11 marzo, 2022
El movimiento feminista se ha nutrido desde diferentes perspectivas, reconociendo las múltiples violencias que nos atraviesan como mujeres y validando todas las luchas por las que cada una de nosotras camina. Es por eso, que desde nuestra trinchera psicoactiva y antiprohibicionista buscamos visibilizar que las mujeres usuarias también existimos y resistimos.
Por: Ana Paula Vázquez e Ingrid Ahtziri Pineda*
Son tantas las historias detrás del 8 de marzo y muchas las formas de interpretarlo; algunas de ellas configuradas por las construcciones patriarcales. Pensar que este día hay que felicitar a la “creación más bella de dios” invisibiliza el valor de una lucha viva y del cada vez más fortalecido movimiento feminista.
Históricamente, el papel de las mujeres en los movimientos sociales ha sido invisibilizado y aquellas que alzaron la voz fueron reprimidas severamente. Hoy queremos recordarlas y dar a conocer otras voces dentro de la lucha. Fue durante la Revolución Industrial, un 8 de marzo de 1857, cuando mujeres trabajadoras de la industria textil inundaron las calles de New York para exigir condiciones laborales dignas, la reducción de la jornada de trabajo y el fin del trabajo infantil bajo el lema “Pan y Rosas” (donde “pan” representaba la seguridad económica y “rosas” una mejor calidad de vida).
Esta fue una de las primeras manifestaciones donde las mujeres empezaron a organizarse para exigir los derechos laborales que en la época actual se han ido desvaneciendo con la aplicación de las políticas neoliberales; con el pasar del tiempo, y de acuerdo a los contextos, la lucha feminista se ha llenado de muchas otras perspectivas que complementan el movimiento; y en la actualidad, es necesario enunciarlas para nombrar violencias ocultas, crear redes de apoyo y momentos de reflexión para así poder pasar a la acción.
La violencia sistemática que nos oprime se ha filtrado en absolutamente todos los espacios que habitamos. Desde la búsqueda de una vida libre de violencia hasta el derecho a la autodeterminación y el libre desarrollo de la personalidad, vinculado a nuestra corporalidad, autonomía e identidad cultural. Hablamos de distintos niveles de libertades fundamentales y el Estado tiene la obligación de garantizarlas. En este sentido, comenzar a plantear la relación que existe entre el uso de sustancias psicoactivas, las políticas de drogas y la lucha feminista se vuelve indispensable.
Aparentemente no hay una relación clara entre estos fenómenos y existen pocos esfuerzos para intentar explicarlos, sin embargo, en los últimos años hemos observado una mayor reflexión en distintos espacios que exponen la dimensión patriarcal de la guerra contra las drogas, a la que muchas mujeres se están oponiendo y diseñando distintas estrategias de resistencia para hacerle frente a estas políticas de control, violencia y muerte.
En la búsqueda del inalcanzable “mundo libre de drogas” las mujeres hemos sido convertidas en «carne de cañón», “trofeos” y “botines de guerra». El Estado y la compleja red criminal que opera en el mercado ilícito de drogas son los principales perpetradores. El consumo también es un terreno dominado por hombres, por lo que nuestras vivencias en esos contextos son descartadas de inmediato, sumando a ello que en nuestras familias y círculos cercanos somos sometidas a distintas prácticas de exclusión social.
Entonces se lucha contra los estigmas en casa, porque a veces digo pues no fumo en mi casa para que ellos no sepan, quiero fumar en la calle, pero sé que es súper peligroso y me arriesgo a un montón de cosas.
Integrante de la Red Mujeres Forjando Porros Forjando Luchas.
En consecuencia de esta invisibilidad, potenciada por los medios de comunicación y los discursos oficiales, las mujeres usuarias de sustancias somos mucho más propensas a ser víctimas de diversos estigmas, en donde la sociedad nos castiga por no seguir las normas de la feminidad y de lo que tradicionalmente se piensa “debería ser una mujer”; siendo señaladas como aquellas que no tenemos ningún vínculo con las sustancias ilegales, mucho menos las consumimos y en caso de hacerlo eso justifica todas las violencias que podemos recibir.
Este 8 de marzo, mientras los gritos de consignas resuenan, también es importante posicionarnos en cuanto a la despenalización del consumo de sustancias y la violencia causada por la política prohibicionista; para así acuerpar a quienes nos asumimos usuarias y todas aquellas que han sido víctimas de la guerra, validando en un espectro completo nuestras experiencias y creando redes de apoyo para acompañarnos. Es en este día donde reclamamos al Estado nuestra autonomía y la reparación del daño buscando que la postura antiprohibicionista sea reconocida.
Esta exigencia de las mujeres usuarias de sustancias psicoactivas es decidir sobre su cuerpo y el libre desarrollo de la personalidad.
Aura, Milagrosa, Festivala Cannábica
Para hacer frente a estas narrativas estigmatizantes, decenas de mujeres salimos a marchar en la Ciudad de México y otras latitudes; distintas colectivas se organizaron y tomaron diversos puntos de la ciudad capitalina para reunirse, generar lazos, hablar de sus experiencias y, sobre todo, para enunciar que el antiprohibicionismo debe ser parte fundamental de la lucha feminista.
A un costado del Plantón 420, espacio ocupado principalmente por hombres consumidores, las Chicas Súper Fumadoras montaron un tendedero que buscaba mostrar las agresiones que han sufrido como mujeres usuarias dentro de espacios mixtos. Entre amigas y cannabis, los carteles fueron un recordatorio de que el ser hombre consumidor, no te quita lo machista. Lo que comenzó como un grupo entre amigas, hoy se convirtió en una red de apoyo y una colectividad segura donde consumir.
Las usuarias cannábicas vaya que sufrimos acoso, vaya que vivimos el machismo dentro del mundo cannábico; cuantas chicas en fiestas no han sido abusadas, han sido violadas y le echan la culpa al consumo, ah pues es que seguro estaba drogada, ah pues es que estaba marihuana, prácticamente te dicen te lo mereces porque consumes.
Rebeca, Las Chicas Súper Fumadoras.
Y es dentro de estas colectividades en donde se comienzan a romper los estigmas al compartir vivencias personales que adquieren una relevancia social, pasando de lo personal y privado a lo público.
Cuando se presentaban nos fuimos dando cuenta de que totalmente rompíamos el estigma porque hay mamás, hay chicas que estudian, tenemos ingenieras, tenemos doctoras, tenemos abogadas, tenemos de todo y todas juntas rompen el estigma de que somos unos vagos, de que no sabemos hacer nada.
Rebeca, Las Chicas Súper Fumadoras.
Dentro de la lucha feminista, el crear nuestros propios espacios de consumo es una manera de manifestar las exigencias de las mujeres consumidoras; Aura, con su proyecto Milagrosa, Festivala Cannábica ha creado un punto de intercambio para tejer con otras mujeres usuarias y cuestionar la represión policiaca de la que somos víctimas.
Las mujeres que consumimos sustancias psicoactivas no estamos tan visibles como los hombres porque no es algo que se asocie a nuestro género […] El transitar el espacio público siendo usuaria de sustancias psicoactivas y vivir en el prohibicionismo nos enfrentamos al acoso policial.
Aura, Milagrosa, Festivala Cannábica
Cientos de mujeres marcharon durante todo el día. Las avenidas estaban llenas de una marea morada en constante movimiento; el suelo temblaba al sentir los saltos de todas, quienes entre lágrimas y risas caminamos juntas, apropiándonos de las calles.
Mientras La Victoria Alada veía nuestro andar por su glorieta y larga avenida, las maternidades cannábicas leían su pronunciamiento y gritaban en voz alta que ser usuarias no las hace “malas madres”. La Colectiva Maternidades Cannábicas nace a partir de la Red Mujeres Forjando Porros Forjando Luchas, para dar réplica a comentarios prejuiciosos sobre las madres usuarias. A partir de ahí, se convierten en una colectividad autónoma donde las mujeres que maternan pueden seguir disfrutando de sus placeres y de su relación con la planta, a la par de ser mamás.
La maternidad nos hace aislarnos socialmente, después de tener un hijo ya no estamos con las amigas de siempre, ya no salimos, ya no hacemos muchas cosas, entonces hacer este tipo de redes nos hace saber que no estamos solas, que hay otras mamás que están viviendo los mismo que nosotras y que también quieren salir, que no por gestar sus placeres, por divertirse o por lo que sea son peores, al final lo errores se cometen con o sin sustancias.
Indira, Maternidades Cannábicas
Este 8M resignificó el movimiento feminista al mostrar distintas perspectivas que lograron coindir en un espacio-tiempo para acuerpar y organizar acciones en torno a la defensa de una vida libre y digna para todas las mujeres. Se puede o no estar de acuerdo con todas las ramas del feminismo, pero lo que cada una de ellas tiene en común es el derecho a decidir sobre nosotras. Es ahí donde el feminismo psicoactivo, cannábico y antiprohibicionista expande la noción de lo que es este derecho.
El patriarcado nos quiere alejadas del placer, de nuestras cuerpas. Compañeras feministas, es hora de abandonar los prejuicios, que dejen de mirarnos con estigma por ser consumidoras […] el derecho a decidir sobre su nuestras cuerpas no se limite a la interrupción del embarazo, que se extienda a otros ámbitos también importantes pero estigmatizados, […] implicando también el libre acceso al consumo de sustancias.
Pronunciamiento, Mujeres Forjando Porros Forjando Luchas.
Las mujeres encarceladas y ex-carceladas por los llamados “delitos contra la salud”, las mujeres productoras y distribuidoras, las mujeres usuarias y las que además de consumir maternan y cuidan; todas ellas viven, vivimos y hemos experimentado los estragos de la guerra contra las drogas que se maximizan en razón de nuestro género.
De todas las mujeres que están en prisión, el 49% están en prisión por delitos relacionados con el narco y sus penas son muy altas, son desproporcionadas porque tiene que haber una proporcionalidad de acuerdo a acuerdos internacionales de Derechos Humanos. La única forma con la que se puede parar esta guerra sangrienta es la regulación, no hay otra forma para hacer algo.
Integrante de Mujeres Forjando Porros Forjando Luchas
En un país donde un “mundo libre de drogas” sigue siendo el sueño de quien gobierna, las mujeres y personas vulnerables continuamos siendo víctimas de la estrategia militarizada que perpetúa la prohibición, aunque ésta no sea eficaz. Si bien esta lucha antiprohibicionista implica también la vida de hombres. Hay que saber que el patriarcado continúa beneficiándolos y dentro de los espacios de consumo mixtos existen agresiones en contra de nosotras; por ello es importante que las regulaciones y leyes se aborden desde una perspectiva de género y feminista.
La política en consumo de cannabis está hecha para hombres o para personas que no maternan o que no están a cargo de infancias.
Indira, Maternidades Cannábicas.
La violencia estructural que vivimos las mujeres no se elimina sin una perspectiva feminista en cada área; y es importante reconocer que, aunque no todas las mujeres se asuman como usuarias y/o feministas, el antiprohibicionismo también forma parte de la lucha para derrocar al patriarcado.
* Colaboradoras en ReverdeSer Colectivo y Estudiantes de Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores de Aragón, UNAM.
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