26 agosto, 2022
En México una comunidad de jóvenes dedican sus tardes y noches a jugar bici polo, un deporte que les permite mejorar sus habilidades como ciclistas y desde donde construyen espacios seguros para mujeres y disidencias sexogenéricas
Texto y fotos: María Ruiz
CIUDAD DE MÉXICO.- Una pelota parte el centro de la cancha. A los extremos los equipos se alistan para pedalear lo más rápido que su cuerpo les permite y conseguir la ventaja del primer golpe. El objetivo, meter la pelota a la portería contraria a bordo de una bicicleta.
El bicipolo se juega en equipos mixtos de tres personas durante partidos de diez o quince minutos. Mujeres cis, mujeres trans, hombres trans, no binaries, hombres cis… todes juegan las mismas partidas, durante las cuales sus pies no pueden tocar el suelo.
El bicipolo nació en 1891 en Inglaterra. En ese año el irlandés Richard C. Mecredy ideó cambiar caballos por bicicletas. Casi cien años después llegó a los Juegos Olímpicos como deporte de exhibición en la edición de Londres de 1908. Hace poco más de diez años comenzó a jugarse en México, en su versión callejera, la que cambió las canchas de césped por canchas urbanas.
En México existen cuatro ligas: una en San Luis Potosí, otra en Guadalajara y dos en Ciudad de México: Culhuacanes y Bikepolo DF, de la cual se desprende Bike Polo Féminas, comunidad polera para mujeres y disidencias sexogenéricas. Alguna vez existieron ligas en Monterrey y Sonora pero con el tiempo desaparecieron.
La Ciudad de México tiene una cancha profesional para jugar este deporte. Se encuentra en el deportivo Xochinahuac de la delegación Azcapotzalco, la liga paga una cuota por ella. Sus paredes, adornadas por murales hechos por las ilustradoras e integrantes de Bike Polo Féminas Mitch Veloz y Nina Robott, son muestra de la comunidad que con mucho esfuerzo y cariño han formado.
Las ligas entrenan distintos días. Culhuacanes juega al sur, en Coyoacán, lunes y viernes. Bike Polo DF y Polo Féminas juegan los domingos en la cancha de Xochinahuac. Algunos días las, les y los jugadores se organizan para visitar Rabaul, una cancha secreta a la que pueden acceder a su antojo.
Todo es autogestivo. Hacemos rondas, llevamos la comida, somos jugadoras. Cuando se hace un evento se saca un permiso. Tener la cancha profesional nos llevó bastantes años. En el último cambio de administración de la delegación Azcapotzalco nos subieron la cuota” cuenta Diana Mendiola, una de las jugadoras con más experiencia de la ciudad.
Diana Mendiola comenzó a jugar hace once años, en ese tiempo el boom bicicletero apenas comenzaba al igual que la inclusión de mujeres y disidencias dentro de este deporte underground pero las reglas de ese entonces impedían realmente un juego mixto y justo.
“Todo el tiempo había contacto. En Estados Unidos dijeron que no se podía jugar siempre a golpe y golpe. Una de las reglas que cambió fue que si no tienes la pelota entonces no hay contacto. Eso fue clave para poder entrar al juego y abrió la puerta no solo a nosotras sino a esta diversidad de cuerpos. Al final las reglas son las que nos abren la puerta para dar paso a que todes podamos seguir jugando y tener la posibilidad de tocar la pelota”, explica Mendiola.
Cuando Diana habla del nivel de juego que hay en México profundiza en el tema de la diversidad. Recuerda una conversación con uno de sus colegas de EU. Para él la salud de un buen club se ve en la cantidad de mujeres que hay. Cuando hay diversidad significa que hay juego y no sólo golpes. La diversidad de cuerpos genera búsqueda de habilidades y estrategia en los equipos.
Pero generar una comunidad diversa y segura tiene sus retos. Es un camino que puede tener desencuentros y las poleras de Féminas se han aferrado a crear una comunidad a base del amor al juego.
No es fácil porque tenemos diferencias y no siempre todes te caen bien pero en este mundo y sistema los espacios se van perdiendo por el ‘ay, ya no me interesa porque no me gusta o no me cae bien tal. A todas las personas que estamos nos encanta jugar y todas esas diferencias al entrar a la cancha se acaban, con tu equipo quieres ganar y quieres hacerlo juntas. Afuera puede que no siempre estarás de acuerdo pero se trata de que cada quien pueda ir buscando su espacio y tener oportunidad, eso en cualquier comunidad de bici polo en el mundo lo vas a encontrar. Es una comunidad con mucha hermandad” comparte Diana.
La competencia no desaparece pero les, los y las poleras de Bike Polo Féminas buscan romper con la estructura tradicional de los deportes. Navegar en ella y aceptar querer ganar buscando otras narrativas. A veces les bromean con que son como una secta por lo unidas que están las personas de esta comunidad, Mendiola piensa que esta cercanía tiene que ver con que es un juego de equipo y de alto rendimiento. Conlleva mucho trabajo, energía y entrenamiento lo que hace que convivan mucho.
“El deporte debe ser un espacio para crear nuevas posibilidades de convivencia, crecimiento y narrativas diversas. Nuestro país está atravesado por violencia y nuestras historias de vida también. Es importante tener espacios seguros y libres para creer en otras realidades. Tomando en cuenta que además practicar un deporte en México es un privilegio, buscar alternativas y espacios siempre será una forma de luchar a todo lo que por derecho nos corresponde para tener una vida digna. Aún hay muchas cosas por conversar; trabajar; luchar; y sin duda jugar. También desde el juego se combate. Para mí jugar polo ha sido el performance de mi propia resistencia ante las estructuras que me decían que no podía ser o hacer. Y no juego sola, lo hago en comunidad; en mi club; con gente que me ayudó a crecer y cuestionarme más allá de la cancha. En equipo y con diversión se pueden construir otros juegos, otros mundos” cuenta Mendiola.
Los torneos son importantes para la comunidad polera. En la CDMX desde hace diez años organizan el Santo Torneo durante Semana Santa. Se invitan equipos de todo el mundo. Con el tiempo este torneo adquirió un alto nivel en la escena internacional del Bici Polo. De esta manera la comunidad mexicana mide su nivel de juego y se ha hecho consciente de sí misma gracias a la participación de jugadores de primer nivel de otras partes del globo.
Priscila Amador vive en Guadalajara y juega con el club Bici Polo Tapatío. Este club ha sido muy importante para el crecimiento del nivel polero mexicano. Lo fundaron en 2007 y lograron poner a México como sede en torneos internacionales como el Ladies Army, el torneo internacional de mujeres y disidencias. Y el Torneo Latinoamericano.
“A un año de estar en ese club la gente me ha ayudado mucho en cuanto a técnica y me ha motivado a crecer en el deporte. Soy muy competitiva y todo el tiempo me gusta mejorar, todo el tiempo pregunto y todos me han apoyado un montón” cuenta Amador.
Allá cuentan con una escuelita donde tienen bicis comunitarias y mallets para que la gente se anime a jugar. Los retos que Priscila ve en la comunidad polera de Guadalajara son similares a los de la Ciudad de México, la principal preocupación es que la comunidad crezca, que el juego no desaparezca.
«¿Cómo es buscar construir espacios seguros para mujeres y disidencias en un estado como Guadalajara donde el pensamiento de derecha permea?» Se le pregunta a la jugadora.
Siento que todavía en el bicipolo es algo que se está trabajando. Al ser de Argentina si veo la diferencia, en México en general falta socialmente que haya una sensibilidad más grande, concientización y empatía para lograr que los espacios sean seguros para mujeres y disidencias sexogenéricas” explica.
Mitch Veloz coincide:
“Estamos en desarrollo. No puedo decir que estamos del otro lado pero es un trabajo constante gestionar eventos solo de mujeres y disidencias para que sientan esa confianza de acercarse. Existe ese temor de la fuerza física que nos han vendido desde hace mucho tiempo. El mayor reto es lidiar con las mentalidades obsoletas donde algunos hombres piensan todavía que queremos beneficiarnos pero no se dan cuenta que es para incluirnos” comparte Veloz.
La Escuela de Bici polo es un proyecto de Bike Polo DF impulsado principalmente por Bike Polo Féminas. Con la pandemia los torneos y entrenamientos del club pararon, muchas personas dejaron de ir. Cuando el año pasado se reactivó la vida nació la iniciativa de la escuela con el fin de reclutar nuevas personas y mantener el nivel de juego.
Antes se realizaban clínicas de fin de semana pero las, los y les integrantes se dieron cuenta que necesitaban dar seguimiento a las enseñanzas y aprendizajes como el control de bola, de portería, de tiro… por eso dedicaron meses a la escuelita, la cual terminó con un torneo como graduación.
“Si en algún momento los veteranos ya no quieren jugar, que vengan nuevas generaciones hará que el club siga creciendo” recuerda Diana Mendiola.
Para Mendiola aprender a jugar bicipolo es una oportunidad de reconocer fortalezas y debilidades. Para quién quiera incursionar en este deporte un consejo que da la integrante de Bike Polo Féminas es buscar reconocer miedos y fortalezas sobre la bicicleta, identificar su cuerpo y qué puedes hacer con él.
Actualmente se está gestando una próxima generación de Bici Escuela. Hay que estar pendientes de las redes del club donde publican los próximos eventos. Mientras tanto los entrenamientos son abiertos y gratuitos.
“Si quieren ir a ver jugar o a practicar pueden escribir a las redes de los clubes, en cualquiera les van a recibir y no les van a decir que no puedes entrar. Solo lleven su bicicleta con buenos frenos. Una de las cosas que me gusta del bici polo es la paciencia. Pensar que eso que creo que no puedo hacer va a salir tarde o temprano si tengo dedicación. Nadie llegó sabiendo todo, es una realidad que hay gente con talentos pero todos tenemos la capacidad. Nuestro ser siempre tiene impulso de intentar las cosas y nuestra comunidad trata de hacer eso, no presionar. A todes nos costo, no se desesperen. Van a ser bienvenides” comparte Diana a quienes lean esta nota y quieran adentrarse al mundo del bici polo.
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