La Dirección Federal de Seguridad vigiló a la fallecida Reina Isabel II en las dos visitas que hizo a México, en 1975 y 1983. Un seguimiento puntual a la jefa del país con el sistema de espionaje más antiguo del mundo. Machetazo a caballo de espadas
Twitter: @anajarnajar
La Dirección Federal de Seguridad (DFS) se puso en alerta.
En Acapulco el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) había sostenido una reunión secreta para organizar un boicot a la llegada de la Reina Isabel II al puerto.
Era el 2 de febrero de 1983. Dos semanas después la monarca y su esposo, el duque Felipe de Edimburgo, iniciarían en ese balneario su segunda visita oficial a México.
Había entusiasmo entre autoridades y los medios de la época. Pero no todos estaban contentos.
El líder local del PSUM, Abel Salgado Valdez, advirtió en la reunión interna que al hospedar a los visitantes México se presentaba “como un aliado del imperialismo inglés”.
“Nuestro país se exhibe como incongruente en su política exterior, en virtud de que en los Foros Internacionales defendió al pueblo argentino sobre su reclamo legítimo de su soberanía de Las Malvinas, y ahora el gobierno prepara una recepción a los representantes del colonialismo”.
Salgado y el PSUM no estaban solos. Mario Navarrete, líder local del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), calificó a la Reina y su esposo como “personajes indeseables” porque “México no reconoce los títulos nobiliarios” desde los gobiernos de Benito Juárez.
En la operación también participaba el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
Uno de sus dirigentes en el entonces Distrito Federal, Edgar Hernández, anunció la convocatoria a una marcha “por diferentes puntos de la ciudad para mostrar la inconformidad con la decisión del gobierno mexicano de recibir a los representantes ingleses”.
Y en ese mismo sentido se pronunció el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) que exigió al entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado que recibiera “con todos los honores” a los gobernantes de países con régimen comunista como Cuba, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Yugoslavia y China.
Al final las amenazas quedaron en discursos encendidos, porque las marchas y protestas nunca ocurrieron.
Pero los detalles de las reuniones quedaron anotados en reportes enviados por los agentes de la DFS, y que décadas después permanecen en el Archivo General de la Nación (AGN).
Son una muestra del nivel de control que los gobiernos de la época mantenían sobre todas las actividades públicas del país.
También evidencian el espionaje cotidiano hacia los movimientos disidentes. Son, de hecho, el primer paso a la represión tan frecuente en esa época.
Los expedientes de la DFS fueron desclasificados en 2019, por orden directa del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Entre los cientos de documentos libres de consulta se encuentra un legajo de 28 páginas con los reportes de las dos visitas de Estado que hizo la fallecida monarca a México, en 1975 y 1983.
En términos generales se trata de informes sobre las actividades públicas de la Reina Isabel II y el duque de Edimburgo.
Los reportes muestran un seguimiento puntual, hora por hora, de los sitios visitados por la pareja real, los funcionarios, artistas e intelectuales con quienes se reunió y los preparativos de seguridad para los encuentros.
Los agentes de la DFS reportaron hasta el tipo de vehículo en que se transportó la monarca.
En los reportes de 1983 documentaron, por ejemplo, que en Michoacán la Reina y su comitiva “abordaron el autobús oficial General Lázaro Cárdenas, recorrió dos kilómetros entre el muelle fiscal y la puerta 1 de Sicartsa”, una siderúrgica estatal.
“A las 17:00 horas la Reina y sus acompañantes arribaron al muelle fiscal para abordar el yate Britannia, donde tomó el té con el gobernador del estado” que en ese entonces era Cuauhtémoc Cárdenas.
De la primera visita reportaron que la pareja real asistió a una charreada en el lienzo de el Pedregal de San Ángel o que visitaron Oaxaca donde presenciaron una representación de la Guelaguetza, donde hubo algunos problemas.
Los agentes responsables del espionaje anotaron en su informe: “Haciéndose notar que a este acto concurrió numeroso público y se registraron conatos de riña, por lo que intervinieron las autoridades correspondientes resultando golpeadas varias personas”.
Informes tan detallados eran comunes en esa época, cuando en el país existía un verdadero Estado autoritario y represor.
Todos quienes participaran de la vida pública eran vigilados: estudiantes de universidades públicas, sindicatos, empresarios, organizaciones campesinas, funcionarios, políticos de todos los partidos políticos.
Una vigilancia de la que no escapó ni siquiera la Reina Isabel II, quien durante 70 años fue jefa de Estado del país con uno de los más sofisticados y antiguos sistemas de espionaje del mundo.
Machetazo a caballo de espadas.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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