200 años del abrazo de Acatempan

13 febrero, 2021

La Guerra de Independencia se acercó a su fin, según la historia oficial, cuando el guerrillero Vicente Guerrero y el imperialista Agustín de Iturbide se aliaron por la emancipación de la corona española. El acuerdo se selló con un abrazo, en un lugar que hoy vive otra guerra

@ignaciodealba

Durante la guerra de Independencia, la región de Tierra Caliente, en Guerrero, fue el escondite de los guerrilleros que se enfrentaron contra el ejército virreinal. Este frente nunca cayó ante a las fuerzas realistas. Su comandante, Vicente Guerrero, se apoyó de la difícil geografía de la zona para convertir el lugar en uno de los pilares de la insurgencia.

Teloloapan fue una de las poblaciones más comprometidas con la causa por la liberación de México. Los abusos de las empresas mineras de la región, los excesos tributarios de la corona, las epidemias y las malas cosechas provocaron que la gente se uniera con facilidad a las guerrillas. En un primer momento, bajo el mando de José María Morelos, y después con Vicente Guerrero, originario de Tixtla, la misma municipalidad donde se encuentra la Escuela Normal Rural Isidro Burgos, “Ayotzinapa”.  

La lucha por la recuperación de tierras y contra la tiranía de la corona hizo que los pobladores se armaran, en su mayoría, con sus herramientas de campo. Teloloapan, una de las puertas de entrada a Tierra Caliente, cayó en manos de los rebeldes en 1810. Desde ahí se organizaron los combates en regiones aledañas.

Guerrero fue uno de los frentes más duros en la independencia. Los rebeldes nunca cedieron en ese estado. A través de cartas el líder de la rebelión, Vicente Guerrero y el oficial realista, Agustín de Iturbide lograron negociar, en 1821, un esbozo de lo que sería el Plan de Iguala, que declaró la independencia de España.

Extrañamente, la relación epistolar es rememorada en la historia oficial como un abrazo, en la olvidada Acatempan. Pero existe muy poca información de que el caluroso apapacho haya sucedido.

Hace un par de años viajé a Teloloapan para reportear la situación de violencia que vivía el municipio, a causa de la lucha entre grupos criminales. En algún momento del recorrido paramos en una estatua, ubicada a las afueras de la localidad. El funcionario que acompañaba al grupo de reporteros explicó que en ese preciso punto fue donde Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide se dieron “el abrazo”.

Después de tomar un par de fotografías en la zona, el funcionario nos recomendó que saliéramos pronto, porque la región estaba controlada por el crimen organizado y corríamos riesgo si nos quedábamos más tiempo. Aquel sitio era poco memorable: estaba feo y olvidado.

La carretera que va de la cabecera municipal de Teloloapan hasta Acatempan está maltrecha, las rancherías aledañas abandonadas. El desplazamiento forzado en esa región ha sido considerado por organizaciones de derechos humanos una crisis humanitaria.

Pero en el pueblo se festeja el “abrazo de Acatempan” como un acontecimiento histórico. Cada aniversario, pobladores de la localidad se disfrazan de realistas y conservadores. Incluso, hay quien se disfraza de diablo y hace danzas, en un despilfarro de creatividad. La escenificación, más folclórica que histórica, llega a su fin cuando dos personas disfrazadas de Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide se dan un abrazo.

Se elige el 10 de febrero, para llevar a cabo la representación. Truenan cuetes, beben mezcal y los políticos hacen inflamados discursos a favor de la patria. La historia oficial nos recuerda que, por accidente, una localidad aún marginada de Tierra Caliente inició el fin de la victoria insurgente.  

Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).