17 mayo, 2022
Las clases a distancia modificaron la relación entre la escuela y las familias difuminando sus límites. En este escenario de educación híbrida o a distancia es todavía más importante apoyar en casa a niños y niñas de forma constructiva para desarrollar aprendizajes matemáticos
Ana Laura Barriendos * Tw: @AnaBarriendos / MUxED
Se ha escrito bastante sobre las rápidas adaptaciones que escuelas, maestros, estudiantes y familias debieron hacer para interrumpir lo menos posible la enseñanza a raíz de la pandemia ocasionada por el virus SARS-CoV-2.
Según una encuesta que aplicó MEJOREDU en 2020, más de 97% de los estudiantes de primaria continuaron sus estudios a distancia y cerca de una tercera parte lo hicieron mediante “clases virtuales”, es decir, usando alguna plataforma de videoconferencia. Respecto a esa estrategia específica, también se ha documentado la experiencia de tener la escuela al interior de los hogares (ser testigos de los espacios, personas, mascotas y actividades de las familias) y viceversa; los padres, madres y otros cuidadores “entrando” a los salones de clase de una forma nunca experimentada.
La participación de las familias en la educación de los niños tiene un efecto positivo en logro educativo, incluso controlando por factores socioeconómicos. Pero ¿qué pasa cuando la participación se amplía al grado de tomar las clases junto con los estudiantes?, ¿de qué maneras apoyar el trabajo de niños y niñas sin interferir en sus procesos de desarrollo?
En este espacio me refiero específicamente a clases de matemáticas en preescolar y primeros grados de primaria que se imparten usando plataformas de videoconferencia, videollamadas o televisadas, sin embargo, algunas recomendaciones pueden ser útiles para apoyar el trabajo escolar en modalidad presencial y al hacer la tarea.
Cuando las clases llegan hasta el hogar los adultos son los encargados de ayudar a los niños pequeños para cumplir con el horario escolar, preparar materiales y la computadora o dispositivo electrónico para conectarse. En el afán de extender la ayuda algunos padres y cuidadores incluso “toman la clase” y llegan a participar en ella de formas que, pese a sus buenas intenciones, no logran promover en los niños los aprendizajes deseados.
Por ejemplo, resuelven las actividades y contestan por el niño las preguntas de la clase, le corrigen respuestas erróneas o incompletas, le dan explicaciones paralelas o hacen preguntas mientras está ocurriendo la sesión. ¿Qué mensajes reciben los niños? Que los adultos creemos que no pueden solos, que lo que pensaron está mal, que no son muy buenos en matemáticas, que hay que evitar a toda costa equivocarse, que está bien simular con tal de decir la respuesta correcta o que lo importante no es aprender sino sacar 10.
Esos mensajes tienen efectos profundos en los estudiantes y van en una dirección distinta a los valores y actitudes que la educación matemática promueve, como que equivocarse es parte del aprendizaje (si no cometes errores es porque ya lo sabes), que las ideas importan tanto o más que las respuestas correctas, que todos son capaces de aprender y que la clase de matemáticas es un lugar para experimentar y crear. ¿Qué se puede hacer desde casa para promover lo anterior? ¿Qué mensajes conviene dar los niños y niñas?
Dejo aquí algunas sugerencias.
La investigación ha mostrado que más que concentrarnos en adquirir materiales didácticos y buscar juegos educativos en internet, lo que importa en términos del aprendizaje matemático es el tipo y calidad de las actividades cotidianas en las que los niños se desenvuelven.
Los niños están teniendo experiencias matemáticas cuando hacen cosas como:
A lo anterior se suma una idea importante: las matemáticas no son solamente un asunto cognitivo, son un asunto social; desde pequeños los niños son usuarios de las matemáticas y los miembros de la familia son sus primeros maestros. Por ello, además de involucrar a los niños en actividades como las descritas, es recomendable que al comunicarnos con ellos validemos su curiosidad y formas de razonamiento matemático escuchando y respondiendo sus preguntas, mostrando genuino interés en sus explicaciones, respetando sus ideas y reconociendo sus logros. Deben sentir que confiamos en sus capacidades actuales y futuras.
Aunque la inercia nos lleve a pensar que la forma de apoyar a los niños en casa es haciendo que se aprendan las tablas de multiplicar de memoria o respondiendo las preguntas por ellos, nuestro apoyo más importante es estar atentos a las matemáticas en las que se involucran cotidianamente, escuchar sus ideas matemáticas y extenderlas para estimular su curiosidad y confianza.
Ana Laura Barriendos es integrante de MUxED, doctora en Pedagogía por la UNAM y especialista en didáctica de las matemáticas. Autora de libros de texto de matemáticas para alumnos y maestros. Sus temas de investigación se enfocan en la formación docente y la observación de clases de matemáticas.
Referencias
Acevedo, C.; Valenti, G. y Aguiñaga, E. (2017). Gestión institucional, involucramiento docente y de padres de familia en escuelas públicas de México. Calidad en la educación, Número 46, Julio, pp. 53-95. Recuperado de https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S0718-45652017000100053&lng=es&nrm=iso
Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (2020). Experiencias de las comunidades educativas durante la contingencia sanitaria por COVID-19. Educación básica. Ciudad de México: autor. Recuperado de https://www.mejoredu.gob.mx/publicaciones/informe-de-resultados/experiencias-de-las-comunidades-educativas-durante-la-contingencia-sanitaria-por-covid-19-eb
Sullivan, P.; Gervasoni, A. and Phillipson, S. (2017) Describing the mathematical intentions of early learning childhood experiencies, in Phillipson, S.; Gervasoni, A. & Sullivan, P. (eds.) (2017). Engaging families as children’s first mathematics educators. International Perspectives. Springer, Singapore.
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