La fotografía es una fantasía… en quien la toma, y en quien la mira

20 junio, 2020

La fotografía es fantasía y muy probablemente una mentira con muchos matices; pero esta mentira no siempre la cuenta el fotógrafo, a veces lo hace  quien observa e interpreta la imagen

@DuilioRodríguez 

Aprender a leernos en imágenes fue una de las muchas ideas que impulsaron la creación de esta columna hace un año, bajo dos premisas: La fotografía forma parte de nuestra vida cotidiana tanto como la escritura, y hablar de fotografía es poder hablar de todo porque ésta se encuentra en todos los ámbitos de nuestra vida. fue así  decidimos publicar cada 15 días la columna Portarrelatos.

Algo que también marca estas páginas es su carácter colaborativo y plural, ya que no le pertenece a una sola persona. Publicamos textos de los fotoperiodistas de Pie de Página, así como de mujeres y hombres que han trabajado intensamente con la fotografía. Es un espacio pensado para que los profesionales que le han dedicado la mayor parte de su vida a traducir lo que piensan en fotos tengan un espacio para escribir lo que imaginan y piensan cuando fotografían. 

Por ejemplo, en este espacio conocimos la historia y el trabajo de una fotógrafa navegante que durante ocho años recorrió 50 mil millas náuticas. Esto es más que una vuelta al mundo en un pequeño barco, y lo hizo siempre con su cámara lista para documentar el crecimiento de su hijo, a ella misma y su viaje en medio del mar.

Foto: Theda Acha

También hablamos de los artistas y multimillonarios que especulan con fotografías sobrevaluadas en dudosas subastas, vendidas en millones de dólares mientras que otros artistas solo reciben un sueldo que les permite pagar la renta de un departamento y comer.

Aquí hemos hablado de la fotografía donde aparecen dos mujeres que se abrazan frente a una estación de metrobús destruida durante la manifestación de mujeres contra la violencia machista, de su significado ante miles de fotografías y videos que circulaban en la mayoría de los medios de comunicación que sólo mostraban paredes pintadas, inmuebles quemados, destrucción, sin permitirnos una mínima reflexión del fondo de las causas.

Así es como hemos tenido la opinión de fotógrafas que nos cuentan cómo es su quehacer fotográfico en un mundo dominado por hombres; la aproximación que hacen a los problemas y la forma en cómo su mirada es distinta a la de fotógrafos varones.


Sandra, aprendiz de partera, masajea el sacro de Ángela quien ha estado de parto durante más de 24 horas para reducir el dolor de las contracciones. Foto: Greta Rico.

Hemos defendido el quehacer fotográfico como un ejercicio para comunicar de forma más clara y precisa el mensaje del fotógrafo; es decir, concebimos al creador como un ser que opina cuando toma fotografías, aunque el mensaje no siempre se interprete de la misma forma por quien observa la imagen.

También aquí hemos desmitificado  la fotografía documental como poseedora de la verdad o como representante de la realidad,  para ponderarla más como un vehículo que aspire a sembrar dudas sobre lo que vemos y lo que queremos decir con ella. 

Puedo decir que la fotografía nos ha permitido mostrar y hablar de racismo, desigualdad, sororidad, miedo, amor y muchas otras cosas más. 

Sin ser determinante, prefiero equiparar el trabajo del  fotógrafo con el de  alguien que opina. Porque siempre estará presente el punto de vista de quien utiliza la cámara;  difícilmente, en un mismo escenario, con los mismos elementos, distintos fotógrafos, en un ejercicio libre, captarían exactamente lo mismo. 

Menciono  algunos factores que intervienen en la creación fotográfica:  la luz, la sombras, los colores, las texturas, el tiempo de exposición, el ángulo y el espacio. Todos estos son seleccionados por el creador. Uno de los valores que persigue la fotografía es generar emociones en quienes observan  y por suerte  la disposición de los mismos no es igual  en cada uno de los sujetos.

En este punto, enfatizamos algo que en ocasiones se pierde de vista: el observador resignifica la imagen, dando su propia opinión de lo que observa, para darle algún sentido. Por ello, posiblemente la fotografía solo sea lo que nosotros creemos que es, según nuestro propio entendimiento o las interpretaciones que le asignemos a partir de algún escrito que la acompañe o el espacio donde se muestre. 

Como aquella imagen muy simple que hace unos años circuló por internet y generó  mucha polémica, donde aparecía un vestido a rayas con la pregunta: ¿De qué color son las rayas del vestido? Y  entre 700 mil usuarios de twitter no había consenso de que color eran –una mayoría, el 72 por ciento,  las veía blancas y doradas, y el 28 por ciento, negras y azules–. 

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Fantasía, según la Real Academia Española,  es la  “facultad que tiene el ánimo de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o lejanas, de representar los ideales en forma sensible o de idealizar las reales”. La fotografía muy probablemente es fantasía y una mentira con muchos matices, pero la mentira no siempre la cuenta quien toma la foto, en todo caso también la cuenta quien la observa e interpreta. 

En la película Big Fish dirigida por Tim Burton, el personaje principal Edward Bloom narra su vida a partir de relatos fantásticos que le cuenta a su hijo Will desde que era pequeño. Cuando Will crece se convierte en periodista y se aleja de su padre por considerarlo un mitómano que evade su realidad, y le recrimina no conocer los hechos reales de su vida.

Con el tiempo Edward se enferma de cáncer y Will se acerca a él para cuidarlo. Poco a poco descubre  que todos los relatos de los que su padre le habló eran  ciertos y los personajes y protagonistas también existen en la realidad, aunque con algunos matices contados desde el punto de vista propio y la pasión de Edward. Antes de morir Will pregunta a su padre por que nunca le dijo cómo era el relato de su muerte, a lo que Edward le contestó: “porque esta parte de mi vida te toca contarla a ti”. 

Al final y para sorpresa de Will, cada uno de los personajes que su padre había mencionado durante toda su vida llegan al  funeral para despedirlo. 

Lo bello en la trama dirigida por Tim burton es que todas las historias de Edward formaban parte de su vida y las contaba como él quería y no como su hijo u otros hubieran querido que fueran contadas. De la misma forma, me imagino el mejor quehacer fotográfico, con relatos propios que valen la pena ser contados con imágenes.

Seguramente hay muchas otras formas que no hemos explorado; ya habrá tiempo para hablar de ellas y por eso siguen la puertas abiertas para quien quiera contarlas en estas páginas.

Editor y fotógrafo documental, retrato, multimedia y vídeo. Dos veces ganador del Premio Nacional de Fotografía Rostros de la Discriminación.