. Que no se cerraría, sino que se trataba de una “extensión” del Museo, pues dada la cantidad de obras, resultaba insuficiente el espacio de La Noria para exhibir todo.
Esto suena a una justificación extraña, pues es algo que debe tener todo museo: obras que no están expuestas para que puedan rotarse con otros museos, así como para cambiar las exposiciones temporales exhibidas. Es parte del funcionamiento de un museo.
No hay claridad sobre la cantidad exacta de obras de que consta dicha “extensión” al Parque Aztlán, pero lo que es un hecho es que el acervo del Museo Dolores Olmedo estará incompleto. Y ni siquiera se va a un museo, sino a un “parque urbano”.
La colección de Dolores Olmedo consta del “acervo más grande de obras de Frida Kahlo y Diego Rivera, así como con la serie más completa de grabados y dibujos de Angelina Beloff”, menciona Adriana Malvido en su columna de El Universal. Adicionalmente, de Pablo O’Higgins, y más de 6 mil piezas prehispánicas.
Es decir, la obra de la pintora más reconocida no sólo del país, sino del mundo, así como la del muralista más popular mundialmente, va a ir a parar a un parque de diversiones.
Aunado a ello, la zona a la que está ahora destinada ya está poblada de museos. Alrededor tenemos el Museo de Arte Moderno, el Museo Tamayo, el Museo de Antropología e Historia, el Museo Jumex, el Museo Soumaya, por hablar de los más grandes y representativos alrededor de Chapultepec que albergan obras de la misma época.
Es realmente innecesario ese traslado, Chapultepec no necesita de mayores construcciones ni atractivos turísticos. Lo quieren abarrotar, una sobreexposición de alternativas termina por destruir la belleza de Chapultepec; tal parece que para arruinarlo no basta con tener un Starbucks en el hermoso Bosque de Chapultepec, quieren más. ¿Acaso las trajineras van a terminar en el Lago de Chapultepec?, ¿la Casa Azul junto a la Casa del Lago? En estos momentos se necesita una sobreexposición, pareciera que se quiere al Bosque de Chapultepec siempre y cuando esté sobrepoblado de materia no vegetal.
La periodista cultural Adriana Malvido se ha dado a la tarea de investigar los archivos que Olmedo dejó escritos ante un notario público, los cuales confirman la información proporcionada durante la entrevista que Malvido le hizo en vida, en la que afirmó que el museo “no podrá cambiar de domicilio ni dividirse”.
Malvido ha buscado entrevistar a familiares de la coleccionista e instituciones culturales que están a cargo de hacer este cambio, pero se ha enfrentado a negativas que le impiden consolidar las entrevistas para averiguar qué procesos legales —aparentemente ocultos e irregulares— hay detrás del innoble desplazamiento del acervo, pues queda en evidencia un mal manejo del patrimonio artístico al interior del Museo, dejando intereses económicos privados, con los que claramente Lola Olmedo —como le llamaban sus amigos— no estaba de acuerdo. En esa misma entrevista afirmó a Malvido que ese Museo es para el pueblo, y que ha dejado a sus hijos un respectivo patrimonio económico, dando a entender que nadie tendría que interferir con ese Museo por ningún motivo, como lo dejó estipulado cuantas veces pudo, por vía legal y verbal.
Hay una falta de claridad, por parte del INBA, el INBAL, la familia de Dolores Olmedo, la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum y José Carlos Acosta, alcalde actual de Xochimilco. Nadie parece respetar los deseos de Olmedo por preservar el acervo del Museo en Xochimilco, y no sólo sus deseos, sino sus declaraciones legales en las cuales invirtió cuantiosas cantidades de dinero.
Se habla mucho de que la intención primordial es acercar la obra plástica de estos artistas a una mayor cantidad de gente. No estoy de acuerdo, quien tiene interés en ir a un museo, va a un museo. Al parque urbano nadie va a ir para apreciar los detalles minuciosos de los dibujos de Rivera. Es un desprecio a nuestros artistas, pasados y presentes. ¿Para qué descompletar esa gran colección, cuando se puede dar espacio a los nuevos artistas para que su trabajo sea expuesto ahí? Incluso un trabajo de mayores dimensiones, murales que sean exhibidos y apreciados a escalas propicias para un parque de diversiones.
En la introducción de Catálogo del Museo, Dolores Olmedo menciona: “Deseo que el pueblo de México esté consciente que este patrimonio no es transferible. A él pertenece, a él y sólo a él. Jamás podrá extinguirse o desintegrarse porque siempre habrá, y de eso estoy convencida, un mexicano digno que exija que este patrimonio perdure para siempre”.
¿Ha muerto el Museo Dolores Olmedo y su historia?
Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.
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