Sanar de la guerra

13 diciembre, 2019

Los escritores J. R. R. Tolkien y Robert Graves hurgaron en un pasado olvidado o imaginado para encontrar sentido a lo monstruoso. Ambos buscaron por esta vía sanar de la guerra

Twitter: @lydicar 

Recientemente salió una película sobre JRR Tolkien, el autor de El señor de los anillos, El hobbit y muchas otras historias fantásticas más. Uno de los autores de fantasía más relevantes del siglo XX. En la película se narra, a grandes rasgos, el impulso de Tolkien: sanar de la guerra. Tolkien se adentró por los mundos de la mitología clásica, precristiana y europea, y creó una narrativa propia, buscando sanar de las heridas que le dejó la Primera Guerra Mundial.

Hay otro escritor, Robert Graves, que escribió La diosa blanca. Éste es un volumen enorme, profuso y de una erudición fuera serie. Y ahí, Graves propone una tesis: la “verdadera” poesía está inspirada únicamente en La diosa blanca, o mejor dicho, la triple Diosa.

La triple diosa es –por supuesto– lunar. Sus advocaciones son, como el nombre lo indica, tres: creciente, plena, menguante. Es la gran diosa matriarcal. En esa época los únicos dioses masculinos lo eran en función de La diosa. Podían ser: sus hijos, sus consortes, sus víctimas. 

La triple diosa es la doncella, luna que crece, la mujer plena, la bruja. De acuerdo con su ensayo, la verdadera poesía recuerda y está inspirada en esa Diosa triple, que ha sido relegada por el patriarcado. 

La diosa blanca es un libro excepcional. Pero viene a cuento en este texto porque Graves, al igual que Tolkien, buscó sanar de la guerra. 

En 1919 Graves, cuando tenía 23 años, fue reportado muerto en combate, en Francia. Él escribió: 

“A los 23 años de haber nacido” –contó en su autobiografía–“ya me había iniciado en una religión formal, viajé, aprendí a mentir, amé sin ser feliz, me fui a la guerra, procree mi estirpe, rechacé toda religión formal, gané fama y fui asesinado”.

Después, regresó a Inglaterra. Roto por dentro y por fuera. Pero sanó. Y en ese sanar, al igual que Tolkien buscó consuelo, o –mejor dicho– sentido, a los horrores de la guerra. 

Tolkien y Graves crearon ensueños. Hurgaron en un pasado olvidado o imaginado para encontrar sentido a lo monstruoso. Me pregunto si algo así podría hacerse en estas tierras.

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Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).

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