“Una red de mujeres cuidando a otras mujeres”

22 febrero, 2024

El nuevo libro de la periodista Luciana Wainer refleja una realidad silenciada en nuestro país: cuántas mujeres están presas por abortar. En entrevista, la autora de Fortuito explica los retos de narrar las violencias contra las mujeres en un país empeñado en ocultarlas

Texto: Daniela Rea

Fotos: Cortesía

CIUDAD DE MÉXICO. –Fortuito, libro de la periodista Luciana Wainer, nació del interés de saber cuántas mujeres están presas en México por abortar. Esa pregunta aparentemente simple, abrió un universo de cómo desde el sistema judicial se disputa el cuerpo de las mujeres, de cómo se encuentran las formas para castigar a las mujeres que han tenido un aborto autogenerado, espontáneo o un parto prematuro o una emergencia obstétrica. 

En el libro se cuentan 5 historias de Dafne, Susana, Aurelia, Malena e Imelda. Cinco de un universo desconocido. Cuando la periodista preguntó a la autoridad cuántas mujeres están presas por interrupción del embarazo, la autoridad respondió que ninguna. Para saber cuántas mujeres están presas por esta situación se tuvo que indagar bajo distintos delitos:  por aborto (donde está aún penalizado), homicidio, homicidio doloso u homicidio en razón de parentesco, infanticidio, filicidio, omisión de cuidados. En el año 2018 la organización Las Libres, de Guanajuato, registró alrededor de 200 casos de mujeres en estas condiciones, viviendo condenas que en promedio rondan los 20 años de prisión.

Además del castigo del cuerpo de las mujeres, el libro Fortuito  deja ver cómo es la vida de las mujeres en las prisiones. Las cárceles son espacios no pensados para las necesidades de las mujeres y ellas sufren penas más  altas por el mismo delito, orilladas por sus parejas masculinas a cometer delitos. “Una cosa que se deja ver en este libro  es esa vida puertas adentro en muchas de las prisiones, violencia y también el lado luminoso, activistas organizaciones acompañantes que están tejiendo estas redes de sororidad, de romper injusticias y cada una desde su campo”, dice Luciana  a Pie de Página. 

Vista de la casa de Imelda, en Santa Cruz.

El cuerpo, el primer campo de batalla

–¿Cómo fue que pensaste en investigar estas violencias, entre el cúmulo de violencias contra las mujeres?

–Nuestro cuerpo, nuestro primer terreno tangible, es también nuestro primer campo de batalla. Mi idea era investigar cuántas mujeres presas por aborto hay en el país y poco a poco lo que me encontré es que había pocas encarceladas por aborto, pero varios casos de mujeres encarceladas por homicidio, que habían tenido emergencias obstétricas y ahí se abrió otro mundo, otra puerta en el que era aún más terrible de lo que yo pensaba.

“La diferencia entre aborto y homicidio son más de 20 años de prisión y hay un elemento extra que se vuelve irrastreable. Por homicidio son un montón de mujeres presas, pero si no sabemos las historias de ellas no podemos saber si fueron sentenciadas por un delito que cometieron o por algo que ni siquiera hicieron, mal imputadas y pensé que había algo mucho más grande que la discusión de la legalización del aborto y erradicarlo, porque va más allá. Uno puede despenalizarlo pero si las siguen sentenciado por homicidio eso continúa con la criminalización de las mujeres”.

–Tu libro nos muestra una disputa por el cuerpo de la mujer.

–En un inicio lo pensaba sólo desde el lado legal, de las leyes que invaden nuestro cuerpo y legislan sobre  nuestro cuerpo en nuestra contra; y por otro lado la investigación en terreno me permitió ver eso: activistas abogadas que ponen el cuerpo para defender a mujeres que están presas por esas acusaciones. Mujeres que hacen cambios verdaderos a las vidas de las mujeres, que trabajan de forma muy local, y todas estas mujeres poniendo el cuerpo por otras mujeres y un entorno de absoluta violencia. El cuerpo es el primer lugar por el cual el sistema patriarcal nos restringe con la legislación, con las ideas preconcebidas de la sociedad, sobre lo que las mujeres deberíamos hacer y saber de nuestro cuerpo.

Reivindicar el cuerpo, y la lucha

–¿Cómo cuentan su historia estas mujeres? Es decir, cómo se la cuentan a sí mismas y cómo a la sociedad. 

–Ante un sistema judicial tan violento, muchas veces al inicio muchas mujeres creen que sí son culpables, que actuaron mal, porque todo el sistema les hace saber eso, no solo los jueces sino hasta sus propios abogados de oficio.

“A lo largo del proceso y con intervención de abogadas feministas se cambia esa idea y hay una reivindicación del cuerpo, de la lucha y cuentan sus historias para que a nadie más le vuelva a pasar, par que no se repita y eso apoya la idea de mujeres que apoyan a otras mujeres que a su vez quieren ayudar a otras mujeres, una  red de apoyos que se teje, muy grande. Al recibir esa violencia creen que esa es su responsabilidad y a lo largo del proceso eso cambia, se vuelven vocales, como reivindicación de la lucha y ayudar a las mujeres”.

Visibilizar para combatir las violencias

–¿Qué te gustaría que pasara con el libro?

–Muchas veces se violetan los derechos de las mujeres con dolo, otras veces con ignorancia, muchos funcionarios del sistema de salud, por ejemplo, creen que si no avisan de un aborto en curso están cometiendo un delito y eso forma un círculo vicioso.

«¿Qué me gustaría que pasara con este libro? Siento que es un ángulo de la discusión de la interrupción del embarazo que debería ser más visible, estar en tomadores de decisiones, muchas veces autoridades dicen ‘no tenemos a mujeres presas por aborto’, pero no saben que si hay mujeres presas por homicidio, homicidio doloso u homicidio en razón de parentesco.

«Me gustaría que esto estuviera en cabeza de las personas tomadoras de decisiones, si es algo tan sistemático es porque se puede cambiar el sistema. Mucho tiene que ver con educación, con conocimiento, pero también con este cambio cultural que va a tardar un poco más en llegar pero que hay que empujarlo».

El libro Fortuito se presentará este sábado 24 de febrero a las 19:00 horas en la Feria Internacional del Libro de Minería, en el salón Sala de la Academia de Ingeniería.

Reportera. Autora del libro “Nadie les pidió perdón”; y coautora del libro La Tropa. Por qué mata un soldado”. Dirigió el documental “No sucumbió la eternidad”. Escribe sobre el impacto social de la violencia y los cuidados. Quería ser marinera.