Sangre por honores

19 octubre, 2019

Hay un mandato de masculinidad, explica Rita Segato, que empuja guerras y mete a los jóvenes en la necesidad de violencia. Una trampa. Es la manera de alienar a los hombres en un perpetuo probarse hombres. Lo que buscan los sicarios en los barrios: ser un chapito con dinero, mujeres y autos de lujo

Twitter: @lydicar

Un cuento dentro de un cuento. Un mito milneario narrado de forma independiente en una de las obras maestras de la fantasía del siglo XX: Lavondyss. 

“Había una vez tres hermanos. Eran los hijos de un gran rey. Vivían en una enorme fortaleza y el Rey los amaba. Al igual que su madre, la reina. Pero el rey y la reina no se caían bien, y él la encerró en una gran torre en la cara norte, la cara más fría de la fortaleza del rey.

“El primer hijo se llamaba Mordred: el niño que viajará. El segundo, Arturo: el que triunfará. Y el tercero fue nombrado Scathach: el que será marcado. 

“Los tres hermanos eran buenos en deportes, en peleas, en la música. Y amaban mucho a su hermanita. 

“Cuarenta años vivió el Rey, y sus hijos ya eran hombres: habían peleado cuerpo a cuerpo en las batallas, y ganado muchos honores (…).

Hay pocas formas para que los hijos del rey se conviertan en hombres: en batalla, peleando cuerpo a cuerpo, viajando y conquistando lejanos reinos, matando dragones, rescatando princesas o madres.

En el caso del tercer hijo, al ser desterrado más adelante, deberá probarse en el lugar último, extremo: el inframundo. Lo mismo que ocurre en el Popol Vuh, cuando los héroes gemelos Hunahpú e Ixbalanqué bajan al inframundo, y salen avantes. 

Masculinidad

Rita Laura Segato, la antropóloga feminista, advierte cinco mitos fundacionales del patriarcado: 

  1. El camino del “héroe”: tener que “probarse” como hombre de manera constante por medio de despliegues de fuerza y virilidad: batallas, conquistas, etcétera.  
  2. La violación sexual como castigo y ajusticiamiento a las mujeres.
  3. La vagina dentada, como símbolo de una mujer peligrosa
  4. Las amazonas: un imperio matriarcal previo, cuyo declive y destrucción dio paso al patriarcado.
  5. El amor romántico bajo la forma del amor imposible. 

La misma antropóloga explica que este mandato de masculinidad es aquel que empuja guerras, que mete a los jóvenes en la necesidad de violencia. Este mandato está implicado en los feminicidios de Ciudad Juárez, del Estado de México: en esta lógica, el probarse viril significa probarse fuerte, capaz de desplegar violencia física, someter a otros hombres. 

No puedo dejar de pensar en esto cuando el siguiente TW del ex secretario de Trabajo, Javier Lozano: 

“Me preguntó cómo se sentirán, no en el fuero militar, sino en su fuero interno, los mandos y tropas de las fuerzas armadas al verse humillados y derrotados por instrucciones de su ‘comandante supremo’”.

Entonces la liberación de Ovidio Guzmán es un atentado contra el mandato de masculinidad de las fuerzas armadas.

Los posibles muertos civiles no importan, en tanto las “bolas” del Ejecutivo sean patentes. O esa sensación deja leer después que Andrés Manuel le llaman ahora “el comandante sin bolas”.

Trampas de las bolas de oro

Rita Laura Segato explica que el mandato de masculinidad es una trampa. Es la manera de alienar a los hombres en un perpetuo probarse hombres. Y es que el ser hombre, en el patriarcado, no viene con el nacimiento, sino que es un estatus que se persigue permanentemente: más violencia, más mujeres, más poder. Es ser un “comandante con bolas” lo que buscan los sicarios en los barrios, la aspiración a ser precisamente un chapito con dinero y mujeres y autos de lujos (nuevos símbolos de poder y masculinidad). 

Hay otras formas de “ser hombres”, por supuesto. Pero eso es historia de otro mito.

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Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).