Me siguen cuidando mis amigas, no la policía

11 agosto, 2020

El número de carpetas de investigación por delitos sexuales cometidos por policías en Ciudad de México aumenta. La demanda de alto a la violencia institucional machista no ha caducado. La convocatoria a manifestarse será desde lo virtual, el 16 de agosto, para reflexión lo que significó el punto de inflexión de hace un año en los movimientos de mujeres en el país

Twitter: @celiawarrior

Hace un año esta Igualada reflexionaba sobre lo que se desató tras las denuncias por violaciones a dos adolescentes y una mujer, quienes señalaron como sus agresores a hombres miembros de la policía de Ciudad de México. Esos casos solo se viralizaron después de las varias manifestaciones feministas que repudiaron los hechos, y a su vez desataron discusiones centradas en la forma en la que se dieron las protestas. Mientras, el tema de fondo: la violencia institucional —principalmente violencia sexual—, en contra de las mujeres, solía quedar en segundo plano.

Por eso aquella Igualada de 2019 pedía poner el foco en el hecho que provocó el hastío y las protestas: tres presuntas violaciones a mujeres por parte de policías en un mes en la capital del país. Esas denuncias eran tan solo la punta de una problemática de impunidad y abuso de poder a nivel nacional de la que las mujeres —dijimos, entonces— ya habíamos soportado suficiente.

Después de aquella vorágine, de la diamantina, la rabia y el fuego, las manifestaciones feministas por múltiples razones y en todo el país se fortalecieron, no pararon, y culminaron en un 8 de marzo de 2020 histórico para las mujeres de México, opacado por la declaratoria de pandemia por el coronavirus que vino poco después.

A diferencia de las protestas, sin embargo, ni la pandemia ni el confinamiento social han parado las agresiones por parte de quienes deberían cuidarnos. Desde las manifestaciones en las que se acuñaron las consignas “No me cuidan, me violan”, “Me cuidan mis amigas, no la policía”, “Exigir justicia no es provocación”; mes con mes el número total de carpetas de investigación por delitos sexuales cometidos por elementos de la policía de CDMX aumenta. 

Lo sabemos porque esos datos ahora se vacían en informes públicos, gracias a la presión social de las mujeres que se manifestaron, muchas de ellas jóvenes estigmatizadas por rayar paredes y romper cosas, a quienes les dijeron: “no son las formas” los mismos que hoy celebran la golpiza de un grupo de hombres a un ratero en el Estado de México como si se tratara de un acto legítimo de justicia.

Así es, cñores que se ofenden porque escribo cñores, gracias a esas mujeres que participaron en las varias protestas de hace un año ahora sabemos que el total de carpetas iniciadas en Ciudad de México, desde diciembre de 2018 a junio de 2020, es de 252 denuncias por delitos sexuales, en donde el imputado es un miembro de instituciones policiales. 

Va de nuevo, pa’ que la cachen: en promedio, 14 denuncias de agresiones sexuales por mes de personas cuyo deber es cuidar y proteger a las ciudadanas y ciudadanos.

Nosotras que pensábamos habíamos llegado al límite de lo soportable, ahora podemos conocer que para finales de diciembre de 2019, en CDMX había 159 de estas carpetas; pero en enero se sumaron 19; en febrero, 18; en marzo, 24; que incluso durante el periodo de confinamiento, en abril hubo 13 más; en mayo, 12; y en junio, siete.

Ahora que las varias crisis intensificadas por la pandemia muestran de forma tan evidente que en México el Estado es incapaz de proveer a la población en general de lo más elemental, seguridad, justicia, servicios de salud y educación pública; recordemos esas protestas de mujeres hartas, a las que llamaron provocadoras porque no tuvieron miedo de ridiculizar a funcionarios ineptos ni de romper y quemar los símbolos de instituciones obsoletas. 

Hoy, cuando aún persiste en el mármol del ángel de la independencia la leyenda “México feminicida”, la convocatoria a manifestarse será desde lo virtual, el próximo 16 de agosto, para reflexión lo que significó ese punto de inflexión en la historia de los movimientos de mujeres en el país. La vigencia de la demanda principal no ha caducado, al contrario, en medio de tremenda crisis social se torna más urgente: alto a la violencia institucional machista.