16 septiembre, 2022
Después de dos años de celebrar el Día de la Independencia ante una plaza vacía, el presidente López Obrador dio el Grito de Dolores rodeado de seguidores y correligionarios, y lanzó arengas contra el racismo y la corrupción. Paralelamente, un colectivo de familiares de personas desaparecidas protestó en la Estela de Luz en contra de la militarización en la estrategia de seguridad
Texto: Arturo Contreras Camero e Isabel Briseño
Fotos: María Fernanda Ruiz, Arturo Contreras e Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- En una noche de vivas, López Obrador sorprendió con tres mueras contra la corrupción, el clasismo y racismo.
«¡Mexicanas y mexicanos, muera la corrupción!», gritó el presidente y la gente, confundida, respondió «¡Viva!». Después, hicieron eco a los “mueras” al clasismo y al racismo.
A las arengas, López Obrador también añadió un «Viva la paz», como en su primer grito de 2019, que sumó a otras de años anteriores: los héroes anónimos, la libertad, la igualdad, la justicia, la democracia, nuestra soberanía, o la fraternidad universal, que honra a los personajes internacionales que lo acompañan en las fiestas patrias de este año, como los expresidentes de Bolivia y de Uruguay, Evo Morales y José Mujica, o como John y Gabriel Shipton, familiares de Julian Assange, el activista condenado a prisión por 175 años.
Desde las seis de la tarde, los vítores no dejan de sonar. «¡Es un honor estar con Obrador!» y «¡No estás solo!» llenan la plancha del Zócalo; después de la pandemia, que vació la celebración en el centro de la capital del país por dos años, la gente está ansiosa por regresara la principal plaza del país
No solo ellos, el gobierno federal preparó una celebración para los mexicanos tanto los de este país como los que viven en Estados Unidos, con la presentación de los Tigres del Norte, una de las bandas de música popular más famosas entre los paisanos de ambos lados de la frontera.
Momentos antes del grito, a las 8:45 de la noche, ante un Zócalo casi lleno empezó a sonar Jefe de jefes, canción que es casi un himno, el estruendo inició a calentar los ánimos en una plaza que estaba acallada por el frío y las amenazas de una lluvia que no llegó con la fuerza esperada.
Después, a las once en punto, los Tigres del Norte interrumpieron su acto para dar lugar a los gritos de «¡Viva México!».
El entusiasmo patrio no dio para romper el récord de asistencia a la Plaza de la Constitución, que en sus mejores noches ha reunido a más de 210 mil personas bajo la convocatoria de Shakira (en 2007) y la de Justin Bieber (en 2012). Sin embargo, esta noche se reportó una asistencia cercana a las 140 mil personas. Nada mal luego de dos festejos ante una plaza vacía.
López Obrador volvió al frente de una multitud en esta plaza que en la que se podría decir que juega de local desde hace casi dos décadas, así lo confirman los peluches y llaveros con su efigie.
Luis Ramírez y su esposa Verónica Paredes llegaron desde las nueve de la mañana enfundados en un traje de manta, como si fuera un tipo de vestuario indígena, y sombreros de palma. Sobre sus hombros, cargan dos gansos gigantescos mientras suenan unas cornetas que imitan un graznido. Alrededor de sus cabezas, unas cintas que repiten una de las frases usadas por el presidente en el discurso de su toma de posesión en 2018 para enfatizar que cumpliría sus promesas: «Me canso, ganso».
Tanto Luis como Verónica llevan años asistiendo a la primera plaza del país. Viven en Atizapán de Zaragoza, en el Estado de México, pero aprovechan la casa de su hija, en la céntrica colonia Guerrero, para venir año con año. Después de dos años sin grito, no dejaron pasar esta oportunidad.
«Hemos estado con él desde el desafuero, durante las campañas de 2006 y 2012, nunca lo abandonamos. Aquí vivimos con él cuando lo del fraude, no podríamos dejarlo solo», asegura Luis mientras se acomoda su ganso en la cabeza.
Luis y Verónica están a unos metros del balcón presidencial, pero no en los mejores lugares. Los espacios junto a los templetes de prensa, justo debajo del balcón presidencial, fueron reservados para militares y sus familiares, como los pertenecientes al tercer batallón de infantería. «Es por seguridad el comandante supremo», dice uno de ellos que evita dar su nombre y asiste también con su familia.
Minutos antes de las ocho y media de la noche, hora anunciada para el inicio del concierto de Los Tigres del Norte, las vallas que reservaban el espacio debajo del balcón se abrieron y, poco a poco, con mucho orden, entraron las familias de los militares que se encontraban sobre la plancha. El espacio que dejaron, en cambio, se llenó con tropel de ciudadanos impacientes.
Cerca de las once de la noche, la atención se posa sobre el balcón presidencial. La música de Los Tigres del Norte se detiene y solo se escucha el grito «¡Fuera Televisa!» de los asistentes, quienes piden se quite el templete de la prensa que les tapa la vista. Desde la plaza se alcanzan a ver a algunos youtubers entre los periodistas, a quienes la gente reconoce por las conferencias matutinas del presidente y apapachan con una consigna: «¡Youtubers sí, chayoteros no!».
Luego de las arengas del presidente y de los fuegos artificiales, la plaza se empezó a vaciar. La música de los Tigres del Norte no cesó hasta más entrada la noche.
Este 15 de septiembre fue aprovechado por el colectivo Hasta Encontrarte para manifestarse contra la militarización.
Conformado por 120 personas, principalmente mujeres, las familiares de personas desaparecidas arribaron desde Guanajuato a las cuatro de la mañana a Ciudad de México y, un par de horas después, dos de sus integrantes comenzaron a subir para colgar una lona a lo largo de la Estela de Luz, el monumento colocado para celebrar el Bicentenario del país en el gobierno de Felipe Calderón y que ha sido resignificado por distintos colectivos como un punto de reunión para protestar contra la violencia en el país.
Y es precisamente el inicio del gobierno de Calderón en 2006, cuando tomó el poder e inició la llamada Guerra contra el narco, a la que refiere el mensaje de protesta colocado en el monumento: “16 años. Impunidad. No al golpe militar”.
La protesta también remite a la decisión del gobierno de López Obrador de adscribir a la Gurdia Naciona bajo el cotrol de Sedena y mantener a militares en funciones de seguridad pública durante su sexenio hasta 2024, así como a la reciente reforma propuesta por diputados del PRI que busca ampliar la presencia del Ejército en las calles hasta 2029.
Las dos personas que escalaron el monumento alcanzaron la cima a la una de la tarde, con una lona que pesa alrededor de 80 kilogramos, luego de maniobrar en medio de la lluvia y el viento.
Por la noche, elementos de la Cruz Roja y de Protección Civil de la ciudad acordonaron la zona y preguntaron a las familias si requerían que subieran a auxiliarles. Las familias solo pidieron herramienta para descender a rapel de la Estela, una tarea que se prolongó hasta la madrugada de este viernes 16 de septiembre.
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