Los secretos del mar: científicos descubren más de cien especies marinas que podrían ser nuevas para la ciencia

23 marzo, 2024

Un Chaunacops visto a 1388 metros de profundidad en los mpntes submarinos del Parque Marino Nazca-Desventuradas. Foto: Schmidt Ocean Institute

Los viajes de exploración, el registro de la biodiversidad del fondo del mar así como el hallazgo de nuevas especies son información clave para la que se podría convertir en la primera área protegida en aguas internacionales

Texto: Yvette Sierra Praeli / Mongabay Latam

Fotos: Schmidt Ocean Institute / Mongabay

CHILE. – Durante 35 días, un equipo de científicos se sumergió a explorar diez montes submarinos de las dorsales de Nazca y de Juan Fernández, en el sureste del océano Pacífico. Estas cordilleras se desplazan por el fondo marino atravesando en su camino los mares de Perú y Chile así como aguas internacionales.

Lo que encontraron fueron “muchas especies realmente asombrosas”, dice Javier Sellanes, el investigador y doctor en oceanografía que lideró esta expedición junto con Erin Easton. Las expediciones que se están realizando en esta parte del océano Pacífico, así como toda la biodiversidad registrada, incluidas las especies nuevas para la ciencia, son información clave para la creación de la que podría ser la primera área marina protegida en aguas internacionales. Esa posibilidad se abrirá una vez que el Tratado de Alta Mar, firmado en 2023, sea ratificado por 80 países.

Un coral en espiral hallado a 1419 metros de profundidad. Foto: ROV SuBastian / Schmidt Ocean Institute.

“Había esponjas marinas de casi un metro de alto, también corales bambú de dos o tres metros de altura y erizos del tamaño de un melón o de una sandía, muy grandes, de tres o cuatro kilos de peso, y súper abundante en algunos lugares, prácticamente tapizando el fondo marino”, cuenta Sellanes sobre todas esas especies marinas que lograron ver a más de dos mil metros de profundidad.

En esta inmersión a lugares poco explorados del océano Pacífico, los científicos encontraron más de cien especies que podrían ser nuevas para la ciencia. “Son varios cientos de especies que se registraron tanto por los vídeos como aquellas que fueron recolectadas. De todas ellas, nosotros creemos que al menos 100 cumplen con los requisitos para ser potencialmente especies nuevas para la ciencia”, comenta Sellanes, quien es profesor de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Católica del Norte, en Chile, e investigador del Centro de Ecología y Manejo Sostenible de Islas Oceánicas (Esmoi).

La expedición se realizó del 8 de enero al 11 de febrero de 2024 a bordo del buque de investigación Falkor (too), una embarcación científica del Schmidt Ocean Institute. Para explorar el fondo marino, los científicos utilizaron un robot submarino operado remotamente, el ROV SuBastian, que puede descender a 4500 metros de profundidad y que cuenta con sensores y cámaras para la captura de fotografías y videos en alta resolución.

Javier Sellanes observa asombrado la increíble biodiversidad del fondo marino. Foto: Alex Ingle / Schmidt Ocean Institute.

El equipo estuvo formado por 21 personas de diversas instituciones científicas como la Universidad Católica del Norte y la Universidad de Valparaíso, ambas de Chile; la Universidad de Texas del Valle de Río Grande, en Estados Unidos; Esmoi; entre otras instituciones. Además, estuvieron a bordo tres personas de la isla de Robinson Crusoe, ubicada en el Parque Nacional Juan Fernández, en Chile, una de las zonas que formaron parte del recorrido de la expedición.

Más de cien especies y una gran biodiversidad

Imágenes espectaculares de las especies que habitan en el fondo del mar se pueden ver a través de las fotos y vídeos publicados por el Schmidt Ocean Institute. Peces de colores intensos y brillantes, erizos inmensos, una langosta de un rojo resplandeciente, esponjas a más de 1200 metros de profundidad y corales en espiral a más de 1400, son algunas de las cientos de especies que los investigadores podían ver en tiempo real a través del ROV SuBastian cada vez que se sumergía en el mar.

Un ejemplar de erizo colectado por el robot ROV SuBastian. Foto: Alex Ingle / Schmidt Ocean Institute.

“La imagen del pececito rojo se ha difundido mucho porque, además, los ejemplares cuando son capturados y llegan a la superficie se deforman y pierden el color. Pero ahora verlo así, con una calidad de filmación impresionante y con esa característica que tiene este pez cuyas aletas modificadas le permite desplazarse como si caminara por el fondo del mar, es fantástico”, dice Sellanes sobre una de las imágenes de un pez del género Chaunacops, que ha llamado la atención por su forma y su color intenso.

Había corales muy altos, pues cuando el robot ROV SuBastian, que mide dos metros de altura estaba en el fondo marino, la cámara tenía que enfocar hacia arriba para captar la zona más alta de los corales, comenta Sellanes.

Cada uno de los diez montes que se recorrieron tienen distintas características, dice el científico, son zonas remotas, montes que están por lo menos a mil kilómetros de la costa con características oceanográficas particulares. “Las especies del fondo marino asociadas a estos montes son únicas, es decir, hay un alto nivel de endemismo. Más de la mitad de las especies que hay en estos montes submarinos solo habitan en ese lugar. Ahí radica la importancia de esta biodiversidad única en el planeta y de la cual conocíamos relativamente poco”.

La expedición permitió hacer el catastro de varias cientos de especies que se registraron en vídeo y otras que fueron recolectadas. La gran mayoría son registros nuevos de especies para la zona que ya se conocen en otras partes del mundo, explica Sellanes. Sin embargo, por lo menos 100 podrían ser nuevas para la ciencia. Corales de aguas profundas, esponjas, erizos de mar, anfípodos, langostas y otras especies que se han encontrado en esta expedición, probablemente sean nuevas.

Un calamar latigazo (Mastigopsis hjorti) registrado a 1105 metros de profundidad en los montes de Nazca. Foto: ROV SuBastian / Schmidt Ocean Institute.

“Declarar una especie nueva implica todo un proceso científico que genera un artículo que debe ser revisado por evaluadores. Hay todo un protocolo para la descripción de esta especie y solo se puede hacer en base a muestras físicas, es decir, se tienen que recolectar ejemplares que después quedan en museos de historia natural, por ejemplo, para que se puedan comparar en el futuro”, dice Sellanes. Sin embargo, algunas de las especies que probablemente sean nuevas solo se pudieron observar en los vídeos, por tanto, como no se lograron recolectar, no existe ninguna posibilidad de describirlas como una nueva especie, explica el experto.

El científico comenta que en el fondo del mar siempre se espera encontrar nuevas especies, pero nunca imaginó que serían tantas como las que han hallado en este viaje. Otra cosa que le llamó mucho la atención ha sido confirmar que cada uno de estos montes es muy diferente al otro. “Había especies que veíamos solo en un monte y en otro monte relativamente cerca ya no estaba”.

Para mapear el fondo marino, los científicos utilizaron los sensores que tiene la embarcación. También obtuvieron muestras de agua a distinta profundidad y datos meteorológicos que fueron recolectados en tiempo real. Sin embargo, para Sellanes el principal instrumento del Falkor (too) es el robot submarino ROV SuBastián, que puede descender 4500 metros de profundidad y se controla en forma remota desde el barco. “Está unido al barco mediante un cable por el cual se envía energía al robot submarino, pero también se controla todos sus movimientos y sus acciones. Tiene distintos tipos de sensores para medir en tiempo real variables oceanográficas y tiene cámaras en súper alta resolución. Es como tener un microscopio en el fondo marino. Se puede hacer  zoom a especies de unos pocos milímetros y ver del tamaño de la pantalla”.

Javier Sellanes observa los datos de mapeo multihaz, es decir, emitido por una ecosonda. Foto: Alex Ingle / Schmidt Ocean Institute.

“Los brazos robóticos también son muy importantes porque tienen una movilidad increíble”, comenta Sellanes, “es como una película de ciencia ficción”. Para controlar los brazos del robot se cuenta con unos bracitos en miniatura en la embarcación, que son una réplica de los brazos del robot. Por tanto, cada movimiento que se hace con los bracitos en miniatura se transmiten en tiempo real a los brazos del robot en el fondo del mar. “Eso permite tomar con gran delicadeza una estrella de mar, un caracol o cualquier especie de un centímetro o dos centímetros. Es casi como si se estuviera tomando con la mano. Pero al mismo tiempo, esos brazos tienen una fuerza como para triturar una roca”.

En este viaje, los científicos exploraron dos áreas marinas protegidas de Chile: el Parque Nacional Archipiélago Juan Fernández y el Parque Marino Nazca-Desventuradas, y también aguas internacionales, más allá de los límites marinos de Chile. De los diez montes submarinos explorados, tres están ubicados en aguas internacionales, cuatro dentro de los parques marinos, dos en una zona protegida en la que se permiten ciertas actividades de pesca y uno en aguas jurisdiccionales pero fuera de las áreas de protección. “Todas cubrían una gran diversidad de figuras de protección y también de potencial impacto antropogénico”, destaca Sellanes.

Nuevas expediciones en el mar Pacífico

Una segunda expedición por los montes submarinos del Pacífico sureste ya se está desarrollando. El recorrido que involucra el mismo barco, Falkor (too), está integrado por 25 personas entre ellas un grupo de cinco personas del pueblo de Rapa Nui.

Un erizo del genero Dermechinus registrado a 516 metros de profundidad en los montes submarinos de Juan Fernández. Foto: ROV SuBastian / Schmidt Ocean Institute.

La embarcación partió desde Valparaíso el 24 de febrero y terminará su recorrido el 4 de abril. Esta vez, la exploración se hará en los montes de la Cordillera Salas y Gómez, una cadena que comprende más de 200 montañas que se extienden desde la costa de Chile hasta Rapa Nui, conocida también como Isla de Pascua. La mayor parte de las montañas están fuera de aguas jurisdiccionales chilenas, es decir, en aguas internacionales o alta mar.

“La expedición está dividida en dos partes, la primera que empezó en Valparaíso termina en Rapa Nui. En ese momento, hay un intercambio de científicos, bajan tres y subimos tres. Luego se continúa monitoreando otros montes submarinos para retornar a Chile y llegar el 3 de abril a Antofagasta”, cuenta Sellanes desde Rapa Nui, donde subió a bordo del Falkor (too).

Los montes de la Cordillera Salas y Gómez son remotos y poco estudiados, “incluso algunos menos estudiados que los de la primera expedición, porque están más lejos de la costa”, comenta el experto.

En la website del  Schmidt Ocean Institute, se explica que la cordillera proporciona un corredor para proteger numerosos organismos que viajan entre el Pacífico central y la costa de América del Sur. “Es casi seguro que el área alberga especies nuevas para la ciencia. Los mamíferos marinos y las aves marinas migran a través de la cordillera para alimentarse. Esta región alberga 82 especies amenazadas o en peligro de extinción y hay pruebas sólidas de que la biodiversidad a lo largo de estos montes submarinos merece protecciones sólidas”, se indica en la página web y se explica que un objetivo clave de esta expedición es identificar límites biogeográficos a diferentes escalas.

El robot ROV SuBastian en el barco de investigación Falkor (too). Foto: Alex Ingle / Schmidt Ocean Institute.

Otra característica de estas expediciones es la participación de personas que viven en los lugares donde se encuentran los montes. En el primer recorrido participaron tres personas de la isla Robinson Crusoe, que está ubicada dentro del Área Marina Protegida de Usos Múltiples Juan Fernández.

Uno de ellos era el ingeniero acuícola y ambiental Marco Pérez, responsable de la Unidad Técnica de Pesca de la Municipalidad de Juan Fernández. Según la website del Schmidt Ocean Institute, Pérez ha estudiado la distribución espacial y demográfica de la langosta Juan Fernández (Jasus frontalis) y las  especies asociadas en este archipiélago. “Él estaba asombrado porque conoce los recursos que se pescan, pero no se imaginaba que el fondo marino fuera así. Una cosa es lo que pescas y otra lo que realmente hay en el fondo del mar. Ahora está transmitiendo todas sus vivencias a la comunidad local”, cuenta Sellanes sobre la experiencia de Pérez.

También se unió al equipo Pablo Fajardo, quien se graduó recientemente como biólogo marino y fue elegido como observador de la expedición en representación de la comunidad de Juan Fernández. “Es muy importante empezar a generar capacidad local para que los integrantes de la misma comunidad empiecen a liderar este tipo de investigaciones”, agrega el científico.

Detalles de una esponja registrada a 1238 metros de profundidad. Foto: ROV SuBastian / Schmidt Ocean Institute.

El tercer tripulante de la comunidad ha sido el artista visual Manuel David Chamorro Recabarren. “El arte es otra forma de transmitir al público en general la diversidad de los ambientes, los paisajes submarinos y en general todo lo que se explora a bordo de este barco. Tiene otra dimensión incorporar también el arte en estas exploraciones”, comenta Sellanes.

La próxima exploración en esta zona del Pacífico se realizará entre julio y agosto del 2024 en el mar de Perú. El recorrido será en el fondo marino de la Reserva Marina Dorsal de Nazca, creada en el año 2021 con una extensión de 64 000 kilómetros cuadrados. “Las aguas superficiales dentro de la Reserva Marina de la Cordillera de Nazca son altamente productivas y albergan especies en peligro crítico de extinción, como ballenas azules y tortugas laúd, pero se sabe poco sobre lo que hay en las profundidades”, se indica en la website del Schmidt Ocean Institute.

La expedición estará liderada por Ursula Mendoza y Víctor Aramayo del Instituto del Mar del Perú, que junto a un equipo multidisciplinario buscará mapear y caracterizar completamente las profundidades del mar dentro de la reserva.

Propuesta de un área protegida internacional

“La ciencia ha identificado alrededor de siete lugares a nivel global que son prioritarios para la creación de siete áreas marinas protegidas en alta mar. De todas ellas, la número uno en prioridad es la zona de las Cordilleras de Nazca y de Salas y Gómez, las dos cordilleras submarinas que están frente a Perú y a Chile”, dice Carlos Gaymer, director del Centro de Ecología y Manejo Sostenible de Islas Oceánicas (ESMOI) y profesor del Departamento de Biología Marina de la Universidad Católica del Norte.

Erin Easton y Elyssia Gonzalez trabajan en el laboratorio instalado a bordo del buque de investigación Falkor (too). Foto: Alex Ingle / Schmidt Ocean Institute.

Gaymer señala que por la información recolectada hasta ahora se sabe que estas cordilleras albergan los más altos niveles de endemismo que se conoce para ecosistemas marinos en el planeta. “Son ecosistemas de importancia global, pero que son muy frágiles y están amenazados por sobre explotación pesquera, contaminación, cambio climático. Por tanto, se requiere con urgencia mantenerlos en buen estado y generar algún tipo de figura de protección”.

La Coalición de Arrecifes de Corales de Alta Mar (Coral Reefs of the High Seas Coalition) también ha definido este lugar como su prioridad —señala Gaymer— y está haciendo esfuerzos para generar un trabajo coordinado a nivel político con el fin de promover la creación de un área marina protegida en alta mar. Gaymer también comenta que Chile ha definido como prioridad empezar a trabajar para la protección de las cordilleras de Nazca y Salas y Gómez en aguas internacionales.

Otro aspecto relevante de estos montes submarinos es su importancia histórica y cultural, precisa Gaymer, pues están considerados como las verdaderas autopistas por las cuales se conectaban los pueblos polinésicos y los pueblos originarios de América del Sur antes de la llegada de los europeos al continente. “La navegación se hacía a través de este corredor y generaban intercambio de mercancías, por tanto, tiene una importancia cultural inmensa”.

La imagen muestra el vehículo operado de manera remota (ROV) SuBastain junto al marco de investigación Falkor (too) en el mar Pacífico. Foto: Alex Ingle / Schmidt Ocean Institute.

Esta ruta también es utilizada por numerosas especies migratorias, como las ballenas, las tortugas, los tiburones y las aves marinas para desplazarse en el Pacífico, “es una verdadera carretera en el mar”, dice Gaymer y explica que estas cordilleras con sus montes submarinos son un verdadero oasis de alta productividad, por tanto, son utilizadas por las especies migratorias debido a que en esos lugares encuentran su alimento.

“Todas estas grandes especies, muchas de ellas amenazadas e incluso en peligro de extinción utilizan esa carretera. Entonces proteger este espacio marino no es solamente proteger la biodiversidad del fondo marino, sino que su conservación permite que se mantenga la vida de las especies migratorias”, agrega Gaymer y destaca que todas estas características la ubican como un área prioritaria entre los siete lugares de relevancia mundial para la creación de áreas naturales protegidas en alta mar.

Un área protegida en alta mar, es decir, en aguas internacionales, no es jurisdicción de ningún país, sino de múltiples países que desarrollan distintas actividades y que tienen intereses económicos y geopolíticos, explica el experto, por tanto, tienen que ponerse de acuerdo para generar alguna figura de protección. El marco ideal para ello sería el acuerdo de Biodiversidad Marina de Áreas Fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ, por sus siglas en inglés), asegura el científico.

Una langosta sobre un coral registrada a 669 metros de profundidad. Foto: ROV SuBastian / Schmidt Ocean Institute.

El 2023, más de 80 países firmaron el acuerdo de Biodiversidad Marina de Áreas Fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ, por sus siglas en inglés), conocido también como Tratado de Alta Mar. Chile y la República de Palau han sido los primeros países en ratificar el acuerdo, sin embargo, para que el tratado sea vinculante y entre en vigencia se requiere la ratificación de 60 países.

“Alrededor de la zona hay una presión de pesca gigantesca”, precisa Gaymer sobre las amenazas que rodean a estos montes submarinos.  El investigador pone como ejemplo la pesca de la jibia también conocida como calamar gigante o pota, que es extraído en zonas que rodean a la cordillera por una flota de más de 300 buques de China, entre otros países.

Gaymer también menciona la pesca de atún y de jurel en las zonas cercanas a los montes. “Es una zona sumamente vulnerable a cualquier tipo de actividad. En el pasado, en la cordillera de Nazca se hizo bastante pesca arrastre para extraer Orange roughy. Afortunadamente se detuvo, sin embargo, las evidencias de esta pesca de arrastre están a la vista. Durante la expedición se pudo observar campos completos de corales en el fondo marino que están destruidos”.

La minería submarina es otra amenaza. En las cordilleras Nazca y Salas y Gómez aún no existe explotación de minerales, señala Gaymer, pero sí se ha identificado que existen. “Es como un pequeño botín, que en algún momento los países van a querer explotarlo”, dice el especialista, por tanto, agrega que es necesario definirlo como una zona con algún tipo de protección.

Veit Huehnerbach, Alexander Havens y Richard Jeong preparan las cámaras y luces que serán sumergidas para capturar las imágenes del fondo marino. Foto: Alex Ingle / Schmidt Ocean Institute.

Este trabajo fue publicado inicialmente en MONGABAY LATAM. Aquí puedes consultar la versión original.

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